Disclaimer: Hunter x Hunter no me pertenece, es del gran Yoshihiro Togashi.


El eco de la oscuridad

Penumbra

Un grito surcó la bruna noche. No había rayos lunares que iluminaran la habitación, tampoco caprichosas estrellas que colaran su iridiscencia por el cristal. Solo había oscuridad y un descenso vertiginoso que le arrancaba las ganas de vivir, a la par que se percataba de que todo era su culpa, y esa culpabilidad nunca lo dejaría en paz, que era un castigo por su cobardía.

—¡Hermano! —Alluka lo agitó por el hombro con más fuerza de la usual, su expresión marcada con la más profunda angustia.

Nada. No respondía. Su frente estaba perlada en sudor gélido mientras un rictus se marcaba en sus facciones de forma dolorosa. Movía la cabeza de un lado a otro, negando su pasado y todos los momentos traumáticos que había experimentado, porque una cosa era haber asesinado y otra muy diferente era tener a su mejor amigo al borde del abismo.

—Hermano —insistió Alluka, perdiendo la compostura y zarandeándolo con todo lo que sus delgados brazos podían.

—¡GON! —Killua se irguió cual resorte, con la respiración agitada y los ojos anegados.

Las manos le temblaban, pero consiguió moverlas para comprobar el estado de su cuerpo. Tan solo había sido un sueño o, mejor dicho, una pesadilla; la pesadilla que lo asediaba para esa fecha desde hacía dos años. Soltó el aire que, inconscientemente, retenía y aguzó la mirada para encontrarse con las brillantes pupilas de su hermana.

—Lo siento por haberte asustado.

—¿Estás bien? —Alluka se sentó a su lado, acariciando el suave cabello plateado en un intento de brindarle paz.

—Sí, solo fue un sueño. —Killua se dejó caer en su regazo—. No entiendo por qué continúa. Siempre es el mismo y es tan…

—Frustrante, ya me lo has dicho —musitó Alluka pensativa—. Hermano, ¿ese sueño no significa algo más? ¿No te querrá decir algo?

—No sé. Solo quiero olvidarlo.

—¿Y si no debes olvidarlo?

—Quizás. Pero aun así quiero eliminar esa parte de mi memoria para siempre. Los hechos no son lo que me perturban, sino todo lo que me hizo sentir y estas pesadillas no hacen más que reavivar ese infierno, como en un círculo sin fin en el que estoy destinado a perecer.

—¿No puedo hacer nada para ayudarte? —preguntó con la candidez que la caracterizaba, a pesar de que tenía miedo de que Killua terminara haciendo algo extraño, como dañarse a sí mismo. Aunque, de por sí, la situación actual era suficiente para empezarse a cuestionar por el estado mental de su hermano.

—Con que estés a mi lado, a salvo, es suficiente. —Killua le dedicó una sonrisa que no hizo más que incrementar el extraño sentimiento que se removía en el pecho de Alluka.

Alluka prefirió no decir nada y continuar mesando su cabello con suavidad. Cuando Killua se quedaba dormido, temía que reviviera ese evento que se negaba a contarle, pero también esperaba que descansara. Sus vidas eran ajetreadas, siempre viajaban de un momento a otro. A pesar de ser algo fastidioso el no asentarse en un sitio, Alluka era simplemente feliz al lado de Killua y admitía que esos eran los mejores años de su vida; aunque eran noches como esas en la que se cuestionaba si la causa de esas pesadillas tendría algo que ver con ella.

Cuando el teléfono sonó y la voz cantarina de Alluka respondió, Killua por fin abrió los ojos. Sentía que todo le pesaba y, muy probablemente, de no ser porque el aire entraba solo a su sistema, habría olvidado respirar. Sus pupilas se dirigieron a la ventana con las cortinas aún corridas, pero por la posición solar podía adivinar que era media mañana y la llamada entrante era del personal del hotel preguntando si desayunarían algo. Alluka le dirigió una breve mirada y le sonrió para continuar ordenando qué comerían al adivinar que su hermano no se hallaba en condiciones de salir.

Killua se sentó con dificultad y, con un suspiro de cansancio, se recostó del espaldar de la cama. Decir que estaba cansado no era suficiente para expresar el letargo que experimentaba. ¿Se habría enfermado? ¿Por qué Alluka lo había visto de esa manera? ¿Lucía tan mal? Pero si ayer estaba bien, es más había tenido energía hasta para gastarle un par de bromas a su hermana.

—¿Estás bien? —Alluka le sirvió un vaso con agua.

—¿Me veo bien?

—Estás pálido y parece que no hubieras dormido nada en días.

—Oh… —Killua bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a la de ella.

—¿Quieres que haga algo por ti? —preguntó con cautela, segura de que su hermano se percataría de que se refería a pedirle un favor a Nanika.

