Goloso, Goloso

Si en estos momentos, Sebastian estuviera acá, seguro estaría regañándome. Je, je… Apuesto a que diría algo como 'Bocchan, ¿Se crio en una cueva?' o 'Bocchan, ¿Y sus modales?' y luego de eso me daría un sermón acerca de la conducta de un conde, haya o no haya gente presente.

Mis pies están recargados en la mesa mientras que me acurruco entre esta silla. Para hacer más confortable este momento, me llevo las manos detrás de la nuca.

-¡Todo por un día descansando de Sebastian!

Extiendo mi brazo para alcanzar el panecillo que robe de la cocina para luego darle una mordida.

¡Soy tan inteligente! Debí haberle dado ese 'momento libre' a Sebastian hace mucho tiempo. No hay nadie que me regañe ni me niegue los dulces.

Pensándolo bien… debo ir a sacar alguna otra cosa de la cocina… Estoy seguro que vi unas galletitas…

Lo más probable es que Sebastian haya dejado algún pastel enfriando, por lo que también debo sacar un trozo… Y también debo buscar el carrito que suele traer Sebastian comúnmente, pues me hará falta…

También debería sacar algunos de esos dulcecitos que guarda Sebastian para las tardes…

xXxXxXx

Sebastian miro a través de la ventana del estudio, llevándose una mano a la boca por causa de la sorpresa.

Allí estaba SU pequeño bocchan, retorciéndose en el piso. Con una mueca de dolor en el rostro y ambas manos abrazando su estomago. A su alrededor, montones de miguitas y manchas de merengue y algunas otras cosas que no logro reconocer. También estaba el carrito, volteado en el piso, dejando pequeños pastelillos aplastados e incomibles.

El demonio sonrío para luego entrar sigilosamente. Se acercó tranquilamente al niño y le dijo un verso.

-Goloso, Goloso,
Que por Hambriento y por Monstruoso,
Se retuerce
En el pozo.
¿Se arrepientes de tus actos, Bocchan?

-Solo… cállate… y ayúdame… idiota…

Sus ojos brillaron como nunca. Bastante se divertiría al recordarle a su pequeño bocchan esta experiencia en tiempos futuros…