"Jugando a seducirte"
Capitulo 1: "Un pasado..."
-Adiós, Linda, nos vemos mañana - Dijo un chico de ojos azules y cabello rubio dándole un beso a su novia. Luego giró su vista hacía la derecha encontrándose con una mirada azulina - te la encargo, Damon
-Y yo te encargo a Katherine - respondió el nombrado dándole un beso a su novia
-Adiós, amor - dijo Katherine a Damon, y luego se dirigió a la otra chica - Adiós, Elena
-Adiós! - respondió está dándole un beso en la mejilla a su hermana gemela.
Allí estaban los 4 mejores amigos y además parejas. Katherine y Damon, Elena y Matt. Era algo extraño verlos, pero ellos 4 estaban siempre juntos. Originalmente solo eran Elena y Damon, los mejores amigos desde pequeños. Un año atrás Elena le presentó a Katherine a Damon, y él le presentó a su amigo, Matt, a Elena. El tiempo pasó y pronto se armaron las respectivas parejas. Todos eran totalmente diferentes, pero se llevaban de maravilla, y eran muy felices.
Las dos chicas eran muy parecidas, pero nadie negaba que fueran totalmente opuestas. Katherine tenía el pelo hasta mitad de espalda, lleno de rulos, ojos marrones y un poco fríos con quienes no conoce, pero dulces y amigables con los amigos. A pesar de que ella y Elena tenían la misma talla de pechos, ella se atrevía más a los escotes, a los push-ups y esas cosas que hacía parecer que tenía más, ella siempre fue más atrevida y seductora, con una cintura estrecha, piernas larga y tez bronceada. La mujer perfecta para Damon, como pensó Elena y no dudo en presentársela a su mejor amigo. Elena era un poquito más bajita, además de que Katherine disfrutaba de usar tacos altos, a ella en cambio le resultaba algo incómodos y prefería usar sandalias o zapatillas. No era tan aficionada a la moda como su hermana, pero aun así siempre vestía bien. Ella también tenía hermosas piernas, y su cadera más pronunciada le daba la curva perfecta a su estrecha cintura. Era más deportista e inocente, en relación a su gemela. Sus ojos, también chocolates, siempre mostraban dulzura y serenidad. Su sonrisa, siempre presente, era tranquilizadora y contagiosa. Su cabello marrón lo tenía hasta medía espaldas, y totalmente lacio.
Con respecto a los integrantes masculinos, ellos también eran como el día y la noche. Matt llevaba el pelo corto, sus ojos tenían chispas de alegría y ternura, sobre todo cuando su mirada era dirigida a Elena. Era un poco más alto que Damon. Brazos fuertes y espalda ancha. Era aplicado a los estudios, se preocupaba mucho por los demás y siempre estaba dispuesto a ayudar, al igual que su novia. El chico ideal para Elena, pensó Damon. Damon tenía ojos celestes y si quería derretía a cualquier chica con una mirada. Tenía el pelo negro. Brazos fuertes, con músculos fuertes, y una espalda prominente. Era posesivo y celoso con su novia, y muy protector de sus amigos. Antes de Matt, pocos eran los que podían acercarse a Elena sin que él los ahuyentara, Elena siempre se enojaba por eso. Pero al parecer Matt pasó la 'prueba'. Damon era rebelde y orgulloso, nadie podía burlarse de él sin sufrir las consecuencias. Solo Elena tenía derecho a hacerlo, ya que todos saben que a ella no se atrevería a hacerle daño. Matt se llevaba su merecido si lo intentaba, y Katherine, amaba demasiado a su novio para hacer algo así. Era muy competitivo al igual que Elena, los dos siempre competían por todo.
En fin, cuatro amigos que encontraron el amor y eran muy felices.
Vivían a lados opuestos, así que esa noche cuando la fiesta terminó, Katherine se fue con Matt en colectivo, y Damon con Elena. Una vez que los dos chicos tomaron el colectivo, Damon y Elena empezaron a caminar por la fría noche, cuando escucharon una explosión a sus espaldas. Se giraron al instante y quedaron horrorizados al ver como el colectivo donde habían subido Matt y Katherine explotaba.
Elena no reaccionaba, y Damon tuvo que empujarla hacía un callejón que había a su lado para resguardarse de las cosas que volaban por los aires. Pudieron sentir la onda expansiva y un calor chocó fuertemente contra ellos.
Cuando todo el escándalo terminó salieron de su escondite para observar el panorama. Fuego en los restos de lo que solía ser un colectivo, y con tal explosión era imposible que nadie sobreviviera. La alarma de un auto cercano empezó a sonar, y muchos vecinos empezaron a asomarse por las ventanas a ver qué había pasado. Elena no articulaba palabra, aun no daba crédito a lo que veía. Su boca estaba semiabierta y sus ojos inconscientemente empezaron a acumular lágrimas, parecía que quisiera decir algo, pero nada salía de su boca. Damon fue el primero que reaccionar, rápidamente llamó a la policía en su celular. Cuando terminó, guardo su celular y levantó la vista húmeda hacía la chica frente a él.
