Hola!! Hemos hecho esta historia inspirandonos en el manga de Haru wo Daiteita, especialmente en la historia conocida como "Fuy no Semi" (Cigarra invernal)... si no han leído esa parte del manga o visto la OVA, se las recomendamos ampliamente. Aunque los personajes cambien de nombres, fisicamente con Iwaki y Kato... será otra reencarnación de estos dos chicos?? Sin nada más que agregar... esperamos que disfruten de nuestra versión.
EL DESPERTAR DE LA CIGARRA
Si el tiempo, no permite
que las cosas ordinarias, lo sean,
¿cómo hubieras vivido?...
Hasta entonces... seguiremos durmiendo,
como esta cigarra...
Cuando el final; es el comienzo de todo(1)
Hisaki Suzuki, regresaba a casa después de un pesado día en la escuela. Era capitán del equipo de kendo y generalmente después de un arduo entrenamiento le gustaba pasear por un recodito donde el río doblaba y estaba cerca de su casa, detenerse un momento a escuchar a las cigarras. Después se ponía con su espada de bambú a pelear con un enemigo imaginario hasta quedar más que agotado. Pero eso le gustaba y nada más porque su madre se enfadaba si llegaba después de la puesta del sol, sino, se quedaría ahí por horas.
Pero ese día cuando llegó a la ribera, no estaba solo. Un muchacho moreno se sentaba tranquilamente disfrutando del sol que jugaba entre las ramas de los árboles con un tono anaranjado antes de desaparecer tras el horizonte mientras la suave brisa del atardecer se deslizaba meciéndole los oscuros cabellos. Kei Ushiba acababa de llegar a la ciudad a estudiar su último grado de preparatoria gracias a una beca que había obtenido por su habilidad en el kendo, por lo que en el mismo momento en que llegó pasó a formar parte del equipo de su nueva escuela.
Hisaki se molestó un poco de ver su espacio invadido por un extraño, gruñó por lo bajo. Y como era un gamberro de primera, decidió ir a quitarlo de ahí.
-¡Oye, tú!
Semejante llamado tan falto de toda educación hizo que se volviera de pronto con una expresión de molestia, viendo rota la tranquilidad de aquel lugar... ¿qué tipo de persona haría algo así en vez de sentirse arrobada por la atmósfera?
-¿Me estás diciendo a mí?- preguntó fijando su mirada en el rubio que tenía en frente... y aunque le molestara reconocerlo... tenía algo que le resultaba familiar y lograba robarle la respiración.
-¿Ves a alguien más aquí? - preguntó el otro sin dejar de lado su altanería -sólo te aviso que voy a practicar, si resultas lastimado no digas que no te advertí - dijo el otro mirando fijamente al moreno frente a él.
-Puedes hacer lo que te dé la gana... no puse ningún cartel de privado cuando llegué aquí - le respondió volviendo su atención al brillo del sol en el agua... a pesar de que no le había pasado desapercibida la espada de bambú del otro chico... por lo que sin duda éste debía de practicar kendo al igual que él.
-Yo debí de haber puesto ese cartel - murmuró el otro y sacó la espada para ponerse a practicar con su "enemigo".
La verdad es que el rubio era bueno... tenía que reconocerlo... sus movimientos eran controlados y potentes... sin duda sería un grandioso oponente... Al principio le observaba por el rabillo del ojo pero después ya no pudo evitar girarse y observar el entrenamiento directamente.
Hisaki hacía todos sus movimientos con concentración; o al menos eso pretendía, pero tener la mirada del otro chico fija en él lo desconcentraba demasiado.
-¡No puedo! - gritó de repente girándose violentamente contra el otro – ¡me desconcentras!
-Vaya luchador de kendo que eres si te desconcentra que alguien te mire- le dijo Kei al oír la exclamación del joven rubio -supongo que no esperas llegar lejos...
Las palabras del chico lo molestaron demasiado. No por nada era el capitán el equipo y no iba a permitir que nadie le hablara de esa forma.
-¿Qué dices¿Y tú qué sabes del kendo? No eres más que un mocoso.
-Oh, sí, claro, discúlpame, tienes razón, yo no sé nada de kendo- le dijo sin molestarse por la agresividad del otro... de hecho le resultaba divertida..-la verdad es que nunca aprenderé suficiente del kendo.
