Saludos! La presente historia es un capitulo especial dedicado a uno de mis personajes favoritos de Criminal Minds: Penélope García, reúne algunas características de los capítulos de la serie dedicados a ella y también es mi propuesta o punto de vista en lo referente a su pasado y reclusión al Departamento de Análisis Conductual del FBI, sin más que agregar espero que sea de su agrado. Ni los personajes, la letra de la canción o la serie me pertenecen, todo es propiedad de su legítimo autor.
UNFORGETTABLE
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Inolvidable, eso es lo que eres,
Inolvidable, estés lejos o cerca,
Como una canción de amor que se aferra a mi.
¿Cómo pensar en ti me hace cosas que,
Nunca nadie había logrado antes?
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Al compás de esta melodía los zapatos de salón se deslizan sobre la duela, una mano a la cintura, otra al hombro, el caballero y la dama ejercen una delicada vuelta, las miradas esquivas, los sentimientos encontrados, una leve expresión de cansancio seguida de otra más de pura satisfacción. La pieza termina con un beso de la persona amada, los labios no se unen, se han vuelto buenos en esto de pretender, lo que no es.
La audiencia aplaude, las luces bajan, el telón cae, el caballero suelta a la dama quien comenzaba a sentirse nerviosa, esa canción, no sabe por qué pero siempre la ha dejado mal.
—Estuviste estupenda —comenta él tratando de no perder el apremio— ella asiente en señal de que a su vez lo ha hecho bien, el traje, el vestido, la corbata, el maquillaje, todo en ellos luce perfecto tal y como debería ser para la quinta representación de esta obra tan peculiar: Inolvidable los aplausos del exterior se extienden, no hay nada que quieran más que adentrarse en sus camerinos, arrebatarse las ropas, la apariencia prestada y volver a ser lo que son puesto que en su caso, lejos está de ser una damisela en apuros.
Le sonríe a su compañero quién ya se ha desecho de la corbata, la expresión inventada y le sonríe animadamente para que otra vez salgan.
Ambos lo hacen, García siente mariposas en el nacimiento del vientre, no es que esté enamorada, es que de pronto se ha sentido mareada, la melodía, las luces, la puesta en escena, su compañero lo advierte y coloca una mano sobre su espalda baja, juntos hacen una reverencia y pronto comienzan a llover multitud de pétalos a su alrededor.
—Una vez más el escenario ha sido nuestro —ella sonríe, lo cierto es que le gusta demasiado todo esto: el romance, la tragedia, la vida prestada, ser lo que no es. —cierra los ojos mientras alguien del staff le coloca un ramo de flores entre las manos— aspira su aroma sintiéndose como en pocas veces: amada, respetada e inclusive admirada. Sonríe a sobre manera y repite la acción mientras su camarada ya comienza a andar junto con ella para que regresen tras bambalinas y de ahí hasta su casa.
Ella lo hace en la intimidad de su cuarto privado, una prenda a la vez hasta que la mujer frente al espejo no es otra más que ella, el lunar en el labio superior a desaparecido junto con las pestañas alargadas, el maquillaje en exceso y también la frondosa cabellera negra, suspira para sus adentros atrayendo de nueva cuenta el aroma de aquellas flores que sin saber por qué, lejos de halagar, la ponen incómoda.
Gardenias, las acaricia con las yemas de sus dedos y detiene la acción al ser consciente de que se ha quedado únicamente con el camisón, busca sus prendas con algo de cautela, el vestido corto, las medias, el tocado a juego, abrigo y también las gafas, se sonríe cansadamente mientras toma el colorete rojo, delinea sus labios en un movimiento mecánico puesto que sus ojos se han vuelto a posar sobre el ramo, ¿por qué regalar gardenias? cuando lo usual son las rosas, esas simbolizan pasión, candor, estas simbolizan amor y no uno cualquiera, sino amor secreto. Suspira para sus adentros, entre los pétalos ha encontrado una nota, el sobre se confunde fácilmente ya que es de color blanco, lo toma como una niña, como la adolescente de dieciocho años y se descubre sonriendo incluso antes de leer la nota.
