¿A quien no le cae mal los hipócritas? Es decir, ¿a quien le va a gustar que sean doble cara contigo? A nadie, incluyéndome, y, aún con todo el pesar del mundo, los he tenido en mi vida... eso me ha cambiado demasiado, y es por eso que no tengo a nadie conmigo, a mi lado... a nadie. Soy una con la soledad. Una piedra apartada del camino. O incluso, para unos, soy la loca solitaria de la esquina. Pues, aunque odie admitirlo, ese último comentario es totalmente verdadero.
De seguro, ahora pensarán: "¿Eres loca, o la autoestima la tienes más baja que la altura de los Siete Enanos?". Bueno, en efecto, ambas. Ahora me preguntarán: "¿Por qué?". Ok, esto se debe a todas las personas con las que me he rodeado en un principio, incluyendo a mi desgraciada familia y a mis amigos hipócritas. Como me desagrada escuchar sobre ellos, la verdad. La única persona con la que no perdí mi tiempo fue con Flash Sentry, quien de verdad se ganó mi confianza, respeto y cariño... aunque nuestra amistad haya durado tan poco...
Bueno, he venido aquí para contarles sobre mi vida, mi despreciable y horrible vida, la cual, desgraciadamente, aún continúa...
Todo comenzó un triste cuatro de abril, las calles estaban húmedas, solas, totalmente oscuras y peligrosas. Todos sus habitantes dormían en sus casas tranquilamente, a excepción de mis padres, quienes me veían con una notoria cara de disgusto, pues ese fue el día de mi nacimiento, y en vez de recibirme como los demás padres (con alegría y amor), me recibieron con el ceño fruncido y con una cara de cañón. Claro, pero si siempre he sido su gota amarga en el pastel. Nunca me quisieron, y siempre me veían como si fuera el mayor fastidio de este el mundo. Esa es la primera razón por la cual los desprecio. La segunda, es que, no importaba lo que hiciera, siempre, pero siempre me criticaban, a pesar de que yo trataba de mejorar, ellos, no, está mal y te callas. ¡Ah! Esa es otra, no me respetaban en lo más mínimo, me pegaban, he incluso me bajaban la autoestima diciéndome que era una buena para nada o una estúpida que no tenía sentido en este mundo. Y lo peor, era que me castigaban golpeándome en la cara o dejándome sin comer por todo un día. Yo era la que hacía las tareas de la casa. En resumen, me odiaban.
Bueno, pude vivir con eso los primeros años de mi vida, hasta que llegó mi segundo castigo: la escuela. No fui bien recibida ni por los profesores ni por mis compañeros; siempre se burlaban de mi y nunca me tomaban en cuenta. ¿Estaba enferma? Pues, que te mejores, mocosa, pero igual estudias o te vuelves más estúpida de lo que ya eres. La verdad, era rechazada por todos. Y yo, ¿que más? No tenía de otra que soportarlos. Y lo peor, tenía que volver a casa, con mis padres.
A continuación, les narraré un día normal en mi infancia, como a los nueve años.
Bueno, todo empezó una mañana en mi casa, donde yo aún dormía, cuando...
-¡Despierta, idiota, o llegarás tarde a clase!- me gritó mi madre, entonces yo solo me estiro y restriego los ojos, a lo que cualquier padre hubiera abandonado la habitación e irse a hacer el desayuno, sabiendo que su hijo(a) ya estaba despierto(a), pero mi mamá...- ¡¿Qué no me oíste?! ¡Que despiertes, o te quedarás sin desayuno!
-Woah... voy, mamá...- fue lo único que dije, ¡ja! Pero ella ¿qué contestó?
-Párate. ¡Y no me llames mamá, te he dicho! Ya sabes, hoy no hay desayuno, Twilight- típico, la llamas mamá y te vienes con un castigo.
-Te odio...- susurré, parándome de mi cama, a lo que ella, en respuesta, se dispone a entrar en mi habitación y a darme una buena cachetada.
-¡Yo más!- dicho eso, se fue y cerró la puerta de una. Y yo, ¿que hice? Solo bufé y me fui a cambiar.
