Remus Lupin, caminaba por la habitación, la habitación cicular que compartía con sus tres amigos. Ni James ni Peter se encontraban allí en aquel momento. El sonido de sus pasos ponía nervioso a Sirius, que ya estaba bastante alterado, y eso que era solo el primer día del curso después de Navidad.
- No Sirius, no creo que sea buena idea
- Pero estoy seguro de poder conseguir el veritaserum, podríamos saber mucho más y...
- Es tu hermano, Sirius ¿de verdad quieres humillar así a tu hermano pequeño? En serio, si lo hubieras tratado un poco mejor seguramente hubiéramos podido...
- ¿Un Slytherin alternando con James Potter y sus amigos?
- Pero no es solo un Slytherin, es tu hermano.
- Tu sabes que yo no soy un Black.
- Lo eres, aunque no compartas sus prejuicios, la sangre tiene su importancia, amigo mio.
- Si... la pureza de sangre. ¿Crees que un auténtico Black se habría mezclado con alguien como tu? Si yo fuera un Black no estaría ahora hablando contigo.
Suspiró, no había manera de convencer al cabeza dura de Sirius. No entendía que renunciar al nombre de Black era renunciar a una ventaja que le correspondía por derecho. De todas formas, no porque Sirius renegase de su familia significaba que hubiera dejado de formar parte de ella, esos lazos eran irrompibles, seguro que Dumbledore hubiera estado de acuerdo con él. No le parecía bien coaccionar a Regulus, y sacarle por la fuerza información sobre Avery y los demás. Remus sospechaba que Regulus se sentía disminuido por el éxito arrebatador de su hermano Sirius, el preferido de las chicas, el rebelde encantador que conseguía forzar una sonrisa incluso de la profesora McGonagall. También sospechaba que su interés en el círculo de Avery se veía incrementado por la necesidad de sentirse aceptado e importante. Últimamente, desde el alzamiento de los llamados Mortífagos con la sospecha de que lo hacían bajo los auspicios de Lord Voldemort, Avery y sus compinches se paseaban por el colegio más envalentonados que nunca.
- Sirius, no cuentes conmigo para esto. Además no creo que tu hermano sepa gran cosa, ni creo que Avery y sus colegas tengan realmente relación con... bueno, ya-sabes-quien. Solo son una pandilla de pretenciosos, les encanta darse importancia.
- No tienes ni idea. Estas vacaciones, en la casa de mis padres he oído a mi hermano y a Gustav Wilkes hablar con mi prima Bellatrix en la chimenea. Aunque no pude oir lo que decían ella les estaba dando instrucciones. Hablaba con autoridad Remus, no era un juego de colegio.
Remus quedó en silencio por un momento. Eso era harina de otro costal, Sirius les había hablado muchas veces de sus primas Black. En particular de Bellatrix, una auténtica Black devota ferviente de las artes oscuras y que , junto con su marido Rodolphus Lestrange, ocupaba un lugar destacado al lado de Lord Voldemort en su campaña política contra la llamada "linea blanda" del ministerio.
-Veo que ya me prestas más atención...
La puerta de la habitación se abrió con energía y James Potter entró silbando con una escoba en la mano. Venía sudoroso y feliz de campo de quiditch ,donde se había pasado las últimas horas olvidado de ellos y del mundo.
- Hola, hola. Así que estabais aquí, escondidos como hurones con el buen día que hace.
Lupin dejó de pasearse y se sentó sobre una de las camas con dosel que crujió bajo su peso. Informó a James sin paños calientes antes de que éste pudiera irritar a Sirius con sus frivolidades deportivas.
- Sirius sospecha que su hermano Régulus está en contacto con mortífagos.
James dejó la escoba contra la pared y empezó a quitarse la túnica de quidditch
- Naaa, ya se que tu hermano es un cretino pero solo porque alterne un poco con ese pijo de Avery y compañía...
- Avery no me preocupa ahora, James. Regulus ha estado de confidencias con mi prima Bellatrix.- Intervino Sirius.