-Así es - contestó el otro - nunca se aprende lo suficiente, pero por eso se practica y se estudia - dijo el rubio envainando la espada.
Se giró para marcharse, ese día su plan de disfrutar del atardecer no funcionaría.
-Ni practicando y estudiándolo se aprende nunca del todo - le respondió también poniéndose en pie y tomando su mochila y su propia espada de kendo que hasta el momento habían estado ocultas por unas hierbas altas.
Hisaki lo observó y al ver la katana del chico se sorprendió.
-¿Porqué no dijiste antes que también haces kendo? - gruñó el otro.
-No preguntaste y no vi motivo - le explicó sonriente y tranquilo ante la actitud molesta del otro chico.
-Torpe - dijo el otro.
Se quedó en silencio un momento mientras el viento lo golpeaba, evaluando al chico moreno frente a él… se veía un chico fuerte y seguro sería divertido dejar de imaginar a ese "enemigo" y tener un adversario que no conociera… además, había algo en el muchacho que lo atraía y no podía marcharse así como así. Esbozó una sonrisa.
-¿Te gustaría practicar un poco?
-Podemos probar - respondió el moreno dejando la mochila y preparándose para un combate de entrenamiento -bien, cuando tú quieras...
Hisaki hizo lo mismo. Dejó la mochila y se puso en posición de ataque.
-Espero estés listo, porque no voy a tener miramientos contigo.
-No seas presuntuoso, no es propio de un buen oponente- respondió el moreno con una leve sonrisa esperando el ataque del rubio.
Hisaki empuñó con fuerza la espada y le molestó de sobremanera la forma del chico que de otra forma, era igual de altanero que él. Sin pensarlo dos veces, lo estudió rápidamente y se lanzó al ataque con un grito.
Sin embargo el ataque fue bloqueado al instante por un golpe defensivo que acto seguido se convirtió en ofensivo, todo en la misma estocada y que estuvo a punto de hacerle perder su katana... aunque no lo logró finalmente.
Los movimientos del moreno sorprendieron un poco al rubio haciendolo retroceder, pero pronto volvió al ataque y al mismo tiempo, cuidando no ser un blanco fácil, trató de hacer retroceder al otro.
Sin embargo, y a pesar de los intentos del rubio por avanzar Kei se esforzaba por evitarlo, sorprendido del efectivo ataque de su contrincante... sin duda le había subestimado... aquel tipo era bueno realmente... pero no se iba a dejar con facilidad... Dejando a un lado su actitud defensiva contraatacó con una ofensiva, decidido a no ceder ni un palmo de su terreno.
Por un momento, ambos contrincantes se quedaron parados, la única fuerza estaba en sus manos y brazos, haciendo lo posible por hacer retroceder al otro. Hisaki miraba fijamente los ojos grises de su contrincante para leer en ellos cualquier vacilación
Del mismo modo, Kei trataba de adivinar el próximo movimiento de su contrincante, realmente era bueno… y eso le encantaba, tenía un oponente con el que merecía la pena luchar… que le obligaba a concentrarse en el combate y eso hacía ya tiempo que no sucedía…
El rubio empezó a poner más fuerza sobre su espada y no pudo evitar regalarle una sonrisa a su enemigo. La verdad que ese chico merecía estar en el equipo de kendo de su escuela.
Sinceramente, Kei comenzaba a calibrar el punto fuerte y a la vez el punto débil de su adversario... esa fuerza era sublime... pero le faltaba autocontrol... con lo que de nuevo le bloqueó ambos sables en alto, cruzados mientras ellos dos se tensaban ante la situación de empate que vivían... si uno se retiraba perdía...
Hisaki se sintió frustrado el ver su nuevo ataque fallido. Trató de hacer un movimiento rápido por abajo pero nuevamente fue bloqueado magistralmente por el chico moreno.
Kei observó al muchacho fijamente... realmente sentía el combate en sus venas tanto que permitía que la fuerza convertida en ira se reflejara en sus ojos delatando sus movimientos...
Con un rápido giro de brazos y dando un paso al frente en una estrategia ofensiva logró hacer retroceder al rubio hasta el punto de conseguir que perdiera el equilibrio y soltara su espada.
Hisaki cayó de espaldas y la espada a su lado. Se sintió totalmente asombrado por la resistencia tan pacífica del chico. Todos sus oponentes habían sido muy salvajes y eso hacía que los movimientos fueran rápidos y torpes, pero este chico había soportado pacientemente hasta que Hisaki perdiera los estribos.
