Disclamer: Todos los personajes aquí presentes con la clara excepción de Los latinos pertenecen a Himaruya. La trama pertenece a Marissa Meyer, quien con su magnífico libro "Cinder" me inspiro a formar esta historia.
Advertences: Malas Palabras, Trama confusa, Primera vez de la escritora, U.A, un poquito de OoC y muchos OC
Summary: Con dieciséis años, Isabela "Norte" González es considerada un error tecnológico por la mayoría de la sociedad y su estricta madrastra. Aun así, ser una cyborg tenía sus beneficios: la interface cerebral de Norte le daba la increíble capacidad de reparar cosas (robots, androides y sus propias partes rotas), dándole esto la reputación de la mejor mecánica en toda Nueva Aztlan. Esta reputación trae al propio Príncipe Alfred en persona a su taller semanal en el mercado, necesitándola para reparar un androide roto antes del baile anual. El bromea llamándolo un "asunto de seguridad nacional", pero Norte sospecha que es más serio de lo que él le dice.
Aunque sorprendida por la visita del príncipe, las intenciones de Isabel son súbitamente cambiadas cuando su hermano, y único amigo humano, es infectado por una plaga fatal que ha estado devastando la tierra por más de una década. Acusando a Norte de la enfermedad de Alejandro, su madrasta la ofrece como voluntaria para la investigación de la plaga, un "honor" del que nadie ha podido sobrevivir.
Pero a los científicos no les toma mucho tiempo descubrir algo inusual en su nueva rata de laboratorio. Algo por lo que muchos matarían.
Pa'que no se pierdan:
Italia Veneciano AKA Feliciano Vargas
México Norte AKA Isabela Hernández González
México Sur AKA Alejandro Hernández
Puerto Rico AKA María Jones
United States AKA Alfred Jones
Finland AKA Tino Väinämöinen
Sealand AKA Peter Väinämöinen
Sweden AKA Berwald Oxenstierna
Y esos son todos…. por ahora.
Para empezar aquellos que ya hayan leído Cinder van encontrar similitudes entres la historia y el libro pero desde este momento aclaro que aunque ocurre más o menos en el mismo universo, la trama no va a ser la misma. Necesitaba utilizar esta parte porque, en los capítulos posteriores, esta primera parte va a ser muy importante. Mucho de lo que ahora pasa no va a tener sentido pero juro por el pastel de limón de mi abuela que todo será explicado más adelante. El libro que tengo esta en ingles y todo lo traduje yo solita a sí que puede haber algunos errores y otros están ahí porque yo lo escribí a propósito.
Por último, le agradezco a quien lea y a quien solo se pase por aquí.
Sin más que decir les recomiendo y el libro y ahora si
¡DISFRETEN DE LA LECTURA!
Crónicas Lunares 1:
The Best Mechaninc
El tornillo que atravesaba el tobillo de Isabel se había oxidado, las marcas de cruz grabadas, formando un destrozado círculo. Sus nudillos le dolían por estar forzando el desatornillador en la articulación mientras luchaba por darle al tornillo una vuelta tras otra. Para el momento en que lo extrajo lo suficiente para sacarlo libremente con su mano, los hilos capilares habían sido arrancados limpiamente.
Arrojando el desatornillador sobre la mesa, Isabel se quito el pie y lo saco de la calceta. Una chispa quemo en las puntas de sus manos mientras lanzaba lejos la calceta, dejando el pie colgando de un nudo de cables rojos y azules. Se dejo caer con un gemido de alivio. Una sensación de liberación se cernía al final de esos cables―libertad. Habiendo utilizado ese pie demasiado pequeño para ella por cuatro años, se juro a si misma nunca volver a usar es pedazo de basura. Solo esperaba que Feliciano y María volvieran pronto con su remplazo.
Isabel era la única mecánica que reparaba de todo en el mercado semanal de New Aztlan. Sin señales, su taller era solo reconocible por las piezas de androides y los pedazos inservibles de demás artefactos. Se encontraba apretado en el pequeño espacio entre un vendedor de comunicadores usados y un comerciante de seda, quienes se quejaban constantemente de el horrible olor de metal y grasa que salía del taller de Isabel, inclusive cuando el aroma a pastelillos de miel del la pastelería al otro lado de la calle solía hacerlo desaparecer. Isabel sabía que realmente lo único que no les gustaba era estar enseguida de ella.
