Antes de nada, Bechloe, Clexakru, que nadie nos mate. Esta historia va a estar escrita a cuatro manos. Proviene de un rol en Twitter, se trata de convertir en un fic la trama que hemos ido creando en esos perfiles a lo largo de los meses. Nos iremos alternando para escribir un capítulo cada una, como en Twitter interpretamos cada una a un personaje, Lexa y Beca. Podéis encontrarnos ahí como LexaWarrior y iBecaMitchell. No me enrollo más y os dejo directamente con el primer capítulo. Hope u like it.

Capítulo uno.

Beca ya se estaba preparando para disfrutar de la primera tarde libre que tenía desde hacía muchos días. Entre las clases, los ensayos con las Bellas, organizar con Chloe las listas de temas propuestos para ese año, su trabajo en la radio de la universidad y las prácticas como becaria en el estudio de grabación, apenas tenía tiempo para respirar. Y el poco que tenía, Jesse solía reclamarlo para sí.

No es que no disfrutase de pasar tiempo con su novio, claro que lo hacía, pero en ocasiones echaba de menos un buen rato de libertad y poder disponer de su tiempo como más le apeteciese. Su cámara de fotos llevaba demasiado tiempo cogiendo polvo en la estantería, casi podía sentir la mirada penetrante del objetivo reprochándole la poca atención que recibía últimamente. Pero por fin, era su día.

—Yo también te echo de menos, no me mires así. Vamos a dar una vuelta…

Beca acompañó sus palabras de un cariñoso beso a la tapa del objetivo, después de asegurarse de tener la batería cargada y las tarjetas de memoria a punto. Ya se disponía a colocar a su preciada chica en su funda cuando su teléfono móvil comenzó a vibrar sobre la mesa.

—O no.

Murmuró con un leve gemido de protesta al ver el nombre de Luke en el identificador de llamadas, como si no pudiera creerse que el mundo estuviese tan poco dispuesto a darle un respiro. Con un suspiro resignado, dejó la cámara con cuidado en su lugar, cogió el teléfono y respondió a la llamada.

—¿Beca?

—No, el Espíritu Santo. ¿A quién se supone que estás llamando?

Al otro lado del teléfono, Luke soltó un bufido de impaciencia.

—Necesito que me cubras en la radio esta tarde. He tenido un problema y tengo que salir.

—Voy a empezar a cobrarte las horas extra —replicó la chica, poniendo los ojos en blanco.

—Sí, ya —respondió Luke a su vez, sin darle ningún tipo de importancia. Sería difícil decidir a quién de los dos le gustaba más ese trabajo, y ambos lo sabían. — ¿Puedes o tengo que llamar al inútil de tu novio?

—Puedo, puedo. Tengamos la fiesta en paz.

—¿Ves qué fácil era? —Beca volvió a poner los ojos en blanco ante esa respuesta. — Ah, una cosa más.

—¿Qué pasa ahora? ¿También quieres que te lave los calzoncillos?

—Si te ofreces…

El turno de resoplar de impaciencia fue de Beca en ese momento.

—Ya, ya. Probablemente vaya a verte una chica, es una alumna nueva interesada en unirse a la radio. Explícale un poco cómo va el tema, para que aprenda y eso, y ponla a ordenar CDs. No quiero novatos en mi cabina —el chico se encargó de enfatizar especialmente esa última frase. — ¿Entendido?

—¿Las horas de niñera tampoco se cobran?

—¿Entendido, Beca?

—Que sí, ¿tú no tenías prisa?

Ambos se despidieron sin muchos más miramientos. Tras colgar la llamada, Beca volvió a cerrar la funda de la cámara y la dejó en su sitio con un suspiro pesado. No le importaba tener que ir a la radio, era su lugar favorito de esa universidad, pero realmente tenía ganas de dedicar algo de tiempo a su hobby más desconocido para el mundo.

Un rápido vistazo a la hora que marcaba la pantalla de su móvil le sirvió para darse cuenta de que en apenas quince minutos tendría que estar en el aire. Así que sin dar muchas más vueltas, se aseguró de coger las llaves del almacén, se puso una camisa sobre la básica de tirantes que llevaba puesta y salió de la habitación.

