Disclaimer: los Juegos del Hambre no nos pertenecen.

Historia para el foro "El Diente de León" - SYOT Colaborativo.


Prefacio: Fobétor y Morfeo

En un mundo muy antiguo, existieron una vez dos hermanos; dioses para los hombres.

Morfeo, el dios de los sueños, era el encargado de llevar dulces pensamientos a los reyes y emperadores mientras dormían. Sueños de paz en donde sus seres queridos se aparecían, colmándolos de dicha, permitiendo a los mortales huir, tan solo por un momento, de las maquinaciones de los dioses.

Fobétor, por su parte, era el dios de las pesadillas. Ahí donde Morfeo llevaba luz y esperanza, él arrasaba el Mundo de los Sueños, cubriéndolo de oscuridad y dolor. Se deleitaba en el sufrimiento, tomando la forma de aquello que más atormentaba a los mortales, conduciéndolos por caminos sombríos, de los que a veces no regresaban.

Así que, por las noches, los mortales rezaban a sus dioses, deseando que fuese Morfeo y no Fobétor quien los acompañara mientras dormían.

Pero sus deseos no siempre se hacían realidad.


Vanille LaPelier, 17 años, día 9 del mes 8, año 25 DdlDO.


Mi capacidad para fingir que presto atención al profesor que desde abajo explica no sé qué cosa sobre protocolo de eventos militares me sorprende hasta a mí. En realidad, estoy más aburrida que una ostra y hoy no tengo planes para más tarde que me ayuden a motivarme.

Siempre tuve claro que no quería ir a la universidad. ¿Para qué pasar por ese suplicio si no lo necesito? Las rentas familiares es lo único que necesito para vivir, y como no tengo hermanos ni primos, algún día serán mías.

Pero la vida da muchas vueltas, y hace tan sólo unos meses lanzaron una genial aplicación que te conecta con tu otro yo.

Todos los seres humanos tenemos al nacer un vínculo inmaterial con alguien que nos complementa, un gemelo astral perdido al que tenemos que buscar para alcanzar la felicidad. Así fue como descubrí a Cósmica, mi adorada gemela astral con la que comparto todo, vestuario, peinado, color de ojos, tono de piel, estado de ánimo y hasta ciclo biológico sincronizado. Por ella no me importa aguantar a este hombre que amenaza con matarme de aburrimiento y cuyo peinado es tan año 24 que no puedo ni soportar mirarlo por más de cinco segundos seguidos.

Una fugaz consulta a mi reloj me hace saber que aún quedan 18 minutos para el descanso. Cósmica sigue tomando notas de todo lo que el profesor dice mientras yo me concentro en pedirle al destino que haga algo para que se acabe pronto.

Entonces, de repente ocurre el milagro. Una pequeña alarma se enciende en la pared y el profesor calla. Los apuntes y esquemas que ha ido dibujando en la pantalla se borran para dar paso al águila dorada del escudo de Panem sobre fondo granate, a la vez que las primeras notas del himno comienzan a sonar haciendo mucho más épico el momento.

Gracias, Universo.

Y la felicidad que me invade es tal que comienzo a reír entre dientes.

—¿De qué te ríes? — pregunta Cósmica dejando a un lado la tableta en la que toma notas.

— No te lo vas a creer, pero acaba de pasarme algo maravilloso.

—¿Qué cosa? —dice mirándome con interés.

—He hecho que ocurriera esto con la mente. Creo.

—¡No! — exclama.

—¡Sí! ¿De qué crees que va esto?

Todas las pantallas de las aulas del Capitolio están diseñadas para retransmitir mensajes televisivos de visionado obligatorio. Ha pasado casi un mes desde la última vez que hubo una.

—No sé, dímelo tú. Tú eres la que lo ha provocado ¿no? —se burla sonriendo.

Pero se me hace imposible contestarle pues el himno llega a su fin. Sentada en un sillón color burdeos en una habitación con decorado clásico, está nuestra líder Antigone Pylos vistiendo una toga blanca que deja un hombro al descubierto, una corona de laurel y su fiel máscara. Junto a ella en otro sillón similar, Venus Andros, presentadora y comentarista de los Juegos del Hambre sonríe a la cámara.

"Buenos días Panem" canturrea Venus "apuesto a que no esperaban verme fuera de temporada tan pronto y menos inmediatamente después de la clausura de la gira de la victoria de nuestro vencedor del primer y muy glorioso Vasallaje de los 25. Estamos aquí porque nuestra amada presidenta tiene algo que anunciar. Algo que les va a gustar mucho, mucho, mucho. ¿No es así, presidenta Pylos?"

—La adoro —le digo a Cósmica—, es una de las pocas personas que conozco que no sigue las tendencias y a la vez logra verse fabulosa.

Alguien detrás de mí me manda callar y yo lo miro con mala cara antes de volver al mensaje. Me muero de ganas por saber qué es.

"Así es, amiga mía. Algo increíble ha ido floreciendo en Panem desde la firma del tratado de traición. Algo de lo que ni yo misma me había dado cuenta hasta que no analicé en profundidad la repercusión social que tuvo el primer Vasallaje de los 25 aquí en el Capitolio y estoy segura, ya que tú llevas presentando la cita anual desde su inicio, que también te has dado cuenta."

"¡Por supuesto! Y es un giro argumental que personalmente me parece muy suculento. ¡Vamos a darles una pista a nuestros espectadores!"

