-Jiji no tomodachi-

(by. T-sensei)

Paring: Joseph "JoJo" Joestar x Caesar A. Zeppelli + Jotarou "JoJo" Kujo

Serie: Jojo BIzarre Adventures - Battle Tendency/Star Crusades

Éste fic está narrado por Jotarou en primera persona, y marca la perspectiva que éste ha tenido sobre el mencionado "amigo" de su abuelo.

De antemano, gracias por leer C:


Capítulo 1

"El amigo del viejo"

-Yare yare daze…

Ya había perdido la cuenta de las veces que me había tocado tener el mismo sueño. Era algo que se volvía molesto. Kakyoin me miró, y como siempre, preocupado quiso preguntarme:

-¿Estás bien, Jotarou? Acabas de levantarte y aun así parece que algo te preocupa mucho.

-¿Recuerdas lo que te comenté hace unos días?

-¿Hablas de tu sueño?

-Exacto.

-¿Crees que sea por algo en específico? Deberías contarle al Sr. Joestar, él podrá ayudarte.

-¿Al viejo? No. Creo que es su culpa. Después de todo el siempre sale en el sueño.

En los primeros días, el sueño era más confuso, como si algo se borrara durante. Ahora se volvió nítido, a pesar de eso, lo único en mi rango de visión es el viejo, hablando hacia la nada en ese cuarto lleno de flores. Estaba ya demasiado fastidiado, miré a Kakyoin y le dije.

-Hace tiempo mi madre me dijo algo así. Como lo dijo ella no lo creí, suele estar loca y decir disparates. Ahora que lo recuerdo, según ella era algo que vio cuando era niña. No entiendo porque rayos me afecta a mí.

-Wou, ¿están contando chismes sin mí?

Desgraciadamente, apareció Polnareff. No tuve más remedio que seguir contando. El viejo ya dormía en la habitación que compartía con Avdol, después de todo era de noche. Nuestro viaje seguía y aunque estábamos lejos, éramos 5 sujetos cuidándonos las espaldas. Teníamos suficiente confianza como para dormir en paz. Aun había tiempo para detener a Dio, pero era seguro que más y más enemigos innecesarios saldrían. Polnareff se sentó en la cama de Kakyoin y se dispuso a escucharme atento. Así, sin más, proseguí.

-Es solo un relato viejo de mi madre. Algo que aun creo que ella inventó.

-Pero si lo inventó – me dijo Kakyoin - ¿Cómo es que tú lo ves?

-No lo sé, y no me gusta.

-Pero anda – Dijo Polnareff impaciente – Cuenta ya el relato. Muero por saber que es. ¿Es de terror? ¿Suspenso? ¿Romance?

-De fantasía. Una historia absurda que solo una mujer tonta crearía.

-Estás hablando de tu madre, tenle respeto. – me reprochó Kakyoin seriamente. Yo solo me alcé de hombros y seguí.

-En fin, cuando ella era pequeña, y tenía aproximadamente 8 años, el viejo la llevó de paseo por la fundación Speedwagon, la sede de investigaciones médicas ubicada en Nueva York. Ahí, según ella, se despistó en un momento y se separó del grupo, al parecer el viejo estaba hablando con alguien cuando pasó y la abuela Erina no fue. Ella se perdió obviamente, y deambuló un rato por las instalaciones. Según me contó, llegó hasta una habitación al fondo en un pasillo largo y gris. La puerta era diferente a las demás así que la abrió. Yo no lo hubiera hecho, pero es mi madre después de todo. Ella dijo que no se arrepintió, según su historia fantástica, la habitación era muy diferente a todas las demás, tenía una gran iluminación y parecía un cuarto enorme. Estaba, según dijo, llena de rosas y demás flores en arreglos grandes, las paredes eran de ladrillo pulido y las ventanas eran arcos grandes con vitrales hermosos.

-Ahhh suena tan lindo. Qué suerte tuvo tu mamá, eh Jotarou – Polnareff me interrumpió, lo miré un poco y Star Platinum también. Bastó para callarlo y dejarme proseguir.

-El piso era de mármol, al igual que algunas estatuas, era muy europeo. Lo importante en el relato, según mi madre, era lo que había en el fondo, que vuelve ridículo e imposible todo. En el fondo, vio una caja de cristal, como si fuera un gran adorno bien conservado. Entró al ver todo lo demás y siguió derecho hasta topar la caja. Según su descripción era como "Blanca nieves" solo que no tenía ningún princesa, era un, según dijo ella, un "príncipe" dormido.

-¡Ja! ¡Has dicho príncipe! No puedo creer que Jotarou dijera eso, eh Kakyoin.

-Debo admitir que en ti, suena muy gracioso. – Miré a Kakyoin y Star platinum también lo miró. Como él es diferente de Polnareff solo me sonrió y yo suspiré para proseguir la historia que cada vez, era más absurda.

