Disclaimer: Bleach y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo.
A Kate, que sabiendas de mi metamórfico humor sigue ahí.
«¡Eso es jugarme el pellejo! ¡Tú sabes que ese es un viejo que se calienta de nada!»
Los amantes de Verona o el final de una encerrona —Aquiles Nazoa—
Cura para el estrés
Byakuya cerró los ojos con hastío, presionó el dedo índice y el medio contra su sien como muestra del agobio y el estrés del que era víctima desde hacía varios días.
Normalmente el trabajo no le pesaba de esa forma, dado el orden que mantenía en su escuadrón y por consiguiente las tareas nunca suponían aquella molestia, al contrario; tenía suficiente tiempo para dedicarlo a otra labor o pasatiempo. De hecho el jefe del Clan Kuchiki era conocido por trabajar arduamente y ser parte del Club de Caligrafía, pero últimamente el papeleo y las tareas en la Sociedad de Almas eran demasiadas, producto de todo lo sucedido previamente contra Aizen y los suyos.
Los demás escuadrones tampoco la estaban pasando bien, pero Byakuya era un tipo demasiado orgulloso y perfeccionista como para quedar en evidencia ante la situación, misma razón por la que prefería mantener la suya sólo para él.
Rukia, quien conocía un poco más a fondo la personalidad de su particular hermano; sabía que algo andaba mal. Por eso cuando partió durante varios días hacia Karakura, supo que tenía que idear un plan para ayudarlo recuperarse de aquel estado. Desde el principio dio con la incertidumbre que lo angustiaba: el trabajo, y para eso había formulado una serie de ideas con la cual pensaba ayudarlo. Sólo esperaba que su hermano en el estado que se encontraba aceptara su ayuda. Claro, eso sí, tenía que hacerlo acorde a como estaba pautado, porque con unos cuantos consejos que le había dado el rubio vendedor cuando estuvo en el Mundo de los Vivos; durante su misión de recabo, éste le dejó saber que la mejor manera desestresarse y liberarse de un tumulto trabajo, eran unas revitalizadoras y relajantes vacaciones.
Ella, cayendo en tal sortilegio, tomó esto como un muy buen consejo, y como Kuchiki Rukia era una mujer decidida y de armas tomar, se dijo a sí misma que lograría que su adorado hermano (con segundas intenciones que posteriormente se mostrarán) disfrutara de las vacaciones de su sueños. Urahara le había comentado que justamente en esos días, él estaba planeando una salida vacacional y había quedado con Yoruichi y los demás de salir a la playa por un fin de semana, a gozar de unos días de sol y suavizar su turbador trabajo.
De modo que, al ir a la a Sociedad de Almas y entregar el reporte de la tarea asignada por su escuadrón, no dudó en llevar a cabo su plan. Y así, ahora se dirigía al cuartel del Sexto Escuadrón.
Con un par de toques, Rukia llamó a la puerta de la oficina de su hermano.
―Adelante ―se escuchó del otro lado.
Rukia empujó la puerta corrediza hacia a un lado y cruzó el umbral, para saludar como era debido.
―Buenos días, Nii-sama ―saludó un poco inquieta, al no saber la reacción que tendría su hermano con la noticia que le traía.
―Buenos días, Rukia ―dijo, con su habitual porte frío y sugestivo a la vez―. ¿En qué puedo ayudarte?
―Nii-sama, vengo a traerle un mensaje de parte de Yoruichi-dono.
—Está bien, te escucho ―dijo, sin inmutarse.
—Yoruichi-dono quiere que vaya al Mundo de los Vivos este fin de semana, dice que el fin de hacerle llegar una valiosa información es el motivo. ―Tan sólo la mención de «quiere», debió alertarlo, no obstante, y aunque parezca imposible, Byakuya no era un ser perfecto.
—¿Sobre qué? ¿Ha sucedido algo irregular en Karakura? —inquirió el líder del Clan, imaginando que debía ser algo importante pero a su vez receloso por conocer la artimañas de la felina. Por fuera era todo estoicismo.
