Deseo
El hombre atravesó el bosque a todo galope hasta llegar a una cabaña maltrecha cubierta de musgo y entró, sin siquiera tocar la puerta primero. La casucha apenas contaba con unas cuantas cosas: leña, un caldero hirviente, varios frascos con sustancias extrañas, algunos cucharones, la cama de paja; antes de que pudiera formular algún pensamiento sobre el estado de aquel lugar, sintió un objeto punzante en la espalda, casi desgarrado su capa. Tuvo escalofríos.
-¿Mi Lady?
-Mi Lord… -respondió la voz –Confío en que me traigas buenas noticias.
Él respiró aliviado.
Morgana arrojó el cuchillo recién afilado sobre la mesa y se quedó un momento en silencio, a la espera de novedades.
-Dime –ordenó finalmente.
-El Reino está de rodillas.
Ella sonrió maliciosamente, Agravaine la miró bien mientras seguía enumerándole todos los daños que causaban los espíritus de la Cailleach, lucía hermosa aún con el aspecto desaliñado y las ropas oscuras, sus ojos verdes brillaban tal como lo hacen los gatos. Tenía el mismo aspecto del día en que conocieron, allá en su castillo: fascinante… y a la vez peligrosa.
Un repentino cambio en el semblante de la bruja lo sacó de sus cavilaciones.
-Algo te está atormentando… -ella simplemente se giró -¿Morgana?
-Es algo que dijo la Cailleach. Me dijo que alguien llamado Emrys sería mi perdición.
-¿Tu perdición? ¿Qué quiso decir?
-No lo sé.
-Morgana, deberíamos estar celebrando. Arturo estará muerto en una semana, dejando el trono libre para su legítima heredera.
Morgana sonrió de nuevo, mirándolo a los ojos. El corazón de Agravaine empezó a latir violentamente y de regreso a Camelot recordó aquella fría noche; esa vez él cenaba sumido en sus propios pensamientos cuando las puertas del comedor se abrieron de par en par y entró una figura enfundada en una capa. Llamó a todo pulmón a los guardias, pero estos yacían muertos en el suelo, entonces tomó el cuchillo que un segundo antes usara para cortar los trozos del cerdo asado.
-¡Muéstrese!
-Vengo a ofrecerle un trato, Lord Agravaine.
Dicho esto el intruso se despojó de la capucha, lo que hizo que Agravaine bajara la mano mientras su boca se abría lentamente como queriendo absorber el aire alrededor. Frente a él estaba una mujer joven (tendría quizás la mitad de su edad) de cabello negro largo y ojos felinos nada temerosos. Parpadeó varias veces para asegurarse de que se trataba de una humana y no un ser sobrenatural; era la criatura más bella que había visto.
-Puede que no me conozca pero yo a usted sí. Es el hermano de Lady Igraine, Agravaine de Bois.
-Mi hermana está muerta…
-…por culpa de Uther Pendragon. Únase a mí y obtendrá su venganza –los ojos de la mujer se tornaron dorados, de pronto el fuego de la chimenea empezó a arder con más vivacidad.
-¿Quién eres?
-Soy Morgana le Fay.
Agravaine señaló una silla vacía a fin de que la "visitante" tomara asiento y pronto se enteró de lo que la unía a Uther, (el bastardo no se contentó con Igraine y tomó también a Vivienne Gorlois) sin embargo no sintió tanta rabia contra él como lo esperaba, al contrario le dio las gracias por haber engendrado a esa preciosidad de labios carnosos. Tembló, preso de lujuria.
Sí. Destruiría a Uther, mataría a su sobrino de ser necesario. Lo haría todo con tal de tenerla entre sus brazos.
Referencias:
-Todos los personajes de "Merlín" son propiedad de la BBC (como show, claro, la leyenda artúrica no pertenece a nadie).
-El fandom probablemente vaya a matarme por este fic, sé que Agravaine es odiado pero no pude evitar inspirarme en su interacción con Morgana (sobre todo ciertas escenas). Aparte, los guionistas no desarrollaron mucho el personaje, cosa que me hubiese gustado.
-Si las dudas persisten: Morgana es hija de Uther pero no de Igraine, ella y Agravaine vendrían a ser tío y sobrina políticos, sin ninguna relación sanguínea.
-En fin, espero que este primer capítulo haya sido de su agrado.
