N/A: Hola, antes que nada advierto que está historia la publiqué antes en otra cuenta (8Yukikaze8) hace unos 3 años, pero no la había terminado y la borré. También la publiqué en Amor Yaoi y AO3. Recientemente he superado un bloqueo de escritor (Después de 3 largos años ¡Aleluya!) y he decidido comenzar de nuevo en una cuenta más o menos nueva, por eso cambié los nombres, pero soy la misma autora, esto no es un plagio. Si tenéis alguna duda podéis ir a los perfiles de mis otras cuentas, allí puse queésta era mi nueva cuenta.

Ahora sí…originalmente esta historia iba a ser más larga, pero la inspiración no viene así que solo va a abarcar el manga (El Beso de Sangre), puede que en un futuro haga una segunda parte o escriba algún extra, pero no estoy segura.

Son cinco capítulos en total, unas 15.000 palabras, subiré un capítulo al día hasta acabarla. Espero que la disfruten, y si ya la habían empezado a leer hace tres años; lamento la espera.

Disclaimer: Ni Harry Potter ni Koyoi wa Kimi to Chi no Kisu wo son míos, ambos pertenecen a sus respectivos autores, J. K. Rowling y Makoto Tateno, solo los tomo prestados para escribir esta historia.

Advertencias: SLASH (Relación Hombre·X·Hombre), Lemon, Violación, Relación entre un menor de edad y un adulto, OOC, Mundo mágico bashing en general, básicamente Harry se desentiende de los problemas del mundo mágico.

Advertencias del capítulo: SLASH (Relación Hombre·X·Hombre) y OOC.


.:Besos de Sangre:.


Harry miró con desagrado a su nueva jefa, Dalia Jones, la dueña de la nueva floristería que había abierto en el centro de Little Whinging. Ella era una señora mayor de altura media, tenía el cabello castaño oscuro y los ojos marrones, el maquillaje que llevaba no era capaz de disimular las arrugas que tenía en la frente ni las líneas de expresión alrededor de su boca, de hecho, la hacía verse algo ridícula ya que utilizaba colores demasiado fuertes para su piel pálida.

Harry no tenía edad para trabajar, pero su tío le había dicho que si pensaba seguir viviendo bajo su techo debía pagar por su comida. En ese momento Harry había querido preguntarle "¿Qué comida?" pero no lo hizo porque sabía que esa pregunta solo causaría una golpiza que no estaba dispuesto a soportar.

El cuarto año en Hogwarts había sido el peor que había vivido hasta la fecha. Un estudiante, Cedric Diggory había muerto por su culpa. Harry seguía llorando todas las noches a pesar de las semanas que habían transcurrido desde su muerte, pero no solo lloraba por él, sino también por sus padres que habían dado sus vidas por la suya, por Sirius quién había pasado doce años pudriéndose en Azkaban por su culpa, por Remus que había vivido toda su vida oculto en una asquerosa cabaña en medio del bosque solo y triste por su culpa, y por todas las personas que seguían luchando día a día para que él pudiese vencer.

Llorar era un placer, pero poco a poco Harry comenzó a darse cuenta de que muchas de las cosas que habían ocurrido no eran solamente culpa suya, por supuesto que no, Dumbledore tenía mucho que ver en lo mierda que era su vida y la de los que lo rodeaban.

Desde hacía mucho tiempo que Harry se había dado cuenta de las manipulaciones del director. Él podía verlo, podía ver los hilos negros envueltos alrededor de su aura, podía ver cada año como poco a poco el hermoso color blanco de su aura desaparecía entre la oscuridad, lo podía ver tan claro como veía las auras de sus "mejores" amigos; grises, oscuras, opacas con un aire de manipulación y codicia a su alrededor.

Harry siempre había sido muy consciente del don que le había concedido la magia; él podía ver las auras de las personas y sus verdaderas intenciones, podía distinguir el bien del mal con facilidad, él podía hacerlo desde que tenía cinco años de edad.

Había estado tan asustado cuando empezó a ver una sombra borrosa de color extraño junto a las personas, él había pensado que se estaba quedando completamente ciego, pero después de un tiempo la sombra se quedó allí, su vista no empeoro y Harry termino por acostumbrarse a ver aquel color.

Poco después de aquello, él se dio cuenta de lo que aquellos colores significaban cuando empezó a asociar los colores con la personalidad de las personas.

Su tío tenía el aura gris oscura porque él era un mal hombre, porque él lo golpeaba y le gritaba insultos y hablaba mal de otras personas cuando no estaban ahí. Su tía tenía el aura gris también, pero más clara porque ella le gritaba y hablaba mal de otras personas, pero jamás le había puesto una mano encima. Su primo compartía el aura gris de su familia, pero él la tenía más clara que la de su padre y más oscura que la de su madre porque él abusaba de otros niños en la escuela.

