Hola a todos, este es el primer Fanfic que subo, debo aclarar que no es al cien por ciento mío, hace ya bastante tiempo que leí uno así y me pareció buena idea adaptar la historia. Espero que la disfruten.

Glee no me pertenece (Solo Dianna en mis sueños)... es propiedad de Ryan Murphy.

Entre La Arena Y Las Nubes

CAPITULO 1 Ausencia

Nueva York... la nieve balancea partículas tras la ventana, el vaho deja sus huellas en cristal mientras las calles van lavando el rostro de quienes cohabitan su existencia.
Un débil rayo asoma en las rendijas que no cerró la persiana, el vaso de agua a la mitad hace sombra en la mesilla, un brazo cae en el borde de la cama indicando la soledad al otro lado de la almohada; esta vez las sabanas parecen tristes, como si su flor se hubiera deshojado, Rachel siente la carencia de ese calor que ahora no encuentra agarrado en su cintura, esta vez nadie enreda las manos en su pelo ni le susurra palabras de amor junto al oído, esta vez los buenos días los encuentra en la radio.
Se inclina en la cama intentando no sentir el vértigo de poner los pies en el suelo, tiene que empezar, eso se repite cada día, ¿empezar a qué Rachel?, empezar algo, lo que sea, necesita saber que aunque a su puzzle le falten piezas tiene todavía un tablero sobre el que colocarlas, necesita decirse que podrá subir ese escalón que ahora le hace tropezar, necesita convencerse de que tal vez algún día Quinn volverá, o que su vida podrá ser suya sin necesitarla.
Hoy se ha prometido ordenar los cajones, cajones de recuerdos, de notas infantiles que tantas sonrisas le hizo guardar en la mesa de noche, un amor de tiza que llenó de corazones sus cuadernos y las esquinas de los libros; despegar del marco las fotografías de aquellos días de luces y tactos, las entradas de cine en las que fueron dos los asientos, la lista de la compra en la que eran dos las manos que sujetaban las bolsas; tenía que ser una, tenía que valerse por sí misma, aprender a existir con su presencia, atreverse a ser ella misma, sola, sin Quinn, sin la rubia hermosa que siempre le hacía travesuras en los bolsillos.
Tras el desayuno una ducha, el espejo no se compadeció de ella al mostrarle las ojeras de las muchas noches en las que no pudo dormir, una pila de Cd's amontonados sin querer mostrar las canciones que antes compartía con su amada tumbadas en el sofá; la ropa por el suelo, la que nadie desvistió trazando líneas de amor en las curvas de su cuerpo, la pasión hace tiempo que juega al escondite y Rachel no sabe dónde encontrarla.