-Eres bueno - le dijo a su oponente tendiéndole la mano mientras hacía a un lado su espada y le sonreía en un intento de paz una vez acabado el combate... realmente el otro chico tenía mucho potencial... si tan solo controlase un poco más ese genio explosivo... sería poco más que invencible.
El rubio dudó un poco antes de tomar la mano del moreno.
-Tú también - dijo el otro incorporándose y sonriendo - me tengo que ir. Fue un placer entrenar contigo.
-Lo mismo digo...- se despidió el otro tomando su mochila y corriendo en dirección contraria esperando que no fuera la última vez que se vieran.
Hisaki se quedó parado viendo como el otro se alejaba y entonces cayó en la cuenta que ni le había preguntado su nombre. Ya lo haría en otra ocasión, por hoy tenía que correr o su madre lo desollaría vivo
Al día siguiente Kei llegó pronto a la orilla del río. De hecho, había pedido permiso a su maestro para pasar el día fuera, meditando... o eso le había dicho al sensei de la escuela de kendo donde vivía en aquella ciudad... y la verdad, siendo uno de sus mejores discípulos, su maestro no había tenido problema ninguno en librarle de sus obligaciones dado que en fin de semana tampoco debía ir al resto de sus clases...
Así que allí estaba, cerca del mediodía con algo de comida y agua empacada y su espada de kendo reposando en la hierba mientras él se sentaba en el suelo, cruzando las piernas, relajado, concentrado en el sonido del agua y dejando su mente libre de todo pensamiento... tratando de encontrarse a sí mismo...
Hisaki pasó por el río un poco apurado por llevarle la comida a su madre, no pudo evitar volver la vista a su lugar favorito y encontrarse nuevamente con el chico. Sin pensársela dos veces, se acercó a él.
-¡Hola!
Unos instantes después Kei abrió los ojos respirando profundamente para volverse a mirar a quien, sin él mismo saberlo, había esperado encontrarse allí ese día... y la verdad agradecía que el tono en su conversación fuera un poco menos hostil.
-Hola¿de nuevo por aquí?- preguntó observando que iba cargado de paquetes.
-Mi casa no queda muy lejos y digamos que siempre tengo que pasar por aquí - comentó el otro que empezaba a sentirse atraído por la gran paz que emanaba del otro - ¿y qué hay de ti?
-Ayer me gustó el lugar y me pareció un buen sitio para venir a meditar. El sonido del agua relaja y está apartado del tráfico- le explicó sonriéndole débilmente.
-Sí, así es. También es mi lugar favorito y en verdad me gustaría tener más tiempo para estar aquí - dijo Hisaki mirando el río, pero en eso recordó la comida -me tengo que ir o me matan... ¡nos vemos!
-Sí, ya nos veremos- le despidió levantando la mano en saludo para seguidamente volver a ocupar su misma postura anterior y volver a dejar que su mente vagara.
Hisaki llevó la comida a su madre y no veía la hora de volver al remansillo. Pero sabía que podría hacerlo hasta que la mamá tomara una siesta para poder escabullirse.
La verdad era que Kei estaba tratando de concentrarse en su meditación pero se le estaba haciendo muy costoso dado que esperaba el regreso del chico rubio... era tonto, tal vez no podría volver ese día pero tampoco perdía la esperanza de volver a verle.
Al caer la tarde, Hisaki vio a su madre totalmente dormida y aprovecho para ir a su lugar favorito tomando la katana y dispuesto a entrenar nuevamente. Fue corriendo con un ansia que no entendía ni porque, pero le urgía llegar a ese lugar.
-Pensé que no ibas a venir ya - le susurró al oírle llegar incluso antes de que éste le saludara - espero que no te ganaras un problema por venir.
El rubio se asombró de encontrarse nuevamente con el moreno y le sonrío amablemente.
-No si vuelvo antes de que mi madre despierte - dijo el otro - estoy agotado.
El rubio se dejó caer en el suelo fatigadísimo.
-Bien, no es un mal estado para meditar un poco- le dijo sonriéndole de vuelta mientras que palmeaba el suelo a su lado.
-¿Meditar? lo único que quiero es dormir - murmuró Hisaki y de repente, como si un rayo lo hubiera golpeado se incorporó -¿cuál es tu nombre?
