Advertencia: Este no es otro Bella&Edward... es sólo uno de mis multiples sueños guajiros jajaja...

También es importante señalar que es mi primer Fanfict de Twilight... así que ¡no esperen que sea la gran cosa! (¬¬... sin albur)

Obvio, los personajes no son míos, sino de la maravillosa Stephenie Meyer... bueno, a excepción de cierta enfermera, abogado y una chiquilla latosona que leerán por ahí...

Ahora sí, ¡¡El fic!!


Resumiendo...

La alianza temporal entre los Cullen y la manada de La Push, había creado nuevos vínculos y terminado finalmente con la antigua enemistad. Sí, cosas buenas surgieron a partir de ese momento, pero no todos tuvieron un final feliz. Después de sobrevivir a tan cruda batalla, Bella tuvo que tomar una muy dura decisión.

Tres meses habían pasado, desde el ataque de Victoria y sus neófitos. Bella Swan se había marchado del pueblo para vivir con su madre y asistir a la universidad. Alice y Edward decidieron esperar al siguiente año, mientras que Rosalie, Emmett y Jasper, suspendieron temporalmente para quedarse en casa con el resto de la familia.

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Era viernes por la mañana, Carlisle había tenido guardia en el hospital la noche anterior, y estaba por retirarse a casa, cuando una enfermera lo alcanzó antes de salir al estacionamiento.

- ¡Doctor, doctor Cullen! - llamó la mujer jadeando después de una larga carrerilla. - ¡Doctor, lo he estado buscando hace un buen rato! - dijo recargándose contra la pared y tratando de tomar aire.

Carlisle esperó pacientemente a que la pobre mujer se recobrara, cuando la vio más o menos recuperada

- ¡Dígame!, ¿Para qué soy bueno? - preguntó amablemente. La enfermera lo miró y por unos segundos pareció ruborizarse, pero trató de desviar la mirada hacia otro lado.

- ¡Alguien ha estado preguntando por usted!... ¡Dice que es urgente encontrarlo! - se atrevió a mirar de frente al doctor.

- ¿Dónde está esa persona ahora? - cuestionó interesado. La enfermera rebuscó en sus bolsillos y sacó una tarjeta.

- ¡Quiere que se comunique con él cuanto antes! - dijo mientras le tendía una tarjeta de presentación color gris con la pequeña imagen de una mujer (con una balanza en una mano, una espada en la otra y los ojos vendados) y un número de móvil en tinta dorada. - ¡Themis! - dijo la enfermera al reconocer la imagen - ¡Debe ser un abogado! - supuso.

- ¡Sí, eso creo! - coincidió Carlisle. - ¡Aunque no entiendo porque no hay nombre! - añadió arrugando ligeramente el entrecejo. Ella asintió.

- ¡Tal vez no tenga buena reputación! - bromeó. Carlisle rió ligeramente.

- ¡Muchas gracias, Sarah! - al momento de decir el nombre de la enfermera, ésta se estremeció. - ¡Hasta mañana! - agregó antes de girar sobre sus talones y continuar con su camino hacia el estacionamiento.

Cuando estuvo a cubierto dentro de su mercedes, decidió llamar al número de la tarjeta, antes de encender el auto. La voz que le respondió al otro lado de la línea, era la de un hombre de edad avanzada, y con serios problemas pulmonares, pues sufría de una tos continua y molesta. A pesar de toser cada veinte segundos, el hombre consiguió hacerse entender. Tal como supuso Sarah, la enfermera, el hombre era una abogado, su nombre era Owen O'Brien. Carlisle concordó una cita con el licenciado O Brien, pues éste afirmaba tenía un asunto muy importante que tratar con él.

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Acordaron verse en una pequeña y tranquila cafetería en el pueblo. Cuando Carlisle llegó, el anciano ya le aguardaba en una de las mesas de al fondo. Se acercó a la mesa con paso decidido, aunque bastante intrigado por la insistencia que había mostrado por teléfono.

