I

Corrían atravesando la hierba alta, rezando que todo pokemon salvaje estuviese demasiado ocupado refugiándose de la torrencial lluvia que caía, en vez de estar buscando un oponente o futuro entrenador.

Touya y Touko habían estado viajando juntos ya hacía varios meses. Dos años habían pasado desde todo el embrollo con el equipo Plasma y para todos parecía ya haber sido un sueño lejano la imagen de ese joven peliverde que se subía a Reshiram y se alejaba entre las nubes. Ya pasado el tiempo los dos entrenadores habían dicho adiós una vez más a sus familiares y amigos para continuar con sus sueños de convertirse en los mejores entrenadores pokemon.

Bianca, Cheren, Touko y Touya habían tomado diferentes rumbos ese día, todos concentrados en sus metas particulares: Bianca se había quedado con la profesora Juniper, segura de haber encontrado esta vez su vocación, Cheren se encaminó hacia el Victory Road, en su incansable búsqueda por entender la fortaleza de sus pokemon y con un nuevo punto de vista cortesía de Alder; y Touko y Touya decidieron seguir explorando la región Unova, ansiosos por entrenar y descubrir nuevos e interesantes pokemon.

Pero a pesar de haber tomado rutas separadas, los dos adolescentes parecían encontrarse en todas partes.

No importaba en que ruta, bosque o cueva se encontraran, terminaban coincidiendo. Después de varias veces de tener que despedirse para encontrarse de nuevo pocas horas después, los dos amigos de la infancia consideraron la idea de viajar juntos y vivir nuevas aventuras entre los dos. Hacían un buen equipo y tenían una indiscutible química, a pesar de las frecuentes discusiones y bromas pesadas que se hacían entre los dos, por lo que el viaje juntos se había convertido en una aventura que lo era todo menos aburrida.

"¡Esto es imposible! ¡No parece que vaya a parar pronto!" el castaño le gritó a su compañera de viaje, señalando un enorme árbol que podía verse por encima de la hierba, junto al río. "¡Busquemos refugio ahí!""

Touya se había hecho un poco más alto durante ese tiempo, más su peinado curioso y sus ojos de niño lo hacían ver aún como un energético jovencito. Seguía teniendo esa misma personalidad traviesa y esa franqueza que a veces podía ser tomada como falta de tacto, y aunque no lo hubiese admitido en un millón de años, estaba disfrutando enormemente el viajar con Touko. Siempre había tenido una debilidad por su querida amiga, más se había resignado a ser tratado siempre como el hermano mayor; sin embargo esta vez, podía protegerla y compartir con ella, cosa que en el fondo lo hacía sentirse tranquilo y en paz. Lo cual no significaba que no se divirtiera jugándole bromas y haciéndola enojar constantemente, para él esa faceta de su personalidad solo la hacía ver muchísimo más encantadora.

Touko por su parte se estaba convertido en una (aún más) hermosa jovencita. Su figura se asemejaba más a la de una mujer y sus vivaces ojos azules seguían curiosos y atentos a cualquier aventura. Seguía siendo la misma chica independiente, fuerte y capaz, pero sin perder esa chispa de inocencia y delicadeza que la caracterizaba. El viaje con Touya estaba resultando muy beneficioso para ambos, ella pensaba. Eran amigos de antes pero estaban convirtiéndose en algo mucho más cercano, aunque ella todavía no sabía definir muy bien que era. Sin embargo debía ser algo bueno, pues cada vez que el muchacho le sonreía, ella se sentía completamente segura y cada vez que ella le tomaba la mano y él evitaba su mirada, mejillas rosas, no podía evitar pensar que era adorable. Todos estos sentimientos inocentes hacían que el suceso de hace dos años, que no parecía dejarla en paz cuando viajaba sola, se sintiera más distante y menos doloroso.

"Quedémonos aquí mientras se calma la tormenta, Touya." Le rogó la jovencita al castaño, quitándose algunos mechones que, por la lluvia, se habían quedado pegados a su rostro. "En días así no puedo evitar preguntarme si estará bien…" susurró la chica, mientras su amigo le pasaba el brazo alrededor de sus hombros, para darle calor y apoyo a la vez.

Le había dolido mucho la partida de N, eso no era un secreto, aunque ella no había dicho palabra acerca del tema desde que él la había dejado.

No, no la había dejado, el había tenido que irse.

Era por el bien de él, para conocerse de nuevo, para encontrar su lugar en el mundo.

