¡Hola!, aquí estoy de nuevo, para dejar la última historia que me queda escrita con los personajes protagonistas de la serie "Castle". Empieza a la mañana siguiente de su primera noche juntos, es decir después del capítulo 4x23 "Always" y no tiene absolutamente nada que ver con lo que posteriormente ha ocurrido en la serie.

Como con todas mis otras historias, antes fue publicada en el foro español de Castle, y a quien no la haya leído antes, espero que le guste.

Capítulo 1:

Como bien dice el refrán después de la tempestad, viene la calma. La luz del sol se colaba a través de las persianas dejando la habitación en una agradable penumbra.

Kate, abrió los ojos, frente a ella el rostro de Castle, apaciblemente dormido. Sonrió al recordar la noche anterior, cuando llegó chorreando al loft y la recibió bastante serio y reacio, y como cambió cuando ella le dijo que solo lo quería a él.

Recordó como lo llevó hasta la habitación y como se besaron, queriendo poner fin a la tensión que había habido entre ellos casi desde el momento en que se conocieron. Como cayeron en la cama entre risas y jadeos y como se amaron con ardor y desenfreno. Los gemidos de placer de ambos se mezclaron con algunos de dolor de ella, que quedaron olvidados por la pasión del momento.

Una vez más calmados, ella no pudo evitar volver a gemir, le preguntó que le había pasado, y ella le contó todo lo que ocurrió en la azotea, donde estuvo a punto de morir de nuevo. Sin decir nada, Rick salió de la cama y se dirigió al baño, saliendo un momento después, con un albornoz marrón puesto y un tubo de pomada antiinflamatoria en la mano. La habitación permanecía iluminada tenuemente por la luz de las mesillas, fuera estaba oscuro y seguía lloviendo torrencialmente. Encendió la luz del techo y le pidió que se descubriese.

Ella no pudo evitar ruborizarse ante el pedido de él, que muy serio le dijo que solo iba a ver esos golpes que le habían dado. Se quitó la sábana y vio el dolor reflejado en los ojos de Castle, que se disculpó por no haber estado con ella y que con el mismo cariño que la había acariciado unos momentos antes y un cuidado infinito, fue extendiendo la pomada por todos y cada uno de los golpes que Maddox le había dado, y que se terminarían convirtiendo en horribles cardenales.

Una vez terminado, volvió a taparla y se dirigió al baño para lavarse las manos, cundo volvió a la habitación, apagó la luz principal, se quitó el albornoz y volvió a la cama junto a ella, preguntándole si quería algo más, a lo que ella le respondió de nuevo que solo lo quería a él, haciéndolo sonreír y dando pie a que empezaran a besarse y terminaran amándose de nuevo, esta vez de manera más dulce y sosegada. Se abrazaron mirándose el uno al otro y estuvieron hablándose flojito hasta que ambos se quedaron dormidos.

Mientras seguía recordando todo lo ocurrido, miraba atentamente las facciones de Castle, pensando en las veces que había fantaseado con acariciarlo, y diciéndose que ahora que tenía la oportunidad no iba a privarse de hacerlo.

Así que con extrema suavidad, empezó a pasar las yemas de los dedos por los párpados, nariz, mejillas y labios de Rick.

Un suave cosquilleo empezó a despertarlo. Abrió los ojos, enfocó la mirada y la vio junto a él acariciándole.

-¿Es esto real?, ¿Estás aquí de verdad? – le preguntó en un susurro.

-¿Cómo me preguntas eso después de lo que vivimos anoche? – preguntó con una sonrisa.

-He soñado tanto con este momento, que no sé si será eso, un sueño.

-No es un sueño, Castle – le dijo mientras le daba un suave beso en los labios – estoy aquí de verdad.

-¿Vas a quedarte? – volvió a preguntar.

-Bueno, tendré que volver a casa a cambiarme de ropa y eso, pero…

-No me refiero a eso…

-¿Entonces? – preguntó confundida.