- ¡Buenos días, aún! - saludó revisando su reloj de pulso. - ¿Lic. O'Brien? - preguntó pese a estar seguro que era él, pues en esos momentos la cafetería estaba casi desierta y él ya conoc a a la mayoría de los residentes de Forks.

- ¡Carlisle Cullen, supongo! - dijo el viejo, levantándose para saludarlo. Después de estrechar sus manos, el anciano tosió lo más despacio que pudo y volvió a sentarse indicándole con un gesto de mano el asiento de enfrente. Carlisle siguió su indicación y tomó asiento. - ¡Se preguntará porque lo he hecho venir... cofcof - volvió a toser cubriéndose la boca con un pañuelo - ...aquí! - concluyó la oración con dificultad. - ¡Usted disculpará, no puedo... cofcof... hablar mucho ahora! - le tendió un folder manila sobre la mesa.

Carlisle echó un rápido vistazo a la etiqueta del folder, en ella estaba un nombre familiar para él.

- ¡Kenneth Quinn!... ¡El testamento de Kenneth! - preguntó intrigado, pero más que eso, alarmado. - ¿Qué significa esto?

- ¡Tengo... cof... entendido que fueron compañeros en la universidad... cofcof... cuando estudiaban medicina! - dijo dificultosamente. - ¡Como usted sabrá, él no tenía... cof... familiares!... ¡Así que... cofcof... lo ha dejado a usted como... cof... albacea y tutor legal... cof... de su hija... cofcof... Brianna!

A pesar de la sorpresa de la noticia, en ese momento a Carlisle le preocupaba más el estado del anciano.

- ¿Se encuentra usted bien?

- ¡Mi salud no es la mejor... cof... en estos días! - admitió el hombre. - ¡Entenderá ahora... cofcof... la urgencia de comunicarle esto... cof... Kenneth falleció hace ya un... cof... mes... cofcof... hasta ahora yo me he encargado... cofcof... pero, siendo franco... - se interrumpió, negó arrepintiéndose de lo que iba a decir - no puedo permitir que Brianna... cofcof... termine en custodia del Estado... cof... y el deseo de su padre... cof... era que usted la cuidara por él! - sacó, del bolsillo interior de su gabardina, un sobre marrón y se lo entregó en mano. - ¡Me pidió que se lo diera... cofcof... a usted personalmente! - Carlisle tomó el sobre, estaba remitido a él con la pulcra letra de su amigo y estaba sellado. - ¡Tome el tiempo que necesite... cofcof... para leerlo!... ¡Me hospedo... cofcof... ahí! - señaló el hotel cruzando la calle. - ¡Comuníqueme su... cof... decisión por favor! - volvió a tomar el sobre manila y se retiró, dejando a un Carlisle sorprendido, confuso y triste.

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Carlisle abandonó la cafetería, poco después que el abogado. Se detuvo en el auto nuevamente antes de arrancar, para revisar el contenido del sobre marrón. En el interior había una carta, escrita con la misma pulcra letra de su viejo amigo, que decía lo siguiente:

¡Carlisle, mi estimado amigo!...

Si estas leyendo esta carta, significa que me he ido y ahora debes saber que te he elegido como el administrador de mis riquezas y tutor de mi querida hija, Brianna. Ella es una chica encantadora, sé que no te dará dolores de cabeza bueno... ¡no muchos al menos jejeje! Seguramente te estarás preguntando ¿Por qué tú?... porque no confiaría en nadie más para hacer esto. Mi abogado cree que lo he hecho sólo porque no tengo más familia, pero la verdad, esa es apenas una de las razones.
¡Amigo, necesito que cuides de Brianna!, ella es mucho más especial de lo que puedes imaginar. Ella lleva la herencia de mi madre en sus venas, pronto cumplirá 17 y necesitará más apoyo que nunca, y solo tú podrías comprenderla. ¡Conócela, y entenderás a lo que me refiero! Ella ahora debe estar bajo la tutela temporal del Lic. O'Brien pero al hombre no le queda mucho tiempo te ruego tomes una decisión.

