Como quería que "Entre dos mundos" ( /s/9106103/1/Entre-dos-mundos ) siguiera siento T, voy a poner aquí las escenas M. Esta primera corresponde a los dos últimos párrafos del capítulo 8.
Si no has leído/estás leyendo "Entre dos mundos", puedes leer esto como si fueran one-shots. Sólo tienes que saber que Kate Beckett trabaja de prostituta por las noches bajo el nombre de Nikki Heat, y que Richard Castle no la conoce como detective, sino como Nikki. En este primer one-shot, todavía no se han acostado.
Nikki movía las caderas al son de la música, intentando provocarle. Y desde luego, lo estaba consiguiendo pues los ojos del escritor recorrían su cuerpo sin poder evitarlo. La sonrisa de ella era traviesa, quería jugar, llevarlo hasta el límite.
A pesar de estar en un club abarrotado, sentían que estaban ellos dos solos, el resto del mundo había desaparecido. Nikki estaba perdida en esos ojos que expresaban el deseo de él por poseerla allí mismo. La tensión sexual que los envolvía y atraía era evidente. Ella también le deseaba, deseaba tocarlo, hacerle perder la cabeza. Y no tenía intención de esperar un minuto más.
Se acercó a él y lo besó con pasión, jugando con la lengua en sus labios y abriéndose camino a través de ellos mientras enredaba una mano en su cabello e introducía la otra bajo su camisa, acariciando la parte baja de su espalda. Richard no tardó en reaccionar, entregándose al beso con desesperación y paseando sus manos por los costados de ella.
Un suspiro escapó de los labios de la detective cuando finalmente se separaron para respirar y él comenzó a besar, lamer y succionar cada centímetro de su cuello. Nikki solo era capaz de levantar la cabeza para facilitarle el acceso, mientras su respiración se hacía cada vez más trabajosa. Cuando él levantó su vestido hasta su cintura y la cogió por las nalgas, sus piernas se separaron del suelo, se enredaron en su cadera, y Nikki gimió al sentir la evidente erección de él presionando su sexo.
Volvieron a besarse en la boca mientras ella se las ingeniaba para deshacerse de su camisa y él la llevaba hasta la pared más cercana, donde sintió el frío por toda la espalda al apoyar su peso.
Iban a comerse el uno al otro allí mismo, iba a ser salvaje, desesperado, y la música atronadora se encargaría de ahogar los suspiros y gemidos, que se hicieron incontrolables cuando él bajó por su cuello y se concentró en acariciar sus pechos. Miles de corrientes eléctricas la hacían perder la cabeza entre roces, besos y succiones. Un calor sofocante la envolvía por completo, concentrándose en su bajo vientre, y se sentía muy mojada.
Se retorcía bajo el cuerpo de Richard, arqueándose mientras agarraba las sábanas con las manos. Gritó su nombre cuando él acarició su clítoris con la punta de su pene a la vez que pellizcaba y acariciaba con su lengua sus pezones.
Y justo en ese momento, se despertó.
Una especie de gruñido escapó de lo más hondo de su garganta, firme expresión de su frustración, y se dejó caer de nuevo sobre el colchón. Estaba sudada, su respiración aún agitada, y deseaba con todas sus fuerzas que Richard Castle tocara su puerta en ese preciso instante para follarle como jamás había hecho con nadie.
Imposible, y no podía seguir así. Resopló mientras introducía sus manos bajo las sábanas para calmar ella misma su ansia.
Dejó volar su imaginación. Casi podía sentirlo sobre ella. Una de sus manos se dirigió al sur mientras la otra rodeaba su pezón, como tan vívidamente le había sentido hacer unos segundos antes.
Lo imagino bajando su mano para acariciar sus pliegues, situándola en su entrada y cortándole la respiración al introducir rápidamente el dedo índice en su interior.
Sintió como sus músculos atrapaban ese dedo, ahora caliente y mojado, y lo sacó lentamente. Repitió el movimiento un par de veces más, hizo algunos círculos alrededor de su clítoris y después su dedo corazón se coló junto al índice dentro de ella. Hizo movimientos circulares con los dedos, y comenzó a estimular también su clítoris con la palma de su mano y su dedo gordo.
Poco a poco los movimientos fueron haciéndose más rápidos, frenéticos y erráticos, hasta que explotó entre gemidos con la cabeza girada a un lado, el nombre de Castle susurrado por sus labios.
Volvió a caer sobre el colchón con un gran suspiro, y allí se quedo, relajada y disfrutando de la sensación mientras su respiración trataba de normalizarse.
Si tan sólo con su imaginación podía hacerla sentir un placer tan intenso, ¿cómo se sentiría cuando fuera real?
