Título: El humano al que amé
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen son propiedad de Masashi Kishimoto
Rating: K+
Pareja: Minato x Kushina (Canon)
Dedicación: Al concurso "¡Aventuras Sobrenaturales!" del foro "MinaKushi; ¡Irresistiblemente naranja!"
Advertencias: Universo alterno.
El humano al que amé
By. Emina Uchiha
CAPITULO 1
Para el amor no existe el tiempo, no importa la edad, la religión, las creencias y mucho menos la raza.
El bello y puro sentimiento puede ser percibido por cualquier tipo de ser, despertando sensaciones desconocidas, ocasionando cambios en nuestro pensar y actuar, alterando den sobremanera nuestra vida diaria.
Y todo esto lo sabe a la perfección ella; ella era un temible demonio que ocultaba un feroz y letal poder demoniaco que brotaba con su furia, su figura era engañosa y hermosa, a simple vista parecía una simple y linda mujer de esbelto cuerpo, y largo cabello de peculiar color rojo y unos hipnotizantes ojos violeta todo perfecto para engañar a sus víctimas poseedoras del líquido que le brindaba energía y la mantenía lista para el combate.
Era un ser malvado y egoísta que no le importaba seguir las ordenes de su clan, le encantaba rondar en tierras humanas, mezclarse entre los habitantes con los glamurosos vestidos característicos de la época victoriana, hechizar caballeros con su mirar todo para que su poder no disminuyera, nunca dejaría el manjar carmesí que circulaba por el cuerpo humano simplemente exquisito.
Para Kushina Uzumaki descendiente de un prestigiado clan de demonios la autoridad no existía y la prohibición de la sangre era solo una burla, se divertía burlando a los viejos del consejo, nunca bajaría la cabeza ni con los Uchiha, ni con los Hyuuga muchos menos con los Uzumaki; o al menos eso pensaba.
Si alguien le hubiera tratado de explicar de lo que se trata eso del "amor" lo hubiera tomado a lo loco, algo estúpido, claro eso sería mucho antes de haberlo conocido.
Él era el único hijo de una rica familia pero su prestigio no influía en su carácter, era amable con todos, actuaba con humildad, muy diferente a los demás Namikaze. Minato Namikaze era un ser humano diferente a los demás chicos pretenciosos de la nobleza, su título no le importaba y las fiestas de sociedad no eran de su agrado, era aventurero y con cierto aire de rebeldía deseaba viajar por lugares desconocidos se oponía al deseo de sus padres de casarse con alguna doncella rica, la idea del "amor" nunca había atravesado por su cabeza sus pensamientos se concentraban en lo que pudiera haber más allá de sus límites.
Por lo mismo en ocasiones se escapaba de sus responsabilidades para internarse en el bosque que rodeaba a la ciudad sin importarle las advertencias que sus supersticiosos amigos le hacían acerca de las leyendas y mitos, ese estilo de cosas si existían sin duda los quería ver con sus propios ojos.
Ambas criaturas eran forjadores de su propio destino, tal vez el único encuentro predestinado fue el de ambos, repito tal vez.
El encuentro se dio en una tarde soleada ella se preparaba para ir a la ciudad por su nueva víctima y el de adentraba al bosque en busca de su nueva aventura y el flechazo se dio automáticamente en él, al ver como la bella criatura descendía del cielo, ocultaba sus extrañas y hermosas alas negras mientras su brillante y bello cabello rojo ondeaba con el viento.
Los sentidos de Kushina se pusieron alertas, era observada, lo sentía.
No tardo ni un segundo en localizar al curioso observador provocando su enojo al instante, tenía que matarlo.
-¡Tú! – se lanzó en un veloz movimiento con sus colmillos al descubierto, sus filosas uñas y ojos rojos.
Minato no se movió estaba impactado por lo que veía, esa encantadora chica cambió su apariencia en tan sólo un segundo y aún así seguía siendo bella, una belleza diferente.
Kushina se detuvo de golpe ese humano era muy valiente o muy tonto, la impactó su forma de mirarla, su celestes ojos reflejaban varias cosas: curiosidad, sorpresa, emoción pero lo que más le llamó la atención fue que nunca mostró miedo ni repugnancia, algo que todas sus víctimas reflejaban al final; al igual que el chico la curiosidad la invadió sentía como su interior pedía explicaciones del particular muchacho.
Su feroz apariencia cambió ante la atónita mirada del Namikaze, ocultó sus colmillos y sus ojos regresaron a su color violeta.
-Wow sorprendente- mencionó el chico para la sorpresa de ella – siento mi descortesía me llamo Minato Namikaze es un placer conocerle –
-Eh… mi nombre es Kushina Uzumaki – contestó impactada de que el muchacho no huyera despavorido.
-Que bonito nombre señorita – habló con cortesía, modales característicos de la época .
-¿Por qué sigues aquí? – le preguntó ella.
-¿Perdón?-
-¿Por qué no huyes?- insistió ella
-No veo la necesidad usted es fascinante y disculpe mi imprudencia ¿en qué consiste su impactante poder? –
-¡¿Qué? Acaso no es obvio ¡Soy un demonio-ttebane!-
Si Kushina quizo provocar temor con su confesión, no lo logró ya que Minato lo encontró fascinante y hasta gracioso.