Poco después, Beca ya se adentraba en el pequeño estudio, cerrando la puerta a su espalda, aunque sin pasar la llave. No solía hacerlo cuando estaba allí, no era raro que Jesse apareciese a hacerle alguna que otra visita cuando tenía un rato libre y las paredes de cristal que rodeaban la cabina le permitían ver el resto del almacén mientras trabajaba por si alguien decidía pasarse a echar un vistazo. Algo mucho menos habitual.

Probablemente, llamarle "estudio" a aquel lugar fuera pasarse demasiado. No eran pocos los que los llamaban ratas de alcantarilla por trabajar allí, o que se referían a ese lugar como un agujero cutre y oscuro. Pero para Beca era perfecto. El primer sitio en toda la universidad donde había logrado sentirse cómoda de verdad, incluso mientras Luke no le permitía otra cosa que pasarse las horas ordenando CDs. Al menos tenía asegurado que nadie la molestaría, si no contaba a Jesse y sus veinte payasadas por minuto. Pero hasta a eso había acabado por acostumbrarse.

Tras abrir también la puerta que separaba la cabina en la cual se encontraba la pequeña mesa de mezclas, el ordenador y otra cantidad exagerada de CDs para el escaso espacio que había, Beca se acomodó en una silla, se colocó los auriculares alrededor del cuello y encendió el ordenador, dispuesta a ponerse manos a la obra.

Apenas unos minutos después el piloto que señalaba que estaba en el aire estaba encendido y la música ya sonaba para cualquiera que tuviese puesta la emisora de la universidad. Beca solía aprovechar esos momentos para poner algunas de sus mezclas o simplemente dejarse llevar por el humor que tuviese ese día para reproducir listas de canciones.

Entretenida en lo que hacía, las dos primeras horas de la tarde pasaron volando, llegó incluso a olvidarse del apunte que Luke había hecho al final de la llamada, hasta que sus ojos captaron de refilón, a través del cristal, movimiento en el almacén. Beca levantó la vista de la pantalla del ordenador y su mente pareció despertar al verla.

La chica nueva, cierto. Debía de ser ella, no le sonaba de nada y tampoco es que las visitas fuesen precisamente frecuentes. Tardó unos segundos en actuar, simplemente observando a la joven desde su posición. Se trataba de una chica de larga melena castaña, de un tono más claro que su propio pelo, piel clara; no demasiado alta, aunque, al lado de Beca, cualquiera era increíblemente alto. Desde allí no podía apreciar mucho más. En ese momento la joven se paseaba con aspecto distraído entre las estanterías, observando las cajas de los discos y los vinilos a su alrededor, con las manos en los bolsillos de su chaqueta.

Beca se quitó por fin los cascos, dejándolos sobre la mesa antes de incorporarse y abrir la puerta de la cabina para asomarse a esta.

—¡Hola! —Saludó, para llamar la atención de la joven, mostrándole a su vez una sonrisa afable. — Tú debes de ser la chica de la que me ha hablado Luke.

Al percatarse de su presencia, los ojos de la desconocida se fijaron en ella y Beca la vio aproximarse mientras asentía.

—Lexa —respondió, sin más, al tiempo que extendía una mano hacia Beca. — ¿Y tú eres…?

—Me llamo Beca, encantada —dijo ella, alargando la mano para tomar la contraria y estrecharla. — También trabajo aquí. Ahora, contigo, somos cuatro. Aunque hoy estamos solas. ¿Qué te parece?

Al hacer esa pregunta, Beca señaló con un gesto de la mano el espacio que las rodeaba, al tiempo que ella misma lo recorría con la mirada una vez más. Lexa, por su parte, hizo lo mismo, tomándose algo más de tiempo, lo que permitió a Beca pararse a estudiarla una vez más mientras apoyaba parte del cuerpo en el marco de la puerta, tamborileando suavemente con las yemas de los dedos en la madera de este. Había algo en esa chica que, de alguna manera, le recordaba a ella misma en el momento de su llegada a Barden.

Lexa simplemente se encogió de hombros, antes de señalar con un gesto de cabeza el pequeño espacio que encerraba la cabina, detrás de Beca.

—¿Y esto es todo o el estudio está de adorno? —La recién llegada adornó la pregunta con una chispa de ironía mientras curvaba los labios en una sonrisa ladeada.