-Ushiba Kei - respondió divertido ante la energía desbordante de su compañero- ¿Y tú?
-Yo soy Suzuki Hisaki - respondió estirando su mano - tu acento es diferente, no eres de aquí¿verdad?
-No, vine a estudiar el último año de preparatoria aquí con una beca gracias al kendo - le contestó tomando su mano y correspondiendo así a su gesto -vivo en la escuela de kendo que hay en las afueras... junto al templo.
-¿De verdad? No es justo¿porqué a mi no me han ofrecido becas? - murmuró Hisaki con un poco de envidia - ¿y te gusta aquí?
-No sé¿tú te puedes costear tus estudios?- preguntó el moreno observándole mientras asentía en respuesta a su pregunta - la verdad es que me resulta extraño el lugar... no estoy acostumbrado a lugares tan grandes, con tanta gente ni tan ruidosos, pero este recodo del río es muy hermoso. Y de todas formas no tengo mucho tiempo para conocer la ciudad... no puedo salir de la escuela de kendo sin permiso del maestro...
-¡Qué horror! Estar en una ciudad nueva y no poder hacer lo que quieres - Hisaki se dejó caer sobre la hierba - yo sería feliz si mi madre no estuviera jodiéndome la vida día y noche.
-Seguro que no es para tanto Suzuki-san- le respondió viéndole despreocupado tumbado sobre la hierba.
-En verdad que sí - respondió el otro incorporándose - ella está enferma y vivimos solos. Es por eso que es tan complicado.
-Sí, entonces sí... ¿está grave?.- le preguntó realmente interesado por la salud de la mujer.
-Nah... está más grave de las ideas que de otra cosa - respondió el otro sintiendo que toda su frustración la podía sacar hablando con ese chico desconocido.
-Suzuki-san... ¿estás seguro de que estás siendo justo con ella?- preguntó observándole sin saber muy bien si no se estaba metiendo donde no debía, puesto que en realidad le acababa de conocer.
-No lo sé. Hago lo que me pide y supongo que será suficiente - Hisaki siguió recostado. No le molestaba en absoluto las preguntas de Kei.
-Te pareceré un metiche pero... ¿quieres a tu madre?- le preguntó sabiendo que se estaba pasando de la raya seguramente.
-¡¿Qué pregunta?! - Hisaki se incorporó - es obvio que sí, pero no deja de ser un fastidio.
Hisaki se fijó sus ojos en Kei y trató de controlarse para no continuar hablando ya que no quería seguir hablando de su familia, o al menos no revelarse así como así, después de todo acababa de conocer a su interlocutor, aunque sentía que al moreno le podía contar todo sin ser juzgado y se sentía descansado al poder revelar todo lo que pensaba.
-No sé, es una sugerencia nada más pero... tal vez si se lo dijeras de vez en cuando no te pediría tantas cosas para tenerte cerca... a lo mejor tiene miedo de que te la escapes y deje de tenerte porque ya no eres un niño..- le explicó el moreno tratando de dar significado a su anterior pregunta.
-No sé... y no importa. Prometí a mi padre cuidarla y eso haré - dijo Hisaki con un poco de tristeza viendo el agua que se agitaba con una suave brisa.
-Bueno, es cosa tuya en realidad... me conociste ayer- le respondió el moreno desviando también la mirada a un pequeño grillo que vagaba entre las hierbas - yo vengo del campo... vivía con mis padres y con mi abuelo... él me enseñó la filosofía del kendo... mi sable era suyo cuando era más joven.
Hisaki volvió la vista asombrado. No había conocido nunca a ninguna persona, salvo su maestro, que practicara kendo por cuestión familiar.
-Así que tu abuelo... seguro sabía muchas cosas¿no es cierto?
-Sí, tenía muchas cosas que enseñar...- le respondió con una sonrisa dulce al pensar en el anciano - era muy sabio dentro de su propia incultura.
-En verdad me das envidia - admitió el otro dejándose caer sobre la hierba nuevamente - me gustaría ser más de ese tipo de familia.
-También agobian a veces- le comentó observándole otra vez- ¿cuanto hace que comenzaste con el kendo?
-No hace mucho - respondió Hisaki - hará unos siete años o menos. ¿Y tú?
-Comencé a estudiarlo siendo muy pequeño aunque lo practico desde hace unos diez- le contestó el moreno observando a la gente que pasaba de lejos.
