El cuerpo de la chica se unió al suyo al rato de estar en sus brazos.
"Podría despertar ahora" -Pensó el chico con un minúsculo miedo, mientras andaba hacia delante y sin mirar atrás, ni tan siquiera para observar las grandiosas nubes blancas que habían escogido la forma del humo de las chimeneas.
Le echó un vistazo a la chica y recordó lo que el viejo le dijo, de que despertaría con el primer toque de agua de mar.
Aun así, la chica, sumida en sueños y lejos del presente, se acurrucó más contra su pecho y a él se le pusieron los pelos de punta.
Nunca había estado tan cerca de una chica.
Llego a la playa pero no encontró a nadie allí, seguramente todos estaban en el barco preparados y esperándolo para irse. Ahora que lo recordaba, dijo hace unas horas que iba a buscar comida y, aunque lo había conseguido, se había perdido por calles y laberintos de casas.
Solo tuvo que estirarse y subir a cubierta. Allí, cada uno a lo suyo, se encontraba su tripulación. Sanji se encontraba apoyado sobre el timón y expulsaba el humo de su última calada hacia arriba, hacia el cielo. Fue el primero en girarse y ver al capitán.
-Oye tú, donde narices... -Abrió la boca de un golpe, cayéndosele el cigarro sin pensarlo. Pero claro, quien iba a pensar que...
-¡Aaaah! -Un grito bastante femenino salió de la garganta de Ussop, que había bajado desde el nido de vigilancia, agarrándose muy fuerte al mástil mientras descendía-. Lu-Luffy... ¿Q-Que haces con esa mujer? -Medio temblando, señalaba a la chica que dormía plácidamente en los brazos del indiferente capitán.
-Es nuestra nueva camarada. -Le contesto con una amplia sonrisa, bajando la mirada a la chica que mantenía en brazos.
-¿Qué? -Chillaron los dos al unísono.
Por las escaleras apareció el espadachín bostezando:
-Eh, que demonios hacéis con tanto grito... ¿Nos vamos ya?
-Luffy, ¿estás loco? ¿Una mujer? -Le decía Ussop con la voz dura.
-No veo el problema... -Se encogio de hombros el capitan.
-¡Yo tampoco veo el problema! -La sonrisa de Sanji y sus ojos brillaban de entusiasmo.
-¿Te has vuelto majara? -Le inquirió a Sanji dándole una colleja-. ¿Una mujer a bordo? -Se volvió de nuevo hacia Luffy-. ¿Has olvidado las normas? ¿La ley del mar?
-Soy pirata, así que soy libre de normas. -Le recordó el capitán a Ussop. Comenzó a caminar hacia la puerta de los camerinos, pasando entre ellos.
Pero Ussop no se rendía fácilmente y lo persiguió por toda la cubierta del barco.
-¡Espera! –Le gritaba Ussop-. ¿No te parece bastante que tengamos a la marina detrás nuestro? ¡Si se enteran de que tenemos una mujer a bordo, vendrán a por nosotros los peces gordos sin pensárselo! Nada de tenernos vigilados, nada de tres barquitos pequeños persiguiéndonos... ¡Acorazados con jefes gordos vendrán! –Abrió los brazos abarcando un gran espacio para dar énfasis a sus palabras.
-¡Ussop! -Le grito. Estaba de espaldas a él, intentando abrir la puerta, pero se giró en cuanto nombro a grito el nombre de su camarada-. ¿La ley del mar? ¿De verdad algo tan extenso tiene ley? ¿Quién las invento? Seguro que un rumor de boca en boca absurdo. Este es nuestro barco, esta es nuestra banda y aquí mandan nuestras leyes. Y mi ley ahora mismo es que ella es nuestra camarada.
Sanji había recogido el cigarro y se lo enchufaba de nuevo. Dio una calada y exhalo el humo, mientras los miraba de lejos.
-Mujeres en barcos... -Se quedó pensativo-. He llegado a ver incluso retratos y pinturas de mujeres capitanas liderando grandes flotas. Pero ya sabes, todo eso puede ser real o no.
-Ah -Suspiro Zorro volviéndose a apoyar para dormir-. En verdad, es una buena ley... ¿Mujeres piratas? Solo traen escándalos y hacen perder el tiempo.
-¡Oye tú! -Se quejó el rubio.
-Pero si el capitán lo decide así, por mí, así será.
Luffy ha entrado en la cocina donde está el pequeño reno trabajando.
-Oye Luffy, ¿cuándo vamos a bajar de esta isla del cielo? Necesito urgentemente... -Se giró y vio la misma imagen de su capitán que sus otros camaradas habían presenciado. El reno solo se quedó petrificado.
-Oye Chopper -le llama el capitán, que pelea contra el pomo de la puerta- ¡Puedes verla? Yo voy a coger un poco de agua.
Tras un pequeño rato el pequeño medico ha dado su visto bueno a la chica, Luffy se ha adelantado con un cuenco lleno de agua de mar. Se queda parado ahí, de espaldas a los ojos de sus compañeros que miran la escena de brazos cruzados.