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Inolvidable en cada forma,
Y para siempre, así te quedarás,
Es por eso, querida que es increíble,
Que alguien tan inolvidable,
Piense que yo soy inolvidable también
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La sonrisa desaparece, la nota cae, García deja el ramo y procede a abandonar el teatro vacío en su totalidad como todas las noches, como cada sábado y domingo pues aunque no lo quiera, siempre termina siendo la última en salir, camina por el encharcado asfalto y cierra de más su abrigo para no sucumbir ante los fervores del frío, la noche en su haber, se arrepiente de no conducir un auto pero luego piensa en las palabras de Reid, en la cantidad de asesinatos que han sucedido dentro de un auto, aunque difícilmente podrían ser comparables a la cantidad de asesinatos cometidos en una calle sucia y abandonada a poco más de la 1:00am, cierra los ojos, deja escapar el vaho entre sus dedos, mira adelante y atrás, no hay nadie cerca, de pronto desea ver a alguien pero a la vez le aterra, piensa en la nota.
—Inolvidable…—ciertamente lo hay, un capítulo inconexo, una escena abierta, una persona que dejó atrás y en la que creyó que ya nunca volvería a pensar.
Toma el celular en manos, no sabe porque pero tenerlo ahí le confiere un poco de seguridad, vuelve a recordar a sus santos está a pocos pasos de la avenida principal con su glorioso sitio de taxis, volverá a casa, como Dorothy, ella simplemente volverá a casa pero entre más piensa en ello más es consciente de los pasos que se han unido a su marcha. No son imaginerías suyas alguien está por detrás y con el corazón en un hilo y presa de su propio delirio presiona el primer número de su marcación automática.
La voz del otro lado es jovial, amable, inclusive se atrevería a decir que seductora y todo ello en conjunto ha hecho que suelte un ensordecedor suspiro
—¿Bebé? ¿García, que sucede? —ella sonríe a la vez que apura la marcha, no quiere ser paranoica, no sabe si debe ser paranoica, si debe dejar de correr o quizá solo…
—Derek…—Morgan deja a su novia quien ha sido consciente del cambio en su tono de voz y también expresión— García nunca lo llama por su nombre a no ser que haya importantes ejecutivos a la vista o se encuentre la pareja del otro en la escena a juzgar por la hora no puede ser ni lo uno ni lo otro por lo que pregunta de nuevo qué es lo que pasa y es consciente de que la voz de su amiga se ha comenzado a quebrar, la respiración agitada, los sonidos de la calle.
—¿Donde estás, qué está pasando?
—No me vas a creer esto pero tengo la impresión de que estoy siendo…ah! —el celular cae, las terminaciones nerviosas a flor de piel— Morgan grita su nombre, no solo una, ni dos veces, lo grita hasta que Savannah sale de la cama y le quita con suavidad el celular de las manos, lo que tiene que hacer ahora es rastrear su llamada, averiguar dónde es que está.
El equipo se reúne luego de recibir su llamada, el agente está poco más que asustado, indignado, completa y totalmente alterado.
—¿Qué es lo que tienes? —pregunta Hotch al salir junto con Rossi de la camioneta— ¿Que, qué es lo que tiene? —una mierda es lo que tiene— sobre la acera solo encontró su bolso y teléfono móvil, de ellos lo único que obtuvo fue que su última llamada la realizó a él y que el último lugar donde estuvo fue un teatro comunitario al que no ha podido ir porque le ordenaron quedarse ahí a esperar.
La calle tampoco ofrece mejores pistas, deshabitada, lúgubre, cuando la encuentre tendrán una seria charla sobre transitar lugares como este totalmente sola o en ausencia de una maldita arma. JJ le coloca una mano en el hombro, puede ver que está tenso y no sería para menos, García es algo más que su aliada, es su amiga y una persona totalmente ajena a las depravaciones con las que todos y cada uno de ellos conviven en el día a día.
—Mi apuesta es que el ignoto debió sorprenderla aquí, en el mismo lugar donde cayó su bolso, quizá la adormeció con una aguja o cloroformo, ya que no escuché nada más al otro lado de la línea y acto seguido debió subirla a su auto, hay marcas de neumáticos apenas visibles puesto que llovió gran parte del día; él debió usar eso a su favor, el que las calles no estuvieran transitadas y que el asfalto borraría su marcha.
—Bien, ¿alguna idea de por qué? —comienza a cuestionar Hotch pero Reid lo interrumpe, ha encontrado el panfleto de la obra teatral que su analista interpreta.
—Inolvidable con la actuación estelar de "Penélope García y Andrew Lewis" está a unas calles de aquí en el Teatro Comunitario de Maine.