En un primer momento, el tono de su voz pilló a Beca por sorpresa, quien casi se planteó disculparse por haberse quedado un tanto ensimismada. La intención no le duró mucho, sin embargo, sino que en sus ojos grisáceos se encendió un ligero brillo de diversión y, utilizando como apoyo la mano que antes jugaba sobre el marco de la puerta, se enderezó de nuevo, cruzando los brazos bajo el pecho.

—Pues sí —replicó sin amilanarse, enarcando una ceja al tiempo que permitía a sus labios curvarse para formar una sonrisa—, para los novatos suele estar de adorno.

Por lo que Beca pudo ver, también su respuesta provocó cierta sorpresa en Lexa, lo que sólo consiguió aumentar la diversión de la primera con respecto a esa situación. Aún recordaba la clara advertencia de Luke, nada de novatos en su cabina. Ella misma había sufrido eso durante meses hasta que había logrado que el chico le dejase encargarse de poner música. Y luego estaba Jesse, que había tardado mucho más que ella en conseguir eso y ni siquiera ahora gozaba de la misma libertad que Beca para moverse por allí y ocupar ese puesto.

Beca se paró a observar a Lexa un instante más, como evaluándola. Le caía bien, no sabría decir por qué. Quizá porque en los pocos minutos que hacía que la conocía ya había demostrado ser auténtica. Y pasando por alto las normas de Luke con respecto a los nuevos, se hizo a un lado y señaló de un gesto con la cabeza hacia el interior de la cabina, sonriente.

—Anda, pasa.

La joven ante ella parecía estar esperando precisamente ese añadido a sus palabras, porque no había dicho nada desde entonces, limitándose a esperar con aspecto divertido a que Beca le diese ese permiso que acababa de otorgarle para pasar al interior del pequeño habitáculo en cuanto ella se aparta.

Sabía la bronca que le caería si Luke se enteraba de aquello, pero, ¿qué mal hacía a nadie que la chica viese cómo funcionaba aquello desde dentro? Beca estaría con ella para supervisarla y no iba a pasar nada. A todo el mundo le venía bien un pequeño empujón, una ayuda para empezar a sentirse como en casa en esa universidad, sobre todo si se era el tipo de persona que prefería pasarse las horas encerrada en aquel "agujero" que intentando entrar en los clubes más populares del campus.

Sin darle más vueltas, cerró la puerta una vez ambas estuvieron dentro de la cabina y dejó que Lexa se moviese por allí mientras ella volvía a tomar asiento, acercando otra silla para su nueva compañera, quien no tardó en acomodarse a su lado, pues en aquel reducido espacio no había mucho más que ver.

—Entonces, debería sentirme privilegiada, ¿no? —Comentó Lexa a su lado, retomando la conversación mientras se quitaba la chaqueta para quedarse con una simple camiseta negra de tirantes.

Sus movimientos atrajeron la mirada de Beca, que se volvió para observarla en ese momento. Ese aire resuelto y el hecho de que ya se estuviera poniendo cómoda eran buena señal. La sonrisa se abrió paso de nuevo en sus labios.

—Sí que lo eres —respondió, antes de asegurarse de que la lista que había dejado reproduciendo seguía en marcha todavía. — Pero no se lo digas a Luke, o dejaremos de ser privilegiadas las dos. —Beca hizo una pausa, frunció el ceño en una mueca divertida y añadió: — Ni a Jesse, cuando lo conozcas. Aunque en ese caso los privilegios los perderé sólo yo.

Por algún motivo, ese último comentario provocó la risa de Lexa, que se volvió para clavar su mirada en los ojos de Beca.

—¿Así que la chica privilegiada tiene novio? —Preguntó la nueva, sonriente, antes de detenerse a observar los controles de la mesa.

—¿Y se puede saber por qué eso es tan gracioso? —Replicó Beca, a quien sin embargo se le había contagiado la risa de su compañera. Trató de aparentar un repentino ataque de dignidad chasqueando la lengua, truncado por la evidente diversión que expresaba su mirada. — ¿Tienes experiencia en esto?

Ante su primera pregunta, Lexa simplemente negó con la cabeza, aún con la sonrisa adornando sus labios para a continuación encogerse de hombros.

—No mucha. Supongo que tendré que dejarme guiar por mi jefa…

Beca se volvió para mirarla al oír esas palabras, pronunciando el arco de una de sus cejas.

—Me parece que me va a gustar esto de ser jefa… —Susurró mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa. — Está bien, empecemos por algo fácil.