-yare yare daze…ya es bastante absurdo contar esto. Sólo quiero terminarlo ya. Mi madre dijo que dentro de la caja, que vista de cerca era como un "ataúd" de cristal, había alguien. Un sujeto de piel blanca y cabello dorado, vestido con un traje blanco, un moño rosa y un sombrero de rombos blanco y negro. Tenía un nombre, una especie de inscripción justo donde ella se recargó, pero me dijo que no recuerda que decía. Al lado había una cajonera pequeña de madera tallada y sobre la mesa una cinta con triángulos rosa y naranja dentro de una caja de cristal más pequeña.

-¿Cómo tu cinturón?

-Sí, algo así.

-Entonces, según mi madre, llegó el viejo justo cuando ella tocó la caja. Esta muy alterado y había mucha gente detrás de él. Ella le preguntó al viejo si el supuesto "príncipe" estaba dormido y el viejo le dijo que no era un sitio donde ella debía estar. La sacaron otras personas mientras el viejo regañaba a alguien. Mi madre dijo que su aparente "príncipe" causó que el viejo pusiera un rostro fatal y cuando salió, solo se vio triste.

-Entonces, si entendí bien, ¿hay un príncipe hechizado en la fundación Speedwagon del que el Sr. Joestar es guardián?

-NO, Polnareff. Es una historia falsa que inventó mi madre de pequeña, eso es todo.

-¿Y entonces porqué la relatas?

Por suerte, para que no perdiera un estribo, Kakyoin le explicó.

-Lo que sucede, Polnareff san, es que una parte de ese relato ha sido un sueño que ha venido recurrentemente a Jotarou, y por lo que entiendo, es una parte completamente diferente a lo que tu madre te contó, ¿No es así?

-Justamente. Si la historia es falsa, no tendría por qué haber más fragmentos de ella, y mucho menos materializarse en mi cabeza. Ahora yo sueño al viejo hablándole a esa caja de cristal. Yo supongo que es el viejo, porque se ve mucho más joven que ahora. A veces en el sueño tiene la misma edad de hoy en día o unos cuantos años menos, otras, parece tener 30 años menos o 40. No sé qué diablos sucede, pero estoy arto. Además, en uno de los sueños, me asomé por un vitral y leí el nombre de una calle, estaba en alfabeto latino y no era en inglés. Es imposible según la historia de mi madre.

-A no ser que…la caja haya cambiado de lugar. – Kakyoin me miró fijamente, él era muy listo y útil. Mi desesperación no me había permitido pensar bien. Antes había hecho que Star Platinum revisara diccionarios de idiomas con su velocidad y detectara cuál era: era italiano. Aunque me costara trabajo creer la historia ridícula de mi madre, era la única pista que tenía para deshacerme de otro problema más que se había inmiscuido en todo esto.

Kakyoin nos sugirió dormir, aunque Polnareff ya lo había hecho. Kakyoin no tuvo más remedio que cambiar de cuarto llevándose su pijama de rayas. Yo me recosté un poco. Al día siguiente, según la sugerencia de Kakyoin buscaríamos la calle para corroborar que existiera. Si existe de verdad, se volvería un asunto muy molesto. Pensé en ese momento en culpar al viejo de ello si eso pasara, y lo peor fue que pasó. Cuando buscamos la calle correspondía a la ciudad de Roma. Unos locales de [Paquistán] nos ayudaron mientras el viejo y Avdol compraban comida. Cuando pensé que no se podía empeorar, el viejo pidió una ayuda a la fundación y por ende, un traslado urgente a Roma. Fue increíble que saliéramos vivos de viajar en un medio de transporte aéreo con el viejo y de que, al parecer, no nos siguió nadie del tarot. Era un viaje exprés, necesario para conseguir un localizador de usuarios de Stand que la fundación al parecer había logrado formular. El viejo nos explicó que si lo pedía había un alto riesgo de que fuera robado en el camino por los agentes de Dio, al estar más cerca de su territorio. Así que, según él, era mejor traerlo personalmente y equiparnos con algunas cosas más que nos fortalezcan defensa. Chalecos y esas cosas. El traslado a Roma fue ligeramente rápido y exclusivo, la cantidad de gente que sabía de ello era muy poca y nos movíamos de noche. Así, de noche, ingresamos a la sede de la fundación Speedwagon en Italia.

Avdol comenzó a mirarnos, se dio cuenta rápido de que algo estaba sucediendo. Cuando ingresamos al sitio el viejo habló en italiano con varias personas y nos guiaron hacia donde se ubicaba el radar. El lugar era muy grande, y muy fácil de distraer. Contenía muchas cosas y habitaciones y las instalaciones eran de la más alta calidad. Avdol se separó del viejo, quien estaba entretenido con alguien más y nos preguntó al fin.

-Jotarou, ¿Está pasando algo? No mientas por favor.

Todos nos miramos y Polnareff le explicó la situación. Como siempre, Avdol escuchó atento y al finalizar el relato nos miró serio y preocupado. Le dije sin titubeos.

-Habla ya, Avdol.

-Existe una contradicción con tu narración, dado que en un sueño….es imposible que puedas leer.