Una puerta de metal, ahora abierta, la dividía a ella de los transeúntes que pasaban por ahí. El lugar estaba lleno de compradores y vendedores, niños y ruido. Las palabras de los hombres mientras negociaban con vendedores robóticos, tratando de sacar a las computadoras fuera de su programación. El sonido de los escáneres de ID y los monótonos recibos de voz cuando un dinero cambiaba de una cuenta a otra. Las pantallas que cubrían cada edificio y llenaban el aire con el sonido de los anuncios, noticias y chismes.
El conducto auditivo de Isabel reducía el ruido hasta un sonido estático, pero ese día una melodía se había colado por entre las demás y no se podía deshacer de ella. Se acerco, con cuidado de ocultar su pie, a la entrada de su negocio. Un circulo de niños estaban parados justo enfrente de su taller, cantando― "¡Cenizas, Cenizas, Todos caemos!―" y reían histéricamente mientras caían al piso. Una sonrisa se poso en los labios de Isabel. No tanto por la rima, una canción sobre la pestilencia y muerte que había permanecido de moda durante la última década (la canción por sí misma la hacía temblar), sino por las caras molestas de la compradores cuando los risueños niños caían en su camino. Lo inconveniente de caminar alrededor de los niños hacia a algunos compradores gruñir y Isabel amaba a los niños por eso.
"¡Peter! ¡Peter!"
La diversión de Isabel se desvaneció al momento. Pudo ver como Tino Väinämöinen, el pastelero, se acercaba empujando a la gente, con su cara llena de harina.
"¡Peter, ven aquí! Te he dicho que no juegues tan cerca de…"
Tino se encontró con la mirada de Isabel, apretó los labios, luego tomo a su hijo por el brazo y lo arrastro con él. El niño se quejo, cruzando los brazos cuando Tino le ordenaba quedarse cerca de su negocio. Isabel arrugo la nariz en cuanto el pastelero le dio la espalda. El resto de los niños se perdieron entre la gente, llevándose con ellos su brillante risa.
"No es como si los cables fueran contagiosos" Se dijo a sí misma, regresando a su mesa de trabajo.
Estirándose a sí misma, Isabel paso sus dedos sucios por entre su cabello, arreglándolo en una descuidada cola de caballo, luego tomo sus guantes grises para el trabajo. Cubrió sus manos con los guantes de , y aunque su mano derecha comenzó a sudar, se sintió mucho más cómoda con ellos puestos, ocultando la horrible marca en forma de media luna que tenía en su mano izquierda, la única prueba visible de lo que era. Observo por la puerta como cientos de androides pasaban por ahí, deseando poder terminar con sus actualizaciones, pero ninguno de ellos era María.
Suspirando, Isabel volvió la vista hacia el pie que había arrojado debajo de su escritorio, inclinándose para sujetarlo entre sus manos. Había pasado mucho tiempo con ese pie y aunque se sentía algo triste por perderlo, al mirarlo, ya desconectado, la hacía pensar que tal vez era un poco mas…libre. Tan concentrada estaba en eso, que el golpe sordo de algo contra su escritorio la hizo saltar, golpeándose con la mesa.
"M*erda"
Se enderezo, sobándose la parte trasera del cuello, por el dolor. Paso su mirada del escritorio, donde descansaba el androide con forma de una vieja señora de cabello entre negro y gris, y después en el hombre detrás de ella. De inmediato se encontró con dos ojos azules como el cielo y una mata de pelo rubio oculto bajo una capucha y los labios que cada chica en el país había admirado un millón de veces. Su sorpresa se desvaneció.
La sorpresa de él también tuvo una vida corta, muriendo con una disculpa.
"Lo siento" dijo. "No me di cuenta que había alguien allí abajo"
Isabel apenas lo oyó por encima de la blancura que había en su mente. Con su corazón latiéndole a toda prisa, su visor retinal escaneo sus facciones, tan familiares después de pasar años observándolo por las pantallas. Se veía mucho más alto en la vida real y la chaqueta café, junto con la el pantalón del mismo color, no se parecía en nada a las usuales ropas finas con las que él solía aparecer en público, pero aun así, le tomo solo 2.6 segundos a su escáner para medir los puntos de su cabeza y buscar su imagen en la base de datos. Solo otro segundo y su escáner le informo lo que ya sabía; detalles se cruzaron por su la visión en su ojo izquierdo en una luz verde.
