Siete días contigo

Summary: Alfred es un héroe en proceso con exceso de energía y despreocupación, Iván un chico incomprendido al cual le cuesta hacer amigos. ¿Cuál será la mezcla entre ellos dos? ¡Descúbrelo!

Disclaimer: Hetalia le pertenece a Himaruya. Este fanfic al grupo de Las Inadaptadas (Vicky y Josita en este caso.)

Antes de que empieces a leer sólo queremos aclarar que este es nuestro primer fic en conjunto y que nos basamos en su mayoría en el canon de Agua y Aceite. ¡Criticas y tomatazos son bienvenidos!

oxOXOxo

Capítulo 01:

Lunes 7 de septiembre

Es la hora del almuerzo y los niños de la secundaria Blue River corren hacia la cafetería, otros al jardín trasero y los más atrevidos a los pasillos o aulas. Pero sólo uno se dirige a los baños. Lleva una bolsa entre sus brazos y una mueca en el rostro que se puede catalogar como ansiedad o tristeza. La bufanda que lleva en el cuello se le enreda en los brazos con el paso apresurado.

Abre la puerta de uno de los pocos cubículos y se sienta. Piensa un poco en que le gustaría hacer esto en la cafetería rodeado de muchos amigos pero… No es fácil.

A los pocos minutos de estar allí, él que se llama Iván Braginsky, el único niño ruso de esa secundaria, escucha el ruido de una puerta cerrándose de golpe. Y a juzgar por este, era justo a su lado. Piensa que es raro que entren en ese baño tan alejado y a la vez se emociona, ya que podía ser su única oportunidad de hablar por fin con alguien.

Aun así no sabe qué decir, ¿no sería raro que alguien comenzara a hablarte desde el baño de al lado? Después del portazo la tapa de la taza suena como si fuese arrancada. Al instante, un ligero quejido resuena en el pequeño compartimento.

Gooosh —dice alguien en un susurro.

El oír la tapa le genera un poco de curiosidad al ruso, acercándose más a la pared del cubículo pero no escucha nada, sólo algunos resoplidos.

—Eh… —empieza pero sin decir nada más, la verdad, no sabe cómo hablar con alguien.

Los resoplidos continúan, sin haber escuchado al niño de junto. Alfred siempre había querido ser un héroe, pero le estaba costando si los villanos eran mucho más grandes que él. Y aun más si las chicas que salvaba salían huyendo a la menor oportunidad, dejándolo ante un tipo de segundo año sobre musculado y sus compinches de tercero. Ahora se estaba refugiando en un cubículo, aguantando como podía no llorar. Pero bueno, no todo iba a ser fácil en el camino que había elegido.

Iván no podía quedarse así, estaba a punto de ir a la preparatoria, debía poder conseguir un amigo, al menos uno. Toma aire profundamente y pregunta:

—¿Estás bien?

Alfred, acostumbrado a sufrir sus heridas de guerra en donde nadie le viera y escuchara, da un respingo, golpeándose la espalda contra la pared y soltando un "¡Ihh!" No podía ser que alguien le escuchara quejarse, ¡no podía dejar que escucharan su debilidad!

O peor... Él se había fijado bien en que no hubiese nadie en el lugar... Oh god...

GHOOOOST! —chilla, apretujándose contra la pared contraria.

—¿Eres un fantasma? —pregunta Iván, malinterpretando el grito —, fantástico, mi primer amigo es un fantasma —dice con un tono entre ironía y decepción.

—Nononono... You! ¡Tú eres el fantasma! —se hace más bolita, obligándose a no salir corriendo y que toda la secundaria lo vea hacer el ridículo.

—No, yo no soy un fantasma, tú eres quien dijo que era un ghost.

Nooo! ¡No soy un fantasma! —se levanta, subiéndose a la taza —. ¡¿Tú quien eres?! —intenta asomarse por arriba de la pared de cemento, aún un tanto asustado pero con curiosidad.

