DISCLAIMER: Los personajes y serie no me pertenecen, son propiedad de la mangaka Julietta Suzuki. Únicamente el fanfic es de mi propiedad, no se aceptan copias, adaptaciones y/o plagios. Muchas gracias.
SUMMARY: Nanami invita a Tomoe a un parque de diversiones por segunda vez para que estén solos. Lo que Tomoe no espera es que la intención no sea divertirse o al menos… No de esa manera.
Un parque de diversiones… y algo más
Nanami había invitado a Tomoe al parque de diversiones, pero él se negó. Tenía mucho trabajo que hacer y no le apetecía ir a un lugar tan infestado de gente, o al menos eso dijo él. Después de una hora intentando convencerlo se decidió por el método más efectivo y terminó dándole la orden de acompañarla, hacía demasiado calor y no pensaba quedarse encerrada esperando oradores que jamás llegarían.
Prepararon un bolso muy ligero, apenas con un abrigo para cada uno y algo de comida. A Tomoe le resultó extraño que ella no invitase a Mizuki, pero bueno, era mejor, de esa forma no tendrían que estar discutiendo toda la tarde ni querría matarlo a golpes con su propio jarrón de sake. Con esto en mente salieron rumbo al parque.
Fueron dos horas y media de viaje, ninguno de los dos habló. Ella parecía inquieta, pero no le prestó atención. Él, por su parte, prefería el silencio antes que una conversación sin sentido. Subieron a pocos juegos, Nanami no estaba muy entusiasmada. Notó que ella volteaba a ver su teléfono celular casi cada media hora. Frunció el ceño, como esperando que el tiempo se acelerara de golpe. Finalmente volteó a verlo, notando que la miraba, y se apresuró a proponer subirse a otra atracción del parque antes de que él tuviera tiempo de preguntarle algo siquiera.
Tras algunas horas en el lugar escuchó que ella se quejó sonoramente a su lado, justo cuando acababan de abrocharse los cinturones para subir a la montaña rusa.
—¡Ay, no! ¡¿En serio?!
—¡¿Qué pasa?! —expresó molesto por lo inoportuno de sus quejas.
—Es que… Es que…
—¿Es que qué?
—Me quedé sin batería…
—¿En serio? Entre todos los posibles problemas que pudiste tener para gritar así, ¿Justo eso es lo que te molesta? —frunció el ceño, haciendo más notable su enfado. Se escuchó el sonido de una palanca y la máquina se sacudió ligeramente, pero ninguno de los dos se percató de ello.
—¡Pero es que así no podré saber la hora que es! ¡No entiendes! —sonó un poco más desesperada que de costumbre, casi parecía que su vida dependía de aquel aparato.
—¡Claro que entiendo! Entiendo que prácticamente me arrastraste hasta este lugar plagado de humanos y te la has pasado revisando esa cosa, para eso era mejor que vinieras sola y me dejaras a mí en paz.
—P-pero… Tomoe, yo… —sus ojos se hicieron ligeramente más brillantes en cuanto escuchó el tono de su acompañante, casi odiándola por traerlo hasta allí. La atracción se movía de manera ascendente, los demás pasajeros gritaban eufóricos para que esa cosa terminara de subir y de esa forma acallaban la discusión de la pareja que se encontraba en el primer vagón.
—¿Tú qué?
—Yo necesitaba la hora para… Eh, para… —empezaba a fastidiarlo que ella tartamudeara tanto y su mirada se lo hizo saber, de manera que se apresuró— Para que se hiciera tarde…
—Pues si querías que se hiciera tarde podías verlo tranquilamente desde el templo y sin sacarme de la casa para que esté rodeado de estos humanos.
—No, no era eso —el aparato se acercaba peligrosamente a la cúspide del juego, pero seguían sin notarlo—. Era para que estemos… —hizo una pausa pero parecía no querer terminar, al final Tomoe se hartó.
—¡¿Quieres soltarlo de una maldita vez?! ¿Para qué querías que se hiciera tan tarde?
—¡Para que estemos juntos, idiota!
El aparato cayó de golpe hacia abajo. Gritaron.
Cuando bajaron no se dirigieron la palabra, Nanami se fue a buscar el bolso para irse del lugar mientras Tomoe la esperaba sentado en una banca pensando en las palabras de la castaña. Estaba confundido.