PRINCIPE ALFRED FREDERICK JONES, HEREDERO DE LA CORONA DE LOS
ESTADOS UNIDOS DE ANGEAP
ID#0082719057
NACIMIENTO: 4 DE JULIO 108 T.E
FF.882719057 MEDIA HITS
PUBLICADO 14DE AGOSTO DE 126 T.E.: UNA REUNION DE PRENSA
SERA PRECEDIDA POR EL PRINCIPE ALFRED EL CATORCE DE AGOSTO
PARA DISCUTIR EL AVANCE DE LA INVESTIGACION EN LETUMOSIS Y
LA POSIBILIDAD DE UNA CURA….
Isabel se levanto de un salto de su silla, por poco olvidándose que le faltaba un pie. Inclinándose con las dos manos sobre la mesa, se las arreglo para hacer una reverencia algo extraña, cubriendo su ojo izquierdo con su mano derecha, apagando el funcionamiento de su retina.
"Su Alteza" Musito, con la cabeza aun baja, feliz de que el no pudiera ver su tobillo vacio por detrás de la mesa.
El príncipe miro a ambos lado, antes de dirigir su mirada hacia ella.
"Tal vez podríamos" puso un dedo sobre sus labios "¿Sobre todo eso de la realeza?"
Con los ojos bien abiertos Isabel asintió, esforzándose por verlo como a cualquier cliente
"Bien. ¿Como…Poder…Yo… Ayudar?" Dijo, las palabras saliendo forzadas, como si se hubieran quedado pegadas en su lengua.
"Estoy buscando a Norte González" Musito él, sin dejar de mirar alrededor "¿Se encuentra el aquí?"
Isabel apretó los labios, ligeramente molesta, luego se inclino sobre la mesa. Era común en el pensamiento machista considerar que el mejor mecánico de la ciudad tenía que ser hombre y, aunque el príncipe no era el primero en confundir su sexo, ese simple hecho seguía molestándola profundamente.
"Yo soy Norte González" dijo, lentamente, como hablándole a un niño pequeño.
El príncipe abrió los ojos, sorprendido, poniendo una mano sobre la cabeza del androide. Abrió la boca y la volvió a cerrar sorprendido.
"Tú eres Norte González"
"Si, su majes…" se mordió la lengua, recordando lo que él le había dicho.
"¿El mecánico?"
"La" corrigió ella, antes de asentir "¿Cómo le puedo ayudar?"
En lugar de responderle él se inclino, de tal manera que ella no tuvo otra opción más que mirar directamente a sus ojos, y le sonrió. Su corazón acelero su ritmo.
El príncipe se enderezo, forzándola a seguirlo con la mirada.
"No eres lo que esperaba"
"Tu tampoco eres lo que esperaba" le soltó, arrepintiéndose de inmediato. No importaba la familiaridad con la que él le hablara, ella no tenía derecho a hablarle a así a la realeza. Incapaz de seguir mirándole, dirigió su mirada al androide y lo acerco a su lado de la mesa "¿Cuál parece ser el problema, Su Alteza?"
El androide lucia como si lo hubieran sacado de un depósito de cosas usadas, pero por la forma de las curvas y flexibilidad de la piel falsa, Isabel se dio cuenta de que era un modelo actualizado. El diseño era algo antiguo, de cualquier forma, con las facetas de una mujer de edad avanzada y el cabello grisáceo. Podía decir que no era uno de los modelos actuales por la estatura, demasiado pequeña para los de tamaño real que había en el mercado en ese momento.
"No puedo encenderla" Dijo el Príncipe Alfred, observándola examinar el robot "Estaba trabajando perfectamente bien un día y al siguiente, nada"
Isabel le dio la vuelta al androide, haciendo que la luz del sensor le diera al príncipe. Se sentía bien de que tuviera su rutina para examinar y preguntas para su boca, para mantener su mente ocupada. Algo en que mantenerse enfocada para que su cerebro no la fusilara con más datos inútiles sobre el príncipe.