Aparecen imágenes de los primeros Juegos. Ciudadanos capitolinos en un Capitolio postguerra observando el primer desfile de los tributos, maniatados y amordazados en jaulas tiradas por caballos mientras la gente les arroja basura e insultos. Gente pidiendo sangre, retribución, venganza. Las imágenes se van superponiendo a las de años siguientes. Se introduce el sistema de apuestas unos años después junto con los patrocinios para animar a la gente a apostar. Los espectadores ya no abuchean a los tributos, sino que los animan. Unas chicas en la primera fila chillan de emoción cuando aparece la famosa escena del chico balanceándose en una liana y estrangulando con ella a su aliada y compañera de distrito. El vídeo termina con una imagen aérea de Capitol Hill abarrotada de gente que ha ido a ver la final del primer Vasallaje en la macropantalla. Todos gritando al unísono, alzando sus brazos al cielo para animar a sus favoritos.

—Están dando a entender que la nueva generación de capitolinos ya no siente necesidad de retribución —dice Cósmica—. ¿Crees que van a clausurar los Juegos del Hambre?

—No lo creo. Mi Daddy dice que mueve demasiado dinero por las esferas poderosas como para que los quiten.

Venus y la presidenta Pylos vuelven a la pantalla. La primera con una sonrisa de oreja a oreja. No. Definitivamente no van a quitarlos.

"Como ya han visto todos, las nuevas generaciones ya no consideran los Juegos del Hambre parte de una condena que ellos están pagando por movilizarse contra nosotros y sembrar la discordia. Hasta ahora, todo ha sido llevado a cabo por Agentes de la Paz y los tributos han sido tratados como prisioneros. Condenados en el corredor de la muerte. Sin que nos diéramos cuenta, los tributos han dejado de considerarse reos para pasar a ser héroes venerados y admirados por muchos por su valentía y arrojo. Por eso ahora que acabamos de pasar nuestra vigésimoquinta edición, ha llegado el momento de iniciar una nueva era en la historia de los Juegos del Hambre y de Panem. Durante los próximos dos años vamos a trabajar por renovar el personal encargado de organizar, planificar y ejecutar todos los aspectos de los Juegos. Queremos formar gente que se especialice en eso, que crezca y gane experiencia año tras año y dejar el aire militarizado de lado".

"¡Una idea fantástica señora presidenta!" aplaude Venus "No queremos que los tributos se sientan como prisioneros, sino como nuestros invitados."

"Esa es la idea. Por ello, todos los jóvenes ciudadanos capitolinos que quieran ser parte del nuevo equipo de Vigilantes y hacer historia, pueden aplicar para el puesto en su oficina de justicia más cercana. Nuestras nuevas instalaciones y veteranos que los formarán mejor en el oficio esperan con ansias acoger a los mejores de entre ustedes."

"¡La presidenta ha hablado! ¿Qué magníficas aventuras les esperarán a nuestros tributos al mando de nuestro nuevo equipo de Vigilantes? Sin más que añadir, nos despedimos."

Cuando la retransmisión termina, la clase está sumida en el más absoluto de los alborotos.

—¡Te dije que no los iban a cancelar! —exclamo sin poder parar de reír como una loca—. Esto supera todas mis expectativas. ¿Imaginas? ¡Sabremos todos los secretos antes que nadie, e incluso estaremos en contacto directo con los tributos y con los vencedores de otros años! ¡Estaremos rodeados de celebridades! ¿¡Qué digo!? ¡Nosotras seremos las celebridades!

Cósmica me agarra las manos con entusiasmo mientras ríe también.

—¿¡Nos apuntamos!? Dime que sí.

—Por supuesto que sí, gemela mía. Ya nos visualizo a ambas sentadas frente al holograma haciendo planes juntas.

Cuando se lo diga a mi abuela y a mi Daddy no se lo van a creer. Ellos están algo chapados a la antigua con respecto a los distritos, porque la reconstrucción del Capitolio hizo que les expropiaran las ganancias de varios meses, pero cuando sepa lo prestigiosa y exclusiva que es la posición cambiarán de idea.

Varios compañeros comienzan a abalanzarse hacia la puerta y nosotras decidimos hacer lo mismo. En un minuto las oficinas van a estar a rebosar y debemos pillar un buen sitio.

¡El puesto es nuestro!


Lucky Bluesteel, 17 años, día 1 del mes 8, año 26 DdlDO.


Los ojos me lastiman. En realidad, es la mezcla de colores lo que lastima mis ojos. Siento una punzada de fastidio al ver a tanta gente reunida en una misma sala, esperando su turno.

La sala de espera es monocromática, con una única pantalla lo suficientemente grande para que todos podamos ver nuestro respectivo número. Técnicamente aún no debería estar aquí, nos informaron con anterioridad la hora exacta en la que debíamos presentarnos en los laboratorios, pero decidí que esperar aquí me daría la oportunidad perfecta para evaluar a los demás. Ahora, al ver el desfile multicolor que se abre paso cada vez que alguien entra, comienzo a arrepentirme de haber venido con tanta anticipación.

Me concentro en observar sus reacciones, sus expresiones faciales y trato de ignorar la selección de vestuario que los aspirantes a vigilantes han decidido usar. No entiendo cómo es que pueden hacerse llamar a sí mismos científicos, cuando la mayoría lleva la mitad de los colores del espectro visual encima.

Miro con atención a la chica que está sentada frente a mí. No deja de morderse las uñas y mover el pie derecho creando un repiqueteo constante con su tacón. Ansiedad, en este momento la chica está atravesando por un estado de ansiedad, que no es otra cosa que la respuesta al estrés provocado por una situación emocional determinada.