-Me refería a si esto es serio, o si ha sido un arrebato momentáneo…

-¡Castle! – exclamó indignada – como puedes creer que esto es algo de un momento, con lo que me ha costado decidirme, ahora que por fin lo hago, lo pones en duda – terminó de decir poniendo un mohín de disgusto.

-Lo siento – se disculpó dándole un beso en los labios – no soportaría que esto fuese cosa de una sola noche, te quiero demasiado y te necesito conmigo.

-Y contigo estaré – volvió a besarlo – pero ahora tengo que ir al baño.

-De acuerdo – dijo él – mientras, yo prepararé algo de comer.

Se giró y salió de la cama, dándole la espalda y una estupenda visión de su trasero, que mejoró cuando se agachó a coger los calzoncillos, para ponérselos. Kate sonrió pensando que realmente Castle tenía un buen culo, más de una vez se le habían ido los ojos al trasero de su compañero, y ahora comprobaba que sus sospechas eran ciertas. Se puso una camiseta y con una enorme sonrisa le dijo que la esperaba en la cocina.

Se levantó y empezó a buscar su ropa. Encontró las bragas y se las puso, el sujetador también estaba por allí tirado, pero pasó de él, ya se lo pondría cuando fuera a salir, era una prenda que le resultaba de lo más incómoda.

Su ropa estaba en el suelo hecha una bola, arrugada y bastante húmeda aun. Era evidente que no podía ponérsela, así que cogió la camisa que Castle llevaba puesta la noche anterior y se la puso. Le quedaba enorme, casi como un vestido. Se dirigió a la cocina, sin ni siquiera mirarse al espejo, estaba hambrienta.

En la cocina un atareado Castle, preparaba diversos alimentos. Ella sonrió al verlo así. Se volvió al oírla, y le dijo que debido a la hora, estaba preparando un brunch, que se sentara que en seguida le servía.

Le puso por delante un plato con huevos revueltos, jamón, y tostadas, así como un vaso con zumo de naranja. Él se sirvió lo mismo y empezaron a comer, estuvieron hablando sobre lo ocurrido el día anterior, él se volvió a disculpar por no haber estado con ella, que le dijo de nuevo, que no tenía culpa de nada. También le confesó que había dimitido, él casi se atraganta al oírla.

-¿Has dimitido?, pero ¿Por qué?

-Acabo de explicártelo, ya no me interesa ser policía, quiero estar contigo.

-Puedes seguir siendo policía y estar conmigo. Ambas cosas son compatibles.

-¿Qué pasa Castle?, ¿acaso solo me quieres si soy policía?

-Me da igual lo que seas, Kate, pero sé lo que siempre te ha gustado tu trabajo, solo quiero que seas feliz, y siempre he creído que eras feliz siendo policía.

-Y lo era, pero anoche por fin me di cuenta de lo que realmente era más importante y por eso estoy aquí, porque tú eres lo más importante.

Él se acercó a besarla, tan absortos estaban que no sintieron el ruido de la llave en la cerradura.

Por su parte Alexis regresaba feliz a casa después de una fantástica noche. Lo había pasado genial, con todos sus compañeros del instituto, además en uno de los locales a los que fueron a bailar, conoció a un chico muy atractivo, llamado Zach, que estudiaba segundo de medicina en la Universidad de Columbia, con el que congenió enseguida y con el que había vuelto a quedar. Llevaba los zapatos de tacón en la mano, abrió la puerta y entró al loft. Ellos seguían besándose ensimismados hasta que escucharon la alegre voz de Alexis, que llamaba a su padre.

-¡Papá! – no bien acababa de decir esa palabra, cuando los vio.

Su padre en ropa interior y… ¿Becket?, solo vestida con la camisa que él llevaba puesta el día anterior sentados en la barra de la cocina besándose y apartándose el uno del otro sorprendidos por su presencia.

-¡Hola! – fue lo único que acertó a decir.

-¡Hola calabaza! – dijo su padre levantándose y acercándose a ella – ¿Qué tal tu noche?

-Parece que no tan bien como la tuya – dijo sin poderlo evitar – ¡Hola inspectora Becket! – la saludó muy formalmente.