"¿Habías tenido problemas con ella antes?"
"No. Recibe un chequeo mensual del mecánico real, y este es el primer problema real que tiene"
Acercándose, el príncipe tomo el pequeño pie de metal de Isabel, que había ido a parar sobre la mesa, examinándolo con curiosidad. Isabel se tenso, observándolo mirar dentro de la cavidad donde los cables solían conectar su tobillo y su pie. Alfred levanto la demasiado-larga manga de su chaqueta para quitarle un pedazo de suciedad.
"¿No tiene calor?"Pregunto, arrepintiéndose de inmediato cuando su atención volvió hacia ella.
Por un breve instante el Príncipe lucio avergonzado "Estoy Muriendo" dijo "Pero estoy tratando de pasar inadvertido"
Isabel considero decirle que no estaba funcionando pero pensó mejor sobre ello. La falta de un montón de niñas gritonas alrededor de su puesto era evidencia de que probablemente estaba funcionando mejor de lo que ella había pensado. En lugar de lucir como un rompecorazones real, solo lucia como un loco.
Aclarando su garganta, Isabel se enfoco en el androide. Encontró la línea casi invisible en su espalda y abrió el panel de control. "¿Porque no la están reparando los mecánicos reales?"
"Lo intentaron pero no pudieron descifrar que le pasaba. Alguien me sugirió que te la trajera" El se detuvo y miro alrededor, hacia las partes colgantes de los muros. Partes de androides, de comunicadores, de pantallas y… partes de cyborg. "Me dijeron que eras el mejor mecánico en todo New Aztlan. Esperaba a un viejo"
Le sonrió pero ella no elevo la cabeza para verlo.
"¿Realmente lo dicen?" murmuro.
Como antes, el no era el primero en mostrar sorpresa. La mayor parte de sus compradores no podían entender como una adolecente de apenas dieciséis años pudiera ser la mejor mecánica de la ciudad, y ella nunca revelaba la razón de su talento. Mientras menos personas supieran que ella era una cyborg, mejor. Estaba bastante segura que se volvería loca si todos los vendedores la miraran con el mismo desdén que Tino Väinämöinen.
Aparto algunos de los cables del androide con su dedo menique "Algunas veces simplemente dejan de funcionar. Tal vez es tiempo de obtener un nuevo modelo"
"Lamento decir que no puedo hacerlo. Ella contiene información confidencial. Es un asunto de seguridad nacional que necesito tener…antes que cualquier otra persona"
Con los dedos aun trabajando, Isabel lo miro fijamente.
El contuvo el aliento por tres segundos completos antes de que sus labios se movieran. "Estoy bromeando. Emily fue mi primer androide. Es algo sentimental."
Una luz anaranjada brillo en la esquina del ojo izquierdo de Isabel. Sus receptores habían encontrado algo, aunque ella no supiera que… un parpadeo demasiado rápido, un movimiento súbito y un tic en la quijada del Príncipe. Estaba acostumbrada a la luz anaranjada. Siempre aparecía.
Significaba que alguien mentía.
"Seguridad Nacional" dijo "Divertido"
EL príncipe la miro fijamente, como si la retara a contradecirlo. Un mechón de cabello rubio cayó sobre sus ojos y le obligo a apartar la mirada.
"Modelo Tutor8.6" leyó en voz alta el papel que estaba pegado contra el cráneo. Ese modelo tenía más de veinte años fuera del mercado. Algo viejo para un Androide "Luce en magnificas condiciones"
Formando un puño con su mano, le dio un buen golpe en la cabeza al robot, apenas atrapándolo antes de que callera al suelo. El Príncipe salto.
Isabel acomodo de nuevo al androide en la mesa y apretó el botón de encendido pero nada sucedió. "Te sorprendería cuantas veces esto suele funcionar"
El dejo salir una risa "¿Estás segura de que eres Norte González? ¿La mecánica?"
Ella le dedico una sonrisilla de cansancio y luego volvió a su trabajo. Pasaron unos minutos de silencio en que ninguno hablaba hasta que el príncipe rompió el silencio.
"¿Por qué…te llaman Norte?"