Me he asegurado de conocer la definición exacta de esa emoción, así como la de cientos más, aunque me son totalmente indiferentes esa clase de sentimientos.

Confianza excesiva, determinación, histeria, nerviosismo, sobreexcitación son las emociones que he podido identificar. Me gustaría tomar una muestra de sangre y realizar un escaneo cerebral para escudriñar el origen de esos sentimientos, así tal vez podría arreglarme a mí mismo, pero eso no es posible, al menos no aún.

Me entretengo identificando emociones y repitiendo el fundamento teórico de cada una, casi es aburrido, pero para alguien como yo, es un pasatiempo entretenido.

A las once en punto, en la pantalla, se marca un gran treinta y dos. Me pongo de pie y me dirijo al escáner de retina. El láser pasa por mis ojos y con un pitido la puerta se abre permitiéndome pasar.

La habitación está vacía, es pequeña y de un color blanco níveo, se me antoja un gran cambio después de ver el destello anormal de colores en piel y cabello de mi competencia.

Aunque no debería llamarla competencia, pienso.

Poco me importa ser seleccionado, realmente no me interesa quedarme con el puesto, estoy aquí casi por obligación. Podría decir que sentí algo parecido a la ira cuando mi madre me anunció que me había inscrito para participar en las pruebas de vigilante para los Juegos, más específicamente en el área de Ingeniería de Mutaciones.

Trató de justificarse diciendo que de una forma u otra iba a verme inmiscuido. Siempre he destacado en el campo de la genética y de todas formas iba a recibir una invitación a participar en la selección. Me hubiera negado, pero no puedo renunciar a mi único entretenimiento: mi propia versión de Juegos del Hambre con los avox de desecho del laboratorio de mamá. Amenazó con quitarme esa diversión y no pude negarme. Además está Alicia y la promesa de poder usarla.

Sonrío al pensar en ella. Todo lo que podré hacer con Alicia, la sola idea me provoca felicidad o al menos algo parecido.

Lucky Bluesteel, colóquese el casco virtual y camine al centro de la habitación. La voz robótica hace eco en las paredes, creando vibraciones tenues y sacándome de mis pensamientos.

Hago lo que me piden. Me coloco el casco y enseguida me encuentro en medio de una realidad de aislamiento simulada.

Cree la estructura de soporte de una hebra de ADN. La misma voz robótica me da la primera tarea,

Pongo los ojos en blanco. Esta prueba es para principiantes.

Me concentro en imaginar los componentes y con un movimiento de la mano aparecen ante mí pequeñas cantidades de ácido fosfórico, desoxirribosa y bases nitrogenadas, las suficientes como para crear una hebra brillante y llena de vida artificial. Se balancea ingrávida por unos segundos y desaparece en una lluvia de color.

Identifique a que especie pertenece cada una de las siguientes plantas y animales. Dispone de un minuto.

Hay dos especies de plantas y dos de animales. Los cristales de oxalato de calcio, me dan la pista de que la primera planta es una Cala. La segunda es claramente una Visnaga, el porcentaje de furanocromonas la delata.

Los animales son mucho más sencillos de identificar porque la composición genética no es la de un animal en particular, sino la de su especie: caninos y reptiles.

Me toma doce segundos identificar todo.

Diseñe dos tipos de mutaciones mitológicas basadas en la lista de animales frente a usted. Tiene cinco minutos.

Manipulo la cadena genética de la cabra, la serpiente y el león, haciendo un pequeño retoque en el ADN de la serpiente. Despliego las cadenas frente a mí y en un abrir y cerrar de ojos la imagen de una Quimera se alza imponente.

Me lo pienso un momento antes de tomar las cadenas de ADN humano, desplegarlas y fusionarlas con la de los equinos. Siempre quise ver un Centauro. Ahora que lo tengo frente a mí, me parece muy poca cosa.

Las dos bestias tridimensionales giran sobre si mismas antes de desaparecer.

Fin de la prueba.

Me quito el casco y salgo por la puerta que acaba de abrirse. No sé qué esperaba de la prueba de selección, pero me siento insatisfecho. En las afueras del edificio veo a varios postulantes ser consolados, animados y en el último de los casos, humillados por su desenvolvimiento.

—¡Un minuto no es suficiente para identificar cuatro especies de flora y fauna diferentes! —grita una chica de cabello verde y ojos violeta.

La observo fijamente, estudiando cada detalle de su rostro, cada movimiento de su cuerpo, registro el subir y bajar de su pecho con cada respiración. Me produce curiosidad sus reacciones porque me identifico con ella y eso rara vez sucede.

Frustración. Está frustrada por la prueba en el mismo nivel en el que lo estoy yo, pero no por la misma razón. Ha sido casi demasiado sencillo.

—¿Y bien? ¿Qué tal ha ido, Lucky? —pregunta mi madre apareciendo de la nada.

No me sorprende verla aquí, después de todo es la más interesada en que consiga el puesto. Su deseo de reconocimiento y renombre ha sobrepasado cualquier límite posible, al punto en que ahora lo busca también a través de mí.

—Ha estado regular —contesto y me divierto un poco con la expresión de su rostro.

—No te desanimes, las pruebas eran difíciles según escuché en los corredores, además eras el más joven entre los aspirantes —por el tono de su voz puedo decir que sólo está siendo condescendiente, pero en el fondo está desilusionada.

—No. He pasado todas las pruebas. Francamente madre, de verdad espero que diseñar mutaciones en los Juegos sea mucho más retador que esta prueba.

Ella sonríe, pero sabiamente no dice una palabra, se limita a retirar los mechones de cabello que me caen sobre la frente.