Se pone la camiseta blanca, de la que todavía no ha podido quitar la mancha rosa de aquella compota que Quinn le hizo para el pastel de su cumpleaños; en un lado apila las cajas, en otras los recuerdos, destapa la primera mientras mira con pena el montón de vivencias que se esparcen por el suelo, sus manos tiemblan; por dentro una voz pretende animarla, ¿lo conseguirá?, esa palabra hace eco en sus entrañas revolviéndola en visiones de tiempos pasados; sonríe cuando encuentra aquella paleta de corazón que Quinn le dio en el parque, aun permanece intacta dentro del envoltorio, el cubo y la pala le recuerda aquella vez que fueron a Cabo San Lucas y estuvieron en la playa, las herramientas con las que Quinn le construyó un pequeño castillo de arena junto a la orilla, el mismo que la rubia le señaló con un "aquí tienes tu castillo mi princesa, ¿me dejarás abierta la ventana para que pueda subir a darte un beso?"; Rachel no puede contener la lágrima que ahora desciende por encima de sus labios, la imagen se le vuelve vidriosa, en el que la silueta de su amor perdido late de lejos, cierra una de sus manos como intentando retenerla en el espacio, robarla del destino para rescatar la promesa que durante tanto tiempo las mantuvo unidas.
El chupete que le regaló, con el que dulcemente le llamaba "bebita", la servilleta en la que todavía se puede leer "te amo"; abre el primer álbum de fotografías, Quinn sacando la lengua pícaramente, Quinn subida en la rama de un árbol intentando regalarla una nube, Quinn llena de harina y chocolate el día que le hizo aquel divertido pastel de cumpleaños, Quinn en la bañera con aquel simpático patito de goma, besándose debajo de la cama, mas besos en casa, en el parque, en los camerinos de las competencias corales... fotos del Glee Club, de las comidas familiares, incluso fotos de la escuela primaria en la que eran dos pequeñas amigas; se da cuenta de la importancia que Quinn ha tenido en su vida, ya no solo en el amor, sino en sus primeros años, en sus primeras experiencias... Esa rubia de ojos encantadores ha formado parte de los mejores y peores momentos que ha vivido.
Despierta... mira alrededor confundida, no quedan cosas desparramadas por el suelo, las cajas parecen estar llenas, solo falta el osito de peluche con el que se ha quedado dormida entre sus brazos; la noción del tiempo sigue sin dejarle ver nada, a veces no sabe si vive en el presente o es el pasado el que tiende a colarse en sus días, el futuro... que va, Rachel es incapaz de ver claridad en lo que tendrá que vivir.
Desde que rompieron lo único que ha podido conseguir es ingresar en NYADA para iniciar sus estudios de teatro musical, no aceptó la idea de una sustituta para Quinn en su vida, los planes eran: ir a Nueva York, vivir juntas y esperar ese felices para siempre, pero eso no llego, solo prefería apartarse de aquel mundo que en tiempos pasados cumplió sus mejores sueños, le sería imposible volver a salir a un escenario y no ver a su rubia alentándola, aplaudiéndola, sería difícil no ver su rostro entre los espectadores, pero necesitaba intentar aceptar su realidad, esa que cada día le daba una cachetada en el rostro haciéndola sacudirse hasta los huesos.
Suena el teléfono al que Rachel mira dos veces antes de contestar, no tiene muchas ganas de hablar con nadie, hace tiempo que solo sale de casa para ir a las clases o para hacer la compra, siempre se excusa con ahora no puedo, más adelante... volveré a ser la misma.

-¿Si?

-Hola Rach, ¿cómo te encuentras Estrellita?

- Hola Kurt, bueno... bien, estaba ordenando unas cosas y tenía pensado hacer algo para cenar y ver una película, quiero acostarme pronto.

- Mmm, un plan un poco aburrido ¿no crees?, ohh vaya Rachel! cuándo vas a venir con tu amigo a dar una vuelta ¿eh?, ya no me valen tus excusas.

- Uff, no puedo Kurt, todavía me cuesta salir ahí fuera y enfrentarme con las cosas, es como si Quinn invadiera cada uno de los lugares de todo Nueva York.

- Rach Nueva York es muy grande, podemos ir a algún sitio que no te recuerde nada, un sitio en el que puedas comenzar, tienes que ser fuerte, ¿cuánto tiempo llevas así eh?, ya son cinco los meses en los que vives aislada de tu propia vida, no puedes seguir así, esta vez no me sirve nada de lo que me digas, además estamos en navidades, no hay clases y todavía queda bastante tiempo para los exámenes, la ciudad ahora está muy bonita, se respira alegría por todos los rincones, apuesto a que un poquito de esa alegría te puede contagiar.

- No insistas Kurt, no puedo, además mañana había pensado ir a comer con mi familia.

-A Lima?... Nada de mentiras Berry, a las ocho me paso a recogerte.

- No Kurt... ¿Kurt?

- Piip piip piip.

Vaya... creo que esta vez no voy a poder librarme, pero... pero es que no puedo... venga Rachel, deja ya de hacer el tonto con tu vida, tienes que recuperarte o acabarás enferma, o lo que es peor, loca.