-Mmm...El viejo dijo que debería tocar el agua de mar para despertarla, pero no sé cómo hacerlo... ¿Se la tiro encima?
-¡Cielos, Luffy! ¡Como se la vas a echar por encima! -Se palmea la frente el peliverde.
-Dásela de beber primero. Si no surge, le pondremos un trapo húmedo en la frente -razona Ussop.
Entonces el moreno acorta los pasos entre la cama y donde él se ha quedado parado. Se inclina sobre ella y durante unos segundos, se permite inspirar su fragancia. Huele a jabón y a naranjos, de manera dulzona. Le acerca el cuenco a los labios y lo inclina poco a poco. Al principio caen hilillos de agua de entre las comisuras de sus labios. Después parece que traga y entonces comienza a toser.
Y de repente, algo invisible en el ambiente explota. Un gran círculo invisible lleno de sensaciones se expande primero por la habitación del barco y después por el mundo entero, dándole escalofríos a cientos y miles de piratas, a cientos de altos cargos y a muchas, muchas más personas.
El chico se aparta y siente como sus compañeros están más cerca ahora, observando la escena como él. Han sentido ese anillo de poder que ha explotado de repente saliendo de ella.
Ahora la chica se ha erguido y tose fuertemente. Acaba por pasarse la mano por la barbilla y luego mira a su derecha, donde varios pares de ojos la miran sin pestañear. Solo uno de ellos sonríe a lo grande.
-¡Hola! -Le saluda el chico del sombrero- ¿Te encuentras bien?
-Q-que... -Se lleva una mano a la cabeza y presiona sus ojos fuertemente- ¿Dónde estoy?
-En nuestro barco.
-Idiota, tal vez pregunte por el lugar. -Le dice Ussop.
-Oh. Es verdad. En medio del mar.
-¡Eso no es un ningún lugar! -Le reprime.
-¿Estamos cerca de la isla Medalla?
Los seis se quedaron callados. La chica recorrió sus rostros y arqueó una ceja.
-¿East Azul?
-Estamos muy lejos del East Blue. Estamos en Grand Line. -Le informó el peliverde, de brazos cruzados y con una presión sobre su entrecejo.
-¿QUE? ¡Eso está muy lejos de…! –Se toca la cabeza con un gesto de dolor-. ¿Por qué me habéis llevado hasta aquí? -Preguntó furiosa.
-Ves, siempre escandalosas... -El espadachín deja terminar la frase con un bostezo a la vez que se dirige a la otra cama y se sienta en ella.
-Eh, eh... Nosotros no hemos hecho nada -Ussop levanta las manos en plan defensa. La mirada fulminante de esa mujer asustaba realmente.
-Yo te encontré en el cielo.
La expresión en la cara de la muchacha se relajó al instante y la duda volvió a ella.
-¿El cielo? ¿Qué tonterías son esas?
Chopper, de un salto, se subió a la cama y con una pequeña linterna, observó los ojos de a chica.
-Es posible que tenga algo de amnesia. ¿Por qué no descansas un poco más? Tal vez cuando vuelvas a despertar, recuerdes algo.
Parecía como si de un momento a otro fuera a apartar a Chopper de un empujón y a ponerse a gritar de nuevo, pero suspiró y asintió de manera lenta.
-¡Bien! ¡Ya lo habéis oído todos! ¡Fuera de aquí! La dama necesita descansar -Cogió al espadachín que se había quedado durmiendo de la camiseta y estiro de él.
-Pero qué...
-Después te traeré la cena, dulzura -Le sonrió el rubio antes de ponerse a discutir con el peliverde y cerrar la puerta.
Ella se quedó allí unos momentos, con la mente vacía. Había unos dolores dentro de su cabeza que iban y venían como rayos en el cielo. El cielo. Ese chico había dicho que ella estaba en el cielo. Se levantó de la cama y fue hasta un pequeño espejo. Se miró en él y descubrió sus ojos, brillantes y un piel lisa y cuidada.
Por último se tocó el pelo, largo hasta la cintura, anaranjado brillante.
Entonces se acordó de una puesta de sol y de tres siluetas... y su cabeza volvió a dolerle cual relámpago.
Pasó como una semana en el barco donde todos poco a poco fueron acostumbrándose a una presencia femenina. Le adjudicaron una habitación para ella sola, a lo que el rubio, fantaseando sobre dormir todos en la habitación, protestó y se deprimió.
La chica todavía no parecía recordar y decía que cada vez que se ponía a pensar o recordar algo, le entraban fuertes dolores de cabeza. Dejaron pues de preguntarle por no someterla a más dolor y sin querer y darse cuenta, se centraron en vivir.
Convivieron normales, disfrutaron de siete días cómo nunca la habían hecho, pero ellos no se dieron cuenta, porque estaban ensimismados en el tiempo realmente feliz que pasaban.
Uno de esos siete días, le explicaron el por qué ella no debería estar en alta mar, en un barco pirata. Aunque hubo largas discusiones que se armonizaron y pasaron mejor con deliciosos platos que traía de vez en cuando el rubio cocinero, la chica lo decidió allá cuando el día moría y favorecía con su cabello.