—Sabes que tenemos un problema. Ahora que me veré forzado a convivir con un grupo de personas las veinticuatro horas del día, ellos podrían darse cuenta. Ya sabes, podrían descubrir ese insignificante defecto que no quieres que se sepa —mi sonrisa rivaliza contra la suya, pero en el fondo está la frustración. Siempre está la frustración.

—Descuida Lucky, las personas con las que trabajarás seguramente disfrutan con los Juegos tanto como tú. Nadie se dará cuenta, los sociópatas —dice la palabra en un susurro casi inaudible— son cosa de todos los días en el Capitolio, nadie tiene que saber que tú naciste así. Ten en cuenta que tendrás a todos esos tributos a tu disposición, serán tu propio grupo de experimentación.

—Sí, lo tengo en cuenta, al igual que no he olvidado la promesa que me hiciste. Recuerda, Alicia es mía para presentarla en esta edición de los Juegos.

—No lo he olvidado. Alicia es toda tuya.

Esa es toda la motivación que necesito, aguantaré la convivencia como sea, mientras pueda experimentar con Alicia, todo sacrificio es válido. Incluso si me veo obligado a pretender que las relaciones sociales realmente me importan.


Cherise Rainbow, 18 años, día 2 del mes 8, año 26 DdlDO.


Siento un cosquilleo en las manos, es mi forma de emocionarme.

Esto es impresionante, una imagen preciosa. Lo más recóndito de mi mente, la voz más callada de mi imaginación, despertando. Tomando el control de mi cuerpo.

Creando.

Puedo crear cualquier cosa. No hay límites, no hay un cielo si yo no lo invento, no hay suelo sobre el que sostenerse. No hay barreras. No se necesitan alas para volar.

A Taurus le encantaría esto. Aunque no esté de acuerdo con los Juegos, aunque no entienda por qué estudio esto… si pudiera sentir lo que yo ahora mismo, cambiaría de parecer. Ojalá pudiera guardar un poco de esta sensación y compartirla con él. Sé que esta noche, cuando se escape de casa de sus padres para dormir conmigo, no encontraré palabras para describir este momento. No se puede.

Dejo de ser consciente de mi cuerpo. No noto mi ropa cubriéndome, ni el colgante con el anillo que simboliza mi matrimonio secreto. No veo, oigo, ni huelo. Solo imagino.

Es una verdadera liberación. Eso que he estado pensando toda mi vida. El momento de despertar a mi subconsciente y conectarme con ese lugar más allá de todo lo que el ser humano pueda alcanzar.

Pero esto es una prueba. Y si quiero volver a sentir esta libertad, tengo que pasarla mejor que los demás. Debo concentrarme.

No estoy preocupada, sé que he nacido para esto.

Crea una calle con todos los detalles que puedas, surgen, de pronto, unas letras con las primeras órdenes.

Es fácil, muy fácil. Veo los pequeños cuadrados azulados del holograma ir apilándose, como si fueran pequeños insectos que no paran de corretear, para formar lo que mi mente les pide.

El suelo de asfalto, muy negro, recién pintado. Los edificios a cada lado. Uno moderno, lleno de cristaleras, decorado lujosamente por dentro. Otro viejo, con los colores manchados por el tiempo. Otro en obras, vigas que forman el esqueleto, ladrillos que recorren los muros.

Transportes, escaparates variopintos, farolas con motivos florales, señales de tráfico, bancos y papeleras… Añado muchas cosas, pero me detengo en los detalles que hacen que un lienzo pase de ser una simple pintura a una ventana a otro mundo.

Le doy luz, que se refleja aquí y allá. Colores vivos y otros apagados. Sonidos de la ciudad, olores de todo tipo. Música que sale de la cafetería de moda y el frío que hace en este día de invierno. Caen copos de nieve que se posan con cuidado en todas partes, formando un manto esponjoso.

Todo lo que he creado desaparece en un parpadeo, pero no lo lamento. ¿Por qué recrearme en un pequeño escenario cuando puedo imaginar infinitos más?

A eso se reduce todo.

Cuéntanos una pequeña historia, es la siguiente prueba.

Podría usar alguna de las miles que he soñado, despierta o dormida, a lo largo de mi vida. De esas que plasmé en poesías, en cuadros, en danzas.

Pero no hago eso. En este lugar más allá de lo físico, dejo que la inspiración me llene, me use, aparezca a través de mí.

Creo a un chico que mira con cariño a una chica. Sus pies descalzos acarician el agua de un pequeño río. Se escuchan sus risas, mientras el cielo se vuelve anaranjado, porque en algún lugar al otro lado de los árboles el sol ya se estará escondiendo. Miran hacia arriba cuando aparece la primera estrella. Dejan de sonreír al ver esa pequeña luz titilar hasta desaparecer. Y del cielo, teñido del añil de la noche que ya llega, cae algo muy rápido.

Es el chico. Está ahí, arriba, cayendo. La chica lo mira y estira el brazo, pero no llega a tocarlo. Él de pronto ya no está mirándose a sí mismo desde el suelo, se transforma en esa estrella que cae.

Y cae, y cae, hasta sumergirse en el agua, mientras la chica sigue llamándolo. Su nombre es Ícaro.

El río se vuelve cada vez más profundo y se traga al chico. Todo se oscurece, las burbujas flotan hasta desaparecer.

De nuevo, borran todo mi trabajo.

Tienes veinte minutos para crear diferentes biomas, aparecen, otra vez, unas letras. Después un contador hacia atrás, para que vea cuánto tiempo tengo.

Si tuviera cuerpo, ahora mismo sonreiría.