Eso me impactó mucho y a Kakyoin también. Miramos serios a Avdol y Kakyoin le preguntó.

-Avdol san, usted cree que esto que está soñando Jotarou…¿Sea una visión en realidad?

-No lo creo. ESTOY SEGURO.

La situación se volvió peor. Una visión hasta el momento era algo relacionado con Dio. Si yo tenía una debía ser por culpa del viejo, pero si era así, y se juntaban ambas cosas, significaba que el viejo tenía una relación con Dio. Todo se tornaba mal. Polnareff nos interrumpió.

-Ammm, disculpen pero... ¿Alguien vio hacia donde se fueron los empleados y el Sr. Joestar?

Cuando nos percatamos de ello, descubrimos que estábamos los cuatro solos y perdidos en la magnificencia de la fundación Speedwagon. No tuvimos más remedio que caminar. Entre más nos adentrábamos más puertas encontrábamos y pasillos largos. En ese momento, Polnareff nos gritó.

-¡AHÍ ESTÁ! – señalándonos un pasillo.

-De que hablas, Polnareff san.

-Es la puerta, Kakyoin, la puerta del sueño, o la visión o lo que sea. Está ahí.

Miré hacia la dirección que señalaba Polnareff, y después miré con Star platinum. No había duda, era la única puerta diferente en un pasillo largo y gris. A pesar de no estar seguro, algo en mi interior me llamaba a esa puerta, como si me jalara. Este sentimiento hizo que quisiera entrar de verdad, para averiguar qué era lo que el viejo guardaba ahí. Todos esperábamos una buena respuesta, definitivamente, algo que no acusara al viejo de nada malo. Caminamos entonces hacia la puerta, de cerca era bastante bella también. Parecía hecha de madera pura, caoba o roble. Estaba tallada y tenía una inscripción en lo que Polnareff dijo que era italiano, justo en la franja de en medio. Suspiré un poco antes y, con la aprobación de los demás, la abrí.

Fue estúpida e irónicamente similar a lo que mi madre me contó. Cuando la puerta se abrió surgió una luz, y tras el brillo del momento dejó ver un cuarto enorme y muy hermoso. Estaba hecho de ladrillo pulido con ventanas en forma de arcos enormes, cuyo contenido era un vitral. Se encontraba repleto de rosas rojas, no había otra flor. El piso era de mármol al igual que algunas estatuas. En el lado derecho de a habitación se encontraba un librero repleto. Avdol lo observó y solo encontró libros en inglés y en italiano. Todos analizamos la situación y al mismo tiempo dirigimos nuestra mirada hacia el fondo de la habitación. Para nuestra sorpresa ahí estaba, en el fondo, la dichosa caja de cristal. El asunto se estaba volviendo tan turbio que tragué saliva. Debo admitir que estaba nervioso. Miré a Avdol, que se incorporaba a donde nosotros y tenía una expresión sudorosa. Él pensaba lo mismo que yo, sobre el viejo. Decidimos caminar hacia la caja y poco a poco tomó un aire de ataúd. Efectivamente, junto había un buró con esa ánfora de cristal con una cinta, solo que éste, tenía tres cajones.

Polnareff se acercó y rodeó el ataúd. Estaba hecho de cristal y algo que parecía ser oro. Era demasiado para lo que se suponía estaba ahí. Avdol comenzó a inspeccionar los cajones del buró y Kakyoin miró por fin adentro del Ataúd.

-Es…tal y como tu madre dijo.

Estaba muy impresionado, se dirigió a mí y me jaló del brazo para que yo también lo mirara. Era cierto, todo. Era un sujeto de tez blanca y cabello rubio. Tenía dos manchas en el rostro de color rosa al igual que el moño en su cuello. Un traje blanco de saco largo y un sombrero de rombos blanco y negro. Estaba dormido, o eso parecía. Cuando salí de mi impresión mire un poco más a detalle y me di cuenta de que, obviamente, esa habitación estaba iluminada e manera artificial. Había un libro junto al ánfora del buró: era un comic. De esos que le gustaban al viejo. Kakyoin miró la orilla de ataúd y sí tenía una inscripción.

-Caesar A. Zeppelli. Eso dice.

-Caesar…. – volví a mirarlo de frente, parecía dormido de verdad, pero con unos segundos bastó para notar que no respiraba.

-Jotarou…encontré algo muy malo.

Avdol me miró y me tomó del hombro, todos pusimos atención. Sacó de un cajón un libro y de entre las páginas una fotografía. Era el viejo y ese sujeto, el tal Caesar en sus años de juventud. Avdol nos dijo serio.

-¿Ven esto bien?

-¡Wou! ¿De verdad así se veía el Sr. Joestar? – Polnareff tomó la foto y la observó solo. Estaba impresionado y miraba constantemente al sujeto de la caja para comprobar que fuera él – sí que se ha mantenido bien éste tipo, eh.

