CAPITULO 1
A pesar de todos los años que han pasado, aun lo recuerdo muy bien. Aquel día, en el que deje de respirar, cuando Hans me apunto con un espada, dispuesto a matarme. Mi querida hermana Anna corrió todo lo que pudo para intentar salvarme y se puso delante mío para defenderme. Al ver a mi hermana, en el momento que Hans se abalanzó con su espada, la empuje para un lado, atravesándome a mí. En ese momento caí al suelo de rodillas y pude ver cómo mi sangre fluía como si fuera un gran río. Hans al verme, empezó a reírse e intentó huir, pero lo atraparon unos guardias y se lo llevaron al calabozo. Yo, seguía desangrándome y cuando levanté la mirada pude ver como Anna lloraba sobre mí. Puse mi cabeza en sus rodillas, y lo único que recuerdo era que tenía mucho sueño, y que cada vez estaba más débil. Mi corazón latía cada vez más débil, hasta que, dejo de latir.
Han pasado ya 420 años desde aquel día, pero aun lo recuerdo muy bien. Ahora soy un espíritu, ya que aquel día, la luna me resucito y me dio una tarea. La de traer la primavera. Quedé muy confundida en un principio, ya que yo dominaba la nieve y el hielo, y eso era exactamente todo lo contrario a la primavera. Pero al hablar con la luna, dijo que yo había muerto protegiendo a mi hermana por amor, y descongelé todo Arandell gracias a que aprendí el verdadero significado del amor y los sentimientos cálidos. Gracias a esto, me dijo que cuando la primavera tuviera que llegar, yo simplemente tendría que recordar los momentos con Anna, su esposo Kristoff y Olaf. Así, desde hace 300 años, empecé a descongelar el invierno. ¿Por qué desde hace 300 años y no desde hace 400? Bueno, eso se puede explicar muy fácilmente, ya que después de todo, yo me encerré 100 años en mi castillo con Olaf, para practicar mis poderes.
En este momento, es de noche, y estoy caminando sobre la nieve al siguiente pueblo que tengo que descongelar. Llevo una capa por todo mi cuerpo negra. Siempre que salgo de mi castillo he ido así, tapada entera, hasta la cara. No porque tenga frio, ni nada del estilo, ya que eso no me afecta, si no, porque no quiero que la gente me vea. Aunque, ahora que lo pienso, eso no importa ya que después de todo no pueden verme.
Yo seguía andando por la nieve, hasta que vi a un chico con una sudadera azul y unos pantalones marrones. Lo más sorprendente es que iba descalzo, como si no tuviera frío, como si no le afectara en absoluto. Cuando me fije en su rostro, pude observar unos hermosos ojos azules. Su pelo era blanco y aparentaba unos 19 años. Su piel era de tez blanca y llevaba en su mano un cayado. Me daba la impresión de que ese muchacho parecía el reflejo de la propia nieve. Al ver que estaba en mi camino y que me iba a chocar con él, me desvié por el lado derecho. Él parecía fascinado por lo que había hecho. Era raro, que por algo como eso estuviera tan sorprendido. ¿Acaso las personas de hoy en día son tan maleducadas como para chocarse con otra gente a propósito? No tenía ni idea, después de todo, habían pasado unos tres siglos desde que no veía a ninguna persona.
En ese mismo instante, mientras yo me alejaba, oí voces que venían del lugar donde estaba el muchacho. Cuando me di la vuelta para observar, pude ver como un conejo grande, una especie de chica humana pero cubierta con plumas volando, un chico pequeño que no podía hablar, y representaba las figuras en su cabeza y una persona muy grande con tatuajes en los dos brazos rodeaban a aquel chico y hablaban con el tan alegremente. Al verlos, me di cuenta de que eran los guardianes. No los conocía, pero había oído hablar de ellos. El conejo grande era Bunny, un conejo presumido con acento australiano. La chica cubierta de plumas que volaba era El hada de los dientes, el chico pequeño que no hablaba era sandman, aquel que traía los buenos sueños a la gente, y por último, el hombre tan grande, era Santa Claus, más conocido como Norte, que tenía un especial acento ruso, pero no sabía quién era aquel chico. Me hubiera gustado ir a saludar a Norte, ya que ya le conocía, pero debido a que me había alejado preferí no volver y seguí caminando.
- Oh Bunny, parece que para ser un canguro eres bastante lento. –Se burlo el chico.
- ¡Te he dicho que no me llames canguro, Frosty! ¡La próxima te ganare! – Contestó Bunny.
- ¡Parad ya los dos! –Grito Norte.
Y en ese momento, giro la cabeza hacia mi dirección, y me vio. Se formo una gran sonrisa en sus labios y todos los demás se le quedaron mirando.