Eso la tomo con la guardia baja. Se enderezo de donde se había inclinado para ver el androide y luego, a pesar de que no era posible limpiar sus manos con los guantes puestos, se las restregó en la ropa. No podía decirle al príncipe que ese apodo se lo había dado su hermano gemelo, Alejandro, porque todas sus piezas habían sido hechas en alguna fabrica llamada el Norte. No podía imaginarse la mirada de disgusto que pondría el príncipe al descubrir que era una cyborg.
"Mi hermano…. Me llama así desde pequeños. Supongo que alguien escucho el apodo y comenzó a divulgarlo"
"¿Porque?"
"¿Perdón?"
"¿Por qué te llama así?"
"A usted no le interesa, Su Alteza"
"Si me interesa"
Lo miro desafiante, esperando su respuesta. El abrió la boca pero se vio incapaz de decir nada, por lo que la cerró de nuevo. Su rostro se ilumino con un brillo malicioso cuando una idea pareció ocurrírsele.
"¡Por supuesto que me interesa! ¡La vida de mis súbditos menos afortunados me interesa totalmente!"
Las esquinas de la boca de Isabel se inclinaron hacia abajo y sus ojos se abrieron, incrédulos. No sabía si el Príncipe la había insultado a ella o a su hermano.
Una guerra de miradas se desato entre ellos dos. Ella lo miraba totalmente molesta. El la observaba totalmente divertido. Durante un instante, Isabel olvido que el sonriente joven frente a ella era el príncipe y deseo con todas sus fuerzas poder arrancarle la sonrisa a golpes. Quiso poder posar sus manos sobre su cuello y apretarlo hasta que la bonita cara blanca se pusiera morado y los dos ojos azules se le salieran de sus cuencas. Lo único que la detuvo de hacerlo fue una pequeña parte de su mente, que, desconcertada, se preguntaba qué era lo que hacia ese muchacho para hacerla enfurece con tanta rapidez, y con muy poca razón.
Sus niveles de adrenalina comenzaron a subir, como se lo informaba su ojo izquierdo. Se inclino hacia adelante, frustrada por saber que no podía tocarle ni un solo pelo. Él lo sabía y por eso su sonrisa era tan grande. Tenía que ser por eso.
"¡Norte, lo encontré! ¡Lo encontré!"
"¡No yo lo tengo!"
El grito la distrajo y la hizo desviar la mirada hacia la puerta. Feliciano venia corriendo, con el cabello castaño totalmente revuelto y su ropa manchada de aceite. María venia unos pasos adelante de él, con un paquete bien apretado contra el pecho. La luz azul que había en su frente parpadeaba con un ritmo frenético, lo que significaba que se estaba sobrecalentado. Feli la alcanzo y le arrebato el paquete de entre las manos y comenzó a correr más rápido. Le dirigió una de sus sonrisas más grandes, antes de levantar la pequeña caja café como un trofeo sobre su cabeza.
"¡Es una gran mejora desde el ultimo que teníamos! ¡Tiene las actualizaciones del año pasado y los cables parecen ser compatibles! ¡Además lo conseguí por menos de 600 univ.! ¡Es una ganga!" le grito el alegre muchachito desde el umbral de la entrada del taller. Y entonces, como solía ocurrirle esos días, se tropezó.
La caja voló por los aires e Isabel, totalmente aterrada, observo como su caída parecía ser eterna. Se estiro para atraparla, ignorando el hecho de que no tenía el pie izquierdo, pero el escritorio no le permitió alcanzarla. El paquete se abrió y dejo ver un pie que parecía hecho de cristal por el reluciente color platino de su estructura. Logro rozarlo con la punta de los dedos, pero se le escapo. Cerró los ojos, esperando el desgarrador sonido del impacto, pero todo lo que escucho fue el gritito de María al entrar. Espero unos segundos más, pero se dio cuenta de que nada pasaba. Abrió su ojo derecho, para sentirse la persona más estúpida del universo al observar la escena frente a ella.
María y Feli estaban en el suelo, uno encima del otro, ambos manchados del aceite que María había tirado de un estante. Tenían la boca abierta y los ojos desorbitados, con la mayor cara de idiotas que podía mostrar.
"Mamma Mia" fue el suave susurro que salió de los labios de su asistente.