Ella lo sabía, sin embargo todos los momentos que compartieron juntos, las batallas, su curiosa manera de expresarse, su inocente mirada, el viaje en la rueda de la fortuna y su última conversación en el castillo, todo se había quedado grabado en su mente y cuando se había parado a pensarlo, se había dado cuenta de que el joven Harmonia ya se había ganado un lugar especial en su corazón. Era un amigo también, y alguien a quien por alguna razón tenía la necesidad de proteger y enseñar.

Sin embargo había tenido que dejarlo ir.

Sabía que era lo mejor, sin embargo después de dos años, no podía evitar ser abrumada por preguntas y más preguntas que tenían que ver con N.

¿Estará bien? ¿Por qué no se ha comunicado con nosotros? ¿Comerá apropiadamente? ¿Estará solo? ¿No tendrá miedo? ¿Nos extrañará?

A veces todas estas interrogantes la hacían sentirse deprimida y ansiosa, hasta el punto de tener que parar sus viajes hasta poder calmarse. Curiosamente, cada vez que se hallaba en una de esas situaciones, parecía encontrarse con Touya, quien la ayudaba a calmarse y a sentirse mejor. Ella sospechaba que tal vez él había decidido quedarse con ella para asegurarse de que estaba bien, más la verdadera razón no le importaba en lo más mínimo.

¿Qué mejor persona que Touya para entender por lo que estaban pasando? Ella sabía lo frustrante que había sido para él dejar ir a N, pues a pesar de que su cabeza dura nunca le permitiera mostrar sus sentimientos libremente, se notaba que la misma conexión que N había creado con ella también la compartía con Touya.

Eran rivales, eran amigos, y siempre duele cuando a los amigos hay que dejarlos ir.

Pero la compañía que se estaban haciendo el uno al otro estaba funcionando como una impresionante medicina para el corazón de ambos, y ¡vaya que si se habían divertido en todo ese tiempo!

Durante esos meses que llevaban viajando juntos habían vuelto por la revancha en la liga, derrotando uno a uno a cada integrante del Elite Four y finalmente a Alder, quien los felicitó y condecoró por sus espíritus valientes y su fuerza de voluntad.

¡Habían también visitado lugares nuevos! Visitaron un pueblo llamado Lacunosa, donde descansaron como nunca y exploraron un bosque misterioso, también pasaron algunos días en Undella, un adorable pueblecito costero en donde disfrutaron de la playa y del sol. Exploraron cuevas, volvieron a cruzar los enormes puentes de Unova, y batallaron con todos los entrenadores que pudieron encontrar en el camino.

En esta ocasión, se habían encaminado en busca de un lugar del que habían estado escuchando últimamente. Lo llamaban el "Bosque Blanco", y habían oído de él mientras estaban de visita en Ciudad Nimbasa. Al salir de un musical oyeron a unos admiradores hablando del aparentemente misterioso lugar, y afirmaban que, a pesar de ser difícil de encontrar, la paz que transmitía y la enorme cantidad de pokemon inusuales que habitaban ahí eran inigualables. Solo eso bastó para que los entrenadores compartieran una mirada cómplice y partieran juntos en búsqueda de aquel sitio.

Efectivamente, cuando Touya y Touko pasaron el Marvelous Bridge y se adentraron a explorar la ruta 15 (donde se perdieron una innumerable cantidad de veces), llegaron, sucios y cansados, al famoso bosque blanco.

Estaban maravillados. Los árboles eran enormes, en verdad gigantescos, y apenas podía verse el cielo. Hojas caían despacio sobre sus cabezas y entre los pocos espacios que los arboles dejaban entre copa y copa, caía la luz del sol, cálida y tenue, sobre los techos de las pocas casas que se encontraban en el lugar.

Habían decidido quedarse algunos días, entonces, así que fueron directo al centro pokemon, en donde dejaron sus pertenencias en lockers y a sus fieles amigos (quienes estaban agotados después de tantas batallas en la ruta 15) bajo el cuidado de la enfermera Joy y su Audino, y decidieron ir a echar un vistazo por los alrededores.

Lo que pasó después fue bastante simple. A pesar de que el pueblo era sin lugar a dudas hermoso, no era bastante grande, por lo que los dos amigos habían decidido seguir explorando mientras esperaban que sus pokemon estuviesen sanos. Pero los jóvenes terminaron alejándose tanto del pueblo, que para cuando quisieron regresar, ya se encontraban envueltos en una densa niebla, indudablemente perdidos, en la complicada ruta 14.

"¡Y para más colmo tenía que empezar a llover de esta manera!" se quejó la castaña, incómoda por el frio y la humedad. Su compañero notó como su cabello goteaba y las gotitas resbalaban por su piel, cayendo sobre su ropa, ya empapada.