-Exacto. Es imposible que una persona normal se vea igual durante 50 años. – entonces comprendí lo que Avdol decía. Aquel sujeto se veía idéntico, mientras el viejo se había deteriorado. El único ser que conocíamos que podía hacer eso era…

-….Dio….es justo como Dio se ve después de 100 años. – Kakyoin lo dijo al fin y todos lo miramos. Miré al sujeto en la caja y le dije a Avdol.

-¿Qué es ese libro, Avdol? – sin quitarle la vista al tal Caesar.

-Es aún peor. Esto lo comprueba todo. Este libro es….toda la información sobre las máscaras de piedra. Aquello que volvió a Dio…INMORTAL.

Miramos el libro horrorizados. No podía creerlo, lo pensaría de toda persona menos del viejo. Estábamos pasando por tantas cosas para deshacernos de Dio y resultaba que el viejo guardaba un monstruo como él en una caja de cristal rodeado de flores. Todo se estaba explicando y ahora entendía por qué no respiraba. Avdol sujetó el libro con fuerza, apretándolo de la impotencia que sentía. Todos nos sentíamos traicionados. Kakyoin dijo.

-¿Que hacemos ahora, Jotarou? No podemos dejar esto aquí.

-Y aunque suene mal, tampoco podemos dejar que el Sr. Joestar siga con nosotros en el viaje. ¿Cómo sabemos que no es él un espía de Dio? – Aunque por ese comentario quise golpear a Polnareff, sabía que tenía razón. Miré de nuevo al sujeto en la caja y después a Avdol. Él comentó.

-El Sr. Joestar me ha contado su historia de joven, de cómo salvó al mundo porque yo se lo pedí. Sé un poco de estas cosas. Si es como cualquier vampiro, debe deshacerse con el sol. Falta poco para el amanecer, debemos sacarlo y quemarlo. Después veremos qué hacemos con el Sr. Joestar.

-Considero que por si las dudas, hay que desbaratarlo antes. Estas cosas se regeneran ¿no? – Polnareff dio una opción desagradable, pero muy cierta. Avdol prosiguió.

-Así es. Es mejor estar seguros de que no se mueva. No sabemos qué tan fuerte o peligroso sea. Jotarou, debes romper esa caja para poder encargarnos de él.

Sentí sus miradas seguras sobre mí e hice salir a Star Platinum. Todos hicieron lo mismo con sus Stands. Aunque me pesara por el viejo, acepté la propuesta y me dirigí a la caja de cristal. Lo miré de nuevo, estaba tan tranquilo ahí, sin moverse ni hacer nada. Por un momento dudé, por alguna razón su rostro no me inspiraba maldad, pero las pruebas decían lo contrario. Cerré los ojos un momento mientras Star Platinum se dirigía a romper la caja. Solo alcancé a poner un dedo encima cuando la puerta se abrió de golpe y el viejo apareció.

-¡OH MY GOD! ¡¿Qué rayos creen que están haciendo aquí?!

Se acercó rápido. Nos miró de una forma tal que nadie se movió. El viejo estaba molesto de verdad. Cuando miró la escena bien y notó las intenciones de Star Platinum corrió y se interpuso al ataúd. Estaba horrorizado. Miraba como loco a todos y trataba de comprender lo que estaba pasando, luego miró rápidamente hacia el ataúd y por unos milisegundos que solo Star Platinum pudo captar, sonrió.

-Viejo, nosotros ya sabemos que pasa aquí, pero por el poco respeto que te guardo, te dejaremos hablar y decirnos qué rayos pasa antes de que nos deshagamos de esto. – Star platinum se quitó de encima del ataúd, pero lo señaló. El viejo me escuchó y horrorizado me miró. Miró a Avdol en busca de apoyo y no lo encontró. Él no entendía que pasaba, aunque nosotros tampoco en realidad. Se quitó su sombrero y jaló la única silla que había en el sitio, justo junto al buró.

-No sé que esté pasando por sus mentes, pero a pesar de que estoy consciente de que esto está mal, no me arrepiento de nada. Tenerle aquí durante estos 50 años no ha sido malo para mí. Pero si ya lo saben, pueden juzgarme si gustan. Aunque hubiese sabido de joven que éste momento sucedería, no habría obrado diferente a como lo hice.

-¿Está loco, Sr. Joestar? Estas cosas están matando a su hija y usted las guarda en cajas de cristal…lo creí un hombre diferente. – Avdol no esperó y le reclamó al viejo, consideré que todos le habíamos dado el beneficio de expresarse. Cuando el viejo escuchó eso miró extrañado a Avdol y después observó el libro en su mano. Después me miró y regresó su vista al buró que estaba desaliñado. El viejo miró a Kakyoin y después enfocó su vista en lo que Polnareff tenía en su mano, la foto. Se colocó la mano en la barbilla y meditó mirando hacia arriba y abajo.

-Mmmm . – estaba pensando y todos esperábamos. Comenzó a sudar y a fruncir el seño. Cerró los ojos y su expresión indicaba una duda inquietante. Cuando al fin lo resolvió, se levantó del asiento de golpe, tirándolo hacia atrás, y dijo gritando

-¡OH NO! – mientras se sostenía la cabeza con ambas manos.