—No es necesario. —Alzó el brazo para acariciar su cabeza, pero lo único que logró fue dirigirla toscamente al delgado hombro.

—Hermano… —Alluka infló las mejillas, consternada—. ¿No puedes decirme qué es ese sueño? Quizás juntos seamos capaces de descifrar por qué…

—Ya te dije que no.

Ese era uno de los pocos caprichosos que Killua no le concedía a Alluka, y no es que fuera mimada y por lo tanto incapaz de entender un "no" por respuesta, pero era natural preocuparse por quien quería y le dolía verlo tan decaído. Aun así, curvó los labios tan solo para probar si eso alegraba la expresión del mayor, en vano.

—Alluka —dijo con el tono apagado, sin ganas de seguir—, voy a seguir durmiendo.

—Pero… Pero prometiste que iríamos al acuario —intentó disuadir, asustada por su extraña actitud.

—Hoy no. Mañana quizás.

Alluka cerró los puños. Eso no era normal, Killua por lo general no le gustaba mostrarse débil frente a ella y podría insinuar que quería que lo admirara. Sin importar en qué situación se hallaran, Killua siempre le regalaba una sonrisa de confianza, capaz de extinguir el mal del mundo, o eso creía Alluka. Estaba consciente de que su hermano había hecho lo que todos creían imposible por protegerla y enseñarle a ser una persona normal, todo con éxito, y era por esos mismos valores que le había inculcado que quería ayudarlo, así él terminara molestándose con ella.

—Killua… —El muchacho giró un poco la cabeza, sin extrañarse por el repentino cambio en su trato, a pesar de seguir siendo Alluka—. Voy a salir un rato después de desayunar. ¡Y no puedes irte a dormir! —exclamó, reuniendo el coraje para actuar de esa forma—. Debes comer, por favor.

—Lo haré. —Killua curvó los labios y regresó la mirada a la pared, sin nada en mente. Quería quedarse así, sin que nada lo perturbara, sin que ningún recuerdo le hiciera más daño—. Si quieres, puedes comer en el restaurant, seguro que me traen la comida, así que no te preocupes y ve a disfrutar del día.

Alluka apretó la mandíbula y dejó la habitación sin decir nada. Impotencia era lo que sentía, pero no se quedaría de brazos cruzados.

Después de desayunar y dirigirles un saludo mañanero a todos los miembros del personal y huéspedes que se cruzaban por su camino, se dirigió a una cabina telefónica ubicada afuera del hotel. Antes de marcar el número que marcaba la pantalla del celular, le lanzó una mirada láser a la ventana perteneciente al cuarto en el que dormían.

—¿Buenos días? —Una voz adulta sonó del otro lado, cargada de dubitación genuina seguro por la llamada entrante de un número desconocido—. Aló… Creo que se equivocaron…

—¡Ah! Di- Disculpa, ¿eres tú Meorio? —habló Alluka con el corazón acelerado por los nervios.

—¡Meo…! —El tipo soltó una interjección, ofendido, y colgó estruendosamente.

Alluka miró el teléfono con perturbación. Su hermano le había contado que su amigo era gruñón, pero hasta ese extremo le parecía casi imposible. Insegura, pero sin querer darse por vencida aún, volvió a digitar el número con dedos temblorosos.

—Si es para jugarme otra broma, ¡puede irse por el…!

—¿Eres amigo de mi her… de Killua? —se apresuró a decir Alluka, sobreponiéndose a la poderosa voz del otro lado.

—¿Killua? ¿Le ocurrió algo?

—No. O sea, sí, pero…

—¿Con quién hablo?

—Con Alluka, la hermana de Killua.

—Sus nombres son como trabalenguas… —se quejó—. Lo siento por lo de antes, mi nombre es Leorio, ¿entendido? Puedes decirme señor Leorio, si quieres.

—¡Eres tal y como te describió mi hermano! —exclamó sorprendida y continuó—: Como te iba diciendo, Killua está bien físicamente, pero creo que le ocurre algo.

—¿Terminó por volverse loco?

—¿Eh? No, no.

—¿Entonces?

—Es que no estoy segura. —Se le cortó un poco la voz—. Y me dijo que tú estudiabas para ser doctor y supuse que podrías ayudarme, por favor.

—Tra-tranquila —apaciguó Leorio al notar la voz temblorosa de su interlocutora—. Vamos, cuéntame qué crees que anda mal con tu hermano. —Esta vez, su tono sonó mucho más condescendiente y tranquilo, como si quisiera aliviar la inquietud de su alma.

—Mi hermano tiene pesadillas sobre algo que desconozco. No son usuales, pero parece que se hacen más frecuentes para esta época del año. Me preocupa que se despierte gritando y más que lo haga entre sueños.

—¿Algo que diga en especial?