—Correcto genio, ahora si dejamos a los forenses hacer su trabajo, nosotros podremos ir para allá. Aún se escucha molesto, no solo por la pérdida de tiempo sino porque al igual que ellos, no debía saber que su chica, había regresado al espectáculo.
—¿Es que no le dejas suficiente trabajo? —pregunta Rossi a Hotch para romper el silencio— su jefe levanta los hombros, consciente de que cada uno ha tenido considerable cantidad de trabajo en el ultimo par de semanas y en específico ella, ya que sin su ayuda no hubieran podido capturar ni al primero de los ignotos, luego de recapitular en su mente, se convence de que quizá sea de ahí de donde se derive esto.
—García suele evadir la realidad haciendo cosas como esta —comenta JJ a Blake, quien hasta el momento se había mantenido en un ceremonioso silencio—
—¿Evadir la realidad? —pregunta la agente— la otra asiente y prosigue con su explicación.
—Como ya habrás notado ella no fue entrenada como nosotros, pasó los perfiles psicológicos pero en primera instancia no se supondría que tendría que ver lo que nosotros vemos, solo iba a ser un apoyo, un refuerzo para ubicar números telefónicos, direcciones o nombres pero sin saberlo se ha vuelto una pieza fundamental en nuestro trabajo y algunas veces no sabe como manejarlo.
—Por eso su oficina parece un santuario
—No lo parece, lo es —agrega Morgan— ese lugar la protege de la depravación de nuestro mundo y a su vez, ella nos protege a nosotros— la agente asimila la información y se muestra de acuerdo rememorando las conversaciones alegres y carentes de sentido que la mayoría de las veces protagoniza la analista para hacer que se olviden de lo terrible que es todo aquello.
Llegan al Teatro sorprendidos de no hallar una sola persona en el edificio, antiguo, sin mantenimiento, parece estar apunto de caerse solo y de pronto Rossi tiene una Epifanía, es la clase de lugares históricos que él admira y aprecia.
Uno a uno miran al escenario, la imaginan de pronto interpretando su papel con el maquillaje perfecto y el atuendo de los años 50's, siempre le han gustado las historias antiguas, las que hablan de un amor mas allá de la vida puesto que sus padres murieron en un accidente de auto y cuando los encontraron, sus cuerpos estaban juntos, en íntimo abrazo y de lo que se rescató, lo único que no se quemó fueron las alianzas de oro.
Reid y Rossi se dirigen a camerinos, el de ella es el mas amplio pero no podría decirse que clamoroso, sobre las mesas encuentran los accesorios y perfumes que aún huelen a ella, el espejo apenas iluminado, como vestidor únicamente un biombo, intercambian miradas para decidir quién de los dos entrará ahí y lo hace Reid ya que Rossi podría sucumbir a la imaginación e inventarse una película entera con la analista entre sus piernas.
Las prendas de García no dicen nada, no hay señales de violencia, el ignoto no entró ahí
—Pero si estuvo aquí —comenta Reid al encontrar la nota en el piso, prácticamente bajo la suela del zapato de Rossi—
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Inolvidable en cada forma,
Y para siempre, así te quedarás,
Es por eso, querida que es increíble,
Que alguien tan inolvidable,
Piense que yo soy inolvidable también
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—¿Un admirador secreto? —pregunta Rossi— sintiéndose extrañamente molesto.
—Tal vez —contesta el rubio— interesándose más por descubrir el origen de la nota, el sobre está junto a la mesa y huele a Gardenias, lo pronuncia en alto concentrándose en el ramo, discreto y sinuoso, se sorprende por no haberlo notado antes.
—Amor secreto —declara el mayor, Reid se muestra de acuerdo, guarda la nota y salen para reunirse con los otros.
—¿Encontraron algo? —pregunta Hotch— ambos asienten mostrando la nota, tan pronto como la lee Derek se lleva las manos al cuero cabelludo, inspira profundamente y con ayuda del resto intenta rememorar lo que dijo.
—¿Se escuchaba asustada? —pregunta Blake— No, mas bien aliviada, cuando escuchó mi voz soltó un tremendo suspiro, ese fue mi primer indicativo de que algo estaba mal.
—¿Que me dices de la calle, los sonidos, sabes si el ignoto estaba justo detrás de ella? —Morgan lo repasa otra vez, los sonidos, el firme taconeo de García, la respiración acelerada, no podía escuchar a alguien más pero sí podía leerla a ella, su conducta, estaba siendo seguida— Cerca, pero no demasiado, ella debió concentrarse en llegar a la avenida principal por lo que, cuando decidió hablar ese sujeto la atacó.
