NA: Solamente quisiera dejarles saber que he tomado la decisión de reescribir esta historia, los primeros 7 capítulos son los reescritos. No hay grandes cambios realmente, pero cuando la leí para saber como rayos continuar el fic… noté que habían ciertas cosas en mi escritura que no me dejaban en paz (no digo que esté libre de faltas de ortografía, sigo sin ser perfecta), así que aquí les dejo este DenNor.

Do you think we'll be in love forever?

Sentía el peso de los brazos de alguien rodeando mi cadera, no sabía ni recordaba quien podía ser esa persona… despertar desnudo al lado de algún desconocido ya se había vuelto una extraña afición.

Hice un pequeño esfuerzo para voltearme y poder ver el rostro de la persona que había pasado la noche conmigo, pensé que encontraría el semblante de alguien que seguía profundamente dormido, pero no… acostado a mi lado se hallaban el dueño de un par de ojos azules que emanaban un extraño brillo, su cabello caía sobre su frente y estaba dirigido a diferentes direcciones.

El brazo que me rodeaba la cadera se trasladó a mi espalda y levemente empezó a acariciar mi piel.

—Buenos días, Lukas. —Le escuché decir.

Fruncí el ceño, no porque aquella mañana no fuera indicio de ser un buen día, sino porque esa persona sabía mi nombre.

A pesar de no poder recordar exactamente lo que había sucedido la noche anterior, estaba totalmente seguro de que en ningún momento le había mencionado mi nombre, no tenía ningún motivo para dárselo a desconocidos con los que solamente planeo pasar una noche.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Pregunté mientras me sentaba y preparaba para salir de la cama.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? ¿No me reconoces? —Le volteé a ver sobre mi hombro, definitivamente ese no era un rostro que olvidaría de haberlo visto antes… tan solo observarlo me daba ganas de golpearlo. No entendía que me había llevado a dormir con él. —Bueno, creo que es normal… a mí también me costó reconocerte al principio.

El idiota ignoró mi pregunta y empezó a divagar entre palabras; sin embargo, su última oración me llamó la atención.

—¿Quién eres y de dónde me conoces? —Cuestioné antes de voltearme por completo y observarle detenidamente con intención de reconocerle. Sus ojos me observaron de forma extraña, despreciativamente dirigí la mirada hacia otra parte de la habitación.

—Soy Mikkel... —Su voz sonaba insegura al mencionar su nombre, el cual tampoco me sonaba familiar. —Nunca habíamos hablado realmente…

Eso no respondía exactamente a mi pregunta.

—Entonces ¿cómo sabes quien soy? —Tal vez separando la pregunta el muy idiota la comprendería.

—Tú pertenecías al club de magia cuando estábamos en el instituto. —Le observé recostarse sobre una almohada, tras lo cual dirigió la mirada hacia el techo como si estuviese recordando buenos tiempos… por mi lado, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. —Aunque estaba en un curso más avanzado al tuyo nunca tuve el valor de hablarte… eras, bueno… lucías diferente en aquel entonces.

Fruncí el ceño al ser incapaz de recordarle, no me agradaba la idea de haber pasado la noche con alguien que se disponía a revivir los recuerdos de mis días en el instituto.

—Tenías muy buena pinta de ser un delincuente, una vez escuché que los miembros del club de magia se distinguían por ser buscapleitos… —Me puse de pie, lo cual hizo que él dejase su comentario a medias.

—Idiota. Yo no era un delincuente…—Mis días en el instituto no era algo que deseaba recordar en ese momento, lo mejor sería acabar con esa conversación, sacarlo de mi apartamento y aceptar que nunca más volvería a toparme con él, poco importaba que él supiese sobre mi antiguo yo.

—Solías pasar el tiempo con el tipo inglés, ¿cuál era su nombre? El que parecía molesto con todo el mundo… —Rodé los ojos al saber que se refería a Arthur, otro miembro del club de magia. —Él también parecía ser un delincuente. ¿Acaso ese era un requisito para ser parte de ese club?

Intenté contenerme para evitar lanzarle mi almohada a la cara, pero siendo sincero, realmente quería golpearlo por su estupidez.