—No me dijo exactamente de qué se trataba, sólo que le diera a usted el mensaje. ―Y Rukia nunca había sido estúpida como para hace mal su tarea.
—Muy bien, dile que estaré ahí el día exacto a primera hora.
—Sí, Nii-sama, se lo diré hoy mismo cuando regrese a Karakura —dijo la morena, pensado en que si el fin justificaba los medios, muchísimo más las consecuencias.
Más tarde en Karakura, se encontraba Yoruichi interrogando a Rukia. Y los demás atentos a la morena, entre ellos se encontraban todo el equipo de trabajo de Urahara, también Orihime, Uryū, Chad, Ichigo y finalmente Renji; quien llevaba varios días en la ciudad, asunto por el cual el pobre Byakuya tenía más trabajo aún; ya que el Teniente del Sexto Escuadrón junto a Rukia habían sido confiados para la misión de recabo con Urahara alrededor de la ciudad. Rukia le había comentado la situación a sus amigos, y así fue como salió el resto.
Con ojos expectantes, todos miraban a la morena entrar a la sala donde siempre se reunían y tomaban el té, ella tomo asiento y dijo:
—Nii-sama confirmó que estará aquí el próximo viernes —dijo, con cautela.
—¡Sabía que lo lograrías, Kuchiki-san! —la felicitó alegremente Orihime.
Ichigo miraba la escena con cara de aburrimiento. ¿Para qué hacen todo esto?
—Bueno, es que las mujeres como Kuchiki-san, tienen el poder de la persuasión con los tipos duros —dijo, el ex Capitán del Escuadrón Doce, mirando de reojo a Ichigo.
Yoruichi miraba la escena con una media sonrisa bastante picara, ya que había captado la «indirecta» tan directa al igual que varios. No obstante, aquellos que lo notaron no ahondaron en el asunto.
—¿Y el Capitán no sospechó nada, Rukia? —preguntó Renji.
—¿Acaso dudas de mis habilidades? Claro que no sospechó —contestó con suficiencia la morena.
—Kuchiki-san y, ¿crees que finalmente, tu hermano acepte? —Intervino Uryū
—No lo sé, Ishida. Pero me mantendré firme para que funcione —contestó, Rukia animada.
Todos miraban a Rukia alegremente, por ver como quería ayudar a su hermano. Excepto Ichigo.
—Y a todas estas, Rukia, ya deberías saber que ese niñato de Byakuya se quedará por las buenas o por las malas —aludió Yoruichi con una sonrisa.
Pobre Byakuya, pensaban casi todos, ya que conocían las tácticas de Yoruichi. Algo fuera lo común en lo más extremo de la palabra.
—Si de verdad quiere pasarla bien se quedará, pero como es Byakuya de impredecible, ¿quién sabe? —dijo Ichigo, que hasta ahora, había permanecido callado.
Rukia le dedicó una mirada de luego nos las arreglamos. Y él la captó.
Eran casi las diez de la noche cuando dos jóvenes se besaban bajo el cielo estrellado cual romántico y extraño momento, dado los frecuentes episodios de pugna al que la gente estaba acostumbrado a ser espectador.
¿Y quién lo diría? Si se trataba de Kuchiki Rukia; Una chica que llevaba pegado en la frente, «métete conmigo y serás pulverizado, imbécil». El otro era Kurosaki Ichigo; un chico de cabello naranja, ceño reprobador y cara de delincuente, el cual traía en la suya: «no me jodas el día, porque no querrás conocerme molesto».
Y pues sí, así era; éstos dos seres, no pudieron seguir ocultando debajo de esa fachada de chicos rudos sus más profundos sentimientos. Y aunque habían comenzado un romance, del cual nadie estaba enterado (pero tenían la sospecha de que existía), aún seguían siendo los mismos discutidores de tonterías y expendedores de malas palabras. Justo ahora estaban teniendo un pácifico y adorable momento, el cual no duraría mucho, he aquí el porqué:
—Ichigo —logró decir la Shinigami aún con los labios pegados al Sustituto.