Hasta pronto amigo mío!

Kenneth A. Quinn.

Leyó y releyó la carta, le parecía un completo enigma, ¿A qué se refería Kenneth con que Brianna era especial? ¿Por qué necesitaría ayuda al cumplir 17 años?... y ¿Por qué ponía "Hasta pronto"? Casi inconscientemente, impulsado por su curiosidad, bajó del auto y se encaminó a cruzar la calle. Al llegar al hotel preguntó por Owen O'Brien y en minutos estuvo frente a la habitación del viejo licenciado.

- ¡Doctor Cullen! - saludó de nuevo el anciano abriendo la puerta. Le invitó a pasar a la cómoda salita. - ¡Me alegra... cof... que viniera!

- ¡Me gustaría... ! - empezó a decir Carlisle mientras tomaba asiento, pero el hombre le interrumpió.

- ¡Conocer a Brianna... supongo! - dijo rápidamente antes de sufrir otro estruendoso ataque de tos.

Carlisle asintió y al momento el hombre abrió la puerta de una recámara y llamó a alguien con la mano. Una chica de largo cabello marrón chocolate, salió de la alcoba. Sus ojos verde turquesa se fijaron en Carlisle y momentáneamente pudo ver en ellos un brillo de reconocimiento.

- ¡Brianna... cofcof... él es Carlisle Cullen! - La chiquilla asintió, comprendiendo. El abogado salió de la habitación, dejando a la chica con el doctor.

- ¡Brianna!... ¿Eh? - empezó Carlisle, no muy seguro de que decir. De nuevo la chica asintió, y volvi a la recámara de la que había salido, regresando casi de inmediato con otro sobre marrón, sin decir palabra alguna se lo tendió a Carlisle, quien lo tomó, pero la seguía mirando, confuso.

- ¡Papá lo dejó para usted! - dijo con voz débil. - ¡Podría ofrecerle algo de beber pero "ahora" sé que no es necesario! - agregó mirándole fijamente a los ojos, mientras tomaba asiento en uno de los sofás. Lo que dijo desconcertó a Carlisle. - ¡Lo sé, Dr. Cullen!... - dijo tranquilamente - ¡Sé...!

En ese momento, una ráfaga de imágenes cruzó por la mente de Carlisle, como fugaces recuerdos de la vida de alguien más e inesperadamente, en esa ráfaga de recuerdos, apareció él, pero no como era ahora, era aún humano.

- ¿Qué fue eso? - exclamó ligeramente aturdido. Brianna se reclinó hacia atrás frotándose las sienes.

- ¡Duele! - murmuró, tratando de volver a sentarse derecha. - ¡Su autocontrol es mejor que el de otros vampiros pudo sacarme de su mente nunca alguien lo había podido hacer!

- ¿Otros vampiros? - preguntó exaltado. - ¿Cómo... ?

- ¡Permítame intentarlo de nuevo!

En ese instante, las imágenes reaparecieron en la mente de Carlisle. Ésta vez apareció una hermosa chica de no más de 17 años, era blanca como el marfil, de resplandecientes ojos azules y larga cabellera negra azabache. Carlisle estuvo seguro de haberla visto antes en algún lugar. En ese momento se vio a sí mismo, a unos metros de la chica en una antigua callejuela, en esa escena él aún era un humano. Ambos se cruzaron en el camino, eran sólo un par de desconocidos, pero ella le observaba mientras él se alejaba. La imagen se desvaneció.

- ¡Gracias!... - suspiró la chica - ¡Esta vez no dolió tanto!

- ¿Quién era esa mujer? - preguntó, aún más confundido.