El príncipe sostenía el pie entre sus manos, con clara curiosidad. Le dio la vuelta, examinándolo como al anterior, antes de dirigir su mirada hacia ella y apretar los labios, conteniendo una risa.
Imaginándose que debía lucir tan idiota como Feli y María, Isabel se enderezo de inmediato y extendió la mano hacia el Príncipe. "Gracias"
Una vez que el pie estuvo sano y salvo en sus manos, se dio la vuelta hacia los muchachos en el suelo, una sonrisa de sociópata en los labios.
"Feli, María" dijo, arrastrando las palabras "Por poco tiran 600 univ. a la basura. ¿Pueden imaginarse lo molesto que se pondría el señor Zwingli si no fuéramos capaces de reparar a su cyborg?"
Ambos asintieron sin prestarle mucha atención. Su mirada estaba fija en el Príncipe Alfred. Por la luz azul brillante en la frente de María y el evidente asombro de Feliciano supuso que ya lo habían reconocido. Lo recorrieron de pies a cabeza, dejando espacio a un incomodo silencio. Feliciano comenzó a balbucear.
"Príncipe Alfred"
María dejo salir un silbido.
"Pero si esta mas bueno en persona"
El príncipe se rio, sorprendido e Isabel sintió como se le calentaban las orejas. No importaba que el príncipe se lo tomara a broma, esa actitud de parte de sus asistentes la avergonzaba también a ella. De la forma en que quisiera verlo ese pequeño comentario dejaba mala impresión de su profesionalidad.
"Ustedes dos" Musito, apretando los dientes. "Comiencen a trabajar, AHORA"
Los dos se pararon de un salto del suelo, hicieron un saludo militar, y corrieron a esconderse detrás de ella. Isabel vio como el Príncipe se doblaba por la risa, y sus mejillas se sonrojaron aun más.
"No se ve una personalidad como esas todos los días" el se interrumpió entre su risa y dirigió su mirada hacia ella "¿Los programaste tu misma?"
"Lo crea o no, Feli es humano. Y María…Bueno ella ya venia así. Sospecho que es un error en el chip de personalidad y que por eso mi madrastra la obtuvo tan barata"
María salto de detrás de ella
"¡Yo no tengo ningún error de personalidad!"
El muchacho soltó una risilla. Volviendo su vista al androide y tratando de quitarse la vergüenza de encima, Isabel se sentó en su silla para examinar más de cerca al androide. Una parte de su mente, prefirió dedicarse a pensar alguna forma de hacer pagar a sus asistentes. Ese par de id*otas iba a pagar con creces la vergüenza que le habían hecho pasar. El príncipe carraspeo para llamar su atención.
"¿Y… que piensas?" le pregunto.
Isabel se enderezo para mirarlo.
"Aun no se que pueda tener. Tengo que correrle un par de diagnósticos y después reparar la parte dañada. Me tomara un par de días, quizá una semana" Poniendo un mecho de cabello negro detrás de su oreja, Isabel se dejo caer en la silla. Seguramente estaba rompiendo alguna regla de etiqueta, pero no le importo. Necesitaba darle un descanso a su pobre pierna. Además, al príncipe no pareció importarle tampoco.
"¿No hay forma de que este lista antes del festival?"
Isabel hizo una mueca, cerrando el panel trasero del androide.
"Hay una gran probabilidad de que este lista antes, pero sin saber qué es lo que tiene…"
La cara de el mostro desilusión. Acaricio la cabeza del androide y con un suspiro de resignación la miro de nuevo.
"No te preocupes, solo era una falsa esperanza" La seriedad desapareció de su rostro y dio paso al regreso del chico sonrisas "¿Necesitas que te pague por adelantado?"
Le extendió un ID con la forma de un águila, el animal nacional. Isabel la aparto de un manotazo y se puso de pie.
"Por supuesto que no. Sera un placer ayudarle Su Majestad"
"Pero si realmente quiere ayudar, por allá en la esquina hay una bote de aceite viejo que necesita ir a la basura. Seria magnifico que desapareciera ¿no lo cree?"
Isabel se sonrojo de nuevo y le dirigió una mirada asesina a su pequeña androide. María nunca aprendía. Feli, que se había quedado callado todo el rato, hablo quedamente desde su espalda.