-Lo siento mucho Sr. Joestar, pero ya no podemos confiar en usted.

Avdol se cerró hacia el viejo, y los demás hicimos lo mismo. Él se puso nervioso y se recargó del buró. Nos miró impresionado y nos dijo rápidamente.

-No, no, no, no, no. Están equivocados, equivocados. Esto no es lo que ustedes creen que es. Es verdad que no debería estar aquí, pero no está de la forma que están pensando.

-Entonces, explícate viejo.

-Miren, tranquilícense primero. – el viejo suspiró hondo y recogió la silla. Se sentó y mirándonos más calmado prosiguió.

-Hace tiempo le conté a Avdol aquí presente, mis anécdotas de juventud, sólo que excluí muchas cosas porque no eran tan emocionantes como las peleas que llevé. Entre esas cosas, aparte del detalle de mi madre Elizabeth, estaba Caesar.

Fue muy extraño, el viejo cambió de expresión rápidamente. Su rostro se ensombreció y tomó de la mano de Avdol el libro y le pidió la foto a Polnareff.

-¿Ven esta foto? Nos la tomó uno de nuestros maestros en el Hamon, por órdenes de la que en ese entonces era conocida como 'Lisa Lisa'. Yo podía usar el Hamon desde pequeño, pero no sabía controlarlo ni mucho menos manipularlo. Llegué aquí a Roma con mi tío Speedwagon buscando a éste sujeto precisamente. Cuando lo conocí lo odie. Era insoportable, con ese traje de galancete y seduciendo a todas. Resultó que él también era usuario del Hamon y sí sabía controlarlo, tenía una técnica especial y toda la cosa. En ese momento lo envidié. Pasaron muchas cosas, enemigos fuertes surgieron y con ello, me gané el respeto de Caesar. Para él yo solo era un niño berrinchudo que no sabía nada de las dificultades de la vida. Eso era cierto. Él me llevó con su maestra, Lisa Lisa y comenzamos el entrenamiento para derrotar a nuestros enemigos, los hombres del pilar.

-Pero, esto qué relación tiene con….

-CALLA POLNAREFF. Déjame terminar mi relato. – el viejo se puso serio y todos le correspondimos así. Polnareff se inclinó pidiendo disculpas y el viejo siguió.

-Él, Caesar, hizo hasta lo imposible por lograr que yo usara el Hamon correctamente en el poco tiempo que teníamos. Me ayudó, me escuchó y estuvo ahí en todo momento. Él era mi mejor amigo.

Se hizo una leve pausa, y un silencio profundo inundó el cuarto. Miré al viejo, que trataba de reunir todas sus fuerzas para proseguir, y cuando sintió que lo logró, miró hacia la caja de cristal, hacia el tal Caesar, y terminó de relatar.

-Él lo era…porque un día, después de mucho que habíamos pasado, a pesar de que uno de los enemigos ya había perdido, fuimos a Suiza en busca de los otros dos. Yo…fui TAN cobarde. Tenía tanto miedo que no podía moverme bien, no quería morir. No quería dejar sola a mi abuela y a la vez, no quería que le pasara nada. Pero no pude dar un paso y Caesar vio eso. Él confiaba en mí. Tenía puestas todas sus esperanzas en lo que yo lograría y estaba seguro que estaría ahí para apoyarme. Y justamente eso hizo. No lo comprendí hasta mucho tiempo después, que lo que él hizo ese día fue para quitarme el miedo que yo sentía por morir. Ese día, Caesar fingió pelearse conmigo, aunque aun creo que sí estaba molesto de verdad. Decidió ir a ver a nuestros enemigos solo y enfrentarlos. Yo tenía un veneno pegado a mi corazón y sólo podía quitarlo si conseguía este percing – tomó la ánfora sobre el buró y la abrió. Sacó entonces la cinta y dos aros de oro que estaba dentro de ella. Retiró uno de ellos y nos lo mostró. Entonces tomó la cinta y la apretó fuerte.

-Este percing, estaba en la boca de Wham, el enemigo. Teníamos que matarlo para quitársela. En ese momento, Caesar lo encontró y lo enfrentó. Nunca supimos Lisa Lisa y yo que pasó en sí, pero cuando llegamos lo que encontramos fue horrible. Wham no estaba muerto y, en ese gran salón abandonado estaba volando una cinta idéntica a esta, con este percing atorado en una burbuja de sangre. Ése era el ataque de Caesar, las burbujas mezcladas con Hamon. Pero esa burbuja era diferente y Caesar, mi mejor amigo, no estaba en ningún sitio. Yo lo sabía en el fondo de mi corazón, pero tenía tanto miedo que no lo mencioné y entonces, creo que dios quiso darme una lección de vida y destapó una ventana en el oscuro sitio. Esa ventana solo alumbraba un lugar, un gran bloque de piedra con una curiosa forma de cruz. No podía haberse hecho solo. Una fuerza como la del hamon era necesaria para crear algo así y entonces, de esa piedra….de esa piedra….