James se quedó callado un momento y después miró a Remus buscando confirmación, éste se encogió de hombros.
- Si Sirius lo dice, yo le creo... pero aún así no quiero ni oír hablar de usar Veritaserum en Régulus.
- Tendremos que vigilarle con atención. ¿Creeis que Snape está en el ajo?.
- ¡Vamos! No empieces tu también- resopló Remus- Tu fijación por Severus es tan enfermiza como el odio que el siente por ti.
- Pues eso no va a ser nada cuando se enteré de las últimas noticias.
- ¿Qué noticias? Inquirió Sirius escamado.
- Pues noticias que tienen que ver con cierta dama pelirroja... Continuó James con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿QUEEE? Chillaron sus dos amigos al tiempo
- Que si tios, que al fin...¡QUE DIGO QUE VOY A SALIR CON LILY EVANS!- Voceó James como si hablase con dos sordos.
- No me lo puedo creer... Sirius estaba alucinado.
-Ya ves... Las tengo loquitas.
Remus sonrió. Era bastante cierto que James no solía fallar con las chicas, la excepción había sido Lily Evans. Si lo que decía era cierto le habría costado casi dos cursos conseguir una cita con ella, llevaba intentándolo desde cuarto. Más bien Lily tenía loquito a James.
Desde luego a Severus Snape no iba a hacerle ninguna gracia, eso era seguro. No es que Remus pensara que el viejo "Lloricus" tenía intenciones románticas para con Lily, pero ellos dos se llevaban bien, Slughorn los había sentado juntos en pociones casi al principio del curso, justo después de un altercado con James que había terminado con media clase bañada en Poción Reveladora y con el flequillo de James chamuscado. Snape era un chico extraño, tenía muy poca relación con sus compañeros, incluso con los Slytherin. James y él se detestaban hasta extremos absurdos. Después de más de cinco años en Hogwarts ya no era fácil recordar como había empezado todo, pero Lupin era consciente de que muchas veces James había abusado de su popularidad y había humillado a Snape gratuitamente, como aquella vez junto al lago. Recordó como le había extrañado que Lily y Snape pudieran seguir entendiéndose tan bien después de que "Lloricus" hubiera la insultado llamándola sangre sucia.
- Te felicito James, a ver si esta vez no la pifias.- Dijo Remus sonriendo a su amigo- Lily no se parece en nada a las chicas con las que has salido hasta ahora.
- Y que lo digas, es dura de pelar.
- Y un cerebro preclaro según el profesor Slughorn
- ¡Bah! a Slughorn lo que le gustan son sus tobillos. Babea con las chicas guapas ¿no os habéis fijado¡Si hasta le he visto mirarle las piernas a Bertha Jorkins!
Risas.
- ¿Y que va a pensar Lloricus? Pregunto Sirius fingiendo ansiedad. Le encantaba martirizar a Snape, si bien hacía meses que James y él solían elegir momentos en los que Lily no estaba a la vista. Como parte de una estrategia para intentar diluir el genuino disgusto que a Evans le causaba que James Potter se hiciera el gallito con Snape, los amigos habían dejado poco a poco de buscar la confrontación pública con él. Se podría decir que la guerra declarada que había amenizado el curso a muchos alumnos aburridos el año anterior era ahora una guerra aparentemente fría y mucho más privada.
- Si quiere se lo puedo explicar...de cerca- Repuso James, con una mirada maliciosa.- Afortunadamente "Lloricus" no hace mucho honor a su nombre últimamente. Eso le honra, que le vamos a hacer...
Sirius fingió sufrir un ataque , se tiró por el suelo con gesto desencajado agarrándose el cuello.
- Arggggg, eso me mata... ¿Tu admirando a Snape?
Remus sabía a que se estaba refiriendo James. A pesar de las apariencias y de lo mucho que Lily pudiera ignorar, el enfrentamiento entre James, Sirius y Snape se había recrudecido en las últimas semanas antes de Navidad. Sin embargo Snape no estaba compartiendo esta parte de su vida con Evans. No quería pensar en la reacción de ella si se hubiera enterado.
