FUEGO.


Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible Veraniego 2013" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Disclaimmer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K. Rowling.

Aviso: Antes que nada esto es un WI? Por tanto, hay un dato canon que he omitido. Si no queréis leer algo que sea distinto a lo que escribió la autora no sigáis leyendo.

Dedicatoria: Esta historia está dedicada a Wissh, mi Amiga Invisible. Realmente espero que le guste porque me encantaron sus peticiones, las tres y a pesar de que con esta me tuve que romper un poco la cabeza no la pude amar más.


PRÓLOGO.


Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris.


La oscuridad de la cueva es lo primero que notaste cuando te apareciste en aquel sitio de la mano de Kreacher. Te costó un poco adaptarte a la escasa luz proveniente de aquella pilastra frente a ti.

—Ese es el líquido, amo —murmuró Kreacher mientras te señalaba el pilar. Sentiste cómo estaba temblando el elfo doméstico y te enfureciste. No te podías creer que aquel mestizo se hubiera atrevido a intentar asesinar a tu siervo. Ese… impuro.

Soltaste la mano de Kreacher y caminaste hacia la poción.

—Lumus —susurraste con la voz firme y observaste el líquido a la luz de la varita. A su lado había un recipiente para beberlo —. Kreacher, tengo que beber esta poción para saber lo que oculta ¿cierto?

—Sí, amo.

Entrecerraste los ojos mirando fijamente la superficie del fluido. Solo había una forma de resolver aquello, por lo que te giraste hacia la criatura.

—Quiero que me obligues a beberme toda la poción si es necesario ¿entendido?

—Pero, amo,…

—¿Entendido? —replicaste esta vez con más fuerza en la voz.

—S-sí.

Asentiste y, cogiendo el recipiente, comenzaste a beber. Nada más ingerir la primera toma empezaste a sentir un horrible ardor ascender por tu garganta, como si aquello que estuvieras bebiendo fuera ácido. Los ojos se te nublaron y los sentidos se embotaron. Con dificultad volviste a beber, sintiendo como el ardor aumentaba. Conseguiste tomar dos tragos más antes de caer de rodillas apretando con fuerza tu garganta.

Ardía como los mil demonios.

—A-amo. Tienes que seguir bebiendo.

Notaste una superficie fría contra los labios y abriste los ojos asustados. Frente a ti se hallaba Kreacher que sujetaba el recipiente con unas garras afiladas de animal. Ahogaste un grito y, debido a que abriste la boca, el elfo introdujo el líquido.

Fuego.

—Ya solo queda uno más, amo —susurró la criatura volviendo a acercarte el recipiente. Tragaste con dificultad mientras tu vista terminaba de nublarse del todo.

El ardor aumentó de intensidad y percibiste cómo la boca se quedaba seca, al igual que cada líquido que encontraban las llamas a su paso.

Sed.

Te arrastraste por la superficie del suelo, sintiendo que el helor de esta era un pequeño descanso a todas aquellas llamas que lamían tu carne, en dirección al enorme lago que rodeaba aquella isla.

Agua.

Tus dedos rozaron la frialdad del agua e intentaste beber de ella.

—¡No, amo! —la voz de Kreacher te hizo pestañear justo a tiempo para ver como masas blancas uniformes ascendían desde el fondo del lago.

Te levantaste asustado y tropezaste mientras subías de nuevo hacia el pilar. Allí, en el sitio donde antes estuvo la poción, descansaba el relicario. Lo cogiste y se lo diste a Kreacher mientras veías como las figuras se acercaban a vosotros.

Mareado, te agarraste al pilar mientras intentabas luchar con la fatiga.

—¡Vamos, vete! —le gritaste. Aquello era lo que debía pasar. Esa poción te mataría aun cuando lograras escapar y, sino lo hacía la poción, lo haría Lord Voldemort cuando se enterase de lo que acababas de hacer.

Llamas.

Caíste al suelo de rodillas debido a la fuerza con la que el fuego comenzaba a inundarlo todo. Solo querías algo con lo que apagarlo. Sentías un fuerte dolor abdominal con unas ganas horribles de vomitar.

—Aguamenti —murmuraste y a pesar de que salió agua de la varita fuiste incapaz de beberla. Furioso, lanzaste la varita lejos yendo ésta a parar al lago.

Miraste aquellos cadáveres que se acercaban a ti con ansiedad. Cuando antes te mataran, antes te podrías deshacer de aquel ardor que empezaba a consumirte.

Respirabas por la boca mientras tu cabeza amenazaba con explotar.

Una mano se aferró con fuerza a tu túnica y lo último que oíste antes de que la oscuridad se cerniera sobre ti fue un suave clic.


CONTINUARÁ.