-Pues en verdad eres fantástico, Ushiba-san - comentó Hisaki viendo desde su posición el perfil pensativo del joven.
-Bueno... no mucho más que tú... creo que si entrenaras un poco más no lograría ganarte- le respondió el moreno sonriéndole- ¿sabes? ayer, cuando pretendías luchar contra un enemigo imaginario para entrenar... hazlo frente un espejo... piensa que eres tu propio adversario... trata de esquivar tus propios golpes al verles reflejados como si tu imagen en el espejo te atacase... te dará velocidad.
Hisaki se incorporó un poco para poder ver más de cerca a Kei. Le sonrió ampliamente pero al mismo tiempo con tristeza.
-Te lo agradezco... es un buen consejo.
-No tienes que agradecer nada... siempre es agradable conocer a gente a las que de verdad les gusta el kendo... - le dijo correspondiéndole a la sonrisa pero preguntándose el por qué del trasfondo de tristeza en el gesto.
-Sí... ni siquiera mi maestro sabe tanto del kendo... supongo que por eso soy el capitán - dijo riendo - es una tradición que también se ha perdido mucho.
-Suzuki-san... tú mamá se parece a ti¿cierto?- le dijo observando a una mujer que caminaba como perdida por el lugar un poco alejada de ellos.
-Eso dicen - contestó Hisaki sin moverse.
-¡Oh, vaya!- le respondió poniéndose en pie al instante y corriendo hacia la mujer que caía tal vez por haber tropezado por una rama seca que yacía cubierta por la hierba.
Hisaki se levantó detrás de Kei para ver a su madre en el suelo.
-¡Mamá! - Hisaki llegó a su lado y la abrazo - ¿te encuentras bien?
-Hisaki, no deberías haber salido de casa... me desperté y no estabas y..- respondió la mujer sollozando antes de abrazarse a su hijo llorando aliviada por haberle encontrado.
-Lo siento... pensaba volver antes - dijo el chico ayudando a su madre a levantarse... pero sabiendo perfectamente que su actitud amable era por la presencia de Kei.
Kei estaba cerca de ambos rubios dispuesto a presentarse cuando pudo ver la mirada que la mujer lanzaba al lejano sable de kendo que Suzuki-san había llevado hasta el lugar... y de pronto se dio cuenta de algo... no le gustaba.
-Disculpe a su hijo, Suzuki sama- pidió el moreno haciéndole una reverencia a la mujer- yo le pedí que viniera para prestarme su sable, ya que él dejó la competición y no le sirve ya accedió a dejar que yo le usara y vino a traérmelo- mintió aprovechando que su propio sable estaba oculto entre las hierbas y no se veía.
La mujer miró al jovencito tan amable y le sonrió con amabilidad.
-Es hora de volver, Hisaki - le dijo amablemente al su hijo -espero que esa arma sea de su provecho - continuó hablando ahora con Kei.
-Le aseguro que lo será, Suzuki-sama- respondió amablemente a la señora mientras miraba a su nuevo amigo con gesto sincero tratando de evitar miradas cómplices que les delataran- Espero verte pronto Suzuki-san- añadió refiriéndose al rubio- Realmente me es de mucha ayuda para ponerme al día con mis apuntes ahora que llegué nuevo a su escuela...- inquirió finalmente antes de retirarse de nuevo recogiendo la katana de Suzuki, empaquetándola con sumo cuidado y colocándola en lugar visible antes de sentarse en el lugar leyendo el libro que de casualidad había traído y que reforzaba su mentira de que le estaba ayudando con los libros.
Hisaki asintió levemente.
-Sí... espero verte pronto, Ushiba-san - contestó el rubio viendo como él aludido se alejaba y la señora jalaba su brazo para volver a su casa.
Hisaki suspiró resignado y empezó a caminar ayudando a su madre que cada vez estaba más débil y desanimada… sin contar el enfado reprimido que seguramente tenía.
-¿Por qué saliste de la casa sin avisarme?.- preguntó la mujer en cuanto estuvieron ligeramente alejados del lugar.
-No quería despertarte - contestó el hijo casi llevando en brazos a su madre, sabiendo perfectamente el sermón horroroso que le tocaba.
-¿Luchaste contra él¿Estaban entrenando?- preguntó de nuevo inquisidora.