- No creo que a tu pelirroja le hubiera hecho mucha gracia ver como os batisteis en duelo la noche antes de las vacaciones. Y Por cierto, no esta bien que el pobre Peeves cargue con las culpas de todo lo que destrozasteis, a Filch por poco le da un yuyu.
- Tu siempre la voz de la conciencia... Aunque esta vez el bueno de lloricus te dio paliza ¿eh, Cornamenta?- Le pinchó Sirius mientras recomponía su atuendo. Después de haberse revolcado por el suelo tenía el pelo casi tan erizado como James.
La última noche del trimestre de otoño, James y Snape se habían citado en el salón de trofeos para pelear. James no le había contado nada, aunque Remus sospechaba que Sirius si había sido informado e incluso puede que invitado a presenciar la pelea. De todas maneras, aún en el caso de haberlo sabido ¿hubiera servido de algo tratar de convencer a James? No lo creía.
Remus se había despertado en medio de la noche y se había encontrado con aquella escena de pesadilla. Le había costado algunos segundos reaccionar. James, cubierto de sangre de pies a cabeza, con unos horribles cortes en el brazo y pierna derechos, sangraba por la nariz y su labio superior aparecía hinchado y tumefacto. Sangre mezclada con saliva se le deslizaba por la barbilla hasta el cuello de la túnica. Sirius lo sostenía contra la pared, tenía una expresión un poco ida, mareado quizá por la vista de su propia sangre o tal vez por el golpe que le había producido las lesiones en la cara. No quería ni acordarse.
-Ha mejorado mucho el maldito.- gruñó James- ¿Dónde aprenderá esos hechizos de ataque? No creo que Lily hubiera salido conmigo si aquella maldición me hubiera dado de lleno. Me remendaste muy bien la pierna y el bazo Lunático, pero si me llega a rajar así la cara ni mi madre hubiera querido besarme más.
James se tomaba bastante a la ligera lo que había pasado, pero no solo había sido una suerte para él que la maldición no hubiera impactado enteramente en el blanco, sin duda Snape hubiera tenido entonces muchos, pero muchos problemas. Remus era muy bueno con los hechizos curativos. Había aprendido por necesidad, convertirse en hombre-lobo cada luna llena tenía muchos efectos colaterales y para él era muy útil ser capaz de auto tratarse cortes y hematomas. Sin embargo las heridas de James iban un poco más allá de sus habilidades, había podido detener la hemorragia pero la pierna y el brazo conservarían cicatrices. James se había negado a ir a la enfermería, no le importaba, de hecho pensaba que le daban un aspecto bastante guay y al fin y al cabo era de esperar que un buen buscador y capitán de Quiditch tuviera algunas cicatrices ¿no?
- De todas formas él también recibió lo suyo- Continuó Sirius -Supongo que Lily piensa que "Lloricus" es un pobre incomprendido, un alma atormentada e indefensa. ¡Ja! seguro que no le ha contado nada de todos los hechizos tenebrosos que se sabe.
- Y es un Slytehrin, no lo olvidéis y de la peor especie- Afirmó James
- Slughorn es Slytherin, hay muchos Slytherin que no son tan racistas. La mayoría de la familia de Sirius es Slytherin y...- empezó Remus conciliador, pero Sirius no le dejó continuar.
- ¡Ya te he dicho que esa no es mi familia!- Sirius se dio la vuelta con un gesto brusco, cuando habló de nuevo su voz se había oscurecido- De hecho es la última Navidad que paso en casa. No lo soporto más. Mi padre despotricando contra el ministerio por rechazar la propuesta Lynch y no derogar las leyes de protección muggle, mi madre asintiendo y Kreacher lamiéndoles los zapatos a los dos, como si su cabeza no fuera a acabar adornando el pasillo. ¡Estan de acuerdo con las tesis de Lord Voldemort¿os lo podéis creer? Les parece que desmantelar el Estatuto del Secreto y dejar a los muggles indefensos es una gran idea, el mundo por los magos y para los magos... ¡Están locos! Y mi hermano tonteando con mortífagos ¿es que os extraña?
