Él se acercó al cuerpo inerte que había tendido sobre la gris alfombra, ahora con un ligero tono carmesí procedente del fallecido. Se agachó para poder observar con mayor detenimiento el cadáver bajo la tenue luz de la lamparita que había sobre la mesa central de la sala, una estancia amplia, con muebles negros de último diseño y plagada de estanterías con un número incontable de libros. En la pared que había justo delante del difunto, colgaba una televisión de plasma de dimensiones considerables, así como numerosos retratos del ahora muerto propietario con su familia, o lo que parecía serlo. El hombre de cabellera negra situó dos dedos de su mano derecha sobre el cuello de aquel individuo eliminando unas extrañas marcas. Acabada esa acción, desvió su mirada hacia el resto del cuerpo y apreció un sanguinario destripamiento, que claramente indicaba que aquel pobre caballero había sufrido, o mejor dicho, le habían hecho sufrir antes de perecer. El joven se incorporó y andó unos pasos hasta poder situarse delante de la moderna ventana, para así abrirla y liberar aquella estancia del hedor proveniente del cadáver. Él, sacó su cabeza por ésta y tomó algo de aire limpio en una inspiración profunda mientras se dejaba envolver por aquella lluvia que le azotaba la nuca y que empapaba cada uno de sus oscuros y rebeldes mechones de pelo haciéndolos resbalar por su pálida tez provocándole una sensación de tranquilidad y paz interior. Después de mantenerse así un par de minutos, olvidándose de todo, alzó la vista y la fijó en la hermosa luna llena que se ocultaba tímidamente detrás de las voluminosas nubes de tormenta, que impedían que ésta luciera con todo su deslumbrante esplendor. De repente, sacudió bruscamente la cabeza provocando que su pelo se deshiciera del peso del agua en forma de numerosas y diminutas gotitas, que brillaban ante el leve reflejo de la luz de la luna y entró nuevamente en la sala sin cerrar la ventana. Metió la mano en el bolsillo delantero del negro pantalón de pinza, que combinaba a la perfección con su holgada camisa de una tonalidad rojo sangre y que estaba algo oculta bajo la desabrochada chaqueta del traje, también negra. Sacó el móvil y rápidamente, marcó un número de teléfono, al que contestaron escasos segundos después.

-¿Qué quieres?- interrogó una voz masculina algo adormilada en un tono ligeramente borde a causa de la hora de la llamada.

-Envíame un escuadrón a mi ubicación, Luxury Srteet- imperó autoritariamente el responsable de la llamada.

-¿Ahora?- formuló desconcertado el hombre que se encontraba al otro lado del teléfono mientras miraba su reloj achinando los ojos debido a la somnolencia. Éste marcaba la medianoche pasada

-Hay un cadáver en el número quince- fue lo último que pronunció el joven antes de colgar. Volvió a guardar el móvil en el lugar de donde lo había sacado y miró una vez más el cuerpo antes de asomarse nuevamente por la ventana; en ese instante apreció como alguien corría por la oscuridad de la calle, bajo el parpadeo de las casi fundidas farolas. Él no se lo pensó dos veces, saltó ágilmente por la ventana ubicada en un segundo piso e inició una persecución tras aquel individuo.

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-Joder, es el que menos tiempo lleva en el oficio y es el que más manda... - se quejaba el receptor de la llamada pasándose una blanca camisa después de haberse despojado de la camiseta del pijama.

-Recuerda que como detective es tu superior por muy novato que sea- le reprochaba su Inner.