No creí vivir para ver a ese viejo llorar de ese modo. No hizo escándalo, sólo las lágrimas rodaron en su rostro. Se apretó la cara y con el puño presionó aun más la cinta. Con el rostro lloroso miró al tal Caesar y lloró más. Todos creímos que por un momento le pidió perdón moviendo los labios.

-…de esa piedra….escurrió sangre. Fresca y roja. Brillante con el sol. Y en ningún otro lado había rastro de Caesar, solo de esa piedra en forma de cruz salía sangre. ÉL estaba debajo. Muerto de una forma tan horrible que Lisa Lisa no soportó más y lloró. Y yo grité, lo nombré mil veces y nunca me contestó. Y lloré tan amargamente, de una forma tal que ni siquiera lo hice cuando mi abuela, padre o madre murieron. Él murió para darme ánimos, para quitarme la cobardía y entregarme ese antídoto. Dio su vida por salvarme. Dio su vida por mí. Y yo, tomé esta cinta, SU cinta, y la usé para derrotar a quien le había matado. El hecho de que él esté aquí en estos momentos no es del todo culpa mía, sino de mi tío Speedwagon. Él mandó a buscarle cuando todo había pasado ya, e hizo que la fundación lo ayudara de tal forma que pudiesen velarlo de cuerpo presente. Ellos pensaron que yo había muerto, así yo no estuve ahí, sólo cuando regresé fue que él me dijo que necesitaba enseñarme algo. Me llevó a las instalaciones de su fundación en Nueva York, donde están los avances médicos. Ahí, me dijo que lo que me mostraría sería lo más impactante que yo vería en mi vida y que, la decisión de preservarlo o no, sería toda mía.

-Entonces, que hiciste viejo.

-Lo miré, justo como lo hicieron ustedes y me solté a llorar. Resultaba que, el Hamon había dejado un poco de vida en él, y como lo encontraron rápidamente, el tío Speedwagon hizo hasta lo imposible por "salvarlo". Estaba deshecho su cuerpo, así que las probabilidades de que despertara o sobreviviera eran nulas. Aquella vez se veía tan mal, pero su rostro estaba casi intacto. Era él. Era mi amigo Caesar. El tío Speedwagon me preguntó y yo le respondí que quería verlo. Solo quería poder verle. La fundación, desde ese momento, ha realizado sus mayores avances médicos con él. Desde hace 50 años, lo visito periódicamente, le leo cosas y le cuento noticias del mundo. También de mi vida. Él está en un estado de congelación, dado que vive vegetativamente. Por esa razón no ha envejecido, la fundación lo ha mantenido así. Yo sé bien que él no va a despertar nunca y que posiblemente cuando yo muera lo desconecten. Estuvo 10 años en nueva york, curándose las heridas de cuerpo. Cuando por fin lo "sanaron" decidí traerlo a su tierra, y ponerle todas estas cosas que eran como él. Elegantes, refinadas, cuidadas y hermosas. Pueden juzgarme, como se los dije en un principio, pero de igual forma les repito que no me arrepiento de nada.

El viejo nos miró tan serio. Estaba siendo lo más sincero que alguien puede ser. Yo lo miré, sostuve su mirada por un momento y le pregunté antes que cualquier cosa.

-¿Alguien más sabe de esto?

-No. Solo lo sabía mi tío Speedwagon y cuando él murió el secreto se quedó conmigo. Aunque ahora, lo saben ustedes cuatro.

Esta vez, nadie pudo recriminar nada. El viejo había narrado algo que de verdad era muy fuerte. Me pareció notar que Avdol quería decir algo, pero el personal del edificio apareció.

-¡Sr. Joestar! Unos agentes extraños han entrado a las instalaciones.

El viejo reaccionó rápido y se levantó. Habló entonces con los hombres y se dirigió hacia nosotros.

-Es muy tarde, al parecer los agentes de Dio han ingresado a la fundación, no tenemos mucho tiempo. Por lo que me comentan los empleados de aquí, solo es gente común y corriente, pero son demasiados así que por seguridad es mejor evacuar a todos.

-Y…Sr. Joestar, ¿Qué hará con él? – Kakyoin miró a la caja de cristal y después al viejo. Tenía razón. Para una evacuación sería difícil moverlo.

-LO sacaré. Yo mismo si es necesario. Aún están en la entrada de la fundación, ésta es de las últimas plantas, hay tiempo. Pero debo moverlo con todo y caja, la caja no solo es linda, lo ayuda a estar vivo. Será difícil pero lo haré. Llamaré de una vez a otros agentes de la fundación para que se lo lleven a Nueva York.

-No podrás sacar esto tú solo, viejo.

-Lo voy a intentar. Jotarou, no los obligaré a hacer algo que no quieran.