"¿Y como se supone que le avisemos cuando todo esté listo?"
El muchacho abrió los ojos, como si apenas empezara a pensar en ello.
"Bueno pueden enviarme una com al palacio o... ¡Ya se! ¿Cada cuanto están aquí?"
Feli se le adelanto a María para responder.
"Todos los días de mercado, pase cuando quiera, estaremos encantados de recibirlo"
Isabel hizo una pequeña mueca de disgusto.
"No es necesario…" el Príncipe no le dio tiempo para terminar.
"¡Awesome! Me pasare por aquí la semana que viene. ¡Hasta luego!"
Y en menos de lo que ella podía contar hasta tres, el príncipe ya se había alejado caminando, tomado las latas y ya había salido por la puerta. Dos segundos después regreso, trotando.
"¡Casi lo olvidaba! Norte tienes una mancha de grasa en la frente" Y así como regreso se fue.
Isabel se dejo caer en la silla, escondió su cara entre sus manos, y luego dejo salir el grito de desesperación que había estado aguantado. No podía creer que el afamado príncipe y futuro emperador pudiera ser una persona tan… desesperante. Solo habían hablado durante ¿diez? ¿Quince minutos? Y en ese corto periodo de tiempo la había hecho rabiar en más ocasiones que las que su propio hermano podía durante todo el día. Tal vez no era completamente culpa del príncipe. Tal vez no era la culpa de esa estúpida sonrisa fastidiosa, de la voz chillona, de la increíblemente molesta expresión traviesa en su rostro… No definitivamente era culpa del chico.
María dejo salir todo el aire que fingió haber contenido.
"¡Dios Mío! El Príncipe…"
"¡Estuvo aquí!" Feli parecía dar vueltas de la emoción.
"¡Ale se va a desmayar cuando le contemos!"
"Chicos" los interrumpió, ya harta. Sostuvo el pie a la altura de su cabeza y lo agito "¿Quieren ayudarme a ponerme esto antes de que algún otro príncipe pase por aquí?"
Feli corrió por la caja de herramientas y María se acerco a su lado dando saltitos.
"No me digas que no estás emocionada por contarle a Alejandro que has visto al príncipe en persona"
Isabel sonrió, mientras preparaba los cables de su tobillo. Por muy desagradable que el muchacho le hubiera parecido, no podía esperar para decirle a su hermano. Alejandro había estado enamorado del príncipe de un tiempo para acá y ella simplemente no podía evitar imaginarse como Ale se pondría verde de la envidia al enterarse. Y aun mejor seria verlo ponerse rojo de rabia cuando le asegurara que "Su Alteza Real" no era la gran cosa.
"De cualquier forma…"musito, tomando el laser que su asistente le ofrecía y comenzando a soldar los cables "¿Qué les tomo tanto tiempo para encontrar mi pie?"
Feli dejo caer la caja de herramientas y la miro, con el rostro rojo, mientras María se reía malvadamente.
"Vamos Feli cuéntale de ese bombón que se ofreció a ayudarte en el mercado" Como su compañero no parecía querer hablar, la androide continuo "Tenia el cabello rubio y los ojos azules. Era alto y estaba bien formado, debiste haberlo visto con semejantes brazos cargando a nuestro Feli"
El muchachito finalmente dejo salir un pequeño grito.
"No fue así" Le grito, mirándola fijamente "Mi pie dejo de responderme cuando salía de la tienda y él se ofreció a ayudarme. ¡Eso es todo!"
Isabel lo miro, frunciendo el ceño.
"¿La pierna te sigue fallando? Ya han pasado más de tres días, ya deberías poder caminar bien"
El muchachito la miro desconcertado
"No sé porque no funciona"
Isabel suspiro y dirigió su mirada hacia la pierna derecha de Feliciano. La pierna que evidenciaba su naturaleza de cyborg.
"La revisare después." Musito, ligeramente molesta. "Por eso siempre te digo que no debes comprarle a ese viejo embustero. Su mercancía no sirve en lo absoluto".
El muchacho se encogió de hombros y se acerco a verla trabajar.
"¡Te dije que le quedaría como un guante!" grito, sonriéndole a María.
