El presente Fic participa del reto Trimestral Octubre-Enero: "Teléfono descompuesto" del foro "Yo amo Hetalia, ¿y tú?"

Obra del destino o la casualidad.

Capítulo 1.

Un encuentro casual.

Era una mañana cualquiera en HetaCity, en una casa modesta de los suburbios de la ciudad una chica suiza se estaba despertando de un buen descanso, se estiro en su lugar en la cama, se levantó, fue a buscar su ropa para darse una buena ducha e iniciar su día a día, cuando se terminó de arreglar, como aun le quedaba algo de tiempo se dedicó a tender su cama, una vez que termino se fue directo a abrir su tienda en el centro.

El nombre de esa joven era Heidi Swingli, recién graduada y ya con negocio propio, muchos se sorprendían de que hubiera podido abrir una tienda de Chocolates a los pocos meses de graduarse, y que le estuviera yendo muy bien en su negocio.

En ese momento llego y abrió, iniciando su jornada laboral su hermano y otros empleados le ayudaban pero aun así era ajetreado todos los días.

-Chicos tenemos que terminar esta orden, para la señorita Bonnefoy-Dijo Heidi ayudando a sus compañeros, cosa que ellos agradecían.

-Lo entendemos hermana-Dijo su joven hermano Leonard.

Una vez que terminaron todo fue paz por un momento, por lo que decidieron descansar un poco en la parte trasera.

-Vaya sí que es agotador trabajar en esto-Dijo un joven belga dejándose caer en una silla.

-Y que lo digas, me duelen las manos de tanto trabajar-Dijo una española enseñando sus manos rojas de tanto trabajo.

-De todos modos ganamos mucho con ese encargo-Dijo Heidi satisfecha con el trabajo que hicieron.

En ese momento, escucharon que entraban a la tienda y todos se movilizaron para poder trabajar, Heidi fue al mostrador.

-Buen día señor, ¿Qué desea?-Pregunto sonando cortes.

-Bueno quisiera un paquete de chocolates de los más baratos que tenga-Dijo el joven frente a ella que estaba de espaldas viendo los estantes.

-Claro, ¿chocolate blanco o negro?

-En definitiva negro.

En ese momento, el joven se volteo y ambos quedaron de frente, no se movieron, no dijeron nada, los demás empleados estaban espiando en la parte de la cocina, y fue una gran sorpresa para todos el hecho de que Heidi fuera casi corriendo a ese joven y le diera un golpe en la cabeza.

-¡Todos estos años y nunca me dijiste que seguías en la ciudad!-Exclamo con enojo.

-Heidi, no esperaba verte-Dijo sobándose la cabeza.

-Cállate, te hare tus chocolates y espero no volver a verte en lo que resta de mi vida-Dijo de mal humor.

Se fue a la cocina y los demás se fueron rápido para no sufrir la ira de su amiga y jefa.

-¡Ya oyeron un orden sencilla de chocolates, a trabajar!-Grito con un tono irritado y mejor no cuestionarla.

Terminaron la orden y Heidi fue a estregarlos, casi se los arrojo en la cara a ese chico que una vez tuvo sus chocolates se despidió.

-Adiós Heidi-Se despidió de forma cortes.

-¡Largo de mi tienda!-Exclamo apuntando a la puerta.

Y el joven misterioso se fue, una vez sola se dejó caer al suelo respirando profundo, su hermano se acercó a ella.

-Heidi, ¿todo está bien, quien era el?-Pregunto curioso.

-Un viejo amigo-Dijo dando un suspiro cansado-Ya te contare esa historia en otra ocasión, hay trabajo.

Se levantó y Leo pudo ver como un par de lágrimas salían de los ojos verdes de su hermana, era obvio que no era un simple amigo.

En otra parte.

El joven de antes llego a su casa, que era una mansión enorme, era obvio que ese chico era de alta sociedad, se fue directo a su cuarto con la caja de chocolates aun en manos y se encerró ahí.

Miro los chocolates y luego se dejó caer al suelo cubriendo su rostro con una mano.

-No esperaba verte Heidi-Dijo de nuevo en un susurro-La verdad no me esperaba volver a encontrarte.

Miro a una foto que tenía en su buro donde estaban él y la suiza con una enorme sonrisa.

-Soy un idiota por dejarte-Estrecho la caja de chocolates contra su pecho.

Con Heidi.

La joven ya había terminado su jornada laboral y se había despedido de sus amigos y hermano menor, yéndose a su casa, una vez que llego se fue directo a tomar un baño, un vez ahí se permitió llorar.

-¿Por qué tuviste que volver maldita sea, porque?-Dijo en un susurro en un sollozo y golpea el agua en un intento de desahogar su ira y rabia.