Nadie tenía el aura completamente blanca, todos la tenían manchada de gris y algunos de ellos incluso tenían manchas de otros colores. El aura cambiaba de color cuando alguien sentía algo muy fuertemente, por ejemplo cuando su tío estaba muy enojado y comenzaba a gritarle y golpearlo su aura se volvía negra como la noche y cuando se calmaba él volvía a tener su gris de siempre aunque con los años su gris parecía hacerse cada vez más negro.

A él no le gustaban las personas con el aura negra, ellos eran malas personas.

El blanco y negro y los tonos de grises no eran los únicos colores de auras que podía ver, él había visto a varias personas con distintos tonos de verdes, rojos, azules y violetas pero no estaba seguro de lo que eso significaba.

-¡Date prisa!-. Harry gimió ante las palabras de su nueva jefa. Hoy hacía muchísimo calor, él no quería caminar bajo el sol para entregar un ramo de rosas, pero si no lo hacía ese día no cobraría, y si no cobraba Dalia se lo contaría a su tío y su tío lo golpearía, así que Harry tomo el hermoso ramo de rosas rojas como la sangre y abandono la fresca floristería para partir hacía la mansión más lúgubre de todo Surrey.

Harry pensó por el camino en ralentizar su marcha para volver más tarde a la tienda, pero si llegaba tarde el cliente se quejaría y no cobraría así que descarto el pensamiento.

A primera vista la mansión parecía abandonada y deshabitada, pero el ojiverde sabía muy bien que allí vivía al menos una persona.

Aquella calurosa mañana de verano, Harry regaba las plantas exteriores de la floristería cuando oyó una misteriosa voz dirigida hacía él.

-Quisiera una docena de estas rosas-. El mago levantó la vista para mirar a su nuevo cliente, sus ojos verdes se abrieron ligeramente con sorpresa al ver el color rojo que desprendía el hombre que señalaba el expositor de las rosas.

Un rubor se instaló en sus mejillas al posar sus ojos sobre el rostro del desconocido, era hermoso…

Tenía el cabello negro como la noche, el cuál caía en cascada sobre sus hombros. Sus ojos eran extrañamente rojos muy profundos ¿Lentillas?

Nunca había visto una piel tan pálida como la del extraño, hacía resaltar sus finos labios rosados y el color carmesí de sus ojos.

Por alguna razón que desconocía tuvo un mal presentimiento al verlo, pero lo descartó en cuanto vio el color que desprendía su aura; rojo, él no sabía lo que significaba, pero ese color demostraba que el hombre no buscaba hacer daño, el rojo era intenso, era simplemente rojo ni muy oscuro ni muy claro, y sin ninguna mancha…solo rojo.

-Por favor, entrégalas personalmente a esta dirección-. Harry asintió sin dejar de mirarlo y él desapareció antes de que pudiera decirle nada, lo había dejado completamente desconcertado…

Las puertas delanteras de la mansión estaban cerradas, pero había un timbre con un telefonillo a un lado de la puerta. Harry estaba a punto de tocar el timbre cuando las puertas crujieron y comenzaron a abrirse hacia atrás.

-Pasa, por favor…-. Harry frunció el ceño ¿Lo habían visto venir? El ojiverde se encogió de hombros, quizá tenían una cámara de seguridad escondida en algún sitio.

-Bienvenido-susurro la misma voz, pero no parecía provenir del telefonillo. El mago se estremeció y por alguna razón que desconocía los latidos de su corazón se aceleraron.

Caminó en silencio, deteniéndose ante cada sonido extraño, hasta llegar a la puerta principal de la casa, él debía apresurarse…

Tocó la puerta.

-Disculpe, entrega de flores-dijo en voz alta, sería todo mucho más fácil si dejaba las flores y se iba, pero él debía asegurarse de que el cliente las recibiera.

-Entra, por favor-. Y antes de que pudiera decir nada, las grandes puertas de madera chirriaron y se abrieron hacía atrás ¿Tendrían un sensor?-siento esto pero ¿Podrías entregar las flores adentro?-preguntó la misma voz ¿Desde dónde provenía?

Harry suspiró con cansancio, él realmente debía volver a la floristería, pero también debía entregar las flores así que entro a la casa, la cual estaba decorada muy lúgubremente. Nada más entrar, justo en el gran vestíbulo de la casa, había unas grandes escaleras de madera oscura alfombradas en rojo, las subió lentamente, aferrándose al ramo de rosas en sus brazos y mirando sus pies en todo momento, los grandes ventanales de la habitación no dejaban pasar la luz del sol debido a que estaban cubiertos con gruesas cortinas negras.

Giro hacia el lado izquierdo, ya que la gran escalera estaba dividida en dos, y avanzó por el pasillo girando cuando fue necesario.

¿Por qué estaba todo tan oscuro? ¿Era para dar ambiente? Por qué si era para eso, funcionaba, el ojiverde ya tenía los pelos de punta.

