TADAIMA, OKAERI
El laboratorio número 2 de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad N solía ser un lugar más o menos pacífico. No obstante, en las últimas dos semanas se había vuelto un completo caos, exactamente desde que Fukushima sensei había encargado a los que aquí trabajaban un proyecto importantísimo para el cual solo tenían un mes de plazo. Y por supuesto, también desde que cierto asistente en especial se había ido durante dos semanas a la ciudad de Hamamatsu para su capacitación respectiva.
– Oigan ustedes dos, les dije que vigilaran los cultivos A, B y C, y que tomaran nota de cada reacción, ¿no fui claro acaso? ¿Por qué los récords están casi vacíos?
– ¡Go-gomen nasai! – se disculpó Shouta haciendo una reverencia – Se me pasó escribir los datos, pero todo está en mi cabeza, en serio.
– Sí, Tatsumi-senpai, nos dividimos el trabajo, yo también ahora mismo apuntaré cada detalle. – se excusó Ayano.
– Más les vale, porque este proyecto es importante, no quiero que se eche a perder. – dijo amenazadoramente con su característica aura maligna.
Shouta y Ayano no tuvieron tiempo ni de temblar. Debían apurarse si no querían que el tirano sacara su látigo o su bolsa de piedras. Horas después, cuando el trabajo ya estaba un poco más estabilizado, Souichi suspiró satisfecho. Shouta se acercó a Ayano y le dijo al oído:
– Nee, Miharu-san, ¿no crees que Tatsumi-senpai está un poco más irritable que de costumbre estos días?
– Ni me digas, me siento aterrada de cometer un solo error, sin embargo, ahora también nos culpa por no poder hacer todo a la vez como él.
– Sí, a veces no sé si admirarlo o temerle a muerte.
– ¿Qué tanto andan cuchicheando?
– ¡Nan-nande mo nai! – respondieron al unísono.
– Eso espero… Bueno, voy al baño un momento. Cuando hayan terminado, pueden irse.
– Tatsumi-senpai, ¿otra vez vas a quedarte a vigilar los experimentos? ¿No has estado haciéndolo ya durante toda esta semana?
– Es inevitable, el proyecto está en su punto crítico, no podemos descuidarnos.
– Pero no estás comiendo ni durmiendo bien…
– Ya lo haré a fin de mes. – respondió sin darle importancia al asunto – En fin, otsukare. Mata nee.
– ¡Otsukaresama deshita, Tatsumi-senpai! – exclamaron ambos haciendo una reverencia.
Souichi cerró la puerta tras de sí y desapareció del lugar. Cuando estuvieron seguros de que el científico se había ido, se miraron con alivio.
– Tatsumi-senpai podrá ser muy aterrador y lo que sea, pero últimamente se le ve agotado, creo que está abusando de su cuerpo. Y va a enfermarse si sigue así.
– Morinaga-san llega mañana y se va a alarmar mucho al ver en qué estado se encuentra. – recalcó Ayano.
– Esperemos que al menos pueda hacerlo entrar en razón.
– Es el único que podría hacerlo, ¿nee?
– Exactamente.
El tirano más workaholic de la universidad caminaba por el pasillo con dirección al baño despertando todo tipo de miradas en el camino, sobre todo de miedo y respeto extremo.
– ¿Qué le pasa a esta gente? ¿Nunca han visto a un científico?
Una vez dentro del baño, se miró al espejo y se notó pálido, con ojeras y se dio cuenta de que ni siquiera se había peinado esa mañana.
– Qué horror, me veo peor que de costumbre. ¿Será por eso que la gente me anda mirando raro?
Se quitó los lentes para lavarse la cara, se los volvió a colocar y se dirigió al laboratorio de nuevo. Durante un par de horas más se concentró en vigilar los cultivos hasta que el reloj marcó las 10 pm. Dejó todo en orden dando por terminada su jornada laboral y cerró la puerta con llave antes de marcharse. Cuando llegó a casa y apenas abrió la puerta, se encontró con un terrible desorden en cada rincón.
