Cosas que pasan
Podía sentir la mirada de Faye en mi nuca. O podía imaginarla. Una mirada interrogante, seguro con algo de decepción, una nota de risa también... Me rasqué la cabeza, como si eso pudiera resolver algo. ¿Qué mierda me estaba pasando?
Sentí que se incorporaba y se sentaba. Oí ruido de ropa y supe que se estaba colocando la camiseta que con tanta rapidez y desesperación le había arrancado yo hacía, ¿cuánto, cinco minutos largos? La oí suspirar y después, casi inmediatamente, contenerse.
-. No sé qué me pasa... - dije. Mi voz sonó baja. Otra vez las mismas palabras, la misma excusa. Qué vergüenza.
- Humm
Me di vuelta para mirarla por sobre mi hombro pero vi solo su espalda. Estábamos en mi habitación, en la cama, medio en penumbras. Como sintiendo que estaba mirándola Faye se dio vuelta y clavó esos ojos verdes tan brillantes que tiene en mí.
- No te preocupes, sé que no es la norma- me dijo, con media sonrisa - Pasa, simplemente...
- No me ha pasado nunca... - contesté automáticamente pero de inmediato supe que sí me había pasado antes. Cerré la boca.
- Te creo.- ella se levantó y se puso las medias porque el piso estaba frío. Unos zoquetes rojos que solo hacían que sus piernas se vieran más increíblemente largas, blancas y hermosas. Si mirando esas medias había empezado todo...
Se acercó a la puerta y volvió a mirarme.
-. ¿Tal vez sea yo? - me preguntó, susurrando y sin mirarme.
La miré.
-. No... - le dije unos segundos más tarde. Me miró de nuevo y abrió la puerta, después me saludó con la mano y despareció. ¿Tal vez mi respuesta había sido tardía? Me acosté y cerré los ojos. Dios.
Era la tercera vez que intentaba acostarme con Faye y no podía. La tercera vez. Demasiadas para repetir como un ganso que jamás me había pasado. Qué vergüenza, aunque debía admitir que ella no se había aprovechado de la situación. La primera vez me había abrazado y dado besos en el hombro, consolándome. La segunda, lo mismo, aunque su mirada había sido más interrogante. Y esta vez había rechazado mi intento torpe de satisfacerla a ella de todas maneras.
Spike Spiegel no podía acostarse con Faye Valentine porque no se le paraba. O mejor dicho, no lograba mantener la erección. Gruñí, frustrado. ¡Claro que no era común! Sonaba estúpido, sonaba a mentira y sonaba naif pero era cierto.
Me revolví en la cama. Había una idea en mi cabeza, atrás, escondida, apresada por ahí dentro de mi materia gris que pugnaba por salir. Pero yo no quería. Encendí un cigarrillo y me puse la camiseta. Faye me la había sacado y me había dado una buena cantidad de besos ardientes por todas partes. Por todas partes.
Le había dicho presuroso que nunca me había pasado pero sí me había pasado. Como a casi todos los tipos, alguna vez falla. ¿Pero era por su culpa? Sí y no. Faye era una mujer super sexy, tocarla, apretarla, besarla era... era casi el paraíso. Negué con la cabeza. No. No. Era sexo nada más.
Fumé a conciencia el cigarrillo, sintiendo el humo para no sentir el rumbo de mis pensamientos. Lo cierto es que me había pasado con Julia las primeras veces. Me había sorprendido porque yo no tenía ese tipo de problemas, era genial desde adolescente, pero con Julia había habido tantos nervios, tanto miedo, tanto amor... Todo junto había confabulado para hacerme sentir inseguro y al final no había podido hacer mucho.
La incapacidad va de la mano de la inseguridad, determiné al terminar el segundo cigarrillo y aplastarlo en el cenicero. Yo no tenía problemas en acostarme con meseras o tipas que conocía en los bares. De hecho hacía un par de meses había pasado un buen rato en el callejón trasero de un bar, en un intento torpe de superar esa depresión que siempre me amenazaba desde que todo volviera a empezar.
¿Entonces...? ¿Qué? ¿Acaso tengo que pensar que lo que me pasa con Faye se compara a lo que me pasó con Julia? ¿En serio? No... debía ser otra cosa. Se me vino a la cabeza mi compañera de nave como últimamente la veía: despeinada, sonrojada, casi desnuda, caliente, adorable...
Suspiré. Estaba siendo testarudo. Estaba siendo ciego a propósito. Si solo me había pasado con Julia y me pasaba lo mismo con Faye algo debía haber en común. Era hora de aceptarlo. Pero no hoy, no esta noche, no ahora...
Apagué la luz, me tapé y me fui a dormir.