Bajé las escaleras con el ceño fruncido, llevaba una cola de caballo y una falda morada, con una blusa de un tono más claro sin mangas. Llevaba corbata negra. Al bajar, me fui a la cocina, encontrándome con mi padre, quien estaba leyendo el periódico, al tiempo que tomaba un café. Llevaba la típica cara seria de siempre. Al notar mi presencia, ¿que hizo? ¿Me dio un abrazo de buenos días? ¡Que va! Me ignoró y siguió leyendo su estúpido diario. Luego, salió mi mamá con una taza de café y un pan relleno con queso y jamón. ¡Desgraciada! No me da de comer y se atreve a saborear su desayuno en mi cara. Obvio, no me iba aguantar tal descaro, así que solo me largué de la cocina y me senté en el mueble de brazos cruzados. Luego me paré y me interné en mi habitación. Allí me senté en mi cama y tomé una libreta, en la cual escribía desde poesías hasta lo primero que se me venía a la mente. Comencé a escribir una poesía, de la cual no me acuerdo. De lo que sí me acuerdo, fue que se me empezó a hacer tarde, y no me daba cuenta. Mis padres, ni pendientes. Así que, cuando me dispuse a levantar mi vista de la libreta para ver que hora era, pude ver que ya eran las siete y cuarto. ¡Llegaría tarde! Y para colmo, cuando salí para tomar el bus, este se había ido sin mi. Bueno, pude con eso, ya que tomé mi bicicleta y pedaleé como nunca lo había hecho.
Llegué a la escuela, solo que el día ya estaba siendo tapado por unas nubes grises, y no me había traído nada para la ocasión. Bueno, entré en la institución; solo llegué unos diez minutos tarde. Pero ¡ja! Si llegabas así de tarde, se les acababa el mundo a los Profesores. Eran unos exagerados. Entré al salón algo incomoda por las miradas de mis compañeros, y la de mi Profesor. Me veían como si me hubiera equivocado de salón.
-¿Qué me ven?- pregunté con indiferencia, al tiempo que me sentaba al lado de una niña rubia, con la piel bronceada, pecas en la cara y unos ojos verdes. Estaba vestida con un estilo country. Su nombre, era Apple Jack.
Ella siempre me veía muy seriamente, como si siempre estuviera haciendo algo mal. A pesar de que parecía agradable, no se me acercaba en ningún momento, y para trabajos en grupo, ella lo único que hacía era apartarse de mi. Me ignoraba y ni se atrevía a verme. También negaba con la cabeza risueña cada vez que le hablaba, pero no me dirigía palabra. Tal vez no le caía bien, pero nunca me importó ser parte de su grupo.
-Hola, Apple.- le saludé con una pequeña sonrisa, pero ella solo negó sonriente, soltando una pequeña y maliciosa risita.- ¿Que te causa gracia?- la niña me ignoró y solo sacó su cuaderno.- Ok...
-Bueno, hoy volveremos a practicar las divisiones...- empezó el Profe.
Yo solo empecé a jugar con el lápiz, totalmente aburrida, esperando a que el agradable sonido de la campana sonara para salir de esa total tortura. Quizá por mi distracciones es que nunca aprobaba materia. Pero, ¡ja! Ni que eso me llegó a importar un día.
-Me dijeron que Twilight se había golpeado con una niña en el patio de atrás...- susurraron a mis espaldas. ¡Claro! Pero si estaban mencionando el suceso del día anterior. No entraré en detalles. Solo diré que la fastidiosa Rainbow me andaba fastidiando, y le di su merecido, haciendo que todo se convirtiera en una pelea, de la cual mis padres no se habían enterado. Yo solo ignoré el comentario.
-Si. Es que se la da de dura. Pero... ¡jajaja! Lo único que hace es hablar.- volví a escuchar. Yo me mordí el labio, tratando de contener mis furias.
-Patética. Es una completa buena para nada...- "cállate" "No les pares" me repetía constantemente.
-Jijiji... ¿y oíste qué la llevarán a la Psicóloga de la escuela? Algunos dicen que incluso a un manicomio.- "Cállate..."
-Es que está loca ¿o no lo ves?- ¡Hasta aquí! Me paré de mi asiento y volteé
-¡Claro! ¡Porque tú eres totalmente cuerda ¿verdad?!- grité, llamado la atención de todos los presentes. Así pude ver quienes era las sin vergüenza que hablaban de mi a mis espaldas: Rarity y Fluttershy.
-¡Twilight, a tu asiento ahora, jovencita!- exclamó el Profesor, pero yo lo ignoré y me acerqué a las chicas.
-¿Qué me harás ahora, mocosa? ¿Me vas a "golpear"?- me preguntó Rarity con un irritante tono de burla, a lo que yo solo la empujo.