-No - contestó el chico sabiendo que a su madre no le podía mentir... - simplemente hablábamos. Ya te lo dijo, es nuevo en la escuela.
Hisaki abrió la puerta de la habitación de la señora y la llevó a la cama. Con cuidado le ayudó a recostarse y se disponía a salir de ahí cuando su madre lo sujetó por la mano mirándolo con seriedad y tristeza al mismo tiempo.
-No quiero que practiques esa cosa... no me gusta- le dijo la mujer acariciando la mejilla del muchacho -tú sabes que lo hago por tu bien hijo, no quiero que entrenes ni que compitas...
-Pero... ¡mamá, hemos hablado esto más de mil veces! - estalló el muchacho una vez que la señora estuvo recostada - ¡muchas veces¡Es lo que me gusta!
-Dije que no Hisaki, no quiero que pelees así- le dijo la mujer molesta por el tema reiterativo- ¿qué tan difícil es de entender?
-¡No es una pelea, mamá¡Es un deporte japonés! Te lo he dicho miles de veces - dijo Hisaki sintiéndose en verdad exhausto de explicarle a su madre - ¡papá también te lo explicó!
-Sí, y sin embargo por él le perdí... menos mal que no es una pelea... si lo hubiese sido no sé cuanto antes hubiera muerto tu padre practicando deporte- le respondió la mujer con los ojos anegados de lágrimas -no mas kendo Hisaki, te lo advierto por última vez. No más kendo o acabarás tus estudios en Inglaterra.
Hisaki se giró enfadado y salió de la habitación para poder descargar toda su furia en su habitación. No era la primera vez que su madre lo amenazaba con eso. Y en verdad le fastidiaba, no sólo no le dejaba en paz ni a sol ni a sombra, sino que también tenía le prohibía hacer lo único que le gustaba en el mundo. Eso acababa con su paciencia y había veces que deseaba salir corriendo de ahí y dejar todo, pero la imagen de su padre siempre aparecía y entonces, Hisaki, perdía todas las fuerzas para escapar y dejarlo todo.
Kei no sabía que hacer realmente, aquello le parecía una locura pero algo tenía que hacer, así que simplemente había seguido de lejos a la pareja hasta ver su casa y ahora trataba de localizar el cuarto del rubio. Esperaba no equivocarse al tirar piedritas en la ventana para que se asomara.
Hisaki estaba golpeando la almohada y ocultando sus gritos de frustración en la misma cuando escuchó unas piedritas golpeando la ventana. Se trató de tranquilizar antes de asomarse por la ventana y se llevó una gran sorpresa al ver a Kei.
-¿Qué... qué haces aquí? - preguntó en voz baja, lo suficiente para que Kei lo escuchara.
-Tenía que devolverte algo¿no?- le dijo mostrándole su sable cuidadosamente envuelto - ¿Quieres que yo te lo guarde?
-¡Espera! - Hisaki sabía que su madre se quedaría llorando por horas en su habitación y no molestaría más.
En menos de dos minutos, Hisaki estaba en el jardín trasero con Kei.
-Lo guardaré yo.
-Bien, tómalo, y creo que deberías esconderlo muy a fondo -le dijo el moreno sonriéndole de manera cómplice.
-¿Esconderlo? Claro... te mostraré algo - dijo amablemente Hisaki.
Comenzó a caminar esperando que Kei lo siguiera. Se internaron en lo que parecía un pequeño bosquecito. Kei le seguía con cuidado de no hacer demasiado ruido por si la mujer estaba cerca y los descubría. Realmente le resultaba curioso saber que le quería mostrar aquel chico, ni siquiera entendía la profunda confianza que ambos se tenían a pesar de que se conocían muy poco. Hisaki se detuvo y señalo una casita abandonada en medio del bosque. Le sonrió a Kei para indicarle que todo iba bien y continuó caminando hasta llegar a la casita que abrió con mucha facilidad.
-Adelante.
-Vaya, no pensé que encontraría algo así en la ciudad...- le dijo el moreno mirando la casa hasta el punto de sentir un escalofrío recorrerle el cuerpo, se sentía de pronto como si esa casa fuese su propia cárcel...
-Yo tampoco... pero en uno de los arranques de furia de mi mamá vine por aquí y la encontré - confesó Hisaki.
Abrió otra puerta que conducía a un salón donde Hisaki guardaba todo lo referente al kendo; la espada, el uniforme, libros...