-¡Hola Alexis! – dijo Kate que en ese momento no sabía dónde meterse.

La situación era surrealista, los tres se quedaron mirándose. Rick se vio en la necesidad de decir algo:

-¡Alexis, esto no es…!

-¡Por favor papá!, no vayas a decirme que no es lo que parece, que yo no soy tu mujer…

Kate quería que la tragase la tierra, no sabía qué hacer, ni que decir. Últimamente su relación con la pelirroja había sido bastante tirante.

Alexis también se sentía incómoda, estaba tan cortada, que quiso decir algo para romper el hielo, pero como no sabía que, soltó lo primero que le pasó por la cabeza, y mirando atentamente a Becket, le preguntó muy seria:

-¿Qué le ha pasado a tu pelo?

Kate se tocó la cabeza, tenía el pelo revuelto y enmarañado producto de la cantidad de agua que le cayó la noche anterior y lo que había retozado con Castle en la cama.

-Bueno, anoche estuvo lloviendo, y me mojé mucho y luego cuando llegué, nosotros… yo… – balbuceó Kate que nunca se había sentido tan violenta.

-¡Déjalo! – exclamó Alexis – no quiero saberlo.

-¿Quieres desayunar, hija? – preguntó Castle, intentando limar asperezas.

-No, gracias, ya desayuné – creo que mejor me voy a dormir estoy cansada.

Y sin decir nada más, se dio la vuelta se dirigió hacia las escaleras, pero antes de subir, se volvió de nuevo y dirigiéndose a Kate le dijo:

-Si quieres puedo dejarte algo de ropa.

-Eso estaría bien – respondió Kate.

-¿Subes conmigo y te la doy? – le dijo la chica que lo que realmente quería era quedarse un momento a solas con la detective.

-De acuerdo – dijo mirando a Castle.

-Ve con ella – respondió él – yo mientras recojo todo esto.

Subieron las escaleras y cuando llegaron a la habitación de la chica, esta abrió la puerta y la invitó a entrar.

Se dirigió al armario y sacó unos pantalones negros y un jersey y mirándola le preguntó:

-¿Te parece bien esto?

-Me parece genial, te lo devolveré enseguida.

-No te preocupes, supongo que ahora te veré más a menudo, ¿no?

-Alexis, yo quería… – empezó a disculparse Kate.

-No tienes que explicarme nada – la interrumpió la chica – los dos sois mayorcitos para saber lo que hacéis, solo te voy a pedir un favor…

-Tú dirás…

-No le hagas daño…

-Alexis yo… – Kate quería explicarse pero la volvió a interrumpir.

-Mira Becket, no sé lo que ha pasado entre vosotros, bueno lo de anoche me lo imagino… solo quiero decirte que he visto como mi padre se enamoró de ti casi desde que te conoció. Sé que no es perfecto, que siempre ha sido un mujeriego, pero ha cambiado. Lo he visto sufrir por ti, sobre todo cuando te dispararon y pasaste de él. Por eso te pido que no juegues con sus sentimientos y no lo lastimes más.

-Alexis – dijo la detective conmovida y esperando que la pelirroja no volviera a interrumpirla – anoche pasaron cosas que me hicieron comprender cuanto quiero a tu padre, por eso vine a disculparme y a decirle que lo quiero. Sé que he sido una terca, que lo he tratado mal y que lo he hecho sufrir, pero te prometo que eso se acabó. Me ha costado mucho, pero vine a enmendar mi error y vamos a darnos una oportunidad.

-Espero que así sea… ahora me gustaría acostarme un rato, no he dormido en toda la noche – dijo mientras se dirigía a la puerta del cuarto.

-Claro… y gracias por la ropa.

-No hay de que – dijo cerrando la puerta.

Kate suspiró. No había sido tan malo. Era evidente que tanto Castle como su hija habían sufrido por su culpa. Bajó las escaleras, en el salón estaba sentado Castle, que ya se había vestido y que se levantó al verla.

