Der Geheimnis - Jim Mizuhara
Capítulo 1
Personajes: Kai & Rei
Contenido: Yaoi, lemon, AU
Disclaimer: Ya saben
Observaciones Generales: Hola, estimados lectores y lectoras! Aquí yo de nuevo con más un proyecto, espero que les guste y aguardo sus comentarios.
El inmenso y callado palacete de mármol, en una de las principales avenidas de Moscú, poseía apenas tres ventanas iluminadas, las cuales correspondían al mismo aposento. Con su arquitectura pretensiosa, parecía haber sido proyectada para que las personas se percataran prontamente de su presencia, los arcos y columnatas corintias semejaban antiguos jardines griegos, a los cuales trataba de emular. Mismo en aquel periodo frío, las plantas guardaban sus pocas hojas verde oscuro al resguardo de las inmensas paredes del palacete, en espera de tiempos mejores y más cálidos; las ventanas, cuyos vidrios inferiores eran transparentes y los superiores eran azules, aparecían con las cortinas parcialmente corridas, y en su interior se veía el débil resplandor de una chimenea donde ardían los leños, en un rojizo amontonamiento que despedía a veces algunas chispas. En el interior de esa sala se podían apreciar la silueta de dos personas sentadas en pesados sillones de contornos excesivamente curvados y diseñados, las patas terminadas en algo que semejaba patas de leones doradas, y el tapizado de tafetán azul oscuro. Eran una pareja, que por sus trajes evidenciaban pertenecer a la alta aristocracia, visto que siempre parecían estar vestidos para una fiesta pero sin embargo nunca se dejaban ver con otras vestiduras que no fueran aquellas. El hombre, con el cabello algo encanecido y perilla muy cuidada, vestía un traje negro con un alfiler de zafiros en la solapa; la mujer poseía tez muy pálida, sus cabellos caían grácilmente sobre sus hombros y rozaban su vestido de seda amarillo, con puños franceses y bordados en el cuello, del cual sobresalía un florón de tul primorosamente hecho. Frente a ellos se encontraba un joven alto y esbelto, vestido de la misma forma que su padre pero con un traje grisáceo, del mismo color que sus cabellos.
– .¡Ya he dicho que sí!. – gritó el hombre, furioso – no me interesa lo que digas, ya está decidido.
– .¡Pero no lo quiero!. – contestó el joven en el mismo tono – No es porque esté llegando cerca de cumplir veinte años que tiene que ser así.
– .¿Quién eres tú para contradecir a tu padre, Kai?. – dijo el hombre con voz sibilante - .¡Sabes bien que en nuestra familia las cosas son así!.
– .¡No me interesa cómo son las cosas en nuestra familia!. – dijo Kai, desafiante - .¡Ya he dicho que no me quiero casar!.
– Dentro de algunos días conocerás a tu pretendiente – dijo el hombre, más contenido pero con tono autoritario – vas a aceptarla, Kai, vas a aceptarla…
– .¡Haré con que se arrepienta de haberme conocido!. – replicó el bicolor, haciendo que su padre se levantara abruptamente del sillón, rojo de furia.
– .¡Vete de aquí, Kai!. .¡Vete!. – gritó el mayor, exasperado, mientras su esposa lo tomaba del brazo, intentando apaciguarlo de su enojo.
– Por favor, Anton, no deberías alterarte tanto así – replicó la mujer, haciéndolo retornar a su sillón – bien sabes que a Kai le disgusta hablar sobre ese asunto, y tú le insistes desde que hizo dieciocho – añadió con voz conciliadora.
– Pero es que me saca del quicio, Olga, .¡me saca del quicio!. – respondió el padre, gesticulando – si continua con esa conducta rebelde, .¿qué dirán por ahí, eh?. ¡Que es un vagabundo que no se interesa por nada!.
– Talvez sea demasiado joven para esas cosas – replicó Olga, tomándole de la mano a su marido – también éramos cuando nos casamos, .¿recuerdas?.
– Sí, es cierto… pero no fue el fin del mundo. De veras que no sé cuáles son los intereses de Kai, se pasa por ahí, pensando sabrá el diablo en qué cosas, lo que le propongo para que estudie no quiere – contestó Anton, respirando profundamente.
– Querido, quizás debas darle un tiempo más para que…
– .¿Tiempo para qué, Olga?. – interrumpió su esposo – ya tuvo suficiente tiempo para pensar y escoger lo que quisiera, pero no lo hace. Y en ese caso tendré que tomar las decisiones por su beneficio, y para que tome consciencia de las cosas creo firmemente que debe casarse.
– .¿Ya te has decidido con quién será?. – preguntó Olga, resignada.
– Con la hija de Krylov, Irina… definitivamente es la mejor elección – replicó Anton, meditando – proviene de la mejor familia de Moscú, perfectamente de nuestra categoría y muy bien citados.
– Iré a ver a Kai – declaró Olga, levantándose.
– Debe estar enfurruñado por los rincones, ese bueno para nad…
– .¡Anton!. ¡No lo llames así!. – reprendió la mujer, su esposo se encogió de hombros.