-Además del recodito del río este es mi otro santuario.
-¿Por qué me enseñas esto a mí?- le preguntó confundido ya que no era mucho más que un extraño mientras sentía el aire hacerse pesado sobre él, envolviéndole en una sensación de amor y angustia... y entonces lo vio, el resplandecer de una katana de acero forjado brillando ante sus ojos. La imagen le confundió sobremanera, pero diciéndose a sí mismo que simplemente estaba cansado finalmente.
-No lo sé - confesó el rubio - es que... bueno, quizá sea una locura, pero siento que en ti puedo confiar plenamente.
Hisaki notó una mirada perdida en Kei. El rubio posó una de sus manos sobre el hombro del moreno.
-Es un lugar extraño¿no es cierto?
-La verdad es que sí, como si me resultase familiar a pesar de no haber estado nunca aquí...- susurró observando el espléndido arma que reposaba en una repisa cercana, sin duda aquella katana era un arma formidable.
Hisaki volvió la vista y tomó el arma entre sus manos.
-Esta era la katana de mi padre... pero no la uso - Hisaki sonrió - parece extraño pero a veces pienso que este lugar me llamó... es decir, no lo encontré por casualidad.
-Bueno, quien sabe, tal vez este lugar se encaprichó contigo de alguna manera- le respondió algo ausente -es extraño realmente, se siente mágico... como si el tiempo y el espacio no tuvieran razón de ser...- susurró Kei más para sí mismo que para su acompañante.
Sin más miramientos, el moreno observó los dorados ojos del rubio, no tan rasgados como los suyos propios a pesar de no poder esconder su herencia europea en ellos y sin entender qué estaba haciendo, como impulsado por una fuerza más poderosa que su propia voluntad acabó besándole en los labios un beso cargado de un sentimiento que no sabía de donde venía pero estaba allí, arrasador e intenso. Hisaki estaba pensando en las palabras de Kei. En verdad que era extraño ese lugar, pero él se sentía tan bien... como si ese lugar fuera su favorito en todo el mundo. Se giró para decirle que tenía que volver cuando sintió la boca del moreno besar la suya. Por un momento se sintió asustado, confundido, pero también lo estaba disfrutando, sobre todo esa intensidad le agradaba demasiado. Tomó a Kei de los hombros para separarlo lentamente.
-Tengo que volver, o me regañarán otra vez - dijo un poco nervioso.
Sin embargo Kei no respondió. No entendía que le estaba pasando pero no le gustaba... estaba en la ciudad para estudiar y convertirse en un maestro de kendo y poder abrir su propia escuela... eso era lo que quería... pero aquello no... Suzuki-san era un hombre y... la verdad le asustaba lo que había sucedido... Sin más, tomó sus cosas que había dejado en el suelo y salió corriendo. Hisaki se quedó paralizado, tampoco esperaba esa reacción del chico, por otro lado se sentía enfadado. Sentía que le había confiando su mejor secreto y el otro así como así, se largaba sin más. Acomodó todo y regresó también a casa sintiendo sus labios palpitar con el rocé del viento. Kei llegó a la escuela en un santiamén, se sentía turbado y a la vez era como si algo en su interior le dijera que estaba bien, que eso era lo que debía suceder...
-Te ocurre algo, Kei-kun? - preguntó un hombre que estaba sentado en la galería con una taza de té.
-No maestro, no me sucede nada- respondió sorprendido al oír al hombre que tanto le recordaba a su difunto abuelo -tan solo me di cuenta que se me hacía tarde y corrí todo el camino devuelta.
El hombre sonrió amablemente.
-Yukiko te estaba buscando, creo que necesitaba que cambiaras un foco de la habitación del fondo - le informó el maestro - cuando termines, me gustaría hablar contigo.
-Por supuesto, sensei - respondió con una profunda reverencia de respeto para seguidamente dirigirse al lugar indicado, esperando encontrarla allí.
-Kei-san! - saludó una chica con una reverencia - ¿me podrías ayudar? Se fundió el foco de la habitación y si Shigure-san llega ahora se enfadará mucho.
-Claro Yuki-kun - le respondió con una gran sonrisa a la joven -déjame el foco nuevo y yo me encargo de cambiarlo -le indicó colocando una silla bajo el foco y subiéndose en ella.