—¿A qué te referías con "Estar juntos" en el juego? —se atrevió a preguntar cuando ella regresó cabizbaja con el pequeño morral colgando del hombro.
—Nada, olvídalo, volvamos a casa.
—Quiero saber —insistió—. No puedes decir algo así y luego pretender que no pasa nada —utilizó el tono más calmado posible para así no asustarla. Quería una respuesta.
—Te dije que lo olvides —viendo que él no se movía del lugar decidió empezar a caminar para que así la siguiera. Funcionó.
—¿Te referías a que querías pasar la tarde conmigo? —se aventuró a preguntar, pero lo descartó al no percibir cambios en su actitud al mencionarlo— Eso no puede ser porque vives en el templo conmigo.
Ella siguió caminando.
—¿Querías celebrar alguna ocasión en especial y por eso me trajiste? No fue tu cumpleaños, ni pasaste algún examen importante o fueron días festivos —Nanami seguía caminando por delante suyo, eso le permitió verla por completo.
Esta vez llevaba una falda negra con una remera blanca que tenía detalles en negro y unos zapatitos del mismo color de la falda. Su pelo llevaba un pequeño moño al costado de la oreja, el viento se encargó de hacerle saber que se había perfumado esa mañana. El panorama completo resultaba... Provocativo. Entonces se dio cuenta.
—¿Acaso querías... Tener relaciones conmigo? —ella se detuvo. Bingo.
—Olvídalo, por favor... —suplicó.
Hubo unos pocos minutos de silencio en los cuales ella volvió a caminar y él continuó siguiéndola. Faltaban apenas unos pocos metros para cruzar la puerta de salida del parque cuando algo le llamó la atención: Un baño. Volteó a ver a Nanami que continuaba yendo en dirección a la salida.
—¡Si te interesa, ahora mismo deben de ser cerca de las nueve! —Nanami volteó y lo vio justo al lado del baño de damas. Se dirigió a su lado.
—¿A qué te refieres?
—Que por la altura de la luna debe de ser esa hora, nada más.
—No, eso no, sabes bien de lo que hablo.
—Si quieres hacerlo conmigo, estaría encantado —entonces la besó.
Nanami dejó caer al fin el bolso a un costado y lo abrazó por el cuello, él enredó los suyos en la cintura femenina. Pero no duró mucho, lo suficiente como para que las lenguas se encontrasen y el aire les hiciera falta, en ese instante ella se separó ligeramente.
—Pero... ¿Y si alguien nos ve?
—No pasa nada, debemos de ser los únicos aquí. La mayoría comenzó a irse hace unas horas.
—¿Y si nos quedamos encerrados en el baño?
—Puedo sacarnos, después de todo soy un demonio —ella se mostraba insegura, él la besó para distraerla mientras la empujaba al interior del baño de damas.
"Ahora sí", fue todo lo que pensaron.
Cerraron la puerta del lugar, impidiendo la vista de cualquier persona que quisiese pasar. Solo estaban ellos, los seis cubículos interiores, los espejos gigantes que —en este momento— eran tremendamente eróticos y los lavamanos.
Volvieron a besarse apasionadamente, siendo Tomoe el dominante y quien hacía más húmedo el beso. Cuando Nanami se acomodó mejor y rozó la pelvis de su acompañante, notó un bulto e inmediatamente algo cambió. Miró hacia arriba y pudo apreciar las dos orejas de zorro que adornaban la cabeza masculina junto con una cola peluda que se rozaba contra su entrepierna, alzando la falda atrevidamente.
—No aguantaba más —fue todo lo que dijo Tomoe a modo de disculpas y continuó besándola. Claro, si había estado toda la tarde disfrazado de humano y ahora no podía concentrarse lo suficiente como para mantener esa identidad.
Ella gemía débilmente por tener la boca ocupada, después de todo estaba siendo estimulada por una cola entre las piernas. Tomaba bocanadas de aire que ni siquiera alcanzaba a utilizar porque el albino buscaba desesperadamente su boca ni bien veía que estaba libre, como queriendo atosigarla y llenarse de su sabor. Mientras más profundo era el beso, más rápido se movía la cola debajo suyo... Hasta que finalmente se vino en el momento exacto que Tomoe comenzó a estimular sus pezones por encima de la tela. Tembló ligeramente mientras profería un gemido más alto que los demás y cerraba los ojos para disfrutar más de aquella sensación.