Los tacones de sus zapatos resonaban con un ruído casi metálico contra los escalones de mármol, la poca iluminación tenía a Olga con cuidados mayores para no tropezar contra los costosos tapetes persas que cubrían la mayor parte de los pisos. Entreabrió ligeramente la puerta de la habitación de Kai, lo halló allí, en efecto, contemplando con tristeza la nieve que caía por la ventana, sentado en un diván y abrazándose las rodillas. No volteó la cabeza al escuchar el crujir de la puerta.
– Kai – llamó su madre, con voz bondadosa – no debes hacer tanto caso a tu padre… sabes bien que él tiene momentos de mal genio – repuso, poniéndole una mano sobre el hombro.
– No quiero casarme – fue lo único que dijo el bicolor, con voz algo quebrada.
– No debes pensar así, Kai… piensa que vivirás con alguien a quien vas amar y te amará, .¿comprendes?. Al principio es un poco difícil, pero luego de algún tiempo uno se acostumbra. No es el fin del mundo, al final de cuentas – explicó Olga, ya sentada a su lado y tomándolo de las manos.
– Pero yo no necesito a nadie para eso… y además, .¿cómo puedo amar a alguien que no conozco?. – preguntó Kai, sus ojos rubíes se estremecían, anhelantes de comprensión.
– Nosotros no nacemos conociendo a todas las personas – repuso su madre, en el tono de voz que reconfortaba y tranquilizaba al bicolor – yo no nací conociéndole a tu padre, y sin embargo nos casamos… además, sabes que tu padre es una persona inteligente, siempre querrá tu bien, entonces no debes desconfiar de su elección para tu esposa – finalizó.
Su madre se levantó, y en silencio se retiró del aposento. El bicolor siguió mirando la nieve que caía sin parar, cada vez entendía menos de eso.
Cuando era pequeño, Kai Hiwatari era la adoración de su padre y la devoción de su madre. No había cosa que le negaran, insistían en presentarlo con sus mejores galas en todos los acontecimientos sociales y fiestas que hubieran en las residencias de los aristócratas, pocos eran los que no quedaban impresionados con la inteligencia y educación del niño que un día sería el futuro heredero de tantos millones. Con el tiempo fue creciendo, y sus anteriores deseos se convirtieron en moderadas peticiones, su antigua cortesía cambió a una indiferente hosquedad; sus padres, alarmados, observaban la conducta cada vez más introvertida de su hijo, el hijo único que tanto idolatraban y que iban perdiendo. Conductas introvertidas no quedaban muy bien vistos en las clases sociales elevadas.
Decidieron entonces incentivarlo a que deseara cosas, pero no había nada que Kai deseara y no tuviera ya. Era indiferente con las cosas materiales, gastaba dinero como si no se tratara más que de papeles impresos y piezas metálicas amarillas, y no obtenía ninguna satisfacción con eso. Su padre, metódico, decidió que debería estudiar alguna carrera, de preferencia que fuera aceptable en los círculos sociales; ni Medicina y tampoco Derecho le llamó mucho la atención, era exasperante que a Kai le gustara rumiar sus pensamientos andando sin rumbo, haciendo demostración de su aguda inteligencia apenas cuando le daba las ganas. Guardarse los conocimientos y no mostrárselos a nadie tampoco era bien visto por las clases sociales elevadas.
Como última opción, su padre decidió que debería casarse. Aquella idea tomó completamente desprevenido a Kai, no esperaba que lo obligara a tal cosa con tanta prontitud; esquivó con su típica testarudez ese asunto desde que cumplió deciocho años, fecha que la propuesta fue lanzada por su padre, no muy en serio pero lo suficiente para que se acostumbrara con la idea. Y aquel día la decisión final de su padre se había formado: iba a casarse, sin derecho a reclamaciones.
La sola idea de vivir con otra persona de su misma edad para siempre era algo que daba escalofríos al bicolor. Principalmente en lo referente a la duración del relacionamiento. .¿Y cómo sería amar a una mujer de veras?. Se preguntó Kai, pensativo. Desconocía en absoluto cualquier especie de amor que no proviniera de sus padres o de sus jugarretas con cualquier señorita de la Academia, dado el carácter frívolo de este último lo llamaba de "entretenimiento". Habían docenas de chicas que suspiraban y se declaraban de alguna forma a Kai todos los días, pero él hacía caso omiso a tales demostraciones de afecto. .¿Tendría que tener hijos con ella?. .¡Al diablo con esos pensamientos!. El bicolor se levantó abruptamente del diván, pensar en ese asunto y profundizarse en él apenas le daba aversión. Apenas tenía una certeza: no iba casarse, haría todo lo posible para que no se concretizara aquello.
Sip, un capítulo algo corto, pero veremos próximamente qué sucederá con Kai... será que se casará y Rei no va a entrar en esta historia? (creo que algo malo me va a pasar si la historia va así xD). En el próximo capi veremos cuál será la participación de Rei. Saludos y hasta la próxima!!