—Ya te dije, no soy un fantasma, soy una persona y… quizás no me conoces —Iván sigue con el oído pegado al cubículo, mirando hacia abajo, así que no nota las manos del chico arriba de la pared —. Yo soy Iván.

Alfred asoma la cabeza con mucho esfuerzo, a sus trece años aun no había dado el estirón. Así que, con los pies en punta, logra ver al chico a su lado. Lo que más le llama la atención de este, es la bolsa con un sándwich a medio terminar en su regazo.

—Eh, ¿y tú quien eres? —y se sorprende de haber cruzado más de dos palabras con alguien fuera de su familia.

—¿Iván qué? —le ignora el otro chico, intentando verle la cara, pero este está pegado prácticamente a la pared.

—Braginski, ¿y tú? —pregunta un poco asustado ya que no le responde, pensando que no está interesado y el otro niño casi encima para verlo.

—Pues... —se impulsa un poco porque se está resbalando y no le ve bien —. ¡A mí todos me conocen! ¡Soy el héroe de la secundaria!

Al oír el ruido del impulso y el sonido de la voz sobre su cabeza, Iván levanta la vista y ahí ojos azules y violetas se miran por primera vez. El ruso sí lucía un poco como fantasma pues su piel era muy pálida y tenía ojeras por los trabajos de la escuela... se queda callado con la mirada, pero intenta sonreír, algo que le salió sumamente aterrador.

El menor duda por un momento que en realidad no sea un fantasma, era muy pálido y sonreía raro y estaba en un baño haciendo algo que no se hace en uno... Bueno... Él mismo estaba ahí... Refugiándose, eh...

—¿Estás comiendo aquí? —le pregunta con mucha curiosidad.

—Eh, ah —se sonroja un poco porque sabe que es algo extraño —, mmm, ¿si acaso no lo notas?... —termina sonando muy rudo, avergonzado.

—Pues sí, pero quiero saber por qué, pero si no quieres decirme ok —frunce el ceño, que es lo único que se le ve desde la perspectiva de Iván —. Igual y no me interesa.

Luego recuerda que no ha almorzando por estar en sus asombrosas labores para con la humanidad. Ve el sándwich con carita de anhelo. Iván nota la mirada fija y piensa que de seguro este niño también cree que él es extraño, luego se da cuenta que en realidad está mirando el sándwich.

—¿Lo quieres? Yo ya no tengo hambre —se lo tiende.

—¿Eh? —se da cuenta de lo que estaba haciendo y se sonroja, desviando la mirada —. Yo no... —le mira otra vez y el sándwich le llama, le hace ojitos —. ¿Estás seguro? –murmura, escondiéndose contra el muro, tímido de repente.

—Claro —duda un poco por la repentina timidez —, claro —repite con seguridad. Se levanta y le tiende el sándwich.

Alfred se impulsa con las piernas y estira los brazos para alcanzar la bolsita, porque no pensó en que podía salir de su cubículo e ir al otro, resbalándose y yéndose de cabeza sobre el ruso, muy cliché.

Y como Iván no se lo esperaba, el sándwich se le cae de la mano y ambos se golpean frente con frente, yendo a parar contra el suelo del cubículo. Iván se lastima la espalda y la cabeza pero al final logra atrapar al chico que se decía héroe, aunque ambos quedan en una posición muy incómoda, no salen muy lastimados.

Y con esa cercanía, si aun dudaba que era un fantasma, de seguro que ahora confirma que no.

—¡Oye! ¿Estás bien? Dude! —se levanta un poco e intenta verle la cara al mayor.

El sándwich maldice su suerte y pasará el resto de sus días en una papelera. Ahí es donde nota que Iván Braginski no sólo es de carne y hueso, si no, que tiene una piel muy suave.

Niet, me duele la espalda, no pensé que caerías, quítate de encima —le mira fijamente ya que es lo único que tiene al frente.