– Kuso… Cuando ese chico desaparece, todo es un desastre. Y solo han pasado dos semanas…
Tomó una escoba y trató de barrer un poco, pero le pareció que solo ensució más. Se rindió al ver que no servía para eso, y prefirió darse una ducha rápida y relajante. Acto seguido, abrió la refrigeradora a ver si encontraba algo, a pesar de saber perfectamente que no había comprado nada esas últimas dos semanas y había estado sobreviviendo tan solo con lo que Tetsuhiro había abastecido a la máquina antes de irse. Suspiró resignado deliberando qué hacer, cuando de pronto divisó algo al fondo. Era una sopa instantánea pequeña, pero pensó que sería suficiente por esa noche. Vio la fecha de vencimiento recordando la insistencia con la que Tetsuhiro siempre le decía que era indispensable hacerlo.
– Se venció ayer… Bah, al diablo, tan solo es un día…
Mientras calentaba la sopa en el microondas, empezó a vagar por sus pensamientos.
– Mañana llega Morinaga… Me llamó un par de veces, pero siempre estuve ocupado para responder y me escribió varios mensajes, dos por día, y yo tan solo respondí a uno en las dos semanas, porque estaba concentrado en el proyecto... ¿Estará molesto por eso?
Sacó a tiempo la sopa del artefacto, pero aun así terminó recalentada.
– Maldita sea, ni siquiera puedo calentar una sopa en el microondas…
Empezó a tomar la sopa a pesar de su desagradable sabor y sin saber por qué sintió que una tristeza le invadía el pecho. Cerró los ojos y suspiró dolorosamente.
– ¿Qué clase de persona soy?
Estaba tan absorto en sus cavilaciones que no sintió cuando la puerta se abrió repentinamente y la persona que ocupaba su mente en ese instante habló con su característica voz entusiasta.
– ¡Tadaima, Senpai!
Souichi dejó caer los ohashi y se quedó inmóvil al ver a la persona en cuestión, como si el hecho de haber estado pensando en él lo hubiera llamado y traído en un segundo.
– ¿Qué… có… cuán…?
– ¡Maa, Senpai! – dijo mientras se sacaba los zapatos – Se ve que no me esperabas, ¿estás sorprendido? ¿O será que estabas pensando en mí? – bromeó pícaramente.
– Ba…baka, claro que no esta...
Senpai de pronto reparó en todo lo que su kouhai llevaba consigo. Aparte de su maleta, traía 2 bolsas repletas de verduras, frutas, carne, pollo, cerdo, arroz, azúcar, entre otros. Venía muerto de cansancio desde tan lejos y había pensado en comprar todo eso para abastecer la casa. Y no solo eso. Apenas dejó todo en la mesa, se lavó las manos con toda la intención de preparar la cena.
– ¿Qué se supone que…?
– Compré muchas cosas, Senpai. ¿Qué se te antoja hoy? Puedo hacer pescado guisado, pollo con verduras o…
– Chotto matte, Mori…
– ¿Ehhhh? – exclamó incrédulo Tetsuhiro al abrir la refrigeradora y no encontrar literalmente nada – Senpai, ¿no has comprado absolutamente nada? Sé que dejé bastantes cosas como para dos semanas, pero en algún momento se te tienen que haber terminado. Dime una cosa, – dijo mirándolo algo molesto – ¿qué has estado comiendo estos últimos días?
– Bu-bueno, yo…
Souichi se sentía un poco ridículo. Balbuceando y no sabiendo qué inventar como si fuera un niño pequeño ante sus padres después de haber hecho una travesura e intentando excusarse. Y lo que más le avergonzó fue la sopa pasada de fecha y recalentada que tenía entre sus manos.
– ¡Ahhhh! – exclamó el joven asistente acercándose a su Senpai – ¡Senpai, estás pálido y con ojeras! Dios, y has adelgazado mucho. – dijo tomando su mejilla – ¡No puede ser, y yo tan lejos sin saber nada de nada!
– ¡No seas tan dramático, Morinaga! No es para tanto y sí he estado comiendo… – mintió inútilmente – Así que ya cálmate.
– ¿Pero cómo quieres que me calme si me voy por dos semanas y tú descuidas tu alimentación, tu sueño y tu salud? ¿Cómo va a ser cuando tenga que quedarme más de un mes allá?