—¿Acaso eres sordo? Te dije que no era un delincuente, Arthur tampoco lo era… ni cualquier otro que estuviera en el club de magia... —Me forcé a detenerme recordando que no tenía ninguna obligación de darle explicaciones. —Vete de aquí y olvídate de mí.

No tenía intención alguna de que aquel hombre siguiera haciéndome recordar la vida que había llevado hace cinco años. Esos eran recuerdos que se quedarían intactos en el anuario.

Con tal de ponerle fin a nuestra conversación, me dirigí al baño, no sin antes voltear a ver una vez más al tal Mikkel, con suerte ya se habría ido cuando yo terminase de ducharme.

Encerrandome en el baño, me posicioné frente al espejo y observé el reflejo de mi cuerpo desnudo… varias marcas oscuras cubrían mi cuerpo. Me preguntaba cuales habían sido producto de la noche anterior, tras unos segundos dejé de darle importancia y me dirigí a la ducha, sentir el agua fría deslizarse sobre mi piel era lo que necesitaba en aquel momento.

Terminé de bañarme y regresé nuevamente a mi habitación; Mikkel ya no se encontraba allí y mi cama estaba debidamente ordenada, algo demasiado extraño a mi parecer. Dirigiéndome al armario, escogí mi atuendo y me vestí rápidamente con intención de dirigirme a la cocina lo más pronto posible para prepararme una taza de café; sin embargo, no contaba ni deseaba encontrarme con el rubio en mi cocina…

Su mirada estaba fijada sobre la cafetera, seguramente intentaba descifrar como funcionaba.

—¿Por qué sigues aquí? —Le observé sobresaltarse al escuchar mi voz. Inmediatamente se volteó hacia mí con sus ojos azules ampliamente abiertos.

—¡Lukas! ¡Me asustaste!... No te escuché llegar. —Cruzandome de brazos me cuestioné por qué siempre ignoraba mis preguntas.

—Limítate a responderme. —¿Quién se creía él que era? Estaba en mi casa.

—Lo siento. —Se llevó una mano a la cabeza y se alborotó el cabello que de por sí ya estaba despeinado. —Pensé que estabas de mal humor, así que decidí preparar un poco de café para ti.

Gruñí por lo bajo tras escucharle, yo no estaba de mal humor, lo único que quería era que se marchara… ya no le necesitaba. Si bien tenía deseo de beber un poco de café, no tenía ninguna razón para que él lo preparase.

Suspirando profundamente me acerqué a él y lo empujé levemente para poder encender por mí mismo la cafetera.

—No necesito que hagas nada por mí. —Murmuré secamente. —Puedes marcharte ahora, tengo trabajo que hacer.

—Después de todo lo que sucedió ayer ¿me vas a echar a la calle solo así? —Pude discernir el tono burlón de su voz. Levanté la mirada y me encontré con una sonrisa socarrona. —Aún es temprano. ¿Por qué no me cuentas como es tu vida ahora?

Apoyándose contra la pared, me observó detenidamente.

—No hay razón alguna por la que deba contarte algo sobre mí. —Era la verdad, de nada serviría que él fingiese estar interesado en mi estilo de vida actual. —Cuando te vayas te olvidarás de mí y eso será todo.

Había que ser realistas, sería menos problemático para mí si desde ese momento evitaba que él metiese su nariz en mis asuntos.

Dándole la espalda, me dispuse a buscar una taza en la cual poner el café.

—¡Oh! También lo recuerdo a él. —Sin realmente saber a que se refería le observé desde mi lugar. En sus manos tenía una fotografía, y no cualquier fotografía…

—¡Deja de tocar mis cosas! —Exigí mientras dejaba de lado mi búsqueda por la taza, extendiendo mi mano esperé a que él la devolviese.

—¿Eras amigo de Emil? —Preguntó antes de entregármela.

Sospechosamente le observé con los ojos entrecerrados.

—No. —Observé la fotografía antes de ponerla nuevamente en su lugar. —Somos hermanos.

La mirada con la que me observó me dejaba en claro que trataba de hallar algún parecido entre Emil y yo.

—Hermanastros. —Especifiqué ahorrandome escucharlo preguntar al respecto.