—No venia en su auto —agregó JJ—
—Significa que tuvo todo el tiempo del mundo para dejarla ahí e ir por el —continuó Rossi—
—Siendo así —intervino Reid— es posible que viniera todos los días a verla
—E inventara una fantasía —Rossi conocía la obra escrita por Nat King Cole— describe el romance entre un pianista de color y una mujer blanca, hermosa en la madurez de la vida e inalcanzable en el sentido de que dice creer solo en el amor a primera vista, uno que hasta ahora no ha experimentado, salvo en el momento que entra al bar y escucha a Cole tocar.
Sus piernas se mueven al compás de esas manos, la danza es sutil, armoniosa, un batir de pestañas, una sonrisa insinuada, el pianista no sabe si lo está inventando, la mujer se descubre a sí misma sin saber lo que hace.
Una década dolorosa para consumar un amor si tomamos en cuenta que la cuestión racial es algo que en ese entonces seguía y sigue dando de que hablar.
—¿Y cuál fue el detonante? ¿Cómo saber a quién nos enfrentamos? —cuestionan JJ y Blake— Hotch cruza los brazos a la altura del pecho maldiciendo internamente al hombre que se atrevió a arrebatar la carta mas fuerte de su baraja, mira a Morgan con expresión terminante, él también debió pensar lo mismo.
—Llama a Lynch, ponlo al tanto de la situación y pídele que investigue a toda la gente del panfleto, necesitamos hallar a cualquiera que hubiera estado en el escenario.
—De inmediato
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Las notas de piano aún se escuchan por lo bajo, la cabeza le duele, el estómago ruge, sin saber por qué ha estado soñando con su presentación de ballet a los doce años, fue la última vez que su madre le arregló un vestido, la falda de tul, eso lo recuerda bien. —Cariño, la postura, corrige tu espalda, levanta los hombros, así no, con gracia, eres una bailarina, no un sargento que van a fusilar.
Sonríe dolorosamente, reprendiéndose internamente por no recordar tanto como debería a sus padres, la voz de ambos ya no consigue recordar como es, algunas veces los rostros parecen desdibujados, no así los detalles que heredó de ellos: los cabellos de su madre, la mirada profunda de su padre, las mejillas sonrosadas, la cara ovalada, las manos —¿por qué no puede mover sus manos?— parpadea, abre los ojos y es consciente de que los tenía abiertos pero no ve nada, no siente nada, el pánico se apodera de cada fibra de su ser, las lágrimas caen, irremediables, insostenibles, piensa en todos los casos que han trabajado, en su ángel de la muerte y de pronto las piezas encajan, se da cuenta de que una vez más ha protagonizado las fantasías de algún maniaco asesino y se odia por ello.
—¿Quién pudo haber sido? —está perfectamente segura de haber cifrado los datos de su computadora, ocultó su rastro.
Aún sigue dando asistencia y seguimiento a los casos abiertos, sabe que no debería hacerlo pero simplemente no puede dejar de hacerlo. No puede permitir que otra familia sea olvidada como la suya. Por años sopesó la probabilidad de que se tratara de un asesinato, eran hippies después de todo "activistas de mierda" los llamaron en el diario, la fotografía del accidente regresa a sus memorias y todo su cuerpo tiembla, el abandono que sintió entonces es similar al que siente ahora y de pronto se recuerda así misma que posee una sobrada fortaleza interna.
Cualquiera en su situación se habría abandonado a las drogas o el alcohol, en su momento pensó en hacerlo, tuvo la botella en los labios, la aguja en el antebrazo pero por alguna razón simplemente no pudo hacerlo. Sus padres la educaron bajo la creencia de que su cuerpo es su templo, ella no podía profanar su templo, su regalo, el único que le había quedado de ellos.
Nuevas lágrimas se unen a las previamente vertidas, estas no son de temor o deshonra sino del amor que por siempre deseo.
La historia inconclusa regresa a ella, el recuerdo del hombre que en su pasado amo, el mismo que en momentos de necesidad la apremió y condecoró nombrándola su Reina Negra.