– ¡Ya basta! – vociferó el de cabello largo golpeando la mesa – Deja de preocuparte estúpidamente por mí. ¿Qué hay de ti? ¿Vienes muerto de la capacitación y te vas a comprar todo esto y encima pretendes cocinar? ¡Ni siquiera te has sentado a descansar medio minuto!
El joven asistente enmudeció. Senpai era en verdad adorablemente impredecible. El jovencito de ojos verdes sonrió débilmente, se acercó al otro y lo abrazó fuerte para trasmitirle calma y seguridad.
– Senpai, Senpai… Por favor, no te molestes, solo estoy preocupado por ti. Yo estoy bien, tengo más resistencia física de la que piensas, pero tú eres tan frágil y…
– ¿Me estás diciendo debilucho? – dijo ya menos molesto.
– Jamás, Senpai, pero manejo el estrés mejor que tú y eso no me lo puedes negar.
Souichi no pudo lanzar ningún argumento contra esa gran verdad.
– Senpai… – susurró profundizando el abrazo – te extrañé tanto…
– So-solo fueron dos semanas, estás exagerando. – contestó tratando de no sonar nervioso, pero sin intentar escapar del abrazo – ¿Y cómo es que llegaste hoy?
– Ah, es que encontré boleto para hoy en la noche, así que lo compré sin dudarlo. Moría por verte…
– Qué tonterías dices… – murmuró tomándole el antebrazo como solía hacer siempre.
– ¿No te alegra tenerme en casa antes?
– Me daba lo mismo hoy o mañana…
– ¡Hidoi, Senpai! – reclamó fingiendo enojo.
Senpai rompió el abrazo y se alejó de su kouhai. Se fue a sentar al sofá y prendió la televisión sin ninguna intención de sintonizar algún canal en específico, tan solo quería alejarse un poco de su asistente, ya que sin saber por qué, había empezado a sentirse un poco extraño en ese abrazo. Mientras tanto, Tetsuhiro insistió en cocinar y Souichi no pudo negarse más, ya que su sopa había estado horrible y se moría de hambre.
– Y bueno, cuéntame qué tal van los experimentos.
– Pues más o menos, Fukushima sensei nos encargó un proyecto y solo nos dio un mes para terminarlo. – contó a detalle – Ya pasaron dos semanas, pero vamos bien.
– Un mes, ¿ah? Ya veo por qué has estado tan metido en el laboratorio y no has tenido tiempo para nada. Compré todo lo necesario para dos semanas, pero esta vez antes de irme te dejaré una lista de todo lo que debes comprar a partir de la tercera.
– ¿Tan inútil me crees?
– ¡No he dicho eso en ningún momento! Senpai, solo quiero ayudarte.
– ¡He sobrevivido bastante bien en estas dos semanas, así que no me creas tan estúpido!
Ambos guardaron silencio y miraron a su alrededor. La casa era un desastre, la refri estaba vacía, el cuarto de Senpai estaba desordenado y su ropa estaba tirada por todos lados. Si a eso le llamaba sobrevivir… Souichi se sonrojó un poco y comenzó a tartamudear.
– Bu-bueno, los quehaceres domésticos no son lo mío y no soy ama de casa…
– No tienes que sentirte mal, Senpai, tienes toda la razón. No te enojes, por favor. – pidió en un tono un poco melancólico – Más bien dime qué tal vas con Tadokoro-kun y Miharu-san.
– ¿Ah, ellos? Pues aprenden bastante rápido, aunque a veces me irrita su lentitud. Y por momentos me miran extraño. ¿Será que me tienen miedo?
– ¡No, qué va! – rió Tetsuhiro mientras añadía las verduras a la sartén.
– ¿Eso fue una ironía? – preguntó el tirano arqueando una ceja y a punto de volver a encolerizarse.
– Para nada, solo que a veces eres un poco… irritable, Senpai.
– Bueno, así nací, ¿tienes algún problema con eso?
– Claro que no. Por favor, no quiero pelear contigo hoy.
– Entonces no hagas comentarios innecesarios.
– Sumimasen. – se disculpó algo cabizbajo.