-Elena…- dijo él al ver a la chica en estado de shock
-No puede ser…- dijo ella por lo bajo y sus ojos eran iluminados por las llamas. Entonces gritó- NO PUEDE SER!
Sintió los brazos de Damon cubriéndola dulcemente, ella se recargó en su pecho y empezó a llorar inconsolablemente. Él derramó algunas lágrimas, el dolor que ambos sentían eran muy grande y un vacío se formaba en su corazón. Los dos habían perdido a las personas que amaban. Damon se aferró a Elena, y ella hundió su cabeza en su pecho, empapando su camisa con las lágrimas. Los dos necesitaban sentirse cerca, saber que había alguien ahí, alguien que compartía su dolor. Los dos lloraron juntos, sintiéndose en medio de un abismo. De fondo la alarma seguía sonando, y se le había unido las sirenas de la policía, algunas ambulancias y los bomberos. Poco a poco Damon se fue llevando a Elena de allí, no era necesario que ni ella ni él siguieran viendo ese panorama tan triste y desolador. En ese momento él intentaba ser fuerte, por ella. Y, aunque el dolor era muy cortante y aun no terminaba de asumir muy bien las cosas que habían sucedido, él trataba de mantenerse calmado, era el llanto de Elena quién lo ayudaba a mantenerse en la tierra. Él sabía que la familia de Elena estaba fuera de la ciudad y que no habría nadie en su casa. Por lo que esa noche la pasaron juntos en el departamento de él, compartiendo amargamente su desdicha. En sus mentes escenas de lo visto hace un rato los atormentaban. Ya no volverían a verlos reír juntos, molestarse, a defenderse, a besar a sus respectivos amados, abrazarlos, acariciarlos, sentir su calor… No volverían… Ya no tenían existencia en ese mundo… Sus almas habían desaparecido, y se habían llevado sus corazones con ellas. Elena fue la primera en dormirse por las lágrimas, pero Damon no se había dado cuenta. Seguía abrazándola, porque ahora ella era lo único que le quedaba, y además de su dolor sentía un gran miedo de que algo saliera de la nada y se la quitara, y terminara por quedarse verdaderamente solo. Se estaba poniendo paranoico, pero en esos momentos no podía pensar claramente. Al final él también quedó dormido, aun sin soltarla, y los dos soñaron con sus seres queridos en el sofá de la sala de Damon.
Había pasado dos años desde lo sucedido, desde entonces Damon y Elena se habían vueltos más unidos que nunca. Sus familias los apoyaron y los ayudaron como pudieron, pero el mayor apoyo se lo dieron entre ellos, siendo que compartían el mismo dolor. Las autoridades informaron que fue obra de un atentado, pero ninguno de los dos se molestó en conseguir más información, no querían hacerse más daño. Al final terminaron por superarlo, aunque a quien más le costó fue a Elena. Pasó semanas sin salir de su habitación, y al único que veía era a Damon. Los dos estuvieron un tiempo sin ir a la escuela, y Elena estuvo un tiempo sin querer comer. Su madre no sabía cómo hacerla entender, y el único que parecía hacerla entrar en razón era Damon. En un momento se la vio muy mal, estaba cada vez más pálida, con unas ojeras enormes, estaba extremadamente delgada. Durante dos meses tuvo que tomar pastillas con 'hierro' para recuperar el que había perdido. Pero con él tiempo se fue normalizando, volviéndose a ser la misma que antes, volviendo a sonreír, a darse cuenta que no estaba sola, que había mucha gente que se preocupaba por ella, y que debía ser fuerte por todos ellos. Desde pequeña siempre se guardaba las tristezas para ella, odiaba preocupar a los demás por lo que ella catalogaba con 'tonterías', aunque entre ellas se encontraran la muerte de una mascota, o incluso algún familiar, la pérdida de alguien preciado así sea por mudanza por una pelea. Pero esa vez no pudo, los sentimientos eran muy fuertes, había perdido a su mejor amiga y a la persona que más amaba en el mundo. Nunca había sentido un amor tan grande como el que le tenía a Matt y Katherine.
Elena se levantó de su cama y se dirigió al cajón de su escritorio. De allí sacó una fotografía protegida por un vidrio y un marco de madera.