Al abrir los párpados nuevamente pudo ver que su acompañante la veía de manera arrogante desde arriba y que la cola había dejado de moverse. Entonces cayó en cuenta de que Tomoe muy probablemente había podido oler su excitación —después de todo era un zorro— y eso hacía que su cola la estimulase aún más. Muchas se habrían sonrojado de la pura vergüenza, pero ella no. Le devolvió la sonrisa, cosa que lo desconcertó y ella aprovechó ese tiempo para tomar el bulto entre sus pantalones y apretarlo mientras lo veía a los ojos. Él aprobó el gesto y dejó de acorralarla contra la pared de cerámica, invirtió los roles, siendo ahora el hombre quien se encontraba acorralado.
Ella sacó el miembro de entre sus pantalones, no lo miró, pues estaba ocupada mirando hacia arriba, directo a los ojos de su acompañante. Comenzó a masajearlo, haciendo especial presión en la punta, donde notaba que la pelvis masculina se movía ligeramente en señal de placer. Aumentó el ritmo gradualmente, casi de forma desesperante, hasta que la velocidad parecía hasta dolorosa. Utilizó su pulgar para apretar la cabeza fuertemente, impidiendo que se viniera como quería. Él miró hacia el cielo, con los ojos cerrados y el cuello expuesto. Nanami aprovechó esto para ponerse de puntitas y mordisquear ligeramente la mandíbula masculina. Eso lo excitó, lo supo porque inmediatamente comenzó a tocar sus pechos de forma desesperada, esta vez por debajo de la tela, y los estrujaba casi con odio. Cuando ella quiso dejar de estar parada con la punta de los pies, sintió algo entre las piernas. Claro, la posición había hecho que su miembro quedase justo debajo de su falda y, bueno... Hizo presión cuando ella quiso bajar, una muy placentera presión. Ambos se miraron a los ojos, los dos cargados de deseo.
El solo sentir esa presión la hizo humedecerse terriblemente, él estaba ansioso de estar con ella sin telas de por medio. La vio apretarse entre medio de las piernas, hundiendo la falda, y supo que quería contener algo. Entonces la tocó, haciéndola gemir nuevamente, y notó que estaba lista.
Se desnudaron el uno al otro apresuradamente, ninguno quería esperar. Tironearon y desgarraron cualquier cosa que no fuese tela. La alzó para ponerla en el lavamanos y volvió a besarla, estando en contacto con todo su cuerpo. Rozando especialmente las intimidades de uno con otro.
—Estas empapada...
Nanami no contestó, pero comenzó a guiar su miembro a la entrada haciéndole saber que no aguantaba más. Y él no se hizo de rogar: La penetró sin más demoras. Gimoteó, pero no le dijo que parara. La siguió besando y estimulando para que se olvidase del dolor y cuando volvió a escucharla gemir aumentó el ritmo de igual forma que ella lo hizo con él. Al principio ella podía seguirlo, pero después simplemente le fue imposible y terminó por recostarse en el frío mármol mientras gemía cada vez más fuerte.
Él se deleitaba con la vista, ella estaba tan sumisa y cansada que difícilmente lograba tomar aire antes de volver a soltarlo de forma sonora. Casi parecía que lloraba y eso lo excitaba más. Con cada embestida suya alzaba un poco las caderas femeninas, no estaba siendo delicado. Cuando los gemidos se hicieron incontrolables optó por besarla para acallarla, pero masajeaba sus pechos más rápidamente para enloquecerla de placer y hacer que quisiera soltar su boca para tomar aire —cosa que claramente no le dejaba hacer—. La vio alcanzar el tercer orgasmo y los espasmos finales lograron hacer que él también acabara dando los últimos empujones para que todo se quedara dentro de ella.
A los pocos minutos notó que ella ya estaba totalmente calmada, casi dormida a causa del agotamiento.
—Nanami...
—¿Mmm? —preguntó con los ojos cerrados.
—¿Podemos venir mañana también?
Ignoraban que el conserje había estado escuchando todo del otro lado de la puerta.
FIN
¡Holaaaa! Volví. Tengo que terminar mi libro de drabbles que comencé en septiembre del año pasado, pero no pude resistirme a escribir un one shot que no tuviera nada que ver con el tema. Al fin escribí uno con final feliz, ahora sí pueden leerme sin llorar.
¡Nos vemos en mis próximos proyectos y que comiencen bien las clases!
¡Se viene la promo 18!