Souichi tragó en seco y simuló estar prestando atención a un programa de TV. ¿Por qué se sentía tan irritado? Y sobre todo, ¿por qué no salía de su boca un solo comentario amable esa noche? Miró a su kouhai que estaba en la cocina preparando un pollo con verduras que, dicho sea de paso, le salía de maravilla. Tenía esa idiota sonrisa en el rostro y sus ojos brillaban de emoción. Era feliz tan solo con estar al lado de su Senpai y poder atenderlo y mimarlo después de dos semanas sin haberlo visto. Fue ahí cuando el tirano reflexionó y se sintió muy mal. Apagó la tele y se acercó a él tímidamente. Tetsuhiro ya casi había terminado de cocinar, y al percatarse de su presencia, abrió los ojos sorprendido y hasta se puso un poco nervioso.
– ¿Su-sucede algo, Senpai?
– Mmm, solo quiero saber si puedo ayudarte en algo… – preguntó sin mirarlo a los ojos.
– Ayúdame con el café, ¿quieres? – pidió sonriente.
– De acuerdo. – obedeció cogiendo la cafetera.
Quedaron en silencio unos minutos mientras el más joven servía los dos platos de comida y el mayor servía el café. Se sentaron a la mesa y de repente se miraron a los ojos al mismo tiempo. Souichi dudó antes de hablar.
– Es-estás molesto, ¿verdad?
– ¿Eh? No, Senpai, claro que no, más bien pensé que tú lo estabas.
– No lo estoy, no contigo, sino más bien… conmigo. – confesó avergonzado.
– ¿Pero por qué?
– Porque no sé hacer nada…
– Senpai, tú eres un genio de la ciencia, los quehaceres no son lo tuyo, y además estás muy cansado para realizarlos. Es solo eso. – explicó mientras comía.
– Omae… siempre estás exagerando – No soy ningún genio… y en todo caso tú también eres muy listo y hábil, y aun así sabes hacer las cosas de la casa.
– Te conté que eso es porque he vivido solo mucho tiempo, sino tal vez no habría aprendido, ¿no crees?
El jovencito sonreía alegremente y su Senpai no podía creer cómo una persona era capaz de estar alegre y sonriente la mayor parte del día. Le habría gustado que fuera contagioso, pero su carácter tiránico era muy difícil de cambiar de un momento a otro. Es más, algo le decía que jamás lo lograría.
– ¿Quieres más café, Senpai? – preguntó cogiendo la taza de su compañero.
– Yo puedo hacerlo, no tienes que…
Sin querer, ambos habían cogido la taza al mismo tiempo, por lo que sus manos terminaron tocándose. Ninguno se movió por varios segundos, pero Souichi bajó la mirada avergonzado y se sonrojó a sobremanera. Al darse cuenta de lo que estaba pasando, retiró su mano de golpe y se puso de pie dispuesto a huir del lugar. Sin embargo, el chico más alto se apresuró a detenerlo tomándolo del brazo haciendo que se girase y lo mirara de frente. Souichi empezó a temblar y se sintió de cierta forma estúpido. Habían hecho muchísimo más que eso, pero él no podía evitar seguir ruborizándose cada vez que su kouhai lo tocaba o miraba de ese modo.
– Se-será mejor que vaya a dormir, mañana debo ir temprano al laboratorio…
– Ah, claro… – murmuró Tetsuhiro pero no quiso soltarlo.
– Gochisousama. – pronunció quedamente Senpai tratando de irse.
– Matte, Senpai…
– ¿Qué sucede? – dijo sin voltear para que el otro no notara cómo se incrementaba su sonrojo.
– ¿Puedes decirme "Okaeri"? – pidió inocentemente.
– ¿Ah? Otra vez con tus niñerías.
– Onegai… Son dos semanas que no lo escucho…
Souichi desvió la mirada y frunció el ceño lo más que pudo a causa de la frustración y enfado que le causaban las peticiones absurdas de ese chico. ¿Ceder o no ceder? Ese era el verdadero dilema.
