"El negro es por la noche, que acecha durante el día"

La noche le daba la perfecta oportunidad de meditar todo lo que pasaba a su alrededor. A simple vista, Noland era un hombre muy despreocupado, amigable, bromista y, hasta cierto punto, bonachón. Era bastante querido por sus compañeros, los otros Frontier Brains, e incluso, los entrenadores que habían luchado contra él, sin importar el resultado de las batallas que se libraron en la Fábrica de Batalla, también le estimaban. Él era, en pocas palabras, una persona imposible de odiar.

Pero esa misma noche se quedó pensando más de lo normal. Escudriñando entre su corazón, se dio cuenta que de verdad sentía algo por Greta. Y no era para menos, después de pasar tanto tiempo con ella, conociéndola y apoyándola en los pocos momentos de debilidad que ella tenía, ¿qué más quedaba por conocerle?

El problema recaía en lo poco que confiaba en sí mismo. Le mortificaba pensar que, si llegaba a declarársele, ella lo tomara en broma, o peor, que le rechazara severamente.
-Bah, ya me ha pasado antes –se dijo a sí mismo

Lidiar con Greta era difícil. Ella era algo proclive a tratar de cursi cualquier muestra de amor que no fuera el tipo de amor entre amigos. Lamentablemente, una cosa como amistad entre hombres y mujeres no existía.

Noland bostezó, cansado. Sería mejor dormir y dejar sus pensamientos para la próxima noche.