-¿Te ha reñido mucho? – le preguntó.

-Solo un poco – sonrió ella.

-Espero que la entiendas, Alexis me ha visto pasarlo mal y además se asustó mucho cuando te dispararon, pensando que me podían haber herido a mí, y…

-No tienes que disculparla, es lógico que se sienta así, te quiere mucho y es normal que se preocupe – dijo y le dio un beso – ¿te importa que me dé una ducha?

-Claro que no, ya sabes dónde está el baño – dijo acompañándola hasta el cuarto – Yo te esperaré aquí – y se sentó en la mesa del despacho – a ver si consigo escribir un poco.

Sonrió al ver que Castle había hecho la cama. Puso la ropa que le había dado Alexis encima de esta y se dirigió al baño. Castle tenía una enorme bañera con hidromasaje de lo más tentadora, además de la ducha. Se duchó y se lavó la cabeza, con el champú y el gel de él. Usó el secador que allí había y mirándose al espejo vio que tenía un aspecto más presentable, aunque lo golpes estaban empezando a ponerse morados. Así que volvió a ponerse la pomada antiinflamatoria que estaba allí encima.

Salió envuelta en una toalla marrón, como el albornoz que él se había puesto antes. Alexis no le había dejado ropa interior y como no le apetecía ponerse las mismas bragas, decidió buscar en los cajones de la cómoda a ver que encontraba. Por fin dio con el de la ropa interior y escogió uno de los calzoncillos de Castle. Le estaban un poco grandes pero no le importó, al contrario le gustó ponérselos. Luego se vistió con la ropa de Alexis, volvió a mirar entre los cajones hasta que encontró unos calcetines y se puso las botas.

Salió al despacho con su ropa hecha una bola en la mano.

-¿Tienes una bolsa por ahí? – le preguntó.

-Claro que si – dijo levantándose y yendo hacia la cocina.

-Te he cogido unos calcetines y unos calzoncillos – le dijo ella – espero que no te importe.

-¿Importarme detective? – preguntó poniendo carita de interesante – ya veo que no has podido resistirte a mirar en mis cajones, ¿eh?

-Si Castle, hurgar en el cajón de tus calzoncillos ha sido siempre una de mis mayores fantasías, no puedes ni imaginar el placer que me ha dado poder cumplirla – dijo con cierto tono de sorna que él no fue capaz de interpretar.

-¿De veras? – preguntó ilusionado y totalmente convencido de que así era.

-¡Castle!, como puedes ser tan iluso – rio ella.

-Vaya y yo que llegué a pensar que fantaseabas conmigo – dijo con voz triste.

-Contigo si – reconoció ella – pero con tus calzoncillos no.

-¿Y conmigo en calzoncillos? – siguió insistiendo él.

-No te pases anda – respondió risueña.

-¿Quieres que salgamos a dar un paseo o que vayamos a algún sitio? – preguntó él cambiando de tema.

-Yo iba a ir a mi casa, necesito ropa, y hablar con Lanie – explicó ella – tengo un montón de llamadas perdidas, debió enterarse de lo de ayer y estará preocupada.

-Puedes llamarla desde aquí si quieres – le dijo Castle, que bajo ningún concepto quería que ella se marchase.

-Lo sé, pero prefiero ir a casa.

-¿Te importa si nos vemos esta noche? – preguntó temeroso, pues no las tenía todas consigo y temía que ella terminara echándose atrás.

-Me molestaría mucho si no nos viéramos – le dijo con una sonrisa que tranquilizó el atribulado corazón de Castle – hablamos luego y vemos que hacemos, ¿de acuerdo? – y se acercó para besarlo.

-De acuerdo – contestó él – pero te voy a extrañar cada minuto que no pases conmigo – y la besó también.

La acompañó hasta la puerta.

-Estaré aquí escribiendo… por si me necesitas.

-Lo tendré en cuenta.

Se despidieron con un apasionado beso y ella se marchó. Nada más irse y Castle ya la echaba de menos, suspiró con resignación y se puso a escribir.

CONTINUARÁ…