—¿Sí? —Él no quería otra cosa en aquel momento, que seguir disfrutando de los carnosos labios de Rukia junto a sus suaves y provocativas caricias.
—Lo he estado pensando, y creo que para ayudar a mi hermano con su estrés, será mejor que lo llevemos con nosotros al fin de semana en la playa ―dijo acariciándole el cabello.
—Si quieres hazlo. Pero, de antemano te digo que no esperes mucho con ello; osea que no albergues esperanzas de ver a Byakuya en traje de baño y jugando entre castillos de arenas —dijo él, entre divertido y extrañado al imaginarlo mentalmente.
—Recuerda que está bajo mucha presión y estrés, así que le contaremos todo luego que se encuentre bien. —Dijo en referencia a su relación la muchacha.
—Ese mal humor no se le pasará, Byakuya es así por naturaleza —comentó fastidiado. Le parecía que era mejor soltárselo en cuanto pudiesen, pero aún así tampoco era estúpido como para decírselo con un humor de perros ricos con rabia.
—Mira quién lo dice —se burló ella.
—Pero este malhumorado, ya tiene quien lo corrija —dijo, acariciándole la cintura. ¿Ése era Kurosaki Ichigo? Sí, pero sólo por tácticas.
—Ni creas que así me convencerás de contárselo ahora —dijo, apartándolo, a sabiendas de qué.
—¡Pero es que yo quiero estar contigo libremente! —se quejó. Y era compresible, pero también algo exagerado teniendo en cuenta que eran muy discretos; reservados hasta la barbaridad en cuanto a esos asuntos.
―Y lo estamos, juntos me refiero, pero mientras Nii-sama se encuentre así, no puedo preocuparlo diciéndole: «Hola Nii-sama, Ichigo y yo estamos saliendo. Pero no te preocupes, no hemos hecho nada malo». Eso sería como matarlo de una rabieta o un infarto —señaló la de orbes violeta al tanto del significado de un ataque al corazón gracias al progenitor de Ichigo.
—Es que no se lo diré así, ¿te crees que soy idiota? No contestes por favor. ¡Además, yo quiero que lo sepa! — Finalizó gritando
—¡Pues yo no, así que te aguantas imbécil! —gritaba la morena enojada.
—¡Está bien, enana. Pero eso sí, en cuanto lo vea y sienta que lo puede digerir se lo digo! —amenazó él.
—¡Ah, está bien, anda y cuéntale y te juro que terminarás mal! Y es un hecho no una amenaza —Sentenció ella.
—Ganaste esta vez. Pero me la pagarás, maldita enana —y dicho esto, embistió contra ella, la besó en un intento de ganar algo; una buena lucha de labios o convencerla.
Se inclinaba más por lo primero al conocerla.
¿A qué se referiría Rukia con «nada malo»?
Y después de todo aquello aún seguían iguales; Ichigo queriéndole decir a Byakuya que era su cuñado, y Rukia queriendo preparar mental y espiritualmente a su hermano para la noticia. Mientras tanto, tendrían que seguir así, del mismo modo que siempre: actuando que no eran nada. Aunque por una parte no era difícil hacer aquel papel, porque algunos siempre pensaron que estaban saliendo desde hace mucho. Pero por otro lado, Ichigo quería mostrar al mundo que Rukia estaba con él en ese sentido, y así poder dejarles claro a muchos en el instituto o la Sociedad de Almas, que a Rukia Kuchiki ni se atrevieran a mirarla con otros ojos; porque si de algo se había dado cuenta era que muchos chicos estaban interesados en ella, pero como siempre Rukia era muy distraída para darse cuenta. Y fue eso lo que los arrastró hasta esa situación: el chico buscaba marcar territorio.