-Pero nadie le ha dicho que no queremos ayudarle, Sr. Joestar – Avdol colocó su mano en el hombro del viejo. Aunque la historia fuera confusa, el viejo estaba desesperado, se veía que de verdad quería salvar "eso". Le dimos la razón a Avdol y comenzamos a pensar en cómo llevárnoslo. Sugerí que lo cargara Star Platinum y Magican Red. De ahí, Hierophant Green lo enredaría por cualquier cosa, y sería el respaldo de seguridad. Silver Chariot quedaría detrás por si se llegase a resbalar y Kakyoin no lo pudiese sostener con su stand.

En ese instante, en el que planeábamos todo y el viejo nos miraba esperanzado, no notamos la ausencia de Polnareff. Él seguía muy ocupado mirando al tal Caesar y la foto. De repente, comenzó a interrumpir.

-ammm, oigan.

-Calla Polnareff, estamos planeando cómo ayudar al Sr. Joestar. Debes tener aunque sea un poco de respeto. – le dijo Avdol sin mirar a verle.

-No, es en serio, escuchen.

-Polnareff san, en verdad creo que el que debería escuchar eres tú. – Kakyoin se dirigió a él molesto.

-Sí, si el plan. Pero en serio, esto es importante.

-Polnareff, si esto no te importa no te voy forzar a ayudarme, pero por favor, deja que los que sí me están brindando su apoyo sigan con su plan. Esto es realmente importante para mí.

-¡QUE SI! ¡Sacrebleu! Pero NECESITO que me pongan atención, sobretodo usted, Sr. Joestar.

Resignado, me dirigí a Polnareff y le dije.

-Yare yare daze…qué diablos quieres, Polnareff.

-Nada, solo decirles que su plan no va a ser necesario.

-Déjate de bromas – le dije.

-Pues no. Que nadie ha notado que el tipo este está despierto…llevo más de 5 minutos mirándolo y de repente abrió los ojos. Creo yo que mejor hay que hacerlo caminar, digo, ya lleva 50 años acostado.

Al principio creímos que fue una broma cruel, pero Star Platinum lo miró y notó que, efectivamente, tenía los ojos abiertos. El viejo se fue de espaldas y dijo.

-Es imposible, él…nunca había abierto los ojos.

-Oiga, Sr. Joestar, ¿En algún momento usted había tocado este Ataúd? Después de todo aunque fuese poco, Jotarou lo tocó con su Stand.

-Yo…nunca le había puesto un dedo encima.

-¡AH! Ya ve. Pues ahora está consciente.

Todos nos acercamos a verle menos el viejo. Tenía los ojos abiertos, pero parecía que no estaba despierto. No se movía y pensé que era una especie de reacción muscular. Cuando decidí ir por el viejo noté que ese sujeto, ese tal Caesar, me miró fijamente. Parpadeó entonces y con su respiración empañó un poco el cristal. Alzó su mano, chocando con la caja y lo limpió. Fue tan raro, sentí su mirada muy clavada en mí, aquellos ojos verdes penetrantes y brillantes. Fue un momento en el que me sentí inútil ante él y ni siquiera noté que el viejo se comenzó a acercar. Entonces, ese sujeto frunció el seño, se veía confundido, y al mirarme un poco dijo torpemente.

-Jo…Jo….

Noté que después él mismo dudó. Comenzó a recobrar su conciencia bien y se dio cuenta que estaba en una caja de cristal. Notamos como se fue desesperando y el viejo no podía articular palabra alguna. Comenzó a pegarle a la caja y supusimos que era mejor sacarlo, así que miré al viejo y corrió al cajón del buró a buscar la llave. El tal Caesar nos miró con odio, a pesar de no saber qué pasaba se creía encerrado. En ese momento se tranquilizó, colocó ambas manos en la parte de arriba del ataúd y respiró hondo y tendido. El ataúd se comenzó a cuartear y un rayo naranja corrió por todo el cristal. Cuando entendí lo que estaba haciendo grité rápidamente.

-¡ATRÁS!

Haciendo que los demás retrocedieran y se agacharan. El ataúd explotó y el sujeto cayó al piso. Se levantó rápidamente, aunque él mismo se veía débil, y se puso en guardia.

-¡¿Dónde estoy y quien rayos son ustedes?!

Nos lanzó un ataque con burbujas, tal y como el viejo había dicho y nos dañó un poco. Tuvimos que esquivarlo y tratar de atraparle. Comenzó a correr alrededor de la habitación, tratando de ubicarse y notó que estaba en roma al romper una ventana. Así sonrió un poco y gritó.

-No sé qué rayos esté pasando, pero más les vale que él esté bien. Me desharé de ustedes, pero antes me dirán donde lo tienen.

El viejo estaba oculto, detrás de lo que quedó de la caja de cristal, él solo veía mientras nosotros nos desesperábamos por atraparlo. Kakyoin se extrañó y le preguntó.

-¿De quién hablas? ¿A quién más piensas que capturamos?

El sujeto nos miró tan confiado. Desprendía un aura extraña y un curioso valor, pero estaba molesto y parecía estar más molesto por el otro tipo que decía que por él mismo. Sin rodeos, le contestó fiero a Kakyoin.