-¡Me da igual!- replicó él apagando la luz de su habitación, se dirigió hacia el salón y allí cogió el teléfono para poder llamar a sus subordinados y decirles que tenían trabajo. Mientras hablaba con ellos, se dedicaba a dar paseitos por toda la casa, sacudiéndose su plateado pelo con la mano que le quedaba libre, tornándolo más rebelde de lo normal e intentándoles explicar la situación. Cuando acabó, dejó el teléfono sobre la mesa, cogió las llaves y salió apresuradamente de la casa. Descendió por el ascensor hasta llegar al subterráneo del bloque de pisos donde vivía, encendió la luz del garaje y se aproximó hacia su flamante deportivo gris metalizado con detalles en negro, el mayor capricho del que un soltero de tal calibre como él podía permitirse. Cuando se dispuso a abrirlo, se percató de que no había cogido la placa que lo identificaba como agente de la ley, suspiró palpándose los bolsillos traseros de su pantalón ajustado que formaba parte del uniforme del cuerpo, con la esperanza de encontrarlo allí, pero fue en vano. Suspiró por segunda vez, mucho más profundamente que la anterior mientras se daba media vuelta, optando por volver sobre sus pasos rápidamente a causa de la urgencia de la situación. Una vez dentro de la casa, se dirigió a su habitación y cogió la placa que reposaba sobre la mesita de noche. Era una chapa fabricada con plata y que tenía gravado el nombre de su propietario "Kakashi Hatake". La introdujo en su funda correspondiente, se la guardó en el bolsillo y salió de la vivienda apresurando el paso hacia el garaje. Al llegar se subió en el coche y se dirigió al lugar del asesinato por las calles secundarias de la ciudad, evitando así los atascos de la madrugada del sábado, que solían agravarse en los días lluviosos.

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Entre tanto, el joven detective continuaba corriendo detrás del supuesto fugitivo; cada vez se iban acercando más a las afueras de la ciudad por los múltiples y oscuros callejones de aquella metrópolis que conformaba la capital del prestigioso país. Se notaba a la legua que el muchacho de cabellera rebelde estaba entrenado para ese tipo de situaciones ya que tenía mucho más fondo que su sospechoso y poco a poco lo iba alcanzando sin excesivo esfuerzo. Cuando se encontraba a escasos metros de él, optó por tomar impulso, saltar y abalanzarse sobre el individuo, que al notar el peso de su perseguidor, cayó al suelo. Sasuke lo giró bruscamente dándole un fuerte golpe en la espalda contra el mojado suelo y se quedó sobre él haciendo fuerza en los hombros de aquel impresentable para evitar que se moviera. Lo miró fijamente con aquellos ojos negros, analizándolo en pocos segundos. Iba completamente manchado de sangre, con salpicones por la cara; su ropa estaba raída y descuidada. Tenía los ojos salidos de las cuencas, con las venillas dilatadas y con las pupilas impregnadas de una tonalidad rojiza. Su boca mostraba una sonrisa diabólica que desembocaba en unas sonoras y perturbadoras carcajadas sádicas capaces de estremecer a cualquiera. El pelo grisáceo de aquel tipo estaba completamente alborotado y teñido de manchas de sangre, procedentes posiblemente de su víctima. De repente, el joven notó como las ensangrentadas manos del asesino le trepaban por la espalda, pegándole tirones de la camisa y clavándole ariscamente las uñas, dejándole numerosos arañazos que atravesaron la ropa. El pelinegro frunció el ceño y apretó los dientes soportando el dolor que aquel psicópata ejercía sobre su cuerpo, hasta que finalmente decidió actuar instintivamente y le asestó un fuerte puñetazo en la cara a aquel tipo, provocando que le sangrara el labio. Éste, al notar emerger aquel líquido carmesí, sacó su lengua y se lamió la sangre, acto que provocó una mueca de enfado y asco en el rostro del joven detective, quién sin contenerse, comenzó a asestarle repetidos puñetazos en la cara hasta dejarlo sin sentido.