—Bueno, bueno, muchachos. Creo que con esto confirmamos la asistencia de Byakuya-san al súper relajante fin de semana que nos espera, ya que Yoruichi-san se encargará de que se quede —apaciguó Urahara el ambiente.
—Entonces si eso es todo, ya me voy —anunció Ichigo.
—Sí yo también, mañana tenemos que ir al instituto —declaró Orihime.
—Inoue-san tiene razón, si ya terminamos de hablar es hora de marcharme —verbalizó el Quincy.
—Umhu —murmuró Chad, que hasta ese momento no había dicho nada y, casi nunca lo hacía. Pero dejó en claro su participación.
Todos se levantaron excepto los que vivían ahí. Se despidieron y cada uno inició el rumbo hacia sus hogares. La recientemente pareja iban sin discutir, a pesar de que Ichigo no albergaba los mejores deseos para que Byakuya aceptara ir con ellos a la playa el fin de semana. Sólo le quedaba resignarse y confiar en las palabras de su ingeniosa novia.
Mientras tanto en la Sociedad de Almas, para ser más exactos en la Asociación de Mujeres Shinigami, se discutía un importante asunto referente a la situación del Capitán del Sexto Escuadrón, uno de a los que más se le frecuentaba para hacerle regalos o en todo caso que se divirtiera (lo que generalmente significaba que le hacían horribles y raras cosas) en este momento se encontraba hablando la líder del grupo, Yachiru.
—(...) Pues como saben Bya-Kun ha estado un poco más malhumorado que de costumbre —decía con esa voz tan dulce y graciosa—. ¡Es por eso que he tomado la decisión de que vayamos a su linda casita y le hagamos una fiesta con fogata! —continuó alegremente—. Me parece que eso le quitaría ese mal humor; porque la cara de poco amigos la llevará por siempre —añadió con malicia.
—¡Eso estaría perfecto! ―opinaba alegremente Matsumoto―. ¡También podríamos traer sake y sería la noche más estupenda de todas!
—Creo que sería muy excesivo, Rangiku-san —objetó Nanao.
—Pero, ¿por qué? ¡Si los mejores momentos se viven con los amigos y el sake! —se quejó la rubia.
―Estoy segura de que lo de la fiesta con fogata será suficiente, ¿no creen todas? ―preguntó a las presentes.
Entonces todas asintieron. Las mujeres que se encontraban presente esta noche eran: la Capitana Unohana, su Teniente Isane, la Capitana Soi Fong, Nemu, Kiyone, Momo, y las que ya habían opinado recientemente, sólo faltaban algunas porque no se encontraban en la Sociedad de Almas; y por lo tanto no sabían de aquella reunión. Ésta concluyó en que le darían el agradable festivo a Byakuya, pero no habría nada de sake, y aunque Matsumoto aceptó las condiciones, nadie era capaz de velar porque las cumpliera.
―¡Qué bien! Entonces está decidido, mañana después del atardecer íremos a la casa de Bya-kun y le dáremos esa sorpresita, así que hagan sus tareas como oficiales temprano.
De vuelta a Karakura, en la escena anterior en la que se encontraba la pareja que causa furor entre el medio artístico de manga/anime.
—¿Qué te pasa, Ichigo? Vas demasiado callado, ¿acaso estas así por Nii-sama? ―Preguntó la ojivioleta.
―No, en realidad pensé que estarías molesta conmigo y no quise decir nada para no terminar discutiendo ―dijo francamente. Y algo acongojado.
—No te preocupes, Ichigo, decidí dejar el tema hasta que Nii-sama venga.
―Será lo mejor ―asintieron ambos, siguieron la marcha hasta llegar a la casa Kurosaki.
En cuanto llegaron los esperaba el resto de la familia Kurosaki, quienes se habían quedado en la clínica hasta tarde.
―¡Buenas noches, Ichigooooooooo! ¡Oh, si vienes con mi queridísima tercera hija! ―se le avecinaba su padre, para darle uno de sus típicos saludos, pero antes de que este lograra su cometido, Ichigo lo frenó, estrellando su puño contra su cara pegándole justo en su atractiva nariz y sacándole un hilíllo de sangre.