-Han pasado exactamente dos años… - pensó mirando la foto
Allí estaban los cuatro. En una esquina estaba Matt, y a su lado estaba ella dándole un dulce beso en la mejilla. Al lado de ella estaba Damon, que abrazaba a Katherine. Y todos con una alegre sonrisa. Una lagrima rodó por su mejilla y cayó sobre el vidrio. De repente Katherine y Matt desaparecieron, y en su mirada chocolate solo existían Damon y ella. Se dio un golpe en la cabeza en señal de reproche. Había sufrido tanto, pero también había sido tan tonta. Se había dejado llevar por la tristeza, pero Damon siempre estuvo a su lado. "Damon…" pensaba. Había sido tan tonta, admiraba la fortaleza de su mejor amigo, él no se apartó de su lado y trataba de reanimarla, secándole las lágrimas, haciéndola entrar en razón, manteniéndola en la tierra, manteniéndola "viva" y ella, cegada en su tristeza, no se dio cuenta que él también estaba triste. Siempre se reprochaba por eso, porque en vez intentar ayudar a su amigo que pasaba por lo mismo que ella, se hundió en su tristeza convirtiéndose en una carga más para él.
La puerta se abrió y alguien entró a la habitación.
-Elena, que haces que aun no te has vestido?- preguntó un voz masculina -apresúrate que se nos hará tarde para la película.- ella se giró a verlo- Hum? Haz estado llorando? Sigues con esa fotografía vieja? Vamos, apresúrate que se nos hará tarde.
-Sí, lo siento Damon, en seguida estaré lista, lo prometo- dijo ella. Sabía que Damon se comportaba de esa forma porque era una manera de protegerse del pasado, para no recordar y que no le hiciera daño.
-Si claro- murmuró él saliendo de la habitación para que la chica se vistiera.
Elena abrió su ropero y se puso lo primero que encontró, sabía que si hacía esperar a Damon él se enojaría. Poco a poco las cosas habían vuelto a ser como antes. Ahora eran solo Damon y Elena, los mejores amigos desde la niñez. Ahora que Elena estaba disponible, tenía muchos pretendientes, pero todos eran espantados por Damon que no paraba de celarla, y siempre con la excusa de "Ese idiota solo quería jugar contigo". Ahora los dos tenían 16 años, seguían asistiendo a la misma escuela y vivían en las mismas casas. Aquel suceso de hace 2 años le enseñó un dura lección, y ellos habían aprendido a amar lo que tenían, y no dejar que se lo arrebaten por nada. Su amistad creció enormemente, pues en esos momentos se necesitaban el uno al otro como nunca. Escuchó que tocaban a su puerta y en seguida reconoció quien era.
-Pasa, Damon- dijo ella, buscando su celular
-Tu madre dice que lleves tu llaves porque esta noche sale de viaje- dijo él entrando, y viendo como Elena corría por todos lados
-Damon no has visto mi celular?- preguntó ella viendo debajo de la almohada
-No es ese que esta sobre el escritorio, a punto de caerse?- pregunto él con sarcasmo
-Ah sí- dijo ella y tomando él celular lo guardó en un pequeña mochila.
-Listo, ya podemos irnos- dijo ella
Damon la observó, Elena ya no era la niña que conoció el primer día en la escuela, digamos que había cambiado, bastante. Aquella pequeña torpe y un poco rellenita, se había convertido en una chica dulce y muy bella. Aunque en su mirada conservaba la inocencia de un niña.
Desde hace un tiempo ellos habían creado un juego, un poco raro, pero ellos pensaban que podrían controlarlo, pero que pasaría si los sentimientos se entrometieran en su juego? Ellos descartaban esa idea. Pero aun así no detenían con ese juego. Damon la tomó de la cintura y la acorraló contra la puerta, quedando muy juntos. Elena entendió, el 'juego' había empezado.
-No pensarás salir, 'así'- dijo él en un susurro. Elena llevaba un vestido azul cielo de tirantes, sin escote y llegaba hasta 4 dedos arriba de la rodilla. Pero la joven tenía curvas tan pronunciadas que el vestido se le ajustaba perfectamente al cuerpo.
-Cuál es el problema?- dijo ella desafiante, siguiéndole la corriente.
-Que luego yo tengo que andar apartando a todos los imbéciles que pretenden seducirte…- dijo él aun en susurro cerca de la oreja de la chica.
-Nadie te ha encargado esa tarea- susurró ella en el mismo modo que él.
-Acaso piensas que me quedaré viendo así más?- dijo él, su voz sonaba seductora
-Celoso?- preguntó ella
-Tal vez…
-Y cuál es la diferencia entre que ellos me seduzcan a que los hagas tú?
-Que yo soy tú amigo…
-Pues los amigos no se insinúan- dijo ella
-Puede que yo quiera ser más que tú amigo…- dijo él, rozando sus labios con la oreja de ella en un caricia sensual.
Se alejó de su oreja para pasar a mirarse a los ojos, los dos parecían tontos mirándose sin decir nada, cada uno perdiéndose en los ojos del otro. Sus miradas chocaron y fueron a acercándose poco a poco, ladeando la cabeza, sin romper el contacto de miradas…
¿Acaso el juego se les empezaba a ir de las manos?
