Hola como todos sabemos los derechos de autor sobre los personajes no son míos, solo la historia que continuación les presento.
Espero que les guste
La rosa y el deseo
Solo y triste en medio de aquella obscuridad estaba el pequeño niño de seis años, asustado y esperando a que volvieran por el.
Flash back.
¿pero que estas haciendo? Deja de jugar con el lodo, y no se lo estés embarrando a tu hermana!, por Dios. ¡Carlo, bájate ese árbol, antes de que te caigas y te rompas algo! Lucia ven vamos a limpiarte, y tu espérame aquí! , no te muevas al rato vuelvo por ti, no los puedo dejar solos un rato, mira como te has puesto…
Fin del flash back.
Pero al parecer nunca volvieron por el, sus pensamientos lo tenían abrumado.
-van a volver, talvez Carlo se cayo del árbol y lo llevaron al hospital ó fueron a casa a bañar a Lucia, no pueden olvidarse de mi.
Así paso el tiempo, y el pequeño tuvo que buscar la forma de salir de ahí, el hambre lo tenia mareado ya había caminado mucho y el bosque se veía igual.
Le dio sueño y se acostó al pie de un árbol y durmió, ahí paso la noche sufriendo frío y con mucho miedo, amaneció y no había comido nada todavía y su pequeño estomago no aguantaba más y gruñía reclamando alimento, camino un poco más y con cada gruñido de su estomago un sollozo no se hacia esperar, llego a la orilla de un arroyo y tomo agua hasta que su estomago dejo de gruñir, eso le dio un breve respiro para pensar en buscar comida, camino a la orilla del arroyo y encontró un arbusto de zarzamoras, apurado recogió algunas el trataba de agarrar las más rojas pero lo hacían cerrar un poco los ojos por lo aciditas que estaban.
-toma las más moradas, son más dulces y más ricas.
El niño se asusto y volteo a ver de donde provenía la voz y al rodear el arbusto vio a un anciano que recogía también zarzamoras las más moradas.
-¿que haces aquí? ¿no vienes con alguien? - le pregunto.
El niño estaba asustado le habían enseñado a no hablar con extraños y no respondía solo movía los hombros.
-¿tienes hambre?.
Y el niño dijo que si con la cabeza abriendo mucho los ojos.
-vamos a mi casa, tengo algo rico que te gustará.
Y señaló detrás de el una pequeña cabaña y se dirigieron hacía allá.
Al llegar, no entraron a la casita, afuera tenía una pequeña mesa de madera, tal vez hecha por el anciano, y troncos que la hacían de banquitos muy cómodos, el niño luego se sentó y espero por su plato, el anciano sonrío al verlo y le dijo mientras le servia en un plato un guiso que estaba en una olla en un asador al aire libre.
-¿Qué no piensas lavarte las manos?.
El niño se vio las manos y las tenia sucias y manchadas de fruta, volteo para todos lados mientras el anciano ponía el plato humeante en la mesa al mismo tiempo que le señalaba con la mirada y el pulgar por encima de su hombro una cubeta de agua, el niño corrió y se lavo la cara y las manos, y regreso a la mesa tomo su plato de comida y lo devoró mientras el anciano sonreía tiernamente viendo al niño comer con tanto entusiasmo, el también comió, al terminar su plato el niño no dejaba de ver la olla.
-¿quieres más? - le pregunto el anciano.
-si, por favor - contesto el niño.
-bueno, esta bien - y el anciano sonrió más.
Volvió a llenar el plato del niño y cuando hubieron terminado el anciano preguntó.
-¿Cómo te llamas?
-Albert, ¿ y usted?
-¿yooo?, mmmm, bueno hace mucho que no tengo nombre. ¿Cómo me llamarías tu?
Y el niño observo al anciano, toco su mano la sintió áspera, miró su cara con arrugas, su pelo blanco y su barba también blanca, pero su mirada tranquila y buena.
-¡Abuelo! Tienes cara de llamarte Abuelo.
- ja ja ja ja…. Pues así me llamo, ¿Cómo no?, y ¿Qué haces solito en el bosque, donde están tus padres?