-Impuro de mierda...- murmuró cabreado el muchacho de cabellera rebelde tras incorporarse-Jodido cabrón- añadió mirándolo con desprecio a través de la lluvia mientras se desabrochaba su destrozada camisa manchada de sangre. Se quitó la húmeda chaqueta y la dejó sobre uno de los coches que había aparcados en aquella zona marginal de la ciudad, después de eso, se despojó rápidamente de la prenda ensangrentada y palideció al notar el olor de aquel líquido rojizo con el que estaba impregnada; cerró los ojos fuertemente y sacudió la cabeza intentando quitarse el aroma de la cabeza. Al ver que no surgía efecto, la tiró al suelo y entonces se fijó en las fuertes marcas con forma de arañazos que tenía a la altura de las costillas y que se prolongaban hasta la espalda; decidió aproximarse hacia la luz que emitía la farola de en frente para poder apreciarlas con mayor detalle. Una vez allí, dirigió su mano hacia una de las marcas y la tocó con cuidado, al notar el contacto, su cara mostró una leve mueca de dolor que desapareció rápidamente de su rostro gracias a la acción calmante que la lluvia ejercía sobre su desnudo pecho. Se mantuvo unos instantes pensativo y relajado, hasta que los arañazos comenzaron a desaparecer, entonces sacó una bolsa del bolsillo del pantalón y allí metió la camisa; la anudó fuertemente, cogió su empapada chaqueta después de situarse al lado del coche donde la había dejado y se dispuso a poner fin a su trabajo. Cruzó el charco que los separaba y se situó delante del individuo, se agachó y comenzó a tocar aquel extraño colgante que colgaba del cuello del hombre que estaba tendido en el suelo.

-¿Qué estás haciendo aquí?- interrogó Sasuke en tono borde

-Aléjate de él, ya me encargo yo- ordenó una mujer aparecida de entre las sombras que se encontraba sobre la farola. Su indumentaria era oscura, lucía una larga capa que cubría todo su cuerpo protegiéndola de la lluvia. Tan sólo quedaba a la luz su rostro tapado por húmedos mechones morados que se precipitaban por la extensión de su cara, el resto de la melena se encontraba retenida en un desgarbado moño.

-Tan discreta como siempre- observó el ojiazabache mirándola de reojo mientras se incorporaba. Ella asintió ante la obediencia del joven.

-Tú tampoco pasas desapercibido, Uchiha- le echó la pelivioleta en cara a los pocos segundos, tras observar a Sasuke sin prendas de ropa superiores, una vez que él se aproximó a la iluminación del farol.

-Hmp- musitó el pelinegro-Llévatelo de aquí antes de que consiga delatarnos- imperó éste alejándose del lugar con su chaqueta en una mano y la bolsa en la otra.

-A eso he venido, pequeño gusano- le recordó-Tú preocúpate por encubrir las inoportunas trastadas de éste imbécil- añadió observando con sus ojos tonalidad caramelo como el detective se perdía por la oscuridad de la calle.

- Hidan, deja de hacer de capullo, levántate y sígueme- pronunció la Mitarashi desapareciendo del lugar, seguida de aquel sanguinario individuo, que la obedeció con el simple hecho de escuchar su voz.

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En el lugar del crimen ya estaban todas las unidades de emergencia acordonando la zona, el coche de Kakashi se encontraba aparcado al final de la calle que hacía esquina con el edificio, junto con el de los otros miembros del escuadrón policial. Sasuke se dirigía nuevamente hacia el lugar en cuestión, pero optó por tomar un atajo anduviendo por las calles secundarias, carecientes de excesiva iluminación. Mientras andaba, fijó la mirada en la puerta de una casa de la cual salía una chica, de no mucha más edad que él; que logró desviar su atención.

Bualá, ¿Qué tal mi nueva ida de cabeza? Bien ¿no? En fin eso lo tendréis que decidir vosotros; espero que os haya gustado y no olvidéis deja algún comentario, protesta, queja, sugerencia, desacuerdo, ánimos...Miles de agradecimientos a Shira-san por dejarme colgar estas cosas en su perfil y hasta el próximo cap!