Los tres amigos quedaron en silencio un momento, después Remus se levantó y puso una mano sobre el hombro de Sirius.
-Escucha Sirius, yo...
Pero antes de que pudiera continuar Peter Pettigrew entró en la habitación como un terremoto, tropezando con la escoba de James y dando con sus huesos en el suelo a los pies de Sirius. ¡CRACK!
- ¡Colagusano! Como me rompas la escoba te uso como aperitivo para el gato de Filch.
- Perdona, James¡ay! Es que Gordon me perseguía con polvos de ortiga...
Peter tenía esa extraña facultad de aparecer en el momento más inoportuno. En fin, Peter es Peter. Pensó Remus con cariño.
Bajaron a cenar al Gran Comedor y llegaron de los primeros. Había aún muy poca gente sentada y los alumnos hacían corrillos en torno a las cuatro largas mesas. James entró en cabeza buscando a Lily con la mirada en la mesa de Gryffindor y despeinándose el flequillo según su costumbre, sin duda tenía intención de sentarse a su lado, pero antes de que pudiera acercarse Nora Prewett y Artemisa Jones se le adelantaron.
- Casi, campeón- Susurró Sirius divertido.
- Calla Canuto si no quieres ganarte una colleja...
Artemisa y Lily le miraban con mal disimulado regocijo al tiempo que Nora les decía algo divertidísimo al oído. Con un aire de gran dignidad, en absoluto propio de él, James encaminó a sus amigos hacia la otra punta de la mesa saludando a las chicas al pasar.
-Hola Prewett- Un gesto de cabeza- Evans, Jones.
Afortunadamente ya habían pasado de largo cuando las risas de las chicas empezaron de nuevo.
Mientras devoraban su roast-beef con puré de patatas, Peter recordó que solo quedaba una semana para la luna llena.
- Ya se que para ti es terrible, Remus, pero no puedo evitar que me resulte emocionante cuando llega la noche de tu transformación.
- Shh- dijo Sirius mirando a la mesa de Slytherin- habla más bajo.
- Lo se Peter, y me alegro de que al menos vosotros os divirtáis.
Desde que el curso anterior sus amigos habían conseguido al fin completar la transformación en animagos el momento de su metamorfosis licántropa resultaba mucho más llevadero. Remus había sido un niño tremendamente desgraciado, casi se había resignado a no tener amigos, ni siquiera esperaba ya tener una vida normal, hasta que Albus Dumbledore le otorgó el más maravilloso regalo que nunca le hubieran hecho: Su admisión en Howgarts y por ende sus amigos. Cinco años les había costado conseguir convertirse en animagos plenos: Canuto, Colagusano y Cornamenta. Habían tenido que pasar muchas noches de estudio en la sección prohibida y sufrir algún que otro accidente.
- De que te ríes Remus?- Preguntó James picado.
- Te juro que no tiene nada que ver contigo ni con Lily. Me estaba acordando de aquella vez que Sirius se lleno de pelo justo antes de la primera salida a Hogsmeade en tercero.
- Jo jo. Que gracioso. Tuve que quedarme en Hogwarts mientras los tres os atracabais de golosinas de Honeydukes. Y todo por ser el primero en probar nuestro método.
- Eso te pasa por ser tan impaciente, no estaba depurado y por supuesto falló, os costó todavía casi dos años perfeccionar el hechizo.
- Bueno, a mi me costó un poco más- dijo Peter muy bajito.
Era algo que siempre había avergonzado a Peter, ser el último en conseguir la transformación y resultar un animal tan patético como una rata. El aspirante a animago nunca sabe en que clase de animal se transfigurará al completar el proceso. Es el yo más profundo, la personalidad más básica la que se manifiesta cuando un mago adopta la forma animal. Nadie había esperado realmente que Peter se transformase en un animal poderoso pero ¿una rata? Afortunadamente ya lo había superado, y a veces ser un animal pequeño e insignificante tenía sus ventajas.