La androide se rio. Isabel, ignorándolos, le dio una vuelta mas al ultimo tornillo y estiro la pierna, moviendo su tobillo hacia atrás y hacia adelante, haciendo que los circuitos le dieran un poco de cosquillas en los pies. Estaba un poco descoordinado y a los sensores nerviosos le tomaría un par de días para armonizarse con la última actualización, pero al menos ya no tendría que andar cojeando todo el tiempo.
"Es perfecto" Dijo, poniéndose las botas "Gracias chicos. Solo espero que Ixchel nunca se de cuenta. Si se llega a enterar me matara por haber utilizado 600 univ. En uno de mis juguetes." señalo su viejo pie "Tiren ese pedazo de basura lo mas lejos que…"
Un grito lleno los oídos de Isabel. Se levanta, el grito aun vibrando en su interface auditiva, y se acerco al lugar donde provenía. EL mercado se silencio.
Los niños, que habían estado escondiéndose entre la gente, salieron de sus escondites.
El grito provenía del pastelero, Tino. Asustada, Isabel salió de su taller y se acerco a la multitud. Logro ubicar al pastelero dentro de su local, detrás de las repisas de vidrio que tenían para los pastelillos de canela y de miel, observando sus manos con el miedo brillando en el rostro.
Isabel se tapo la nariz en el mismo instante en el que la gente realizaba lo que estaba pasando.
"¡La plaga!" grito alguien "¡El tiene la plaga!"
La calle se lleno de pánico. Las madres tomaban a sus hijos en brazos, escondiendo sus caras en sus cuellos, en un desesperado intento por protegerlos mientras se alejaban de la pastelería. Los vendedores volvieron a sus locales, azotando las puertas.
Peter grito y trato de acercarse a su madre, pero su padre lo detuvo a tiempo. Tino había cerrado la puerta de su local y miraba por la puerta de cristal a su hijo llorando. No, no, por favor no te acerques. El señor Berwald lo tomo por la cintura y lo arrastro junto con el, mientras el niño lloraba y pataleaba. Tino grito algo en cuanto se fueron, pero sus palabras se perdieron entre el desastre de la multitud.
El estomago de Isabel se revolvió. No podían correr, por que María y Feli quedarían atrapados en el caos. Reteniendo su aliento, alcanzo la cadena que colgaba a un lado del taller y la jalo, dejando caer la puerta de metal. La oscuridad los rodeo, con un solo y diminuto rayo de sol entrando por la rejilla.
"¿Norte?" Dijo María, con su voz robótica. Su sensor azul comenzó a brillar con más fuerza, llenando el taller con una luz azul.
"No se preocupen" Dijo ella, tomando un trapo llena de grasa de la mesa y partiéndolo a la mitad. Los gritos ya casi se desvanecían, transformando el cuarto en su propio universo "El esta del otro lado de la cuadra. Estaremos bien aquí" Pero aun si, ella retrocedió hasta la pared, de cualquier manera, con la cabeza agachada y con la boca y la nariz tapada por el trapo. Le ofreció la otra mitad a Feliciano, quien la tomo inmediatamente.
Esperaron ahí dentro, los dos cyborg respirando lo mas despacio que podía, hasta que escucharon las sirenas de el escuadrón de emergencias, que venia a llevarse al señor Väinämöinen.
Hola! Felicito a la persona que haya llegado hasta aquí. Como sea, esto apenas empieza y ni siquiera he empezado a mostrar mis cartas. Por ahora ya tengo el quinto capitulo escrito y voy a TRATAR de publicar todos los Lunes. A menos que la musa se aburra y decida hacer algo diferente.
Y antes de que alguien pregunte lo digo ahora: México esta dividido en dos (al menos para mí) por que primero que nada los estereotipos del mexicano del norte y el sur son diferentes. Y siguiente, el norte de México fue conquistado y se independizo después que el sur. Además las culturas del sur y las del norte son diferentes.
Ya que saque eso de mi pecho, procedo a dejar incertidumbre.
¿Por qué el príncipe desea reparar el cyborg antes del festival? ¿Quién era el chico que ayudo a Italia (esa es demasiado obvia)? ¿Qué paso durante la cuarta guerra mundial? ¿Por qué hago todas estas preguntas?
Si quieren que alguna de estas preguntas se responda, dejen un sexy review para esta sexy historia.
ByeBye!