Unos pasos se han unido al sonido del piano, ella no sabe como es que lo sabe, pero son zapatos de tacón sobre una duela de fresno, el sonido lo recuerda bien de la entrada de todo galán en las películas en blanco y negro que tanto ella como Rossi disfrutan mirar, parece andar al compás de la canción, pone atención a la melodía cayendo en la cuenta de que es la misma de su entrada en escena.
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Inolvidable en cada forma,
Y para siempre, así te quedarás,
Es por eso, querida que es increíble,
Que alguien tan inolvidable,
Piense que yo soy inolvidable también
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—Oh, por el amor de Dios, dime que tienes una mejor idea para encontrar a Penn —Lynch se escucha desesperado en la línea, nervioso y quizá hasta doloso.
—Tú eres mi As bajo la manga, dime lo que encontraste —Morgan no tiene mucha paciencia para cualquier analista que intente tomar el lugar de García, Lynch lo sabe y aunque intenta mostrarse serio y profesional con esto por alguna razón simplemente no puede hacerlo.
—Su pareja Andrew Lewis, reportado como desaparecido y el Director de la obra, Nicholas Trent muerto pero por favor no me hagas describir los detalles ya se los estoy enviando a sus tablets, lo encontraron hace veinte minutos aproximadamente unas calles atrás del teatro.
—¡Maldición! —Morgan corta la llamada y se reúne con el resto— Reid observa las imágenes, las analiza desde la tablet de Blake, la sangre es mucha, las puñaladas varias, está de espaldas pero aún así es presumible por la cantidad de fluido que fue apuñalado repetidas veces en el área del estómago o posiblemente del corazón, hay algo más en su cuerpo, la imagen se agranda a una presión de sus dedos, él no sabe si mencionar lo que observa pero finalmente es Rossi quien lo destaca.
—Una carta de naipes —la resolución de la imagen no es la más apropiada pero ya están en camino sobre sus camionetas, dirigiéndose a la escena del desecho.
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Efectivamente es un naipe, Rey de espadas rojo por el inverso, Reina de corazones negra por el reverso, la revelación no hizo especialmente felices ni a Rossi o a Hotch.
—¿Qué saben de la hora de muerte? —pregunta Hotch a los forenses— estos evalúan rápidamente el cuerpo, por la posición y el lugar es fácilmente deducible que fue ahí donde lo asesinaron.
—Dos horas, posiblemente tres, usaron un arma blanca, tiene exactamente dieciocho puñaladas en el pecho, cerca del corazón pero no precisamente ahí, las hicieron con brutalidad extrema y eso no es todo. El forense se toma su tiempo para permitir al agente aproximarse al cuerpo.
—Le arrancó los ojos —el forense asiente antes de cubrir el cuerpo y ahora ellos tienen un dato más que agregar al perfil.
—Ese nivel de saña es personal —comenta Blake—
—Mas que personal parece pasional —agrega Rossi— sin molestarse en disimular lo mucho o poco que le afecta eso. —Solo piénsenlo, la secuestra en la noche, luego de terminar el acto, la obra culmina con un beso de amor entre dos personajes que ante la sociedad no deberían estar juntos, él es el Rey de espadas, ella la Reina de corazones.
—Si, pero no solo se trata de eso —Hotch interviene ante la atenta mirada de todos— la expresión en su rostro es una que denota que sabe algo que ellos no.
—Suéltalo ya, ese demente podría estarle haciendo eso a García —demanda Morgan—
—No lo hará, si es quién creo que es —su equipo lo mira con expresión demandante— el líder vuelve a bufar por lo bajo, cruzar los brazos y encerrarse en sí mismo como si estuviera decidiendo si debería decirlo o no.
—Hotch, ¡maldita sea! es García de quién hablamos —el moreno pierde la calma y es secundado por Reid y Rossi— el líder entonces decide hablar.
—Ese naipe, era su sello personal
—¿Qué clase de sello? —pregunta Morgan—
—Su sello, cuando le dispararon años atrás les dije que García pertenecía a una lista del FBI más no expliqué a cual.
—Supusimos que era una donde estaban todos los Hackers a nivel nacional —respondió JJ—
—Si y no, hay una lista para los hackers, la de García es aún más especial, ella es inteligente, más allá del promedio, consiguió entrar en la misma universidad que Reid solo que jamás se presentó porque para entonces murieron sus padres y el FBI tuvo que ver con eso.
—¿Qué?