―Tsk, aléjate, viejo loco ―se quejó Ichigo.
Rukia y las niñas admiraban con normalidad la escena que patéticamente se sabían de memoria.
―¡Masaki, nuestro hijo defiende su territorio! ―decía postrado ante el póster de su difunta y amada esposa, con un acto melodramático merecedor de un Oscar por mejor actor.
―Madura, viejo. Además ya tú sabías que Rukia regresaba hoy, ella misma te lo dijo antes de marcharse.
―¡Oh, es cierto! Pero no me esperaba que vinieran tan juntitos ―añadió con malicia aquel padre.
―¡Ya cállate y déjalos en paz! ―y Karin lo sacó del panorama con una patada voladora, más por no soportar a su padre que por el comentario.
―Masaki, nuestros hijos no entienden que velo por la continuación de nuestro apellido y nuestra familia ―lloraba Isshin por un rincón donde fue a parar.
Ante esto, Rukia sólo pudo sonrojarse ligeramente. Ichigo sólo ignoró el comentario.
―Muchas gracias por siempre dejar que me quede su casa ―dijo Rukia tratando de cambiar de tema.
―No te preocupes mi querida tercera hija, recuerda que tú tienes un trato especial en esta casa ―dijo el padre de los Kurosaki sin alejarse del póster.
―Bienvenida a casa, Rukia-chan, Onii-chan ―saludó primero Yuzu.
―Hola, Ichi-nii, bienvenida Rukia-chan. ¿Cómo le fue con los planes para su viaje de la playa? ―Preguntó Karin.
Ya todos sabían lo del viaje porque el mismo Ichigo se los había contado. Omitiendo por supuesto, que iba con un grupo de Shinigami ―aunque tan sólo fuera asunto no muy claro para la inocente Yuzu― y seres humanos con habilidades sobrenaturales. No era necesaria tanta información.
―Bien, nos iremos después de clases el viernes.
―Me alegra mucho, sólo espero que se coloquen mucho bloqueador solar y se cuiden ―dijo mirando a Ichigo sólo para ver cómo reaccionaba ante el doble sentido.
―No te preocupes, Karin ―dijo Ichigo haciendo a un lado la parte final.
―¿No cenarán? —preguntó Yuzu.
―Estáte tranquila, Yuzu, cenaremos dentro de un momento, si quieres ve y descansa ―dijo Ichigo a su hermana, ya que sabía que venía cansada por estar hasta tarde en la clínica.
—Buenas noches, Ichi-nii , Rukia-chan —se despidió Karin.
—Hasta mañana, que descansen —se despidió Yuzu.
—¡Hasta mañana Ichigo, espero todo de ti! —exclamó su padre y todos subieron dejando los solos.
—Viejo loco. ¿Qué quiso decir? —murmuró Ichigo.
Rukia terminaba su cena cuando anunció:
—Ichigo, tomaré el baño primero, estoy muy cansada.
—Está bien, sólo no te tardes un millón de años, mañana tenemos clases de Biología y será extenuante. ―Comentó al prevenir el próximo encuentro con la Profesora Ochi.
Y ella se tardó un montón, sólo para irritarlo, lo cual concluyó con una batalla en la puerta del baño y una Rukia casi expuesta ante Ichigo por sus propias acciones.
Ichigo y Rukia se dirigían en dirección al instituto en una regular batalla verbal, la cual se había originado debido a que Ichigo la sacó de la residencia Kurosaki a rastras, y Rukia por su puesto tenía que enseñarle que así, no se trataba a una Kuchiki: debía hacerle entender los estándares de la familia (de una forma más práctica ya que a Ichigo no se le daba mucho eso de la teoría). Y aunque esta vez el joven pelinaranja llevaba la razón porque en la clase de Biología debían llegar temprano o se ganarían una buena regañina de parte de la profesora, aquello no detuvo el desenlace de tal instrucción.
