La joven profesora sonrió algo avergonzada, mientras el director de la escuela la miraba con sus fríos y calculadores ojos. Había algo en esa jovencita que no cuadraba, era increíblemente simple, no es que no fuera atractiva o su curriculum no tuviera lo necesario para solicitar el trabajo de profesora, solamente que era común, tal vez demasiado. Aun así la contrato como profesora para la clase 3-E.
Un bueno día de febrero, semanas antes de que comenzara la temporada de exámenes finales, la llamo a su oficina, quería asegurarse de que el "end class" continuara como debía ser, como una bola de inadaptados, corderos condenados a ser el ejemplo. Ella entro en la oficina con su sonrisa tranquila, y él la invito a sentarse, la siguió mirando y ella volvió a verse apenada mientras preguntaba el porqué de la cita, el expuso sus exigencias de cómo debían ser los resultados de la clase que ella manejaba, y la joven solo asintió con un gesto de impotencia.
Ese tema llevaba desde el principio del año escolar, colocándoles en una posición complicada, la hubiese despedido, de no ser porque al parecer, en verdad necesitaba el trabajo y terminaba cediendo a realizar las cosas como el director exigía. Ella lo miro por un momento y con una clásica cara de suplica, le pidió que reconsiderara el mantener a los alumnos de un salón, como marginados. Él se acerco hasta a la silla de ella y continuo con su discurso sobre la superioridad que la mayoría de los alumnos debían sentir sobre la clase E, para así toda la escuela viviera en el equilibrio que había construido.
Ella no respondió nada, él giro sobre sus talones y al siguiente segundo sus rodillas tocaron el suelo. Por alguna razón estaba paralizado, incapacitado de moverse y hasta de decir algo o pedir ayuda. Si mostrarse sorprendida, la joven lo tomo por debajo de las axilas y lo sentó hasta la silla detrás de su escritorio, para después sonreírle con un increíble intento asesino.
Fue cuando la reconoció, o más bien lo reconoció, era un ex alumno de la clase E. Nagisa Shiota, uno de los alumnos preferidos del monstruo, que amenazaba con destruir el planeta. Tenia que haberlo visto venir, la supuesta joven siempre parecía dispuesta alentar a sus alumnos para que llegara a ser más que la simple y victimada clase E. Con lo había hecho el pulpo en su tiempo, de hecho cuando al fin se dejo matar por sus alumnos, el creyó que por fin podría continuar como sin nada, pero a diario le llegaban noticias sobre los ahora graduados de la clase E. Ya fuera que habían sido aceptados en una universidad extranjera, con becas deportivas o para hacer posgrados inmediatos en química, también estaban los que al casaban puestos en la milicia, o se volvían actores, pintores, etc. Ahora que lo consideraba Shiota era de los pocos que no haba escuchado un logro, y ahora estaba frente a el sonriendo de manera macabra.
El chico dolo le dijo unas palabras que lo impresionaron, pero de las que nadie sobra nada, pues Nagisa ahora era u asesino profesional, esos jugosos instantes solo eran de el y su victima. Después miro con odio al joven, intentado que su cuerpo despertara, pero fue inútil. A la mañana siguiente su secretario lo encontró, sobre su silla, degollado, completamente muerto, mientas en su frente poseía una clase de dibujo de un pulpo haciendo una señal aprobatoria.
La maestra despidió a sus alumnos de la clase E, hoy no habría clases debido al asesinato del director, del cual nadie sabia nada, antes de que todos salieran les aconsejo estudiar mucho para los exámenes que se aproximaban. Todos los jóvenes de fueron, un grupo de personas entraron al aula, muchos saludaron a la joven, otros hicieron bromas sobre lo bien que se veía de mujer. Todos y cada uno se sentaron en sus antiguo lugares, y comenzaron a platicar sobre sus recuerdos en ese salón y como su estancia aquí, había contribuido a las grandes cosas que habían logrado. todo gracias a que estuvieron en la clase 3-E, a cargo de Koro-sensei.