Tras asentir para sí misma, giró el monitor del ordenador de manera que Lexa pudiese verlo con más facilidad y se aseguró de acercarle el ratón. Conectó otro par de auriculares al ordenador para tendérselos a Lexa, antes de volver a colocarse los que ella estaba utilizando alrededor del cuello.

—Vale, aquí tienes varias carpetas con música, muchas listas de reproducción. Echa un vistazo mientras yo doy paso al nuevo tema y escoge una canción que te guste. Cuando la tengas, la arrastras hasta aquí y yo me encargo del resto —a medida que iba hablando, Beca señalaba la pantalla para completar sus indicaciones.

Con el fin de poder ver mejor lo que estaba haciendo, Lexa acercó un poco más su silla a la de su compañera mientras asentía, adoptando una expresión concentrada. Si se había perdido en sus explicaciones, no dio señales de ello.

—De acuerdo. A ver si sorprendo a mi jefa…—Murmuró Lexa de forma socarrona, acompañando la frase con un guiño.

Sonriendo sin más ante esas palabras, Beca desvió la mirada, carraspeó, se colocó los cascos sobre las orejas y se acercó al micrófono, procurando alargarse un poco más de lo habitual en ese pequeño intermedio entre unas canciones y otras para asegurarse de dar tiempo a su nueva ayudante a escoger el tema que sonaría a continuación. Lo presentó como "una recomendación especial de una amiga", pues conociendo a Luke, si podía, estaría escuchando aquello y se suponía que Lexa no debería estar allí. Ladeó la cabeza hacia ella y articuló con los labios un "Todo tuyo." en silencio. Lexa asintió, puso en marcha la nueva reproducción y se reclinó ligeramente sobre el respaldo de la silla, acomodando sus auriculares también.

Por su parte, Beca desconectó el micrófono y se arrellanó también en su asiento, deslizando los cascos hasta dejarlos reposar sobre su cuello, pero subiendo el volumen de estos, de manera que pudiese escuchar al mismo tiempo la música y a su acompañante en caso de que quisiera comentar o preguntarle algo.

Efectivamente, Lexa consiguió sorprenderla. Apenas unos segundos después de que comenzase la canción, Beca había reconocido el tema. No muy conocido, no al menos entre el tipo de música que abundaba por allí.

"Solitary ground", Epica.

Hacía mucho tiempo que no la escuchaba. Era probablemente lo último que se esperaba oír saliendo de los cascos en ese momento, y eso se hizo evidente en su expresión al girar parcialmente el cuerpo hacia Lexa. No dijo nada, sin embargo, permaneció unos instantes observándola en silencio, con los labios apenas separados un milímetro, como si envuelta por aquella melodía estuviese viendo de verdad, por primera vez, a la joven que estaba frente a ella.

Beca cambió de idea y volvió subirse los cascos a la cabeza, no tardó en dejarse llevar por la música y cerró los ojos, sintiendo cómo las notas penetraban en su cuerpo, haciéndola estremecerse y erizándole la piel. Había canciones capaces de arrebatarle el aliento y esa era una de ellas. Se descubrió a sí misma entreabriendo los labios para respirar profundamente cuando los últimos acordes se fueron apagando y de su boca escapó un débil suspiro, como si acabase de verse sometida a algún tipo de esfuerzo.

Beca volvió a abrir los ojos en ese momento, fijándolos directamente en su compañera, sin darse cuenta de la forma en que se iban curvando poco a poco sus labios en una sonrisa.

—Vaya —fue lo único que pudo decir en principio, tomando aire una vez más al tiempo que volvía a retirar los cascos.

Lexa hizo lo mismo, girándose para mirar a Beca de frente.

—Supongo que he superado la prueba entonces.

—Desde luego que sí, al menos por mi parte —asintió ella. — Tienes buen oído —Beca hizo una pausa, mordiéndose el labio inferior. — Deberíamos quedar de vez en cuando, puedo enseñarte a mezclar y, cuando Luke no nos vea, a manejar todo esto —propuso entonces, inclinándose de nuevo hacia el ordenador para añadir un par de canciones más a la lista de reproducción.

Al hacerlo, se dio cuenta de que apenas quedaban cinco minutos para que acabase su turno.

