Este fue el primer Spamano que escribí espero que haya quedado bien porque adoro este pairing :3
-¡Antonio, maldito bastardo! –insultó cuando se cayó de la mesa de noche la lámpara que intentaba limpiar, decidió dejarla en el suelo, molesto- Es todo tu culpa ¡¿Por qué no vuelves, maldición? –se alejó caminando hacia la sala, mascullando insultos por lo bajo. España se había ido esa mañana para atender "asuntos importantes" , no le había dicho nada más y se había ido bastante serio. Por supuesto él no estaba preocupado de que volviera herido como otras veces, o que se fuera por un largo tiempo sin decir nada. Tampoco se sentía solo en esa enorme casa, claro que no.
El pequeño Romano estaba demasiado concentrado en insultar a cierto español como para ver la escoba que él mismo había dejado tirada en el suelo, tropezando con ella y cayendo de bruces, lastimándose las rodillas.
-¡Maldición!-se cubrió el rostro con las manos , intentando ocultar las lágrimas, porque él no estaba llorando, no- Antonio, bastardo, maldición… ¿A dónde fuiste?
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Su superior sí que lo había reprendido, le había gritado por horas y no lo había dejado marcharse hasta que no completara delante suyo todos los informes que había estado dejando a medias. Ese era el tipo de trabajos que no le gustaban hacer por eso siempre lo dejaba para último momento, pero esta vez se le había ido de las manos.
Entró en la casa arrastrando los pies, estaba muy cansado, no había tenido tiempo ni de almorzar ni de dormir una siesta y ya era la hora de la cena.
-Volví, Lovi… -dijo con sueño. Nadie le respondió. Eso lo sorprendió, esperaba una lluvia de insultos como bienvenida- ¿Lovi? ¿Roma? –las luces de la casa estaban todas encendidas y todo estaba revuelto, como de costumbre, pero… ¿Si habían entrado a robar? ¿Y Romano?
Suspiró y volvió a respirar con tranquilidad al verlo.
-¿Así que ahora duermes en el suelo? –verlo tan sereno le sonsacó una sonrisa. Era tan lindo, se agachó para levantarlo con cuidado. Romano se removió en sus brazos, acomodándose.
-… Antonio…Maldición…-dijo con cierta preocupación en sueños. Él ensanchó la sonrisa acariciando su cabello. Lo llevó a su habitación-… No me dejes solo… -ojalá siempre fuese así de sincero, le alegraría más los días al español que sólo se conformaba con verlo. Al apoyarlo en la cama el chico abrió los ojos, todavía confundido por su sueño, sorprendiéndose al verlo.
-Tranquilo, Lovi, no te dejaré solo… -acarició su frente con dulzura.
-¡Maldición! –se cubrió el rostro con las manos, nuevamente estaba llorando, porque no o había extrañado nada.
España se acercó a él y lo abrazó. El chico se aferró a su cuello ocultando su rostro. No estaba herido como cada vez que iba a atender "asuntos importantes" y eso lo tranquilizó… Pero él no se había preocupado, claro que no- ¡Bastardo! No vuelvas a irte de esa manera, maldición…-agregó por lo bajo.
-Lo siento, Lovi, lo siento-dijo con una enorme sonrisa.
Quizás sea egoísta lo que pasaba en ese momento por la cabeza del español pero para él no estaría mal preocupar a Romano un poco de vez en cuando…