Pero Al no se quita, mirándole ahora los ojos que son de un color extraño, pero bonito.

—¿Estás bien? ¿Te golpeaste muy duro la cabeza? —le pregunta al ver que no hace nada y nota lo golpeado que está —. Tal vez debería llevarte a la enfermería.

El americano nota que le habla, entendiendo algo sobre la enfermería y poniéndose en guardia.

Nooo! ¡A la enfermería no!

—Pero estás muy malherido, debiste golpearte más de lo que se ve en la caída, debemos ir —insiste.

—¡Estoy bien! Really! —aparta la mirada, apoyándose en Iván para levantarse. Al instante suelta un quejido. Una rodilla le sangra.

Iván también se queja un poco porque al apoyarse en él lo pone más contra la pared o lo que tenga en su espalda, pero se le pasa cuando ve la rodilla.

—Te lo dije, debemos ir o acaso...

—No quiero ir... —se sienta en la taza con algo de esfuerzo e Iván podrá notar que también tiene varios moretones.

—¿Te da miedo la enfermería? —no entiende por qué no quiere ir.

—¡Claro que no! ¡Un héroe no tiene miedo! Pero... —sus aun infantiles manos se aprietan en su camisa de Spiderman. Todo se resumía a su sentido del heroísmo. No podía dejar ver que le dolía...

—Pero... —le insta a seguir hablando, muy confundido con este chico, olvidando que están en un baño, que se hirieron y que ni sabe cómo se llama.

—Pero... —se muerde el labio y busca los anteojos que cayeron por allí —. Los héroes protegen a las personas y salen lastimados y luego aparece el súper villano y la batalla es épica y a pesar de todo salen impunes y el pueblo los aclama y se ven bien todo el tiempo...

Se pone los anteojos y mira al chico frente a él...

—No quiero ir... —le mira con ojitos de cordero —. Sólo quiero estar aquí un momento, ok?

—Está bien, este es un lugar tranquilo... ah, no entiendo cómo te golpeaste tanto si caíste sobre mí —dice el ruso que ya está sentado en el suelo del baño.

Alfred le mira sentarse y se pregunta si deberían salir de ahí... O hacerle espacio en la taza. Nota que Iván es muy grande y no cabrían... Ni siquiera sabe cómo es que están metidos ahí sin estar apretujados.

—Porque caí en ti es que no me golpeé más, dude —le sonríe, sintiéndose torpe —. Gracias, man.

—Oh, ¿ya estabas golpeado? —no lo había notado a pesar que hablaba de eso de héroes y esas cosas.

—¡Es que no estoy taaaan golpeado! —ojos blanco pero sonríe —, es natural en mi posición... OH MY GOSH! —medio grita y se lleva las manos a la cara, típico gesto dramático.

El ruso lo mira descolocado porque en verdad no entiende qué pasa con este chico.

—¡No te dije mi nombre! —le extiende una mano —. ¡Soy Alfred Jones! Y me puedes llamar como quieras pero no de cualquier forma hehehehe. Y me puedes llamar para cuando necesites ayuda y cuando estés en problemas aunque seas así de grande, porque todos necesitan a alguien, ¿por qué estabas aquí con tu almuerzo?

—¿Llamarte como quiera pero no de cualquier forma? No lo comprenderlo. Además, ¿vas en serio con ser un héroe? —le toma la mano, vacilando.

—Pues me puedes llamar Alfred o Al, pero obvio no pastelito o así, y'know? —se ríe —. ¡Claro que soy serio! ¡¿Quien detendrá las injusticias sino?! ¡Pero no respondiste mi preguntaaaa!

—Ah, ahora entiendo. Bueno, siempre almuerzo aquí desde primer año.

Alfred levanta las cejas, aun estrechándole la mano con efusividad. No sabe cómo es que no se la ha arrancado.