—En breves hemos acabado aquí —comentó, con una nueva idea colándose en su mente. —¿Tienes pensado hacer algo esta noche?

—Había pensado en sortear a todas las caza talleres de fuera, hacer un fuerte en mi habitación y rezar porque no me encontrasen, pero… si tienes un plan mejor —respondió Lexa, arrugando la nariz con diversión e inclinándose un poco más hacia Beca.

Ese comentario provoco la risa de Beca, quien apoyó un codo en la mesa y utilizó su propia mano como soporte para su mejilla, observando así a la recién llegada con la cabeza inclinada ligeramente.

—Ah, sí. Son un suplicio, no sabes cómo te comprendo —respondió sonriente, experimentando una repentina oleada de comprensión hacia Lexa. Aún recordaba sus primeros días en el campus, esquivando a todos aquellos maníacos de los clubes y talleres. — ¿Por qué no te vienes a tomar algo con unos amigos? Hemos quedado en un bar aquí cerca, justo al salir del campus…

Beca dejó la propuesta en el aire unos instantes y mantuvo una mirada divertida fija en los ojos contrarios, antes de continuar hablando, en un tono más bajo, cómplice.

—Prometo ayudarte a fugarte si no te gustan o se te hace… demasiado —añadió entonces, en apenas un susurro.

Aquello provocó la sonrisa de Lexa. La castaña mantuvo la mirada de Beca mientras sus dientes capturaban brevemente su propio labio inferior. Beca no se dio cuenta de ello, pero ese gesto hizo que sus ojos descendiesen de manera fugaz hasta su boca, antes de volver prácticamente al instante. La que sí notó ese detalle fue Lexa, que volvía a hablar entonces.

—Parece un buen plan… Ve pensando una táctica de escape por si acaso.

—Lo tendré todo listo, tienes mi palabra —sentenció Beca, guiñándole un ojo de nuevo con esa actitud de complicidad.

Antes de poder continuar planeando su posible fuga, el ruido de la puerta del almacén al abrirse y cerrarse la hizo enderezarse de golpe en la silla mientras dirigía la mirada al exterior de la cabina, a través del cristal. Su cuerpo se relajó en cuanto descubrió que sólo se trataba de Jesse. Había olvidado que al chico le tocaba el último turno de ese día. Desde media tarde hasta la noche.

—Bueno, nosotras hemos terminado ya… —Beca carraspeó mientras se quitaba los cascos, dispuesta a dejar libre el espacio para que su novio continuase con el trabajo. — Hola —añadió, con una sonrisa, justo cuando él se asomaba al interior del pequeño estudio.

—Buenas —saludó el chico en dirección a ambas. Se apoyó en la puerta con una sonrisa, dirigiendo una mirada curiosa a Lexa, para después posar sus ojos en Beca, no sin cierto reproche.

—Lexa, este es Jesse. Jesse, ella es Lexa, es nueva en la universidad… Y no me mires así —replicó Beca antes de que él pudiera decirle nada, reconociendo ya esa mirada.

Lexa correspondió al saludo con la mano y una amplia sonrisa, no forzada, al contrario, pero si uno se fijase bien, quizá podría apreciar cierto regocijo en ese gesto.

Beca se puso en pie mientras Jesse enarcaba una ceja, pero eso sólo provocó cierta diversión en ella. Cuando Luke le había dado por fin permiso para ocuparse de la radio y Jesse había tenido que conformarse con seguir ordenando discos, ella no le había permitido colarse allí durante sus turnos.

—Ha sabido ganárselo —comentó sonriente Beca como toda explicación, encogiéndose de hombros. Colocó con suavidad una mano sobre el de Lexa, volviéndose hacia ella: — ¿Vamos?

L a muchacha se encontraba en ese momento estudiando a Jesse con la mirada, como si tratase de decidir algo para sus adentros. Al escuchar la pregunta de Beca, asintió, se puso en pie y recogió su cazadora del respaldo de la silla. Jesse se hizo a un lado para dejarlas salir y Lexa se adelantó, mientras Beca hizo una breve parada junto al chico, dejando un pequeño beso en sus labios, con el fin de evitar que se enfadase.

—Pásalo bien —añadió, divertida, antes de salir de la cabina sin más.

Lexa la estaba esperando ya junto a la puerta del almacén, había vuelto a ponerse la cazadora y en ese momento trasteaba en su teléfono móvil, que guardó al ver a Beca a su lado.

