I
Ella no había querido que sucediera. Tenía miedo, pero ya era tarde. A pesar de que él era un hombre planificador, siempre prevenido ante cualquier situación por extraordinaria que pareciese, lo había dejado pasar. Mejor dicho, esa noche, llena de alcohol en que ambos habían actuado sin pensar, dejándose llevar por todo el amor que el uno sentía por el otro, y gozando de ello, sin tomar las precauciones que hubieran tomado de ser una noche como cualquier otra; pero no había sido así, y ahora sentía un estremecimiento en su pecho.
James amaba a Molly de una forma que no se creía capaz. Nunca había amado tanto a una mujer, nunca había amado a nadie en realidad, era un término desconocido para su ser, para sus emociones, y para su lógica, cuando se dio cuenta era tarde y ya había hecho todo para quedarse con ella. Al inicio, posterior a su rechazo había considerado volver al plan original, porque por supuesto que Molly lo habia rechazado al inicio, él había jugado con ella y la confianza no es fácil de recuperar, pero las cosas se solucionaron y poco después, ambos eran casi una pareja normal. Ambos se amaban, y él la cuidaba como su único tesoro, su única razón para mantenerse con vida en la aburrida monotonía de la vida, porque de hecho lo era. Por ello, cuando Jim notó que su pequeña Molly estaba enfermando de pronto, la obligó a ir al médico a pesar de que sólo parecía ser un simple malestar estomacal provocado por el exceso de vino y la cena que habían tenido una noche atrás. Ella había entrado sola, y al salir había dicho que la teoría de ambos era correcta, sólo un malestar estomacal. A Jim le volvieron los colores al rostro al saber que no era nada grave, aunque percibió cierta preocupación en el delicado rostro de su chica.
-Me haré un examen de sangre mañana en el trabajo, para descartar cualquier otra cosa.- aseguró la chica, tranquilizando a su novio tras haberle expresado sus preocupaciones. Él sonrió complacido y la llevó a su casa esa noche para cuidar de ella, para cerciorarse de que todo estuviera bien.
Molly le había dicho a Jim que se estaba recuperando, que se sentía mejor. Mintió. No quería preocuparlo. Pero al tener el sobre de los resultados en sus manos, tembló al recordar las palabras del médico aquella noche en que James la había obligado a acudir a esa cita médica. "Es imposible" había dicho al doctor, pero al recordarlo mejor, estaba esa noche, las cosas ya no eran nada imposibles.
Pasó todo el día con el peso en el estómago en medio de todos sus malestares, rezando a todos los dioses existentes y a los que acababa de inventar pidiendo que las predicciones de aquel matasanos fueran erróneas. Sentía que todo terminaría ahí.
Al llegar la hora de regresar a su hogar, llamó a Jim, pidiéndole acudir a su casa, de esa manera ambos podrían abrir dicho sobre y poder respirar aliviada, al saber que todo era una falsa alarma, reírse del mal rato que había pasado.
Moriarty se había alarmado al recibir la llamada con carácter de urgencia y en tan solo unos minutos ya estaba tocando el timbre de la casa de su novia, con un arma de fuego en el bolsillo por si se trataba de una emergencia que pusiera en riesgo sus vidas. Molly río al escuchar las preocupaciones de Jim.
-Tan sólo quiero que abramos los resultados de los exámenes de sangre que me hice, Jim. -explicó con una sonrisa nerviosa. Él sonrió también, con una tranquilidad que desapareció tan pronto como ella continuó- te...te mentí. No me he sentido mejor y tengo miedo.
Era verdad, apenas y había podido pegar los ojos el último par de noches, James Moriarty estaba molesto y agobiado por la situación, y ante todo lo único que pudo hacer fue sostener su mano con fuerza y asegurarle que pasara lo que pasara iba a estar con ella, iba a gastar todo el dinero que fuese necesario e iría a cualquier lugar en el mundo, en caso de que alguna enfermedad grave estuviera alojándose en su frágil cuerpo. La forense tomó valor de la fortaleza de James y entonces con las manos aún temblandole, abrió el sobre.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, al leer el resultado, comenzó a llorar, y Jim sólo la miraba consternado, al fin se había dado cuenta de cuánto miedo tenía de perderla, mientras ella solo pensaba en como había fallado, en como él se alejaría, quería decírselo, pero seguía llorando desconsolada, mientras Jim se consumía en su agobio, hasta que finalmente, arrebató el papel de sus manos y lo leyó por sí mismo.
"Embarazo, positivo".