– O… Oka… Okae…
Senpai era realmente adorable a ojos de Tetsuhiro. ¿Cómo podía avergonzarse de decir una frase con la que lo recibía comúnmente y que ni siquiera tenía una connotación de doble sentido o algo por el estilo? Pero supuso que era porque sabía cuán importante y especial era esa palabra para el kouhai y eso le hacía sentir intimidado y nervioso. Senpai seguía agregando letra tras letra a la palabra hasta que en voz casi imperceptible por fin pudo terminarla.
– Okaeri… Morinaga…
Al ver la expresión de satisfacción y triunfo de su asistente, el científico mayor se llenó de una rabia irracional y le dio una bofetada que casi le hace perder el equilibrio.
– ¡Senpai! ¿Por qué me golpeas, qué hice ahora?
– ¡Eso fue por hacerme decir estupideces! – gritó sacudiendo su mano que también había quedado adolorida – Me voy a dormir, tú también deberías hacerlo.
– Tienes razón, mañana tenemos que ir al laboratorio y…
– ¿Cómo que tenemos? Yo iré solo, tú te quedarás en casa a descansar. Mañana no tienes clases, sino pasado, aprovecha el día para dormir, ¡baka!
– Senpai, me basta con descansar esta noche. Quiero ayudarte.
– Ya te dije que no. Y cuando digo no es no.
– Mmm, souka… – dijo acercándose peligrosamente hacia su presa – Entonces tendré que convencerte de otro modo… – murmuró tomándolo de la cintura con un brazo y atrayéndolo hacia él.
– Cho-chotto, ¿qué crees que estás haciendo? ¿No fue suficiente ya lo anterior?
– ¿Un mini abrazo después de dos semanas? ¡Debes estar bromeando!
– ¡Eres incansable!
– Un poquito, sí… – dijo en voz baja.
Su mano libre ascendió para tomar su rostro y sus dedos acariciaron el lóbulo de su oreja izquierda. Los ojos de Souichi se cerraron automáticamente y ni pasados tres segundos, sintió los labios de Tetsuhiro sobre los suyos iniciando un beso que les supo a ambos a una bienvenida tardía. En un instante, Senpai sintió cómo la sangre y el calor se le subían a la cabeza, mas ni siquiera intentó forcejear. Recibir un beso de Tetsuhiro después de dos semanas fue mortal para su pulso, el cual se disparó a más de 100 bpm.
– Nee, Senpai… – susurró entre suspiros – Vayamos a mi cuarto…
Souichi salió del trance momentáneo y le dio un golpe tan fuerte en la cabeza que lo hizo gritar de dolor.
– ¡Senpai, hidoi!
– ¿Estás muerto de cansancio y aun así quieres hacer cosas pervertidas? Eres un animal, Morinaga. Si solo regresas para eso, mejor ni vengas la próxima. – gruñó huyendo a su cuarto apenas tuvo la oportunidad de escapar.
– Chotto, Sen… Ahhh… – suspiró todavía sobándose la zona afectada – Siempre tengo la impresión de que soy el único que lo extraña… Me siento como un estúpido…
Tetsuhiro aún adolorido se dirigió a su habitación. Trató de desempacar un poco, pero estaba demasiado agotado, por lo que solo sacó de su maleta lo indispensable. Se dio una ducha veloz, se puso el pijama y se lanzó a la cama. Antes de caer dormido, una última reflexión invadió su mente.
– Cuando pienso que finalmente Senpai y yo hemos avanzando un paso, siento que retrocedemos un continente. A pesar de que dijo que no huiría más, es exactamente lo que está haciendo, pero… ¿por qué? Las últimas veces estuvo tan dispuesto y sé que lo disfrutó. Quiero sentir otra vez que Senpai me necesita, que me desea... Su corazón es realmente difícil…
Mientras tanto, en la otra habitación, Souichi simplemente no podía dormir. Estaba cansado, sí; estaba agotado, sí, sí, pero no podía conciliar el sueño. ¿Su kouhai estaría enojado? ¿Habría hecho bien en rechazarlo esa noche? ¡Pero claro que había hecho bien! Ambos estaban muertos de cansancio y necesitaban dormir y no hacer cosas pervertidas que los agotarían más, al menos a él. De repente recordó que Tetsuhiro regresaría a Hamamatsu en solo una semana, por lo cual, conociendo a su kouhai, eso era inminente e inevitable.