-Abre la puerta al final del pasillo-. Harry poso la mano sobre el picaporte, su corazón latía con fuerza dentro de su pecho, tenía un mal presentimiento sobre todo esto y no sabía porque.

-Disculpe…-dijo empujando la puerta hacia atrás, sus ojos verdes se abrieron con sorpresa al ver, nada más entrar, no a uno, sino a tres chicos extremadamente bellos, mirándolo con curiosidad.

El más hermoso, según su criterio, era el chico que había encargado las flores, pero los otros dos no se quedaban atrás. Los tres se parecían ¿Serian hermanos? Los dos que desconocía tenían el cabello igual de negro y los ojos igual de rojos que el hombre que había encargado las rosas, pero el que parecía ser el menor de ellos o al menos el más bajo tenía el cabello corto, pero más largo que el más alto quién lo tenía en punta y todo revuelto, lo cual le daba una apariencia muy rebelde junto con sus rasgos fuertes, el otro tenía unos rasgos suaves, pero aún así fuertes, dominantes como los otros dos.

Por alguna razón, algo dentro de su pecho le gritó ¡Corre! Pero él no podía moverse, no podía dejar de mirarlos.

-¿Qué tal?-dijo su cliente sacándolo de su trance-muchas gracias-murmuro, su voz sonaba suave, pero fuerte a la vez. En cuanto comenzó a acercarse, Harry sintió que debía correr, sintió que si no lo hacía su vida se perdería, pero por alguna razón sus piernas no querían moverse.

-¡Tome!-exclamó más fuertes de lo que pretendía, él estaba nervioso y con los pelos de punta, se sentía extraño-La-las flores que encargo-balbuceó avergonzado, sonrojándose fuertemente al entregarle el ramo de rosas rojas.

El hombre las tomó sin dejar de mirarlo, rozando su pálida mano con una de las suyas al cogerlas.

-Gracias, perdón por hacerte traerlas por toda la casa. Verás, de hecho, estamos a la mitad de un juego-agradeció y se disculpó el hombre.

-¿Un juego?-preguntó Harry con curiosidad mirando a los otros dos hombres.

-Ajedrez japonés-dijeron al unísono alzando cada uno una ficha del juego, ambos parecían un poco aburridos, pero Harry no se atrevió a decir nada al respecto, él solo quería irse lo antes posible ¡Maldita sea su curiosidad!

-Solo yo se las reglas así que no podía ir a la puerta-explicó el hombre sonriendo suavemente. -Espero que no te hayas asustado ya que la casa está a oscuras, disculpa…

-N-no pasa nada, debería irme. Mi jefa se enfadara si no regreso pronto-dijo Harry rápidamente ¿Por qué sentía que debía correr? Parecían ser chicos normales, hermosos y algo góticos, pero normales al fin y al cabo. Sus auras no eran oscuras, sus colores eran extraños, pero claros.

-Aquí tienes el dinero de las flores-dijo el hombre entregándole un par de billetes-¿Podrías traer la misma entrega de flores todos los días a partir de mañana?

-Por supuesto, gracias. -agradeció Harry tanto por el dinero como por la compra de las flores en la tienda en que trabajaba aunque él no estaba muy seguro de querer volver a entrar en este lugar a entregar otro ramo de rosas.

-Por cierto-lo detuvo el hombre antes de que se diera la vuelta y se fuera-¿Cuál es tu nombre?-. Harry lo miró antes de contestar.

-Harry Potter-dijo en voz baja esperando una reacción, sí ellos eran mágicos se sorprenderían y de inmediato buscarían la cicatriz en su frente. Ellos no lo hicieron. Harry suspiro de alivio, pero, por alguna razón, su corazón aún latía con fuerza.

-Harry, soy Keito. Muchas gracias por venir, nos vemos mañana-. Harry asintió en silencio y se marchó sin decir una sola palabra más, algo en su interior le gritaba que corriera, que huyera y que no volviera jamás.

.:KXH:.

Keito sonrió viéndole marcharse a través de una de las ventanas delanteras de la mansión, por fin lo había encontrado…otra vez.

-¿Es él?-preguntó uno de sus queridos amigos, el más alto de ellos, Saisei.

-Sí, al fin lo encontré y ahora se hace llamar Harry-. Keito apoyo una de sus manos sobre el gran ventanal de cristal sin dejar de mirar como su nueva obsesión se marchaba. -He estado esperando por ti, Harry-.


N/A: ¿Qué os ha parecido? No sé por qué escribí esto si os soy sincera, releí el manga y dije "Mm…está historia quedaría bien con Harry como prota" y luego empecé a escribir.

Por cierto, también estoy subiendo esta historia en AO3 (Bajo este mismo nombre) y en Amor Yaoi (Bajo el nombre de Yukikaze).

Que tengáis un estupendo día.

Saludos, Arisa