—¿Eh? ¿Desde siempre? —Inclina la cabeza —. ¿Cuántos años tienes?

—Eh… —le suelta la mano de inmediato y se sonroja de nuevo, este tema siempre le ha dado vergüenza —. Sí, siempre y tengo 15, ¿cuántos años tienes tú?

—¡¿Quince?! —chilla incrédulo —, ¡Es que pareces de...! ¡Pareces más grande!

Luego piensa que él con sus trece años recién cumplidos ya debería tener una musculatura como la del Capitán América. De inmediato le da envidia.

—Tengo trece... —murmura con los mofletes inflados —, pero cuando tenga tu edad seré más grande que tú...

—Soy muy alto da, pero no sé si en verdad quieras ser así de grande.

Why not?! ¡Así puedes llegar más alto y verte más fuerte y muchas cosas!

—Pero le das más miedo a la gente y no puedes hacer amigos.

Alfred se le queda viendo fijamente, notando algo en esa frase pero sin saber qué.

—Tú eres alto y no me das miedo —declara, sintiendo que debía decirlo.

—¿En serio? —pregunta con quizás demasiada ilusión.

—¡Claro! —le sonríe ampliamente —, hace un rato recibiste un golpe por mí y aunque sonríes raro, te ves como un buen tipo.

—Eres el primero —le sonríe otra vez, esta vez no tan escalofriante.

El chico se queda sin habla durante un momento, esa sonrisa era muy diferente a la otra y... oh god.

—Si sonríes así, estoy seguro que nadie te encontrará escalofriante —sonríe también en espejo.

—No estoy seguro de ello, no soy bueno para hablar con las personas.

Al se cruza de brazos, a punto de decirle algo cuando escucha entrar a alguien más al baño. De inmediato sube las piernas a la taza y hala al ruso para que se ponga de pie, en pánico, dándose cuenta de lo raro que es dos chicos encerrados en un baño.

Iván no se percata de ello, abriendo la boca para preguntarle al americano qué pasa. Pero Alfred, al verle a punto de hablar, le tapa la boca con ambas manos.

—Sdfgng dnmm.

—Shhhh —le calla, callándose él también hasta notar que, los que llegaron no se van.

O salían por la puerta juntos o se las arreglaban de alguna forma. Para empeorar las cosas, el almuerzo estaba por terminar. Así que, luego de callar al ruso, Alfred intenta subir por la pared para caer dentro de su cubículo, pero Iván no lo deja.

—Espera —le dice bajito —, igual podrían verte. Escapar y que te vean sería peor que salir juntos. Cuando toquen la campana todos se irán y podremos salir en ese momento.

—Pero... —protesta porque quisiera escalar como Spiderman, pero la idea del ruso es más... Madura. De inmediato odia estos baños que no son como los de otras escuelas que tienen una abertura en la parte baja de la pared —. Ok.

Aun subido en la taza, se inclina para pegar la oreja en la puerta, apoyándose en Iván.

—Aun están ahí —susurra.

—Espero que se vayan pronto —le dice sin importarle mucho que esté casi sobre él.

—Pues... —se echa hacia atrás y apoya la barbilla en la cabeza del ruso, muy confianzudo —, como nos encuentren aquí van a pensar muchas cosas que OBVIO no están pasando.

Y tienen algo de suerte porque los de afuera, que son tres chicos de tercer año, hacen más ruido que mercado. Así que no los escuchan ni notan que haya alguien en los cubículos.

Cuando ambos ya se habían relajado un poco sin hablar más para que no les descubrieran, suena la campana de la escuela. Y el americano da un respingo, porque estaba concentrado en escuchar a los de afuera y eso.

Uno de los tipos sale gritando algo de unos tomates y a Alfred le entra un poco la risa, porque es tonto. Mas uno de ellos cree escuchar algo, así que se queda allí, analizando la habitación con su awesome intuición.

Iván, quien se había tensado por la risita, se relaja.