Ambas abandonaron el lugar por fin. A juzgar por el tono anaranjado del cielo y la luz cada vez más tenue, poco quedaba ya para anochecer.

—¿Crees que te perdonará tan vil traición? —Fue lo primero que Lexa dijo nada más salir, en un tono bromista que acompañó con un dramático gesto al llevarse una mano al pecho.

Lejos de preocuparse, Beca rompió a reír ante tal interpretación.

—No le va a quedar otro remedio… ¿Qué te parece si vamos directas hacia allí? ¿O necesitas coger algo de la habitación? —Propuso.

—¿Estás de coña? No pienso pasar otra vez por el corredor de la muerte —contestó automáticamente Lexa, señalando con la barbilla el camino hacia el campus, todavía repleto de los puestos de información sobre los talleres. — ¿Y tú, no habías quedado con tus amigos?

Beca elevó momentáneamente los hombros, riendo de nuevo.

—Sí, pero ya nos encontrarán cuando lleguen.

Así pues, una vez decidido su próximo destino, se pusieron en marcha. En un principio, el silencio se hizo entre ambas. Sin embargo, curiosamente, a Beca no se le antojó un silencio incómodo.

No tardaron en atravesar las puertas de forja que delimitaban el campus y al fondo de la calle ya podían distinguirse las luces de varios locales, frecuentados de manera casi exclusiva por los estudiantes de la universidad.

—Y además de rata de almacén en ese "estudio", ¿qué más haces aquí para entretenerte? —Lexa fue la primera en romper el silencio, con una naturalidad que parecía no haber pasado ni un minuto desde la última intervención de una de las dos.

Verla formar las comillas con los dedos mientras pronunciaba de forma tan precaria esa palabra, junto a la forma en que se había referido a su trabajo allí, hizo que Beca adoptase una expresión profundamente indignada. O lo intentó, al menos, como si aquello hubiese sido una puñalada directa a su corazón.

—¡Oye! Vamos, no está tan mal —protestó, dispuesta a defender su pequeño y preciado almacén de tal gratuito ataque. Sacudió la cabeza al no poder contener una pequeña risa y ladeó la cabeza hacia Lexa para contestar a su verdadera pregunta: — Trabajo de becaria para un productor musical y… —se detuvo unos segundos, entornando los ojos antes de continuar. — Canto en un grupo, con las chicas que van a venir ahora… Soy una "chica a capela" —confesó finalmente.

Tras soltar la bomba, se adelantó directamente para terminar de aproximarse a la puerta del bar al que ya habían llegado. Tiró de la manilla para abrirla, sujetándola para invitar a Lexa a pasar primero.

—¿Y tú? Aún no sé nada de ti —dijo, ladeando la cabeza en busca de su acompañante.

Pero Lexa se había parado en seco y la miraba fijamente, con los ojos entrecerrados y la boca entreabierta.

—¿Eres una de ellas? No me digas que eres una caza talleres de incógnito…

Era evidente que la chica estaba luchando por no echarse a reír de un momento a otro, exactamente con la misma expresión que Beca estaba esperando ver formarse en su rostro en cuanto había confesado aquel pequeño detalle sobre ella. Ella misma había puesto esa cara cuando se lo habían sugerido por primera vez. Y ni en el momento en que había atravesado el escenario para presentarse a las audiciones se creía que realmente estuviera haciendo aquello. Beca negó con la cabeza una vez más.

—No, no. Yo no voy por ahí acosando a nadie —respondió. — Aunque si quieres unirte…

La propia Beca terminó por dejar escapar la risa tras pronunciar esas palabras. El rostro de Lexa continuaba siendo la viva imagen de la diversión, a pesar de chasquear la lengua y adoptar gesto de fingida seriedad al pasar por fin a su lado, obviando esa propuesta para responder a lo que le había preguntado antes:

—Vas a tener que currártelo más para saber de mí, chica a capela.

Beca permaneció unos segundos en su sitio, todavía sujetando la puerta mientras veía a Lexa adentrarse en el local con aire resuelto, dejando tras ella el sonido de su risa. Arqueando ambas cejas y sin poder ocultar la sonrisa que parecía haberse instalado en sus labios de manera permanente, la morena la siguió al interior del bar.

—Venga ya, ¿no piensas contarme nada? —Preguntó mientras apretaba el paso para alcanzarla.