- ¡Pero mira a quien tenemos aquí! – Grito Norte. - ¡Ven aquí con nosotros! ¿o acaso no me vas a saludar?
En ese mismo momento, me di la vuelta y empecé a caminar hacia Norte. Al llegar frente a él, todos me estaban mirando. Bueno, supongo que después de todo tenían motivos, ya que iba encapuchada con mi capa negra.
- Tiempo sin vernos, Norte. – Sonreí, y alcé mi mano esperando que la estrechara, pero como no, él me cogió de la mano y me abrazó tan fuerte que casi muero por segunda vez. "Norte no había cambiado en nada" – pensé.
Me soltó de sus brazos y me dijo:
- ¡Cuánto tiempo sin ver a la pequeña Elsa! ¡Y veo que no has cambiado en nada! ¡Sigues llevando este tipo de capas, cubriéndote entera! ¡Pareces un fantasma, Elsa!
- ¿Espera la conoces Norte? – Preguntó Bunny. Todos los demás le miraron esperando su respuesta, yo reía.
- ¡Claro que la conozco! ¡Es la pequeña Elsa! ¡La reina Elsa de Arendell!- Respondió Norte.
- ¿Reina de Arendell? ¿De cuantos años estamos hablando? – Preguntó Bunny.
- ¡De unos 410 o 400 años! ¿Verdad Elsa? ¡A pesar de haber pasado tantos años sigues siendo la misma! – Me dijo Norte.
En ese momento sonreí debido a sus palabras, y me quite la capucha, dejando ver mi rostro. Todos parecían asombrados por ver mi rostro, exactamente, no sé qué era lo que pasaba por sus cabezas. Tenía mi pelo suelto, me llegaba casi a las caderas y era un poco rizado. Mi pelo era rubio platino, y mis ojos eran azules. Tenía una tez pálida, debido a que estaba muerta, claro.
- 403 aproximadamente. Por favor Norte, no me llames reina, eso lo fui hace mucho tiempo. – Contesté. – Si me disculpan, tengo que continuar un gran camino. – Me incliné y sonreí.
- Espera Elsa. ¿Adónde vas con tantas prisas? – Pregunto Norte.
- Al pueblo más cercano, ya sabes, está llegando la primavera, tengo que terminar mi trabajo. – Respondí.
- Elsa, nosotros vamos para allá, ¿quieres venir?, por supuesto, llegarás más rápido. – Me pregunto Norte.
No sé cómo, pero siempre sabia como convencerme. Era algo que caracterizaba a Norte.
- Está bien. – Contesté sonriendo.
Y me subí a su trineo. Me senté al lado de Norte y al otro lado estaba aquel chico. Detrás de nosotros iban Tooth, Sandman y Bunny.
- Se me olvido presentaros, este es Sandman, esta es Tooth, este es Bunny y este de mi lado es Jack Frost. Ellos son los guardianes. - Me dijo Norte.
- En realidad, ya había escuchado hablar de todos, pero de Jack Frost no, ¿es un nuevo guardián? – Pregunté curiosa.
- Tal y como has dicho él es nuevo, lleva aquí casi un siglo. Veo que te informas bien Elsa, para ser solo una persona vagante. – Dijo Norte.
- Ah, es gracias a Olaf, él me informa de lo que ocurre cuando se queda solo. – Dije.
- ¿Olaf? ¿Ese pequeño hombre de nieve sigue aun contigo? A pesar de haber pasado 4 siglos, sigues siendo la misma, Elsa. – Dije Norte.
- ¿Un hombre de nieve? – Preguntaron todos sorprendidos.
- Ah sí, pero es algo de lo que no os puedo hablar todavía. -
- Ah, mira, pero si ya hemos llegado. – Comentó Norte.
Después de que lo dijo, nos bajamos todos del trineo. Como no, otro pueblo nevado hasta arriba. Parece que ese chico, Jack Frost, cumplía bien su trabajo. Mire hacia la luna y suspiré, "por eso me elegiste como el espíritu de la primavera, ¿no?, después de todo, ya hay un espíritu, y además guardián, que se ocupa de ello". Me quede mirándola hasta que Norte me llamo diciéndome que viniera hacia él.
- Venga Elsa, demuéstrales lo que sabes hacer. – Dijo Norte.
Sabía a lo que se refería, él quería que yo derritiera la nieve. Así que, eso hice, cerré mis ojos, y sonreí. Levante mis manos hacia arriba, y recordé todos los buenos momentos de mi vida. En ese momento, toda la nieve se empezó a derretir y cuando termine, al abrir los ojos, pude ver como todos estaban impresionados.
- Bueno, presentándome mejor, soy Elsa, un espíritu vagante, pero también me conocen como el espíritu de la primavera. – Sonreí pícaramente al ver sus caras. Me incliné, me puse mi capucha, y seguí caminando tranquilamente.