-no se, yo estaba jugando con mi hermanita y mi papá vino y me regaño y me dijo que no me moviera y ahí me dejo esperando, pero no volvió.
-¿desde cuando estas solito en el bosque?
-dos noches estuve ahí y otro que caminé porque tenía hambre.
-y todo ese tiempo que estuviste ahí donde te dejo tu papá, ¿nadie volvió?
-no, y estuve ahí en donde me dijo, no me moví, ahí dormí en el suelo y me picaron las hormigas, dos noches y otra debajo de un arbolote, pero tenía miedo y hambre y mi estomago hacía ruidos.
-Albert, si quieres te puedes quedar aquí, hasta que vengan a buscarte.
-¡siiii! Y así ya tendría un Abuelo.
Pasaron los días y nadie busco al pequeño, no se sabe porque, o cual fue la razón, o talvez sus caminos no se volvieron a cruzar, pero el niño vino a alegrar la vida solitaria de aquel anciano, poco a poco se fue ganando su corazón era atento, servicial, ávido por aprender, cuando el le quería enseñar algo siempre estaba atento y aprendía rápido, el niño era feliz y crecía fuerte paso de ser un niño a convertirse en un joven apuesto, su cuerpo se desarrollo poco a poco y a pesar de todavía le faltaba por crecer a sus dieciocho años se veía muy bien, su torso marcado por el trabajo manual, fuertes brazos y piernas aunque un poco delgadas no tenían ningún pero, su pelo rubio largo hasta los hombros y su cara bondadosa con una mirada intensa y azul como el cielo que se divisaba entre los árboles, curioso y gentil, en cierta forma su esencia no había cambiado mucho solo su físico.
-¡Abuelo, Abuelo! - corrió Albert al escuchar toser al anciano dentro de la cabaña. - ¿estas bien, quieres que te traiga algo?
-no Albert, estoy bien, solo que ya mi cuerpo no funciona muy bien que digamos.
-pero Abuelo, tu eres muy fuerte.
-no Albert ya estoy viejo, ya era viejo cuando te encontré, y tu le diste vida a mi vida vacía, y creo que ya falta poco para mi partida.
-¡no Abuelo!, ¡no me abandones tu también! ¿Qué voy a hacer sin ti?
-Albert escúchame muy bien, te voy a contar un secreto, poco antes de conocerte fui al centro del bosque y pedí un deseo a la rosa, coof, coof, coof.
-¡Abuelo!
-en el centro del bosque hay un rosal de rosas blancas hermoso, y pedí mi deseo y lo cumplió, no pase mis últimos días solo porque tu estuviste conmigo, ese fue mi deseo, cuando todo esto termine ve al centro del bosque, busca el rosal y pide tu deseo a la rosa te prometo que se cumplirá.
-estas delirando Abuelo, mejor descansa.
-dame ese libro - dijo señalando hacia un estante.
Albert se paro, tomo el libro y se lo dio al anciano, pero al tomarlo le dio un ataque de tos, se ahogo y el libro fue a dar al piso, Albert trato de sentar al anciano pero todo fue inútil, el anciano cerro los ojos y con una sonrisa termino sus días en los brazos de Albert.
Con tristeza, Albert enterró al anciano al pie de un gran árbol y entro a la cabaña, abrió ventanas, saco muebles, revisó papeles, vio fotos, pero al parecer nada importante, así que tomo una caja y metió todos los papeles y fotos dentro, al mover la cama del anciano, vio el libro tirado, lo recogió y lo ojeo, era un libro de poemas de pronto entre las páginas estaba una rosa seca el tallo y las hojas eran de un café obscuro y los pétalos se veían amarillos entre beige y crema, en esa página al borde de la orilla estaba escrito "gracias por cumplir mi deseo" y Albert entendió que el relato del rosal era cierto.
Sin pensar mucho Albert termino de arreglar la cabaña, la cerró tomo una mochila se puso unas botas y una chaqueta café y se dispuso a buscar el rosal para pedir su deseo.
Continuará …
Hala chicas, aquí estoy con otra historia espero les guste así que déjeme sus comentarios.. Gracias.
Veronica.