Tantos años dibujando, pintando, imaginando… ayudan. La diferencia de lo que estoy acostumbrada, es que ahora lo que creo se manifiesta ante mí. Casi parece tangible.

Empiezo por el desierto. Dunas gigantes, un oasis en el centro, arena de un color tostado que se va aclarando hasta llegar a una costa. La playa es paradisíaca, las olas pequeñas y suaves, el agua del mar de un tono azul verdoso hipnótico. Al otro lado, en la otra costa, un gran acantilado recibe las salpicaduras de las olas. Sobre él, hay una gran llanura de hierba verde plagada de flores de colores. Más allá de ese prado, aparece el bosque de árboles gigantescos, pero que no son nada al lado de la altísima montaña nevada.

Como aún queda tiempo, dejo detalles aquí y allá. Creo una sabana al otro lado del desierto, doy un cielo azul y un sol brillante a este mundo, me entretengo en los reflejos de la luz en el agua y el olor de las flores.

Espero a la cuenta atrás final para hacer algo que cambie completamente este pequeño mundo que he creado.

Llega la noche, sin luna y con pocas estrellas. En el mar se levantan grandes olas. El bosque está lleno de sombras siniestras, en el desierto y la sabana hay esqueletos de seres que no sobrevivieron pasar por allí, una avalancha sepulta todo lo que pudiera haber sido creado en la montaña. Y un rayo cae en el prado. La chispa prende y todo acaba calcinado, ya no hay flores, solo olor a ceniza.

Mi bonito mundo termina siendo uno de pesadilla.

Cuando el contador llega a cero, todo se desvanece.

Tardo en poder reaccionar. Una mujer, que supongo que es quien me ha quitado el casco de realidad virtual, me habla; me cuesta procesar lo que dice.

—Señorita Rainbow, ¿se encuentra bien? Los demás no están tardando tanto en espabilar.

No lo entiende, salir de ese simulador ha supuesto un dolor casi físico para mí. Era tan libre… era casi alcanzable todo aquello en lo que siempre he creído.

Al enderezarme, noto el frío del anillo de compromiso, y de la cadena, sobre mi piel. Eso basta para que recomponga mi sonrisa habitual, para que no sea tan terrible haber vuelto al "mundo real". Taurus es lo único que me mantiene atada. Mi ancla, el nudo del cordel de la cometa que soy. Esa alma predestinada a encontrarse con la mía.

Es él quien me espera a la salida. Tiene los enormes brazos abiertos para mí, como siempre. Y su contacto es lo único de este mundo físico que de veras me hace desear quedarme aquí un poco más.

—¿Qué tal ha ido, Cherise? —me pregunta, fingiendo entusiasmo.

Sé que desea que me vaya bien, porque esto me importa, aunque en el fondo preferiría que yo no participara en los Juegos. Es demasiado bueno como para ser egoísta.

Pienso en hablarle de la experiencia tan placentera, pero al final me lo guardo. Ganaré, seré parte de esto y cuando tenga acceso a ese simulador haré que Taurus lo pruebe. Y tendremos dinero suficiente para irnos a vivir juntos, para que no importe que sus padres no lo vean bien…

—Ganaré —le digo, cuando me da un beso para que vuelva de las nubes, es el único que consigue que "regrese" —. Tengo que ganar, porque he nacido para esto.

Y sé que él me cree.


Arah Ranghild, 18 años, día 3 del mes 1, año 27 DdlDO.


"Emma".

La pantalla se ilumina mostrando el nombre por tercera vez consecutiva. Afortunadamente el móvil no emite sonido alguno, me he asegurado de ello; no estoy segura de si mis nervios lo soportarían.

Medito por unos segundos la posibilidad de no contestar nuevamente, pero ya es la tercera vez que llama y la hora se acerca. No quiero ser molestada luego, decido y presiono una tecla aceptando el llamado.

— Madre — le digo con voz seca, desganada. Llamarla Emma sería iniciar las hostilidades demasiado pronto.

— ¿Y? ¿Ya han publicado los resultados? — pregunta ansiosa, haciendo que por un momento parezca que el asunto le interesa genuinamente.

A ella no le gusta la carrera que escogí, así ha sido desde siempre, pero al menos estamos de acuerdo en algo: ambas queremos que yo obtenga el puesto de Vigilante en Jefe. O al menos, eso es lo que ella dice, que debo mantener el honor de nuestra desmembrada familia en alto. Estoy segura que en lo más profundo de su ser ella desea que falle. Siempre lo ha hecho.

— Los publicarán a las once — le respondo con paciencia, o al menos lo intento. — Te llamaré en cuanto lo sepa.

Soporto su charla insustancial por otros cinco minutos antes de cortar con la excusa de que necesito prepararme. Mentira. Estoy preparada desde hace horas. Sin embargo me detengo frente al espejo por varios minutos antes de dictaminar que el vestido azul que llevo está bien, que el maquillaje no se correrá de su sitio y que cada hebra plateada se mantendrá en su lugar. No soy una persona muy vanidosa, o al menos eso pienso, pero hoy necesito estar perfecta.

Hoy todo debe ser perfecto.

Llevo prácticamente la mitad de mi vida soñando con esta oportunidad, con la oportunidad que podría fácilmente alcanzar hoy. Llevo años mirando año a año las ediciones de Los Juegos del Hambre intentando notar cada detalle, observando con atención la intrincada labor de los vigilantes, tomando nota de cada minucia.