—Teníamos registros de actividad ilícita en nuestra red informática, alguien se estaba conectando, descargando datos, información básica de seguridad nacional, contraseñas, protocolos, se rastreo la dirección IP hasta su casa —No— JJ se lleva las manos al rostro al tiempo que el líder prosigue.
—No podíamos permitirnos el lujo de que sus padres, reconocidos por actos delictivos en contra de las cadenas alimenticias y comerciales mas famosas de la nación tuvieran acceso a ella por lo que se decidió en un acto sin precedentes y del que aclaro, no fui partícipe. Silenciarlos.
Meses después la actividad reinicio, el modus operandi era el mismo, la facilidad con que burlaba los códigos de seguridad de cualquier área parecía un insulto, pusimos a los mejores en su contra, intentamos rastrear la ubicación pero para ese entonces ya lo había conocido.
—¿El Rey? —preguntó Morgan— Hotch asintió, sabiendo que para esta parte de la conversa por todos estaba siendo juzgado.
—Su nombre nos es desconocido, la actividad de García continuó en la red, las cartas que dejaba cada vez que se infiltraba para descargar información precisa y sumamente cuantiosa era esa aunada a la frase: "Haz caído bajo el corazón de la Reina Negra"
—¿Cómo los separaron? —preguntó JJ—
—El Rey de espadas se volvió codicioso mientras el corazón de la Reina aún era noble, por cuatro años García ganó reputación y prestigio, su Pseudónimo en toda la red fue conocido e inclusive países vecinos llegaron a solicitar sus servicios, la alerta roja se activó de nuevo, la orden era asesinarla pero yo intervine.
Pude ver en sus actos lo mismo que hacemos a diario, el corazón de la bestia, el alma herida, en García no había lo primero pero sí lo segundo, se apegó a la instrucción de sus padres, intentando desmantelar organizaciones dedicadas a la trata de personas, maltrato animal, uso indebido de recursos naturales, ella ya no solo quería robar datos, quería hacer algo con eso, ayudar a las personas, cambiar el mundo y basándome en eso le tendí una trampa.
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Los pasos se detienen delante de ella, percibe un aroma que le resulta cálido y a la vez tranquilizante, una respiración pausada, manos sobre la piel, un tacto suave, electrizante quizá por las horas en cautiverio, quizá por los años de destierro, la separación con Lynch contrario de lo que decía a los demás, no le hizo bien a su ser.
La muestra estaba ahora que su cuerpo temblaba entre el temor y el placer de una caricia extraña por no decir ansiada.
El extraño recorrió el bordillo de la tela que cubría sus ojos, se moría por conocerlo, por al fin verlo. El caballero de la noche. —oh por favor que sea Derek— que estuviera ahí para decir que todo ya se había terminado, cerró los ojos, el tacto del extraño continuó, ya no acariciaba sus mejillas y frente ahora estaba sobre la nuca desatando el nudo de la cinta, su respiración se pausó, solo el tiempo necesario en que una parte de su cerebro indicó que tal vez era un monstruo lo que ante sus ojos vería.
…
Se generó un informe falso para hacerle creer que como medida de seguridad interna ahora todos los registros del FBI volverían a ser impresos, yo me hice pasar por un agente doble coludido con su causa, le ofrecí la información pero solo la entregaría si se comprometía a reunirse conmigo estando totalmente sola.
Acordamos una reunión en un lugar elegido por ella pero del que fácilmente pude obtener el control tras efectuar las llamadas necesarias, el FBI como saben, no escatima en recursos a la hora de apresar a un potencial terrorista de modo que todo lo tenía listo, solo había que esperar a que ella llegara y lo hizo.
Ataviada de negro en su totalidad con un vestido de corte voctoriano, largo y ceñido a su figura, la Reina hizo su entrada, fue fácil para mi deducir que la tragedia de sus padres aún dominaba sus actos, se culpaba por ello, nunca supe si la información del accidente llegó a sus manos pero por la facilidad con que se dejó arrestar y aceptó colaborar con nosotros puedo deducir que no fue así.
Cambió su nombre, apariencia y hábitos parte del trato consistía en no volver a ser lo que fue.
—Un segundo Hotch, ¿Cambio su nombre? —interrumpió Morgan—
—Su nombre real es Kirsten Moore; Penélope es más bien un homenaje a una película de James Bond y García era el apellido de su padrastro quien presumo, fue una figura sumamente dominante en su vida.