—Por lo general no entiendo qué dice, pero hoy… —Alluka bajó la mirada—. Hoy llamó a Gon. Recuerdo que lo ayudé, pero Nanika no me ha querido decir nada al respecto porque mi hermano se lo pidió…

—… Ok… —Leorio parpadeó un par de veces sin entender a qué se refería con eso de "Nanika", pero no ahondaría en detalles—. Puede que sea estrés postraumático, aunque me parece raro cuando se trata de Killua.

—¿Es malo?

—Mientras tenga tu apoyo, podrá manejarlo.

—Eso no es lo que quiero —reclamó con un mohín—. Quiero que no vuelva a tener pesadillas…

—Uhm… Dices que mencionó a Gon, ¿por qué no tratas de hablar con él? Podrían ir a visitarlo, me dijo que estaba en Isla Ballena. Por cierto, Alluka, seré doctor, no psicólogo.

—¿A Gon? Creo que sería lo más adecuado, ¿no? Muchas gracias, señor Leorio.

—¿Eh? ¡No me ignores!

—Espero hablar pronto contigo y mucha suerte en tus estudios —deseó de buena gana al descubrir una posible salida de lo que le preocupaba.

Alluka tenía libre acceso a la cuenta del banco de Killua y era ella quien solía controlar que su hermano no terminara gastándose todo en chocorobots, pero esa era una ocasión importante y, solo por esa vez, se animaría a comprar un par de cosas que necesitarían para su siguiente destino.


Se sentía flotar y no precisamente en la tibieza de una marea serena; más bien, era víctima de una enorme ola de tristeza que quería sumergirlo más y más en el agujero negro que pretendía absorber toda su energía. Si tan solo hubiera hecho caso a su intuición aquel día, no estaría así y Gon tampoco, pero no era ningún vidente y su decisión había salvado la vida de muchas personas, entre ellas Alluka. Sin embargo, no podía borrar de su cabeza a Gon y lo lejos que estaba dispuesto a ir para cumplir sus objetivos. Muy dentro de sí lo admiraba por ser capaz de llegar a esos extremos, pero en ese momento, sintió tanto miedo… Experimentó la ira y dolor que su mejor amigo estaba viviendo y fue víctima de lo peor que pudo haber visto en toda su vida: allí, frente a él, vio cómo Gon moría, no físicamente, pero sí algo dentro de él. Se sentía culpable por no darse cuenta antes de tiempo y, sobretodo, por no detenerlo aunque eso le costase la vida. Tan solo le quedaba, como siempre, limpiar el desastre que él dejaba atrás.

Escuchó a Alluka entrar. Sabía que se molestaría por su vano intento de probar bocado, pero le daba igual; solo quería dormir o, simplemente, quedarse tumbado. A pesar de no tener ánimo para ver qué hacía su hermana, no pudo evitar alarmarse cuando escuchó el cierre de la maleta deslizarse con su peculiar sonido. Sin mediar palabra, Alluka estaba empacando todo y al percatarse de que su hermano había logrado erguirse y seguía, anonadado, sus movimientos, le lanzó una caja de chocorobots, gesto que le pareció a Killua un tanto masculino.

—Te sentarán bien. —Fue lo único que dijo mientras continuaba doblando y metiendo la ropa de forma ordenada.

—¿Qué haces, Alluka?

—¿No es obvio? —Ella alzó una ceja y le sonrió ampliamente—. ¡Nos vamos de viaje!

—No tengo ganas…

—Es que no depende de ti, Killua, depende de mí. Todo este tiempo me has estado llevando a los sitios que tú querías ir, es mi turno. —Lo que decía era cierto, pero sus palabras eran tan solo para darse una excusa, realmente no implicaban algo que fuera verdad.

—Ya te lo dije, no iré a ningún lado. No quiero. —Killua arrugó el entrecejo, empezando a enojarse a la par que Alluka se alegraba de sacarle otra emoción que no fuera esa de eterna nostalgia—. Si quieres irte, hazlo. No puedes obligarme a ir contigo.

—¿Quieres ver cómo lo hago? —desafió Alluka, conteniéndose las ganas de llorar por sus palabras.

Continuará...


¡Gracias por leer hasta aquí! Me encantaría saber qué opinan.

Tenía ganas de escribir algo de Killua y Gon, así que después de volver a ver la serie, se me vino esta idea a la cabeza. Supongo que no debe ser fácil para alguien, y más tratándose de un niño, el haber estado tan cerca de perder todo lo que era importante para él; por lo que decidí jugar un poco con los sentimientos de Killua para ver cuál será el resultado. Además, decidí hacerlo un poco desde el punto de vista de Alluka porque me agrada la idea de imaginar un escenario donde sea ella quien proteja a Killua. Así que espero que hayan disfrutado este primer capítulo, tanto como yo al escribirlo.

¡Que tengan una excelente semana!