Elegir esta carrera no ha sido fácil. Sobre todo, porque me ha granjeado el desprecio absoluto de Emma, quien quería que me dedicara a otra cosa. Hace años que dejé de llamarla madre en mi fuero interno. A veces incluso la llamo por su nombre en voz alta, solamente para fastidiarla. Aunque sé que lo que más le fastidia es el hecho de que me vaya bien.

Recorro el camino entre la Residencia y la Academia a paso tranquilo, fingiendo una tranquilidad que en realidad no siento. Si pudiera estaría hecha un manojo de nervios, pero no puedo darme ese lujo aquí. En el camino me cruzo con algunas personas, pocas teniendo en cuenta que es temprano. De todas formas, me esmero en lucir impecable.

No me toma más de diez minutos llegar al centro de la Academia de Formación de Vigilantes, donde han colocado una pantalla gigante, con otra más chica al costado que muestra imágenes captadas por las cámaras. La observo fijamente unos segundos. En esa pantalla, que ahora transmite publicidad sin importancia, se anunciarán los resultados de las pruebas que elegirán al grupo de vigilantes de los juegos del año que viene. Imaginar mi nombre en lo más alto me llena de expectación.

Luego hecho un vistazo alrededor, donde algunos de los interesados y otras almas mañaneras ya empiezan a aglutinarse. A unos metros, apoyado en un árbol con pose despreocupada, se encuentra Rowan. Desvío la mirada lo más rápido posible y me alejo a pasos rápidos hasta quedar cerca de la pantalla, intentando poner la mayor distancia posible entre nosotros.

Sin embargo, al rato lo tengo parado al lado mío, demostrando nuevamente que no hay distancia posible cuando Rowan decide molestar a alguien.

— ¿No te da dolor de espalda estar parada tan rígida? — pregunta casualmente, con su característico tono burlón, como si los últimos meses no hubieran existido nunca y siguiéramos en nuestro interminable juego de preguntas y respuestas irónicas.

Decido por un momento seguirle el juego y contestarle. Probablemente porque estoy demasiado nerviosa como para ignorarlo, y él lo sabe.

— Si te duele la espalda deberías volver a tu árbol — le digo con tono cortante y al instante me arrepiento, cuando el lado derecho de su boca se eleva con su sonrisa. Me he delatado yo sola.

— Se está mejor aquí — es todo lo que dice.

Su presencia me irrita más que usualmente. Quizás sea por el hecho de que no hablamos desde que anunciaron la edición especial de los juegos, cuando decidí que me enfocaría solamente en lograr mi objetivo, y que no podía dejar que nadie, ni siquiera él, me ganara.

Me obligo a permanecer a su lado, dispuesta a no ceder ante él y largarme, como he estado haciendo durante este último tiempo. Meto las manos en los bolsillos para poder mover los dedos frenéticamente sin que él lo note. Hoy tiene que ser perfecto y no voy a dejar que Rowan lo arruine; no después de tanto sacrificio durante meses.

Afortunadamente él parece haberse distraído mirando alrededor, así que me permito hacer lo mismo.

A medida que se acerca la hora el centro del campus comienza a llenarse. Se escuchan murmullos excitados entre la gente, aunque no tanto en el grupo de los que hemos tomado las pruebas, que nos encontramos delante de todo, frente a la gran pantalla. Echo un vistazo a la pantalla más pequeña y tomo nota de mis posibles compañeros, algunos tan estrafalarios que me resulta imposible no mirarlos con desaprobación. Seguramente Emma encontraría adorable a la chica con mechones de todos los colores.

La expectación aumenta a niveles insospechados cuando tan sólo faltan unos minutos. Echo una mirada hacia atrás, pero, a pesar de los tacones, no puedo ver demasiado. Muchas cabezas que miran hacia adelante, expectantes. Probablemente gente de todas las academias y universidades haya venido, porque esto es un hecho histórico. Es la primera vez que los vigilantes son escogidos entre estudiantes aun no graduados de la academia. Hay cámaras por todas partes, incluso encima de nosotros, documentando todo, transmitiendo desde la pantalla chica.

A las once en punto se escucha un potente sonido, como una especie de timbre, y la pantalla mayor se pone negra. Carnation Crest se queda en silencio por unos segundos, hasta que la pantalla empieza a mostrar los nombres de los estudiantes, sus puntuaciones en las pruebas y su nuevo puesto.

Los primeros doce son mostrados todos juntos. Escucho algunos murmullos emocionados alrededor, pero no les doy mucha atención. Los segundos pasan y mi ritmo cardíaco no hace más que aumentar, aunque intento mantenerme impasible. Luego pasan a los resultados de las pruebas específicas, aquellas que sólo han podido tomar aquellos que se han destacado en ciertas áreas determinadas a lo largo del curso.

No puedo evitar abrir la boca sorprendida al ver que la chica de mechones de colores es quien obtiene el puntaje más alto en el área de Control de Clima. A su alrededor un grupo de chicas igual de coloridas la abrazan y chillan emocionadas.

La pantalla vuelve a ponerse en negro por unos segundos que parecen eternos antes de mostrar el listado de resultados de los que hicimos la prueba para Vigilante en Jefe, aquellos con las calificaciones más altas. Hay dos puestos en juego, el de Vigilante en Jefe propiamente dicho y el de Segundo al mando.

Cuando los puntajes aparecen mi mente queda en blanco, y de repente no escucho nada, tan solo silencio. Mi nombre está ahí, en la cima, con un puntaje casi perfecto.

Sólo que hay un nombre por encima, con el título de Vigilante en Jefe al lado.

El de Rowan.

Él ha ganado después de todo. Y yo no soy lo suficientemente buena perdedora como para sentirme feliz por él.