—Eso explica muchas cosas… —Murmuró en tono pensativo, estuve a punto de cuestionarlo sobre ello pero su sonrisa reemplazó su ceño de meditación. —Entonces, volviendo al tema de conversación ¿Cómo te trata la vida?

Le volví a dar la espalda esperando a que mi café estuviese listo.

—Ya te dije que no es algo que te importe. —Fríamente respondí.

Tras unos segundos de silencio, le escuché dar unos pocos pasos, decidí ignorarlo creyendo que empezaría a deambular alrededor de la cocina; sin embargo, sentí un par de brazos enrollándose alrededor de mi cuerpo.

—¿Qué estás haciendo? —Mi cuerpo se tensó tras voltear el rostro y encontrarme con él suyo a centímetros del mío.

—Creo que necesitas un abrazo. —Susurró seductoramente en mi oido.

Fruncí el ceño y me removí intentando alejarlo de mí.

—¡No necesito que me toques! —Grité enojado, inmediatamente me soltó.

—Eso no era lo que aparentabas anoche. —Respiré hondamente tras su comentario. —¿Acaso te embriagaste lo suficiente a propósito para olvidarlo todo?

Observándole sin emoción alguna, esperé a que él mismo reconociese que había acertado, esperaba que se decepcionara en ese momento y se marchase, pero en lugar de eso, una sonrisa burlona ocupó su rostro.

—Es muy probable que no recuerdes, o que simplemente prefieras negar lo que tu subconsciente desea… —Poco a poco se volvió a acercar a mí. —Yo no estaba ebrio anoche y recuerdo claramente tus suplicas.

Antes de darme cuenta me hallaba acorralado contra la pared y él, un nudo en mi garganta empezó a formarse.

—A...Aléjate. —Tartamudeé inconscientemente. —¡No sabes nada! No creas que por haber pasado una noche conmigo sabes algo de mí.

Mikkel me observó reprobatoriamente y negó con su cabeza.

—¿Qué tanto te conoces a ti mismo? —Le observé desafiante, él no tenía derecho alguno de preguntarme aquello, sabía que quería manipularme. —Lukas, hagamos un trato.

Su mano rozó una de mis mejillas y yo fruncí el ceño; sin embargo, no lo detuve. Le demostraría que no podía hacerse el listo conmigo.

—Durará dos meses. —Guiñó el ojo mientras deslizaba su mano hasta mi mentón. —Déjame conocerte por ese tiempo, quizás así te conozcas a ti mismo.

Absurdo, no había mejor descripción para lo que escuchaba en ese momento, ni siquiera sabía como se le podía haber ocurrido sugerirlo.

—N…Nhh... —A punto de negarme, sentí la presión de sus labios contra los míos, fue en ese momento en que me condené a mi mismo.

Podía ignorar una mirada, así como podía resistir una caricia… pero un beso…

Mordí levemente su labio inferior y escuché un leve gruñido de su parte, inmediatamente rompió el contacto y me observó con deseo.

—Lo siento, Lukas. —Se disculpó tras lamer sus labios disimuladamente. —Si continúo no querré parar y debo irme por ahora, no te preocupes volveré esta noche.

Me guiñó antes de acariciar mi rostro nuevamente.

—Yo no quiero que vuelvas. —Logré decir mientras observaba como me daba la espalda para marcharse.

Él detuvo su paso y me observó nuevamente.

—Me devolviste el beso, eso es suficiente para sellar el trato. —Respondió mientras se encogía de hombros. —A partir de ahora eres mi novio.

Quise detenerle para alegarle que yo no estaba de acuerdo ni con su trato ni con ser su novio, pero la puerta de mi apartamento se cerró antes de que lograse hacerlo y yo no iría tras él, después de todo, deseaba que él se marchase.

—Mikkel… —Su nombre se escapó de mis labios, bufando me dispuse a servirme mi taza de café.

Suspirando pesadamente, tomé la taza conmigo y me dirigí a la antigua habitación de Emil, lugar donde había encerrado todos mis recuerdos de mi época en el instituto… quizás ahí encontrase el maldito anuario y pudiese descubrir quién era el idiota de Mikkel.