Tras decidir esto el expediente de la Reina Negra se selló, todos los involucrados hicimos un pacto de silencio, en especial ella, ya que sin importar lo que se le ofreciera jamás lo delató.
—La Reina protege al Rey —comentó Rossi— consiguiendo la aprobación del resto.
—Si eran tan unidos, no puedo creer que él simplemente la dejó —agregó JJ—
—No lo hizo, la siguió buscando durante meses pero no se le informo de ello, se creo otro archivo falso, le hicimos creer al Rey que su Reina cayó.
…
—No es cierto… —el rostro de la Reina palideció por completo, los labios temblaron, el Rey advirtió esto al tiempo que se tomaba un momento para admirar la belleza de cada uno de sus rasgos— nueve años, por nueve años la había buscado en cada registro del FBI sin encontrar nada y hasta ahora entendía. ¿Cómo encontrar a alguien que nunca fue apresado?
—Penélope, ¿verdad? —ella escuchó su voz y contempló su figura sintiendo por vez primera su mente flaquear entre la locura y la cordura— el momento en que conoció a Hotch regresó a sus memorias, el instante exacto en que le mostró sus cartas y explicó su juego. O trabajaba para el FBI o la encerrarían de por vida. No había un plazo para la elección, era ahora o nunca como en el momento en que escapó de casa de sus tíos y se llevó a Esther a toda velocidad por la avenida principal. Si su vida iba a cambiar de giro tenía que ser ahora y sin saber por qué o más bien sabiéndolo perfectamente bien, tomó la mano del hombre que se la ofreció.
—Shane...—el Rey saboreó escuchar su nombre en labios de su amor— la mirada triste, temerosa, el cuerpo débil, la voluntad rota.
Era exactamente igual al día en que la conoció trece años atrás, le dedicó una reverencia, después de todo era ella quién amaba las puestas en escena y acto seguido acarició sus cabellos, ciertamente había extrañado la textura y el perfume de sus cabellos aunque antaño el color que usaba era el de la noche, ella era su Reina Negra, él su consorte, el Rey de espadas, el hombre que le enseño como hacer mejor lo que hacía. Como romper las reglas, retar al gobierno, sabotear su juego y también...como incursionar en otros juegos.
Penélope cerró los ojos presa de la agonía y desesperación dejando escapar un par de lágrimas ennegrecidas, el maquillaje sobre su rostro debía ser ya una auténtica desgracia y sin notarlo, en un acto totalmente desapasionado y desapercibido el Rey besó sus labios.
Una acción de sobrada crueldad y vileza, dado que ella no podía hacer otra más que esforzarse por respirar, recibió su lengua entre el llanto y la furia, entre los menesteres del presente y las historias del pasado contó internamente hasta tres, Shane la soltó de apoco no sin antes dejar una marca que días tardaría en borrar no solo de sus labios, sino de su mente. La mordió tan fuerte que la sensación se extendió por todo su cuerpo como corriente eléctrica, soltó un siseo y lo miró con todo el odio que para mayor referencia, solo podría ser comparable al amor que en su momento le profesó, el hombre abrazó esa imagen, de hecho, la fotografió.
—Ah, tus amigos van a amar esto —pronunció al tiempo que guardaba su teléfono móvil, giraba sobre la punta de sus zapatos y se dirigía a la parte de atrás, había una enorme tela en la que poco había reparado, Shane la levantó, haciendo gala de unos movimientos sumamente elaborados, cuando al fin la hubo arrebatado el rostro de García una vez más se estremeció.
Ante ella y sobre lo que supuso era una silla idéntica a donde la tenía a ella, estaba Andrew Lewis, su compañero de actuación, el hombre al que había dejado pocas horas atrás.
—Dime Penn, ¿Terminamos porque te gustan morenos o solo sientes debilidad por los de color? —Andrew se debatió en su silla totalmente horrorizado al tiempo que la veía a ella, atada de manos y piernas, pero eso solamente duró un segundo puesto que más pronto de lo que ambos pudieron gritar, el Rey ya lo había silenciado, apuñaló su pecho repetidas veces frente a García quien a la tercer estocada, se desmayó.
—Tomaré eso como un sí y ahora amigo, no, no, no cierres los ojos todavía, me pareció haber visto que por cinco días, has estado besando a mi chica. —y dicho esto, tomó su rostro y le arrebató los labios.
Continuará...
NA: Esther es el nombre del auto de García.