Rowan Greyfox, 19 años, día 4 del mes 1, año 27 DdlDO.


Un jadeo. Esa es toda la reacción que mi mente, aún atribulada por las espantosas pesadillas, permite que tenga mi cuerpo.

No es porque sea más valiente ahora, ni porque las imágenes en mi mente resulten menos terroríficas. Es porque mi fuerza de voluntad es férrea y tengo años de práctica.

Con todo y el hecho de que las paredes en las residencias de la Academia de Formación para Vigilantes son bastante gruesas, no puedo permitirme que nadie sepa mi secreto, nadie puede oírme gritar a causa del miedo. Me considerarían débil y no lo soy.

Me enderezo en la cama, con las sábanas enredadas alrededor de mis piernas y mi cintura. Todo está empapado en sudor y mi cuerpo tiembla un poco todavía.

No siempre ha sido así. Hasta los trece años yo era un niño razonablemente feliz, con todas las cosas que pudiera desear. Una madre que cada noche llenaba el más famoso teatro de Star Valley y un padre cuya carrera política se había catapultado hacia arriba, cada vez más cerca del círculo de confianza de Antigone Pylos.

Lo tenía todo para triunfar… hasta que empezaron las pesadillas.

Los llaman terrores nocturnos. Son una de las muchas caras de la parasomnia y se supone que solo afecta a niños pequeños. Empezaron una noche cualquiera, cuando yo tenía trece. Los síntomas son un bucle eterno en mis días: la sudoración, la taquicardia, la hiperventilación… el estar despierto sin recuperar por completo el control de mi cuerpo. La mayor parte de los libros de psicología dicen que el estado de inconsciencia hace casi imposible recordar los episodios. Pero no es mi caso. La tortura continúa cuando estoy despierto. Soy capaz de recordar cada segundo, cada rostro, cada detalle sanguinolento.

Lo lógico habría sido que mis padres me llevaran a un psicólogo, tal vez un psiquiatra que con sus medicamentos lograra hacerme dormir sin sueños, pero el tener un hijo mentalmente inestable podría haber echado por tierra las aspiraciones políticas de mi padre y en ese momento estaba demasiado cerca de ser nombrado ministro como para permitírselo. Mi madre nunca llegó a enterarse.

Tuve que aprender a lidiar solo con mis problemas.

No me importó. Me convencí de que era capaz de curarme por mí mismo. No necesitaba a nadie más. Podía llegar tan lejos como quisiera y nadie tenía por qué enterarse de que mi cabeza vivía atormentada por demonios que habían aparecido de la nada y que se negaban a marcharse.

Podía levantarme y ascender a pura fuerza de voluntad. No importaba cuán difícil resultara. Yo estaba destinado a triunfar. El gafete dorado sobre la mesa es prueba fehaciente de ello.

Sonrío al recordar la ira contenida de Arah cuando se dio cuenta de la ínfima diferencia en nuestros puntajes y como eso la colocaba un escalón por debajo de mí. A los otros tres Jefes de Sección los he visto en la Academia, pero me traen sin cuidado. Probablemente resulte incluso divertido. Ninguno parece demasiado listo.

La puerta se abre y Evaki entra en la habitación con una bandeja plateada en las manos. Verla a ella me calma un poco. Mi ritmo cardiaco desciende y soy capaz de componer algo que se parece a una sonrisa. Mi avox es una de las pocas personas que realmente me agradan.

—Hola.

Ella me sonríe y deja la bandeja sobre la mesa. Se dirige a la ventana y abre las cortinas, dejando a la vista las luces del alba que iluminan Carnation Crest.

Me levanto, estirando mi cuerpo e ignorando el dolor sordo de mis músculos por la tensión a la que me someten mis sueños. Ella se sienta en una de las sillas y apoya su rostro redondo en sus manos, mirando alternativamente la comida y a mí.

—Me lo comeré después.

Ella niega con la cabeza y apunta con un dedo la bandeja. "AHORA".

Ruedo los ojos, pero me siento frente a mi desayuno de todas formas. Cuando empiezo a comer, ella se levanta y comienza a arreglar la habitación. Retira las sábanas, húmedas por el sudor, y las arroja sin parsimonia por el ducto que conecta con la lavandería. Da vuelta al colchón y coloca sábanas limpias. No parece sorprendida ni asqueada.

Sobre la mesita de noche, encuentra el gafete dorado. Se le queda mirando, por unos segundos, sosteniéndolo entre sus pequeñas manos hasta que se gira y hace uno de esos extraños ruiditos agudos que, sumado a su expresión, debe ser un grito de júbilo.

—Lo anunciaron ayer. Conseguí el puntaje más alto— le explico con un encogimiento de hombros. Se acerca y me envuelve en un apretado abrazo. Tiene una sonrisa amplia y orgullosa en su cara, debe ser solo un par de años más que yo, pero a veces resulta confuso ver lo maternal que llega a ser.

—Gracias.

Picoteo mi desayuno, con el estómago aún revuelto por el miedo.

—Iré a ducharme. Hoy empezaremos con la planeación de los Juegos del año entrante.

Ella levanta sus dos pulgares en el aire y señala el ropero.

—Algo formal irá bien— le digo—. Que esos idiotas se den cuenta de que estoy por encima de ellos desde el primer día.

Ella rueda los ojos, pero me dedica una sonrisa.

La Sala de Control es circular, con las mesas de trabajo dispuestas en un semicírculo y una pantalla gigantesca que se curva en el sector opuesto, en donde podremos ver la transmisión de nuestros Juegos.