-Pues de quien más, ¡de JOJO!

Kakyoin me miró, pero supo rápidamente que no hablaba de mí. Atrás, escuchamos un sollozo y supimos que el viejo estaba más que impresionado. Le abrimos camino y comenzó a avanzar. El tal Caesar solo se puso en guardia y bajó un poco cuando notó que se acercaba un hombre de edad llorando.

-Oiga usted, no piense que por ser mayor voy a ser benevolente. Estoy buscando a alguien y haré lo que se por encontrarle, así mejor quítese, signore.

El viejo se paró frente suyo. Se limpió un poco las lágrimas con el brazo y se quitó el sombrero. Se acercó a él con una sonrisa pequeña en el rostro y le extendió la foto.

-¿Qué…es esto?

-Lisa lisa mandó a mi maestro a tomárnosla cuando salimos del entrenamiento con aceite. Ella nos miró y dijo que para cuando fuera la tercera vez que hiciéramos eso, nos invitaría a cenar con vino.

-Usted….cómo sabe eso….

-Sólo mira bien.

El tipo miró al viejo y observó la foto. Era una fotografía extraña en donde el viejo salía sobre el tal Caesar recargado mientras el otro estaba sentado en el piso con las piernas cruzadas. En la foto el viejo sonreía como un idiota y el tal Caesar parecía molesto. En este preciso momento no era así. El viejo tenía un rostro triste y el tal Caesar estaba preocupado y confundido. Se acercó más al viejo y lo miró fijamente, chocó su mirada con la de él. Miró la foto de nuevo y, quedando a unos escasos centímetros del rostro del viejo dijo titubeando.

-¿Jo…..Jo….?

-Verry Nice, Caesar chan.

Cuando el viejo le contestó, sonrió soltando unas lágrimas. El tal Caesar solo se tapó la boca con ambas manos y se desplomó. No entendía nada pero estaba seguro, quien sabe cómo, de que le viejo, era la persona que buscaba.

-¡¿Pero COMO?!

-Pasaron 50 años.

-No lo entiendo….

-No es necesario que lo hagas ahora….

El viejo le abrazó entonces. Largo y tendido, y lo apretó casi tan fuerte como a la cinta de su cabello. El sujeto solo se asombró, pero comprendió que él no era el único afectado. Abrazó al viejo también y sonriendo le dijo.

-Mamma mia, me da tanto gusto que estés bien, cómo sea que andes y los años que tengas.

-No tengo tiempo de explicarlo ahora, pero debes confiar en mí. Caesar, debemos correr para escapar de este sitio.

-¿Te refieres a éstos sujetos?

Nos señaló y se puso en posición defensiva otra vez.

-No, no. Ellos son amigos. Alguien más está atacando el sitio, así que necesito que tomes un helicóptero a Nueva york. Hablaré con unas personas para que te expliquen y después te veré en un tiempo.

-Eso NO va a pasar.

El sujeto miró al viejo fulminantemente. Era muy fuerte y serio, estaba seguro de que no se iría sin explicaciones y mucho menos sin el viejo. Así, me miró un momento y me sorprendió mucho; no pude contener su mirada y retiré la mía. El viejo entendió y preocupado tomó el hombro del tal Caesar y le dijo.

-Ven con nosotros y yo te lo explicaré todo, pero debo decirte que nos dirigimos a un sitio peligroso para salvar a mi hija y, tal vez, al mundo de una de las peores amenazas que han surgido.

Esperamos en silencio su respuesta y, aunque estaba completamente abrumado, miró al viejo y sonriendo le dijo.

-No sería la primera vez que te ayudo en algo así.

-Muy, muy bien, Caesar chan.

-No me digas "chan".

El viejo sonrió y el tipo también. Entonces nos dio la señal y comenzamos a correr. Aunque al principio no podía hacerlo bien, rápidamente se acostumbró y se volvió más veloz. Antes de salir del cuarto, el viejo sacó una bolsa negra de uno de los cajones del buró y le dio la cinta que tenía en su bolsillo.

-Creo que esto te servirá más adelante.

El tipo lo tomó y corrió. Llegamos rápido a un helicóptero y pudimos ver que todo el personal evacuó. Cuando nos subimos, el viejo le indicó al piloto que cambiara de ruta y que nos llevara a dónde estábamos y no a Nueva York. Una vez arriba, el tipo abrió la bolsa y sacó unas ropas. Guardó el ella su sombrero y se colocó unos pasadores en forma de plumas. Luego se puso la cinta y miró hacia afuera por la ventana. El viejo nos dijo.

-Muchachos, les presento a mi mejor amigo, Caesar Antonio Zeppelli.

Él se sentó cruzando la pierna, usó una pose de total confianza y sin vacilar sonriendo, nos dijo.

-Ciao, Il mio piaccere

No supe porqué, pero me inquietaba demasiado, creí que a Kakyoin también. Pero el viejo estaba tan feliz, tan tranquilo, que nadie dijo nada. Sería un viaje largo, para poder hablar bien con el tal Caesar.