-¡Yo me uniré a tu tripulación, da igual lo que digan! –Se puso en pie-. ¡Serás mi capitán!
El gran barco gigante se para justo frente a nosotros. Recuerdo ese barco como el primer día que lo vi y hace la misma reacción en mí que antaño. Son primero unas figuras que asoman. Parece que veo a alguien con un catalejo mirar hacia nuestra cubierta. Esa persona desaparece y entonces aparece otra que reconozco al instante: imponente, majestuoso, Shanks.
Lo veo apoyar un brazo en la pasarela de madera.
-¡Eh, Luffy! ¿Por qué no me acompañas a la isla que hay más adelante?
Mi sonrisa se borra de mi cara. Hace tiempo que no lo veo, ¿ocho meses? ¿Seis? He perdido la cuenta. Normalmente, no me encuentro con él de casualidad, nunca ha sucedido y nunca ha venido a buscarme. Es mejor que el destino nos choque. Pero ahora su feroz barco está ahí parado, y él está invitándome a una isla. ¿Habrá sucedido algo? ¿Habrá una nueva guerra?
-Luffy ...
Me giro y veo como Ussop me mira confuso al igual que yo a él. Es extraño, si, le digo con la mirada. Él frunce los labios advirtiéndome cuidado. En estos últimos días ha estado más paranoico de lo normal desde que Nami está aquí. Se cruza de brazos y yo asiento.
-Sube Para ver un padre ma.
Unos veinte minutos después hemos encallado en la playa de la pequeña isla desierta. Solo hemos cruzado unas pocas palabras, las rutinarias cuando hace mucho que no ves a alguien. Por lo demás, ha estado muy callado. Ahora le sigo por una colina hacia arriba, después gira hacia la espesura de los arboles salvajes y al fin salimos a un pequeño balcón que da de vistas al mar, donde vemos nuestros barcos.
Me fijo en un detalle: el barco de Shanks se ha alejado bastante del nuestro. Le resto importancia cuando él suspira sentándose en el suelo y abriéndose una botella de sake.
-¿Cuántos días lleváis ahí parados?
Él ha empinado la botella, pero sé que no hace falta que me vea para que sepa que me ha dejado de una pieza.
-¿Cuántos días llevas observándonos? ¿Nos has estado persiguiendo? -Me siento en el suelo, a su lado.
-No.
-Entonces... -En realidad, me doy cuenta al instante que no quiero saberlo. Quiero saber qué hace aquí y por qué este secretismo-. ¿Has venido a avisarme de algo? ¿Va a ver guerra de nuevo?
-Es posible. -Trago de nuevo. Se queda mirando el horizonte y achica sus ojos por un momento-. Dime, Luffy. ¿Por qué has cogido a la chica del cielo?
Es entonces cuando más estupefacto me quedo. ¿Cómo narices sabe eso? Suelto una exclamación que no pasa desapercibida de su humor y se ríe de mí.
-Luffy, no sabes lo que estás haciendo. ¿No conoces las reglas?
-Oh -pongo los ojos en blanco y los ruedo hacia otro lado-. ¿Por qué estáis todos tan pesados con las reglas? No...
-Hay reglas que no deben de romperse. -Me dice duro.
-¿Qué más da? Es una chica. Es más, le hice una promesa al viejo...
Shanks parece que ya no sabe tanto porque al oír esto último arruga su entrecejo y vuelve la mirada al frente.
-No sabes quién es, Luffy. No debería estar en tu barco... ni en ninguno. -Su expresión está totalmente seria. Me da miedo.
-¿Eh? -Parpadeó confuso-. ¿La conoces?
-Sí, lo suficiente para saber, Luffy... -se gira y me mira directamente a los ojos- que esa mujer debería estar muerta.
El acto de levantarme de repente le sorprende a Shanks. Ahora mismo estoy furioso. ¿Muerta? ¿Quién es él para juzgar de esa manera?
-¡No sabes lo que estás diciendo! ¡Es una chica normal y ...!
-Ella iba conmigo en el Oro Jackson,
Mi furia baja y desciende toda hasta mi estómago, disolviéndose y transformándose en una especie de ansia y hormigueo.
-Ella... No puede ser... es muy joven...
Shanks se levanta y me toca el hombro con la mano.
-Hazme caso, Luffy. Tenemos que matarla.
Quito su mano de mi hombro de una sacudida.
-¿Era aprendiz como tú? -La pregunta me sale fría y mantengo mi ceño fruncido.
-No. -Tras su negativa, sonríe, cerrando los ojos como recordando algo placentero-. Ella se convirtió en la hija de Gold Roger.
Al ver que sus palabras no me impresionan, se sienta de nuevo en el suelo y agarra la botella de sake.
-Tú... sabes qué pasó. -Sigue sin mirarme-. Sabes por qué estaba allí en el cielo.
-Si te sientas a mi lado y compartimos el sake, te contaré la historia.
El sueño había abandonado mis párpados. Todos mis sentidos estaban alerta y el cúmulo de sensaciones en mi vientre era un torbellino nervioso.
Me eché sobre la hierba y escuché mientras miraba las estrellas.