-No te rías-ttebane – reclamó con un infantil enfado la chica
-Losiento no fue mi intención- se disculpó Minato
-¿Qué clase de humano eres-ttebane?-
-Interesante pregunta yo diría un aventurero –
-O un idiota-ttebane… podría matarte en cualquier momento – trató de asustarlo la pelirroja
-Si tu intención fuera esa, ya lo hubieras hecho ¿no lo crees?- respondió con astucia el chico
Kushina se quedó callada, Minato tenía mucha razón ¿por qué no lo había matado?
-Que te parece si platicamos un rato- le ofreció el rubio con una agradable sonrisa
La Uzumaki decidió hacerle caso a su voz interna y accedió a la oferta del caballero, encontrando un cómodo lugar debajo de un gran árbol donde ambos sentaron a platicar.
Ese fue el comienzo de la amistad de dos seres diferentes.
Su amistad avanzó con rapidez, compartiendo diversas anécdotas, increíbles historias de la larga vida de Kushina; tenían un acuerdo sin palabras de encontrarse casi todos los días, en el mismo lugar, era su sitio especial de reunión, a Kushina ya no le interesaba adentrarse a la ciudad por víctimas, le era más importante encontrarse con su amigo y platicar, muchas veces de cosas simples pero sin duda pasaba un buen rato, ella tenía amigas y amigos demonios pero ninguno de ellos se comparaba con Mina-chan, como ella le decía para molestarlo.
Todo el reino demoniaco se dio cuenta del cambio de la pelirroja pero nadie decía nada, tal vez su actitud era sospechosa pero su conducta se mantenía limpia por eso mismo no hacían un gran alboroto.
Mientras tanto la familia Namikaze también notaban cambios en el chico, era cierto que era aventurero, pero sus escapes se habían incrementado y eso molestaba a sus padres.
-Minato ¿en dónde estabas?- le exigió saber su madre al verlo llegar tan contento
-Buenas tardes madre, estaba en el pueblo –
-Te he dicho que no te mezcles con esa gente –
-Pero madre –
-No me contradigas ve y arréglate –
-¿Arreglarme? –
-Si, los Hoshimura tienen una cena, date prisa –
-Si madre – contestó con resignación, tendría que soportar como su familia trataban de casarlo, de nuevo, al menos al otro día se encontraría con Kushina ese era su único consuelo.
Al dirigirse a su habitación su padre lo detuvo.
-Hijo ¿dónde estabas? –
-En el pueblo padre - contestó ya con fastidio
- No me mientas, sé que te has internado en el bosque –
-No tiene que preocuparse padre, sólo di un paseo-
-Es muy peligroso, tú sabes a la perfección de las desapariciones –
-Nadie ha desaparecido en bastante tiempo - le aclaró Minato
-Si me entero de algún peligro tendré que prohibirte que salgas de la mansión –
-No será necesario, compermiso – se retiró con enfado, de todos los supersticiosos en el pueblo su padre era el peor.
Al otro día como era costumbre los buenos amigos se encontraron y platicaron aunque Minato se demostraba un tanto distraído algo que Kushina no pasó desapercibido.
-Mina-chan ¿qué demonios te pasa-ttebane? –
- Mis padres - dijo entre dientes el Namikaze
-¿Qué pasa con ellos? –
-Quieren que me case – soltó con lamento
Kushina se quedó callada la noticia le había dolido, conocía las tradiciones de esa época era obvio que algo así pasaría, Minato no le sería eterno, siempre se lamentaba esa terrible diferencia, si tan sólo ella fuera humana; nunca odió su condición de demonio de hecho estaba muy orgullosa pero por el chico la dejaría sin dudar, ella deseaba ser la mujer que acompañara al joven por el resto de su vida, pero la realidad era otra.
-Yo no quiero - habló Minato
-¿eh?-
-No deseo casarme –
Kushina bajó su mirada al sentir un agarre en su mano, sorprendiéndose al ver la varonil mano entrelazada con la suya se sonrojó al instante, si, también los demonios se sonrojaban.
-No seas tonto Mina-chan siempre tienes que hacer lo que desees-ttebane – le dijo la chica.
-Tinese razón Kushina tengo que hacer lo que quiera – y atrapó los labios de la demonio en un romántico beso que ella no esparaba.
Un choque torpe al ser el primero de ambos que profundizó en segundos combinando ambos alientos con majestuosidad, un beso necesitado por ambos.
Se separaron en busca de aire con sus miradas fijas el uno al otro y sus manos seguían entre lazadas por el fuerte agarre de ambos.
-Te amo Kushina –
La Uzumaki se quedó en shock, esa confesión fue tan esperada por ella pero a la vez tan dolorosa, tal vez no era la que obedecía reglas pero las conocía a la perfección y el peor pecado de un demonio era enamorarse de un humano.
-Yo también te amo Minato – confesó decidiendo seguir siendo rebelde.
La escena era observada por una figura femenina que se mantenía oculta entre los árboles tenía una malvada sonrisa en el rostro, decidió dejar a los tórtolos, ya tenía lo que quería, extendió sus alas y se marchó del lugar.