-Aquí tienes... te ves muy cansado¡te prepararé el baño! - dijo la entusiasta chica y salió de ahí con pasitos rápidos y cortos.
Kei estuvo a punto de negarse ante eso porque debía hablar con el maestro primero pero la muchacha no le había dado tiempo para ello. En cuanto tuvo cambiado el foco se dirigió de nuevo con su maestro y tras otra respetuosa reverencia esperó las instrucciones de éste.
-Kei-kun... mañana, como bien sabes es tu primer día de clases. Irás a la escuela Aoikawa, Yukiko te acompañará. En cuanto llegues entrevístate con el señor Yamada, él es el maestro de kendo de la escuela y muéstrale tu ficha de beca - explicó el anciano.
-Sí, sensei- le respondió obediente ante sus órdenes claras y concisas.
-En cuanto termines de clases, regresa lo más pronto posible, recuerda que tu obligación es mantener limpio el dojo - continuó el hombre - y por favor, Kei-kun, diviértete y haz muchos amigos.
El maestro le sonrió y acarició paternalmente los cabellos negros de Kei.
-Nunca se me ocurriría desatender mis obligaciones sensei... y con el resto... pues haré lo que pueda- le respondió con una sonrisa tenue pensando si tal vez su maestro debería saber que había conocido a alguien...
Finalmente se decidió sentándose frente a su maestro...
-Conocí a un muchacho en el lugar donde estaba meditando...
El hombre giró la cabeza para ver a Kei.
-¿De verdad¿Y quién es ese chico?
-Suzuki Hisaki... también practica kendo, sensei- le explicó sin dejar ver las emociones encontradas que sentía en esos momentos.
-Suzuki... he escuchado hablar mucho de él. Un chico excepcional sin duda - dijo el maestro soltando una risita - te has topado muy pronto con alguien excelente, muchacho.
-Realmente es un gran contrincante... solo necesita canalizar un poco la rabia- le comentó sorbiendo el té de la taza que su maestro le había ofrecido.
-Su padre era maravilloso... uno de los mejores sin duda - señaló el anciano - quizá sea por eso que muestra tanta rabia al combatir.
-Sí, me mostró la katana de su padre- explicó el joven- pero él vive solo con su madre...
-Lo sé - murmuró el maestro con una sonrisa sorbiendo lentamente un poco de té -no es sencillo perderse cuando tu padre era tan famoso en el kendo. Sin embargo, Kei-kun, te sigo notando agitado.
-No es nada en realidad sensei, son solo... sensaciones extrañas... no... no sé como explicarlo, sensei- le comentó sabiendo que siempre acabaría confiando en aquel hombre- Simplemente aquel lugar tenía algo raro... algo que no puedo explicar realmente... me mostró un dojo que hay cerca de su casa cuando le fui a llevar su sable de kendo.
El hombre se quedó en silencio por unos momentos.
-Se dice que cuando se tienen esas sensaciones es porque antes habías coincidido con esa persona - comentó el maestro con amabilidad.
-No sé maestro... era como si esa casa fuese como... no sé... una cárcel para mí... pero a la vez... a pesar de la angustia... no me molestaba- le explicaba sabiendo que no había quien entendiera eso.
El hombre no dejó de sonreír.
-Ya veo. Es raro y no podría decirte nada. Creo que Yukiko te preparó un baño, deberías de ir y tratar de despejar tus ideas. Quizá te recordó a algo de tu infancia¿no crees?
-Tal vez, en realidad se parecía a la casa de mis padres pero... en la casa familiar nunca tuve sensaciones así..- le comentó no atreviéndose a contarle lo del beso... mientras se levantaba y tras volver a hacerle una reverencia se dirigió a al baño.
Yukiko lo esperaba con una toalla y una bata en la puerta.
-Gracias Yukiko... fuiste muy amable preparando mi baño- le dijo a la joven que le esperaba en la puerta.
-¡No fue nada, Kei-san! - respondió la chica haciéndose a un lado para dejar pasar a Kei - cualquier cosa que necesites sólo dímelo.
-Gracias Yuki-kun, realmente no tienes porqué hacer estas cosas... pero gracias- le sonrió entrando al baño y colocando las toallas a un lado.
-¡Es mi trabajo! - gritó la chica antes de alejarse para que Kei pudiera bañarse.
Continuará...
(1)Sacado del trailer de la OVA y del mismo manga.