-¡Cállate!- grité con la cara roja de la furia. El Profe solo me tomó del brazo con fuerza y me tiró al suelo. (En esa época se podían golpear a los alumnos)
-Eres una...- el señor le calló.
-Ese lenguaje nos está permitido, señorita.- ella solo asintió.
-Ustedes... desgraciados...- susurré con una cara de rencor y furia hacia todos, especialmente a mi Profesor.
-Vamos a dirección, señorita.- dicho eso, él me llevó a ya mencionado lugar, solo que antes de salir del salón, yo volteé a ver a todos con el ceño fruncido, a lo que pude observar a la mayoría con una cara de satisfacción, y y a Apple Jack con una cara seria, negando con la cabeza. En ese momento me di cuenta de que ella no estaba en mi contra; pero eso iría cambiando...
Llegué a Dirección, donde me tuve que sentar y enfrentar a la seria y acosadora mirada de aquella mujer, conocida como la Directora. Esta me veía seriamente, al tiempo que levanta una ceja, y repentinamente se le forma una sonrisa de lado en su rostro.
-Tú... Twilight Sparkle, que raro que hayas venido a Dirección... no es normal verte aquí...- dijo sarcástica, a lo que yo desvió la mirada y resoplo.- Jovencita, tal vez no le guste terminar en este lugar; pero si sigue comportándose así, le advierto que repetirá el año.- yo comencé a reír con una cara incrédula.
-¡Que miedo!- exclamé, alzando mis manos con burla, al tiempo que las movía como si estuviera bailando jazz.- ¿Cree que me importa?- ella solo gruñó y me tomó por la camisa, viéndome con una amenazante mirada.
-Oye bien, mugrosa, no te mofarás de mi fácilmente, ¡y lo sabes!- gritó. Yo solo traté de zafarme, pero ella sonrió y me tiró al suelo.- Llamaré a tus padres.
-Ni que a ellos les importara mi existencia...- dicho eso, tomé mi mochila y me dispuse a ir a casa, a lo que la Directora, raramente, no le importa, y ni siquiera se molesta en detenerme. Pero, así es mejor.- Fue un gusto hablar con usted.- al decir eso, abrí la puerta y volteé a verla, me di cuenta de que me veía con una seria mirada y con una ceja alzada.- Con permiso.- salí de allí y emprendí mi camino a casa, aún cuando no sonaba el timbre.
Tomé mi bici y me fui a casa, con la mirada más fría e insensible que se pudieran imaginar. El camino se hacía más largo cada vez para mi, y me estaba sintiendo aturdida por todo el sonido de la calle. Mareada y con un intenso sonido agudo me invadía. Era horrible. Todo daba vueltas, y las calles se extendían... eso me pasa por no desayunar. Solo recuerdo que todo se volvió negro, y que luego escuché varios autos detenerse bruscamente y varias cornetas. Para mi suerte, al abrir mis ojos, me encontraba tirada en la calle con un millón de personas rodeándome. Al menos no estaba muerta, pero si herida. Solo me paré, restándole importancia a todas las preguntas y menciones que los presentes me hacían. Tomé mi-rota- bici y partí a casa.
Al llegar, encontré a mis padres viendo la tele, siquiera un saludo me dieron, y no notaron lo herida que estaba, ni tampoco la hora que era porque había llegado temprano. Yo solo subí a mi habitación y me tiré en la cama, partiendo a llorar. Simplemente, mi vida no podía ir peor...
Y no han visto nada, pues, así, señores, comienza mi historia...
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Borré "El zafiro" y lo reemplacé por este fic, el cual será fuerte y lleno de sufrimiento, con un poquito de sangre incluida... No recomendado para gente sensible.
Dedicado, principalmente, a DeviLau Hills y a bernabex27. Al igual que a Aris y Drako.
Me inspiré en una situación basada en la vida real, ya que, una amiga de mi hermana se había cambiado de colegio, y ella si que me caía bien, al igual que a todos, o al menos eso creíamos la niña, mi hermana y yo. ¿Por qué digo eso? Porque cuando ella se fue, todos los de su salón comenzaron a decir "Que alivio! Ya se fue el fastidio" y nadie parecía extrañarla. La verdad, eran unos hipócritas : (
Bueno, espero les vaya a gustar esta historia... ; )
Así que comenten, critiquen, confíen en mi ; ), que no muerdo, y si les gustó denle a "Fav"!
Bye!
