Antes de empezar: ¡Hola a todos! Y bienvenidos a la Semana Shipping 2009. Como podrán notar, mi título es un tanto más largo que los de los demás:
¿Por qué HoL? Bueno, porque este año decidimos que el tema general de la Semana Shipping fuera "History of Love" (o la historia del amor, como quieran llamarlo)
¿Por qué Music Box? Pues… Esta fue una idea que se me ocurrió cuando empecé a escribir las historias… Decidí que cada historia llevaría un título que se correspondiera con el título de una canción (un título que fuera con el contenido de la historia, aunque el contenido de la canción no aplique).
Así que… Así quedó.
Ahora, después de los avisos económicos, les doy mi disclaimer: Ni Avatar ni cualquiera de los personajes que aparezcan en esta historia me pertenecen. Sólo los uso por diversión y sin fines de lucro. El título tampoco me pertenece, es de una canción de Sergio Dalma, que pueden encontrar en su disco Adivina, de 1992.
Ahora sí. Nada más que decir que: ¡Disfruten!
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I Prehistoria
Una historia distinta
A Sokkla Story
Ella era una mujer diferente. Toda la gente de los alrededores lo sabía: En vez de quedarse dentro de su cueva, haciéndose cargo de los más pequeños del clan, recolectando frutas, o vigilando que no se apagara el fuego recién descubierto; disfrutaba salir a cazar con los hombres y capturar su propia comida.
Ese era su orden natural de las cosas.
Aquel orden natural era totalmente incomprensible, sin embargo, para la mentalidad del hombre primitivo que, recién llegado del sur, persiguiendo las grandes hordas de mamuts-jirafa, estaba acostumbrado a otro orden, donde era inimaginable que una mujer actuara como ella lo hacía.
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Primer encuentro: Cacería y Brea
Se conocieron durante una cacería. Casualmente, los dos iban tras la misma presa, pero la seguían desde direcciones distintas. Por lo tanto, la perdieron al chocar de frente, cayendo los dos en un pozo de brea.
Ella salió fácilmente, con un ágil giro sobre sí misma, y se quedó en la orilla, mirando divertida cómo el muchacho, que había caído de espaldas, pataleaba sin éxito por salir de ahí, como hacían los insectos cuando se les daba vuelta.
Reía aún más cuando veía que él, cuanto menos podía levantarse, pataleaba más fuerte, y más pegoteado quedaba en la brea. Mientras tanto, jugueteaba a picarlo con una rama, igual que un niño juega a hacerlo con un insecto en aquella indefensa posición.
No pensaba ayudarlo; después de todo, él había arruinado su cacería.
Mujer primitiva – 1 / Hombre primitivo – 0
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Segundo encuentro: Fuego y Agua
El muchacho llegó a aquel rincón del bosque atraído por algo que nunca había visto antes: una nube negra que se alzaba desde la tierra.
Siguió el rastro de la nube negra hasta encontrarse con una extraña planta de hojas brillantes de colores naranjas y amarillos, que se extendían hacia el cielo y de las cuales manaba aquella nube.
Acercó su mano para tocar aquellas extrañas hojas, pero no pudo asirse de ellas, y su brazo sintió un dolor que no había experimentado antes. Extrañado ante aquel acontecimiento, volvió a intentarlo un par de veces más, pero sólo consiguió quedar aún más adolorido.
Entonces, del otro lado de la planta, divisó los ojos dorados de la chica, quien inmediatamente se levantó del suelo, donde había estado de rodillas, al parecer adorando a la exótica planta.
La mujer corrió hacia él con una rama en la cual brillaba una de aquellas extrañas hojas color naranja; lo atacó con ella, como si ésta fuera una extensión de su propio brazo, y cada vez que la rama tan siquiera se acercaba a él, sentía otra vez aquel dolor desconocido.
Tuvo el hombre, entonces, una idea para ganar tiempo: Tomó el odre de agua que siempre llevaba consigo y se lo lanzó a la chica. La hoja dorada desapareció, dejando en su lugar una delgada estela de humo negro.
Así aprendió el hombre a combatir el fuego.
Mujer primitiva – 2 / Hombre primitivo – 1
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Tercer encuentro (aunque no directo): Pretendientes y Regalos
La hija de los descubridores del fuego estaba aburrida de todos esos hombres que se acercaban a su cueva con el fin de vencerla y llevársela con ellos, arrastrándola por el cabello, como era la costumbre.
¡No entendían que ella no era como las otras mujeres!
Ella los sentía llegar, aunque no los tuviera de frente, esperaba que se acercaran, levantaran sus mazos contra ella, y entonces les daba una paliza que nunca olvidaban (porque nunca volvían).
Llegó un momento en que se decía que hubo una montaña de alrededor de siete hombres inconscientes apilados en la entrada de su cueva, donde se encargaba de ponerlos en cuanto acababa con ellos.
Sin embargo, últimamente no eran hombres, sino extraños y excéntricos obsequios los que se apilaban frente a su cueva: animales deformes tallados en piedra; cosas de niña, como pieles de mamut-jirafa, huesos para adornar su cabello y otros cacharros… Lógicamente, todos eran lanzados al abismo, sin siquiera dudarlo.
Pero ese último regalo era especial, algo que nunca antes había visto: una piedra tallada, atada a un cintillo de cuero.
Sonrió levemente antes de ponérselo y llevarlo dentro de la cueva.
A lo lejos, un par de ojos azules resplandecía de gusto.
Mujer primitiva – 2 / Hombre primitivo – 2
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Cuarto encuentro (el decisivo): Amor Cavernícola
Sabía que la encontraría ahí, adorando aquel extraño dios nuevo que resplandecía frente a ella con su color naranja-amarillento. Llevaba puesta la gargantilla que en su tribu simbolizaba que era suya, por lo que no tenía de qué preocuparse.
Sin embargo, tenía un plan para no acabar como los otros hombres de los que había escuchado: utilizaría las increíbles propiedades, que había descubierto recientemente, del agua contenida en una planta espinosa.
Se acercó cuidadosamente y, antes que ella lo atacara, le ofreció su odre, rebosante de aquella agua. Ella lo miró con desconfianza y le hizo saber que bebería si él también lo hacía.
Ante su insistencia, la chica bebió primero pero, al ver que el agua no hacía efecto en ella, bebió también, preguntándose qué pasaba.
Entonces, un espectro de lindos colores se abrió ante sus ojos, mientras dinosaurios morados bailaban al ritmo de las piedras cantarinas. Finalmente, cayó inconsciente por el golpe de su propio mazo.
La chica arrastró a su presa por el cabello hasta su cueva. Lo había engañado, fingiendo beber del odre, cuando en realidad había dejado que el líquido se escurriera hasta el suelo.
¡Nunca entenderían que ella no era una mujer como las otras!
Por eso su orden natural siempre funcionaba.
Mujer primitiva – 10 / Hombre primitivo – 1
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Ok, ok… No me maten. No sé si ya les había dicho, pero Ruby no es buena para la comedia.
En fin, ya saben: Déjenme sus reviews comentando si les gustó, si no les gustó, etc, etc, etc… Aquí seguiré hasta que se acabe la semana.
De momento, se despide de ustedes la Mod Felina del País de Agni.