– ¿Por qué estoy pensando en esas tonterías? ¡Necesito dormir!
Pero el sueño no llegaba y Senpai desesperaba. Decidió levantarse al baño y luego tomar un poco de agua. De regreso a su habitación, se dio cuenta de que la puerta de Tetsuhiro estaba ligeramente abierta. Sabía que no debía entrar, pero igual lo hizo. Avanzó un poco y lo vio durmiendo plácidamente a medio tapar, pues parte de la sábana casi rozaba el suelo.
– Quien lo viera así no creería que es un pervertido…
Souichi dio media vuelta y estuvo a punto de salir del cuarto, cuando sintió un movimiento en la cama y algo así como un ligero gemido seguido de la frase más inesperada que habría podido escuchar en un momento como ese.
– Ta… daima, Sen… pai…
El mayor quedó petrificado en su sitio durante casi un minuto. Luego, como si sus piernas se movieran solas, se acercó a la cama y con una mano, que tampoco parecía querer obedecer a su cerebro que le gritaba que saliera de aquella habitación cuanto antes, tocó ligeramente su cabello. Sus dedos temblaron al contacto y su corazón enloqueció. Al caer en cuenta de lo que estaba haciendo, se separó de golpe, salió casi corriendo de ahí y volvió a su cuarto. Cerró la puerta y de espaldas contra esta, llevó ambas manos a su pecho para tratar de calmar su acelerado corazón.
– Maldita sea…
Ya era martes en la mañana y ambos científicos se preparaban para ir a la universidad. Por más que Souichi insultó y golpeó a Tetsuhiro, este insistió en acompañarlo al laboratorio. Quería estar con él el mayor tiempo posible antes de tener que irse a Hamamatsu otra vez. Ya en el laboratorio, Shouta y Ayano lo recibieron con mucho entusiasmo preguntándole cómo le había ido en esas dos semanas fuera de Nagoya.
– ¡Nos alegra mucho verte, Morinaga-san! – exclamó Ayano con un brillo en los ojos.
– A mí también me alegra verlos. – respondió sonriente – Se ve que han estado haciendo un buen trabajo. Por cierto, gracias por cuidar de Senpai en mi ausencia. – dijo haciendo una pequeña reverencia.
– Morinaga-senpai, no tienes por qué agrade…
– ¿Qué demonios andas agradeciendo, soy tu hijo acaso? – reclamó el aludido tomándolo del cuello de la blanca bata.
– Gomen nasai, gomen nasai, es solo que…
– ¿Y cuándo debes regresar a Hamamatsu? – interrumpió Shouta para evitar que Tetsuhiro fuera asesinado frente a sus propios ojos.
– Ah, pues, el próximo martes.
– ¿Oh, tan pronto? – dijo Ayano con un dejo de tristeza.
– Sí, y me quedaré por tres semanas. – Ah, tres semanas, tres largas semanas. Me va a costar tanto alejarme de Senpai nuevamente y por tanto tiempo. Me pregunto si yo también le hago falta, aunque sea un poquito… – pensó mirándolo con nostalgia.
Senpai notó que su kouhai no le quitaba la mirada de encima y no precisamente por la razón habitual. Estaba casi seguro de que era por el hecho de que se iría en una semana y se ausentaría otras tres. Dejó pasar unos minutos y se acercó a él disimuladamente sin que los demás se dieran cuenta.
– Morinaga, ¿cuántas veces tengo que decirte que me molesta que pongas esa cara? – preguntó algo irritado.
– Gomen, Senpai, es que…
Souichi se cruzó de brazos y arqueó una ceja mostrando su incomodidad. Tetsuhiro bajó la mirada como si en el pavimento se encontrara la solución a sus problemas. En ese instante, Yamaguchi entró al laboratorio y cortó su conversación.
– Ah, Morinaga, qué bueno verte después de tantos días, ¿cómo te ha ido en S Pharma?
– Es un poco matador, pero estoy contento, estoy aprendiendo mucho. – contó sonriente.