"Podría ser Thundurus, gastándonos una broma." El chico bromeó mientras volteaba su rostro, colorado al haber notado como la blanca camisa de la chica se había pegado a su cuerpo, suficientemente transparente ahora como para dejar ver su ropa interior.

"Hmph." La chica tenía un puchero enojado "Si tuviera a mis pokemon juro que lo encontraría y lo haría arrepentirse." Touya se rió en voz baja a lo que la chica, desesperada, gritó: "AUGH, ¡estoy cansada y tengo frio! ¡Cambié de opinión! ¡No quiero esperar más aquí!" Sin mirar atrás, la impulsiva chica dio un salto y echó a correr, dejando a su amigo atrás.

"¡¿E-EH?! ¡NO ME DEJES AQUÍ! ¡MALCRIADA! ¡BERRINCHUDA! ¡TRAIDORA!" Touya solo pudo oír como la chica se reía, obligándolo a apurar el paso para no quedarse solo en ese lugar.

"¡No te preocupes! ¡Estoy segura de que si seguimos el río terminaremos de vuelta en el bosque blanco!" Touko sonrío decidida, mientras corría por el borde del río, al mismo tiempo que trataba de asegurarse que Touya seguía detrás de ella.

"Eso o nos perderemos más en esta estúpida ruta" El muchacho se quejó en voz baja mientras veía una cantidad inusual de rápidos y cascadas pasar a medida corrían adentrándose más entre la maleza. No estaba seguro ya de reconocer el lugar en donde se encontraban cuando notó que Touko se paraba de repente, mirando algo del otro lado del rio. A pesar de que Touya no pudo ver nada a causa de la niebla, la chica pareció alegrarse de lo que había visto, puesto que después de examinarlo con los ojos entrecerrados había sonreído y alzado las dos manos para llamar su atención.

"¡E-es una persona!" gritó la chica al ver lo que parecía ser una silueta entre la niebla, pensando que estaban salvados. "¡Oiga! ¡Disculpe! ¡Oiga! ¡Aquí!" la jovencita agitaba sus brazos y saltaba para llamar la atención del sujeto, que parecía no escucharla. "¡Hey! ¡Estamos perdidos!" trató de agudizar su vista, y después de un momento le pareció bastante conocida la silueta. El desconocido era alto, esbelto, con el cabello largo… "¿Es…?" su corazón paró por un segundo, y luego, con más fuerza que antes se concentró en ser vista o escuchada. "¡HEY! ¡AQUÍ!"

"¡A quien le estás hablando, Touko, ahí no hay nada!" La chica no le hizo caso y siguió saltando "¡Ten cuidado!" Sin respuesta "¡Maldita sea, Touko! ¡Te puedes ca-¡"

Touya vio en cámara lenta como, de tanto saltar, la tierra del borde del rio, débil por la cantidad de agua recibida, cedía por el peso de la chica y la hacía resbalar, conduciéndola directamente hacía la furiosa corriente. Primero estaba ahí, y un segundo después había desaparecido entre las aguas.

TOUKO!" El muchacho no lo dudó dos veces y se lanzó de clavado al rio, sin pensar en que este, en vez de facilitar la búsqueda de su amiga, lo arrastraría como un muñeco de trapo, golpeándolo contra rocas y troncos y halándolo hacia el fondo del torrente sin darle oportunidad ninguna de respirar.

Haciendo un gran esfuerzo y con el poco aire que le quedaba, trató de alcanzar la superficie para respirar y buscar rastro alguno de Touko. Apenas pudo asomar su rostro y tomar una rápida bocanada de aire cuando el rio lo hundió de nuevo, dejándolo ver solo burbujas y agua turbia. Sin embargo, entre revolcada y revolcada pudo notar como el cuerpo de su compañera se movía a merced del rio al igual que él, no muy lejos de donde el chico se encontraba. Impulsándose tanto como el rio le permitía logró acercarse bastante a la chica, tratando de no ser presa del pánico que le provocaba ver que no se movía o hacía el mínimo esfuerzo por nadar. Después de un par de intentos fallidos, logró sostener la muñeca de la joven, y con las pocas fuerzas que sentía que le quedaban la haló y abrazó fuertemente contra él.

"Bien… ahora solo… necesito… aire…"

Para la mala suerte del castaño, una corriente intensa de agua los atrapó a ambos, y los embistió de lleno contra una roca en el fondo del rio. Touya, tratando de proteger a Touko, recibió el impacto con su espalda, protegiendo el cuerpo de la chica, pero el fuerte impacto dejó sin aire al entrenador, cuya vista poco a poco se fue nublando…