A las 8 Kurt hizo sonar el portero automático y a Rachel no le quedó más remedio que bajar aquellos escalones que separaban su mundo burbuja con el mundo real, tras un fuerte abrazo y un beso en la mejilla se dispusieron a andar entre las calles inundadas de autos y gente de New York, era cierto que la ciudad se veía muy linda con las luces y el ambiente navideño, su amigo no le había mentido al decirle que la alegría se encontraba en cualquier rinconcito de la ciudad, tal vez tampoco le había mentido al decirle que lo superaría, que la alegría también podía acogerle a ella.
Llegaron a un agradable café, ocuparon una de las mesas más apartadas junto a la chimenea, dos tazas iniciaron el paréntesis de una tarde de amistad, por un momento Rachel Berry pudo olvidarse de toda aquella tormenta que arrancaba de sus oídos la voz del optimismo.

- Tienes mala cara, deberías de empezar a cuidarte.

- Lo sé, no duermo mucho por las noches y bueno... te prometo que empezaré a seguir tus consejos, es solo que...

- ¿Solo qué?, ¿qué necesitas para pensar en ti eh?, Rach.., de verdad que se lo mal que lo estás pasando.., sé que todo esto es muy difícil, que el desamor es una herida que tarda mucho tiempo en curar, pero tienes que intentarlo, no te digo que busques a otra persona, solo que te busques a ti, que te refugies en tus amigos, en tu familia, en ellos podrás ir encontrando nuevas salidas, un día de estos sin que te des cuenta te verás de nuevo siendo la misma chica fuerte.

- De verdad que yo también deseo verme así, pero Quinn,... Quinn lo es todo para mí, sin ella el mundo parece no tener mucho sentido, y si eso no tiene sentido, ¿cómo lo va a tener mi vida?, la necesito, necesito escuchar su voz, sentir su abrazo, me conformaría tan solo con verla de lejos, con su sonrisa.

- En un par de días va a estar en Lima, ya sabes... para pasar las navidades.

- ¿Irá? Dios Kurt, necesito verla!, ¿has hablado con ella?.

- Si, recibí un correo suyo, le va bien en la escuela de Medicina de UCLA, incluso parece más formal, más madura; ella está bien Rach, te mandó saludos.

- ¿Tú crees que querrá verme?.

- Claro que si Rachel, Quinn te quiere muchísimo, su ruptura fue amistosa, ella también ha sufrido mucho por ti, no hay rencores ni mentiras, si ella decidió irse una temporada es porque necesitaba organizar su vida, no para huir de ti, y mucho menos con intenciones de no volver a verte. A ella también le va a ser duro reencontrarse contigo, pero son amigas Rach, y deben enfrentar eso.

- Pero no sé si podré comportarme con ella como si solo fuera mi amiga.

- Es la única opción que les queda, tal vez con algo de tiempo las cosas puedan cambiar, su amor era muy especial, esos sentimientos nunca llegan a romperse, pero en eso ahora no debes pensar, lo que no puedes hacer es perder su amistad o te aseguro que la habrás perdido para siempre.

- Está bien, lo intentaré, en el fondo se que tienes razón, pero la teoría es muy fácil, lo difícil es poder cumplirlo.- Su voz sonaba un tanto desalentada, la distracción estaba siendo buena para su estado de ánimo, su amigo se esforzaba por hacerla sentir cómoda y ella lo agradecía; Kurt hizo silencio y su mirada le decía a Rachel que estaba mirando algo o a alguien, por la sonrisa pícara que se asomo en su rostro.

- Por cierto... la chica morena que está en la mesa de enfrente no para de mirarte, ¿ves?, todavía puedes conquistar a quien tú quieras.- Exclamo divertido.

- Kuuuuurt!.- El gritito de reclamo de Rachel fue causa de carcajadas entre los dos amigos.

- Sii ya sé, pero bueno tonta no debes ponerte así cuando le gustes a alguien, te tienes que ir acostumbrando.

Ambos continuaron la charla hasta que el celular de Kurt interrumpió la velada.