—¿Ves? Te dije que se irían.

Yeah —sonríe —. Oh, dude! ¡Ya debemos irnos! —grita sin enterarse que aun había alguien en el lugar.

—Sí, debemos ir rápido a clases —tampoco sabe que hay alguien fuera, y abre la puerta.

Alfred salta tras él y se choca un poco en su espalda, intentando apartarle para pasar adelante, riéndose un poquito.

El ruso se queda parado en la puerta, encontrándose a un chico albino que está viéndole fijamente, así que se mueve un poco para que no vea a Alfred. El albino entrecierra los ojos y cuando abre la boca para decir algo, un maestro que pasaba por allí les llama la atención.

Iván se despide en un susurro del chico que se autodenomina héroe, y espera en su interior que el otro tipo no lo haya visto, saliendo rápidamente de allí.

—Oye... —se queda Al con la palabra en la boca.

Unos minutos después, viendo hacia todos lados, sale del baño rumbo a su clase, aunque ya está llegando tarde. Espera poderse encontrar con el ruso de nuevo, arrepintiéndose de no haberle preguntado su número de teléfono, el Facebook, el Instagram y WhatsApp.

oxOXOxo

Al llegar al salón, Gilbert Beilschmidt no deja de echarle miradas al ruso, sin estar seguro si de verdad este estaba con alguien o fue su imaginación y sus amigos se habían ido rápido, entonces no sabe si preguntarles o no, además nadie hablaba con ese chico ya que todos le temen.

El chico francés de cabello largo, que se llama Francis y es amigo del albino, le mira interrogante. Su amigo nunca se quedaba callado por tanto tiempo.

—¿Pasa algo, Gil?

El ruso está sumido en su mundo, pensando que no le llegó a preguntar al niño si para mañana quería un sándwich ya que el de hoy se perdió, sin prestar atención a la clase.

—Es que creo que pasó algo en el baño pero no sé… —se sujeta la cabeza —, me pareció que habían más personas.

—Pues es un baño, raro que no hubiera nadie, cherie.

—Pero me refiero a… Mira, ¿vez al chico raro ese? Creo que estaba con alguien más en el baño, ¿entiendes?

Mon dieu, Gil! No creo que nadie quiera estar tan cerca de él y menos en un baño, juntos...

Antonio, el chico de los tomates, para la oreja, viendo a sus amigos con curiosidad.

—¿De qué están hablando chicos?

—Este muchacho que dice haber visto a Iván con alguien más en el baño —le explica el francés.

—¿Queeeeeee? ¡Eso es imposible! —grita tan fuerte que todo el salón lo mira y el maestro los regaña.

Francis, con las manos en las orejas, mira al profesor echar humo de la cabeza mientras Gil se ríe suavecito.

—No es algo seguro —sigue el francés bajando las manos —, Gilbert dice que le vio pero, a menos que estuviera ahogando a alguien en el retrete no creo que fuese cierto. ¿Lo has visto alguna vez molestar a alguien?

—La verdad no, es un chico extraño que siempre está solo, así que no veo con quien pudo haber estado —le responde el moreno.

—Pues... —vuelve a ver a Iván, que está fijo en la pizarra pero con la vista perdida —, a lo mejor Gil sí que lo imaginó.

En ese momento, Iván voltea a mirarlos fijamente como un acosador profesional, preguntándose si esos tres niños que lo están mirando, porque sí que los notó, descubrieron su secreto.

Francis, que es el único que lo ve en ese momento, da un respingo y aparta la mirada, susurrándole a Tony que los están observando. Antonio le mira también y se pregunta cómo es que no les ha hecho un agujero con esa mirada tan penetrante y que obvio nadie querría estar cerca de él por ser tan escalofriante.

Gilbert lo mira fijamente, retador, pero el ruso, que nota al profesor de malas, vuelve la mirada a la pizarra, sumiéndose en sus pensamientos otra vez.