- ¡Ella "es" mi abuela paterna!... - hizo especial énfasis, dando a entender que ésta aún vivía. - ¡Lamentó mucho el no haber llegado a tiempo, no haberle salvado de ese vampiro! - desvió la mirada al suelo avergonzada.

- ¿"Es"?... ¿Significa que aún vive?

- ¡Sí!... ¡Ella es... ! ¡Debería leer la carta de mi padre! - aconsejó dirigiendo una mirada al sobre marrón en manos de Carlisle. Sin pensárselo mucho, rasgó el sobre y empezó a leer en silencio.

¡Hola de nuevo, Carlisle!

Imaginé que no te resistirías a conocer a mi fascinante hija, ¿Qué te ha parecido?... tiene dones especiales, como te habrás dado cuenta. Yo he visto lo mismo que ella, también poseo los recuerdos de mi madre (memoria genética, supongo), pero yo no podría haberte mostrado, como lo hace Brianna. Ella heredó los dones de su madre (empatía, lectura de mentes, telepatía y psicoquinesis... al menos hasta donde sé...), y eso obviamente despertó el interés de un viejo vampiro en Volterra... probablemente le conoczcas... en fin, él intentó quitármela, es por eso que necesito que la cuides. Al menos hasta que cumpla los 17, entonces la herencia banshee de mi madre se hará permanente en ella y ese viejo ya no podrá tocarla. Se que mantenerla cerca será un gran sacrificio para ti, pero te conozco y se que puedes hacerlo. Ella es lo más importante que he tenido jamás en mi vida.

De antemano, ¡gracias!

Ahora sí, ¡hasta siempre amigo mío!

Kenneth A. Quinn.

Terminó de leer la carta de su amigo, aún con expresión de estupefacción, miró a la chica. Ella levantó la vista y sus ojos turquesa se encontraron con los topacio del doctor. En ese momento llamaron a la puerta, Carlisle dijo - ¡Pase! - y el viejo abogado entró arrastrando los pies, y se desplomó en un tercer sofá.

- ¿Está bien? - volvió a cuestionar Carlisle, preocupado.

- ¡Sí, sí! - respondió el viejo, exhausto.

Casi al mismo tiempo que respondía el anciano, Carlisle escuchó la voz de Brianna dentro de su cabeza...

- «¡Miente!... ¡No le queda más de un mes de vida!» - Se volvió de inmediato hacia la chica, ella tenía una expresión de tristeza reprimida mientras contemplaba al viejo, victima de otro ataque de tos.

- «¿Cómo lo sabes?» -, pensó Carlisle, y de nuevo la voz de Brianna resonó en su cabeza.

- «¡Soy como mi abuela, puedo sentir la muerte!»

- ¿Ya tomó una decisión? - ccuetionó el anciano, sacándolo de sus cavilaciones.

- ¿Eh?... ¡Sí! - dijo aún aturdido por la reciente lluvia de información. - ¡Me haré responsable de Brianna, como era el deseo de Kenneth! - La chica lo miró repentinamente sorprendida. Pareciera que ella no ten a muchas esperanzas de que el amigo de su padre accediera. Carlisle la miró directamente. - ¡Vendrás a vivir con mi familia! - Aún atónita, ella asintió.

- ¡Excelente! - celebró el viejo abogado.

El papeleo y las demás formalidades pasaron rápidamente, y lo siguiente que Carlisle supo, fue que estaba de camino a casa llevando a una adolescente de múltiples dones paranormales y herencia banshee a vivir con su familia de vampiros... ¿Cómo les explicaría todo eso a los demás?


No se decir si es largo o corto... ¿ustedes que piensan?... Esto es solo una pequeña probada... sí, probada... ya que no estoy muy segura de lo bueno o malo que resulte este loco experimento, si existe alguien por ahí que le haya gustado, hágamelo saber, ¡porfa *-*!... y así me animo a continuarlo...

¡¡¡Bye!!!

P.D. No me odien, por favor... "se vale soñar" ¿no?