Y como sucedía constantemente, al final fue la morena quien salió ganando la batalla.
Al llegar al salón de clases, cayeron en cuenta que no eran los únicos con la misma idea, ya que muchos de sus compañeros venían entrando y otros ya habían llegado mucho antes. A Rukia la saludaron en mayoría (dado sus dotes de actriz). Sin embargo a Ichigo sólo lo saludó alguno que otro compañero que se atreviera a hablarle y el resto de su grupo.
—¡Buenos días, Kurosaki-kun! ¡Kuchiki-san! ¿Es un bonito día no les parece? —saludó Orihime, al llegar y divisarlos.
Mientras que la de orbes violeta respondía, teatralmente, como era de esperar cuando adoptaba el rol de Estudiante de Intercambio,Ichigo saludó a Orihime omitiendo que él tenía un pésimo presentimiento con respecto al transcurso del día. Luego se les unió Uryū, quien dirigió un lacónico saludo a ambos Shinigamis y la portadora de las Seis Flores
—¡Buenos dias, Ichigooooooooo! —se acercaba Keigo a su amigo en pos de darle un efusivo saludo, el cual terminó estrellado en el puño del pelinaranja, lo que era muy común.
Éste se recuperó rápidamente e hizo caso omiso del primer puñetazo, aproximándose hacia Rukia para darle un cariñoso abrazo, y cuando ni si quiera lo había logrado ya Ichigo lo había dejado de arrastras al suelo.
—Un día de estos ese idiota terminará en un hospital con los huesos rotos, lo peor es que tendremos que decir, que el muy imbécil fue atropellado —comentó Tatsuki.
Mizuiro rió por lo bajo mientras atacaba como un salvaje su celular.
—Pero, ¿por qué me haces esto, Ichigo? Ya sé que Rukia-chan es de tu propiedad, pero se menos violento, yo sólo intentaba darle un inocente abracito —decía el pobre Keigo con su cara golpeada, cortesía y patrocinio de Puños Kurosaki.
Esto era algo tan normal, que ya la mayoría no le prestaba tanta atención. Entonces cada uno empezó a sentarse en sus lugares ya que pronto llegaría la profesora y así fue, justo cuando todos estaban sentados llegó ella con una gran sonrisa, la cual hizo que sus adolescentes alumnos entraran en pánico. Cuando la profesora Ochi llegaba de esa manera sólo quería decir una cosa: problemas, sí, problemas, porque cada vez que se aparecía con esa expresión en la cara, era porque había un «importante tema» que discutir en la clase, y ella como toda una pedagóga les tenía los mejores ejercicios teóricos y prácticos. Pues era su deber como una de las mejores profesoras del instituto, que sus alumnos estuvieran bien capacitados en cuanto al área de Biología. Le llenaba un poquito su ego y de paso avergonzaba a los chicos.
—¡Buenos días, mis queridos jóvenes! El día de hoy la clase tratará de un tema muy importante: el sistema reproductivo.
«Y empieza el cuento sin fin en torno a cierta historieta que su hermanita Enriqueta se está leyendo en "Pepín". »
Apuros de un atacón —Aquiles Nazoa—
Me he propuesto hacer de este trabajo algo mejor, por eso algunos cambios; palabras más, palabras menos, detalles ortográficos y así. También quiero notificarles que la línea cronológica no sigue al canon en todo su punto, ya que entonces esta historia no podría darse. El porqué es simple, pues en la línea de tiempo canon no podría haberse dado el argumento del fanfic porque Ichigo aún no recupera sus poderes. Así que podríamos tomarlo como algo a partir de «relleno».
Ahora, es irónico que algunas personas, tiendan a creer que unas vacaciones son como una especie de panacea. Yo lo veo como que es algo circunstancial: tienden a variar, ya sea para bien o para mal. Aveces las queremos, a veces las necesitamos.
Muchísimas gracias por leer.
Saludos,
Gene.