Habían acompañado a Remus ya en muchas ocasiones a su refugio en la Casa de los Gritos en Hogsmeade. Al principio eran más o menos cuidadosos y procuraban no hacer mucho escándalo pero pronto hasta las más truculentas leyendas de maldiciones y fantasmas se antojaban poco para explicar el estruendo que preparaban. ¡Como se reían en las visitas a Hogsmeade escuchando los comentarios de los vecinos sobre los terribles golpes y alaridos que se escuchaban en el caserón las noches de luna llena!
Aquella noche, la primera del trimestre invernal, se levantó aire de ventisca. Ahítos de tarta de manzana con crema, la favorita de Peter, se dirigieron a la torre de Gryffindor escuchando el aullido del viento contra las viejas piedras del castillo. En la habitación, los elfos domésticos habían dispuesto bolsas de agua caliente dentro de cada cama. Se acostaron y casi inmediatamente Peter, Sirius y James empezaron a roncar.
Remus permaneció despierto hasta mucho después, le preocupaba el asunto de James y Lily. Remus se llevaba mejor con ella que cualquiera de los otros, por supuesto mejor que James hasta la fecha. Se podía decir que eran amigo y a menudo jugaban juntos al ajedrez mágico. Lo que nunca le había contado a sus amigos es que Lily había sido la primera persona en Hogwarts que supo de su problema. Al principio, en sus primeras semanas en el colegio, Remus solo era un niño menudo y tímido que echaba de menos su hogar mucho más que la mayoría. Su condición le había tenido siempre atado a la casa familiar, eran las primeras noches que pasaba fuera, ni siquiera había ido nunca a dormir a casa de un amigo. Se sentía extraño, solo, a pesar de estar rodeado de cientos de niños.
Una noche Lily lo había sorprendido muy tarde en la sala común mirando el fuego convertido en brasas. Se había sentado a su lado y habían hablado durante horas. Ella también se sentía sola, para ella todo era nuevo porque sus padres eran muggles. Le contó que no se llevaba bien con su hermana Petunia, habló de su familia, de su casa, de muchas cosas... Y Remus bajó la guardia hasta el extremo de confesarle que era un licántropo, una bestia sedienta de sangre, una abominación... Aquello fue un error, estaba asustado y se sentía muy solo, había quebrantado la regla del secreto que con tanta insistencia le habían inculcado sus padres. "Nadie debe saberlo, hijo, la gente no entiende esta clase de cosas", "el miedo es señor". Y sin embargo nunca se había arrepentido de aquel desliz. Y por supuesto Lily jamás había traicionado su confianza.
Con James, Sirius y Peter había sido muy distinto, les había contado su secreto cuando ya eran amigos, después de pasar meses esgrimiendo excusas poco creíbles acerca de sus desapariciones mensuales, pero nunca se había descubierto tan completamente delante de una persona desconocida como con Lily Evans. Los años habían pasado, Lily ya no era en absoluto una desconocida. Por eso Remus sabía que la amistad entre ella y Severus Snape era algo mucho más profundo y complicado de lo que sus amigos creían. Muestra de esa arrogancia que tan poco le gustaba a Lily era que James y Sirius tendían a pensar que la gente mediría a Snape con la misma vara con la que lo hacían ellos. Y estaban completamente equivocados.
Snape no era una mascota para Lily, ni tampoco una buena obra, de la misma manera que tampoco Remus lo era ni lo había sido nunca. Lily sentía verdadero afecto por Snape, admiraba su mente brillante y parecía traspasar su gesto ceñudo y sus palabras agrias hacia un interior oculto que solo ella conocía. Hacía ya mucho tiempo que Severus había dejado de ser "Lloricus", pero ellos no lo veían. Snape era mucho más poderoso de lo que pensaban, había en él una energía contenida enclaustrada en un recipiente frágil que amenazaba con estallar en cualquier momento, y lo estaban subestimando...Incluso después del nefasto duelo, James y Sirius no se daban realmente cuenta. Debo hacérselo ver, pensó.
Poco a poco la calidez de las mantas lo atrapó y se fue quedando dormido.