En total, somos diecisiete Vigilantes, aunque solo hay cinco puestos relevantes.

Soy el primero en llegar, lo hago a propósito, para sentar un precedente. Quiero ver sus rostros en pánico porque han llegado después del Gran Jefe.

Tal vez una parte de mi tiene la esperanza de poder descargar mi frustración en alguien más.

La siguiente en llegar es Arah. Su pequeña figura compensada con unos tacones altísimos y su cabellera plateada recogida en un elegante moño. Sus ojos verdes se endurecen cuando me ve sentado en el sillón con el respaldo más alto, justo en medio de la sala. Ella alisa arrugas inexistentes en su vestido color carbón y frunce ligeramente el ceño.

—Buenos días, Número Dos.

Ella me dedica una mirada despectiva y pasa de mí.

—¿Lista para volver a estar debajo de mí? Será como en los viejos tiempos ¿no? Tal vez incluso más placentero— estoy seguro de que pilla el doble sentido de la frase, incluso la veo temblar ligeramente, pero se contiene y no me responde.

—Esto promete ser muy divertido— digo en un susurro que estoy seguro de que ella escucha.

Unos cuantos Vigilantes menores entran a la sala, todos con la misma expresión de pánico al ver a quiénes somos las máximas figuras de estos Juegos ya instalados.

Entre los últimos en llegar se encuentran los otros tres: Bluesteel, Rainbow y, unos minutos tarde, LaPelier. Empiezo a hablar en cuento ella se sienta:

—He decidido cuál será el concepto de mis Juegos— digo levantándome y desplazando la mirada por todos los presentes. Hay un silencio automático en la sala y Arah me dedica una mirada envenenada, porque ella no pasa por alto el pronombre posesivo. No son "los" Juegos o "nuestros" Juegos"… son míos.

Quince rostros más se levantan, expectantes.

—Una pesadilla eterna—digo solemnemente—. Los miedos de cada uno de ellos hechos realidad. La desesperación y la lucha para poder despertar y escapar de su pesadilla, solo para darse cuenta de que las cosas en la realidad son mucho, mucho peores. Todos encerrados en mi mundo. Sin salida. Sin salvación.

Algo parecido a la emoción brilla en los ojos de Lucky Bluesteel.

—Me gusta— es todo lo que dice mientras acomoda los puños de su camisa azul.

Cherise Rainbow saca una tableta de su bolso y empieza a dibujar algo a toda prisa, su ceño ligeramente fruncido por la concentración. No llega a decir si la idea le agrada, pero veo los trazos tomando forma en su tableta ¿está empezando un diseño de la Arena?

Vanille LaPelier se mete una piruleta en la boca y suelta una risita.

—Seguro será divertido.

La mirada de Arah se clava en la mía, ambos midiéndonos, sus ojos endureciéndose un poco más a cada segundo. Los murmullos emocionados se levantan en la sala, la aprobación extendiéndose como una explosión y ella, finalmente, cede:

—Es una buena idea— y casi parece sentir dolor al decirlo.

Mi diversión acaba de empezar… y la pesadilla de los tributos también.


Primer capítulo de lo que probablemente sea uno de los proyectos más ambiciosos del fandom de Los Juegos del Hambre en español.

Bajo el concepto de SYOT (Envía tu propio tributo, por sus siglas en inglés), esta es una colaboración de 29 autores que construirán una edición de los Juegos del Hambre.

La iniciativa nació del foro "El diente de león" y cuenta con la participación de los siguientes autores: Elenear28, HikariCaelum, Alphabetta, Coraline T y AleSt; con el rol de las Vigilantes. En el caso de los tributos, los autores que colaboran en este proyecto son: Jeannine Matweus, Paulys, lauz9, RassAbernathy, Freyja af-Folkvangr, JoyHamato, Chupipli, ImagineMadness, Hibari-sempai, Camille Carstairs, marizpe, Cassian RenMei, galdrastafir777, Robyn Raven, Yehoshuaagnusxochimej28, bermone, La chica de pelo rojo, Natalie Longbottom, Yolotsin Xochitl, ponchi535, Stelle Lioncourt, wenyaz, AMBER SWAN y pilarz.


El avance de los tributos dentro de la historia dependerá de varios factores, entre ellos el seguimiento que den al fic (mediante reviews en cada capítulo, segmentando este por POVs para dar retroalimentación a cada autor), participaciones en miniretos del SYOT (que se presentan en el foro) y el arco argumental de cada personaje.


También aportaremos por capítulo preguntas generadoras:

1. ¿Qué moderadora escribió cada POV? La primera persona que acierte con los cinco Vigilantes, gana dos puntos, de la misma naturaleza que los puntos de la actividad semanal, que posteriormente serán canjeables por paracaídas en la Arena.

2. Ya que has conocido a las mentes maestras tras los Juegos ¿cómo crees que sea esta edición? Se valen hipótesis sobre la Arena, los mutos y las formas de morir.

3. ¿Qué te ha parecido la historia con la que comenzamos el capítulo? ¿Qué opinas de Fobétor y Morfeo?


¡A ver quien adivina que significa DdlDO!


Ya se encuentra en línea el blog del SYOT. De momento pueden encontrar los gafetes de los cinco Vigilantes, una cortesía de Imagine Madness. La dirección es amapolasparalasluciernagas . blogspot .com se quitan los espacios y listo.


Recuerden que comentar es importante. Se aceptan críticas siempre y cuando sean CONSTRUCTIVAS. Un gusto escribir para ustedes.

Con cariño sádico, las Vigilantes.