– Eso es genial, ¿nee? Por cierto, Fukushima sensei me pidió que te buscara porque imaginaba que vendrías hoy, creo que necesita hablar contigo.
– De acuerdo, pero... – dudó mirando a Souichi.
– Anda, anda, debe ser importante, yo puedo continuar con estos. – indicó señalando a Shouta y Ayano.
– Estos – pensaron ambos nerviosamente.
Tetsuhiro se encontró con Fukushima sensei quien lo recibió amablemente en su oficina, ya que estaba en pausa en ese momento. Le preguntó cómo le estaba yendo en S Pharmaceuticals y le dijo que le alegraba verlo y saber que estaba haciendo un buen trabajo en Hamamatsu.
– Morinaga-kun, he recibido muy buenos comentarios sobre ti del personal de capacitación de la empresa.
– Me siento muy halagado, sensei. Solo me estoy esforzando para dejar en alto el nombre de la universidad. Y por supuesto, también el nombre de…Tatsumi-senpai. – confesó sin poder evitar emocionarse al mencionarlo – Yamaguchi-kun me dijo que me estaba buscando, ¿sucedió algo?
– Bueno, sí. El fin de semana habrá un congreso de Toxicología en Fukuoka y quería saber si estabas interesado en ir. Tengo dos… no, tres plazas vacantes.
– ¿Fukuoka? – pensó con nostalgia pero trató de disimular – Me encantaría, además no regreso a Hamamatsu hasta el próximo martes, el fin de semana estoy libre.
– Me alegra oír eso. Daré todos tus datos entonces a los organizadores para que reserven la plaza, el hotel y todo lo demás.
– Eh, sensei… ¿le ha comentado sobre este congreso a Tatsumi-senpai?
– Se lo iba a decir en estos días, pero como le encargué un proyecto importante, no sé si pueda o quiera.
– ¿Eh? ¡Pero a Senpai le encanta la toxicología, definitivamente aceptará!
– Tienes razón, aunque no quiero estresarlo demasiado. Ya sabes cómo se pone cuando se estresa…
– P-pues sí… – Y lo peor es que se desquita conmigo – Entonces, ¿se lo dirá?
– Encárgate tú, estoy seguro de que lo convencerás. – declaró mirando su reloj – Oh, tengo clase en diez minutos, debo irme. Fue un gusto verte, me avisas qué te dijo Tatsumi-kun para reservar las dos plazas de una vez.
Tetsuhiro hizo una reverencia y salió de la oficina para dirigirse al laboratorio. Tenía una mezcla de sentimientos, entre los cuales prevalecían el miedo y la incertidumbre.
– Si Senpai acepta ir conmigo, ¿se desinhibirá más que en la casa? En Canadá estuvo muy sensible y ansioso aunque no lo admita nunca. Tal vez aún haya esperanzas…
El joven estudiante entró al laboratorio y se sorprendió al ver que los dos asistentes de su Senpai no se encontraban ahí ya.
– Senpai, ¿y los asistentes?
– Se fueron a almorzar. Creo que tenemos un poco de tiempo para hacerlo nosotros también. – anunció quitándose el mandil.
– Ah, Senpai. – dijo tomándolo del brazo.
– ¿Qué pasa?
– Hay algo… hay algo que quiero decirte…
¡Konnichiwa, Jane Ko desu! Aquí y ahora oficialmente doy inicio a mi primer fanfic de "Koisuru Boukun" en honor a Tatsumi Souichi y Morinaga Tetsuhiro a quienes amo con toda mi alma. Espero que disfruten leer este fic tanto como yo estoy disfrutando escribiéndolo. El título es largo, así que pueden referirse a él como HoneyGreen. Suena bonito, ¿nee? Jeje. Para hacer este proyecto más interactivo, dejaré pistas y preguntas al final de cada capítulo para que puedan opinar y comentar en los reviews. Desde ya, mil gracias por su acogida.
¡Nos vemos pronto si Miss Inspiration me acompaña!
Para el Capítulo 2:
Pista: Promesa
Pregunta: ¿Cómo creen que Senpai tome lo del viaje?
Ja nee!
**Jane Ko**