No tardaron en encontrar una mesa libre, todavía era temprano para que aquello estuviese ni siquiera medianamente lleno, y las dos tomaron asiento en sendos taburetes, una frente a la otra.

—No sé, como qué hacías antes de venir para divertirte o qué te ha traído hasta aquí… —añadió Beca, viendo cómo Lexa volvía a deshacerse de su chaqueta. Fue en ese momento cuando se fijó por primera vez en el tatuaje de su brazo. En la radio, era el otro lado el que había estado expuesto a ella y ni se había dado cuenta. Pero ahora que la tenía de frente, su mirada va directa al brazo marcado por la tinta. No tenía una forma concreta, eran una especie de símbolos lineales, al menos para ella un tanto abstractos. Pero no pudo evitar pensar que le gustaba, y que encajaba a la perfección con la joven.

Aún así, se abstuvo de preguntar sobre ello por el momento.

—Me gusta cambiar de aires.

La voz de Lexa hizo que Beca volviese a la realidad al darle aquella escueta respuesta por fin. Su mirada volvió de nuevo al rostro de la chica. Antes de poder decir nada, un camarero se aproximó a su mesa para tomarles nota. Lexa pidió una cerveza y Beca asintió en dirección al joven para indicar que quería lo mismo.

—¿Y eso es todo? —Preguntó Beca, quien sólo sentía aumentar su curiosidad por Lexa a pasos agigantados, en lugar de verla saciada.

La joven, frente a ella, simplemente se encogió de hombros. Parecía disfrutar con aquello, parecía estar dosificando la información de manera intencionada, buscando precisamente lo que estaba consiguiendo, que la intriga de Beca se incrementase cada vez más.

—No me gusta estar demasiado tiempo en un mismo sitio, prefiero ir cambiando. Lugares nuevos, gente nueva…

Beca entornó los ojos, estudiando el rostro de Lexa como si tratase de ver más allá de ella, sin acabar de creerse que un cambio así no tuviese nada más detrás. El camarero volvió en ese momento para traer las cervezas que habían pedido y Beca lo aprovechó para quitarse la camisa que llevaba a modo de chaqueta, pues allí dentro la temperatura estaba considerablemente alta. Mientras la colocaba en el respaldo, no fue consciente de la forma en que Lexa había ido siguiendo sus movimientos y para cuando volvió a enderezarse, se la encontró dando un largo trago al contenido de su botellín.

—Sí que tenías sed —comentó Beca, elevando las cejas, entre asombrada y divertida.

Lexa se pasó la lengua por el labio inferior al dejar de nuevo la cerveza sobre la mesa, apoyando los antebrazos en esta mientras inclinaba ligeramente el torso hacia delante, provocando de nuevo que la mirada de Beca actuase por libre, de forma totalmente inconsciente e involuntaria, atrapada de manera fugaz por ese gesto de su boca. Continuó el recorrido visual de manera uniforme hasta su propio botellín y fue su turno de dar el primer trago, aunque no tan largo como el de su compañera. Lexa carraspeó, como deshaciéndose de ese comentario y se inclinó hacia delante un poco más.

—Ah, y me encantan las motos. Último dato —de esa manera, la joven sorteó el comentario socarrón de Beca, descendiendo el tono de su voz, pues a la distancia a la que habían quedado no necesitaba hablar más alto.

—¿De verdad? ¿Tienes moto? —Preguntó automáticamente Beca, apoyando un codo en la mesa y el mentón en su propia mano, devolviendo su total atención a la chica que tenía ante ella. Ahora que la tenía tan próxima, pudo apreciar también la tonalidad de sus ojos. Eran de un verde brillante, al menos bajo aquella luz, y Beca estaba segura de que dependiendo de cómo esta incidiese en su mirada, podrían incluso reflejarse ligeramente azules. A la luz del sol, probablemente serían algo digno de ver.

—Sí, tengo una. ¿Te gustan las motos? —La misma curiosidad que antes expresaba la voz de Beca, ahora teñía las palabras de Lexa, que sin embargo no parecía saber qué respuesta preferiría obtener por su parte.

Beca asintió, aunque con cierta vacilación.

—Sí, y no —comenzó, aunque al instante sacudió la cabeza. — Sí, siempre me han fascinado. Pero es como esa gente que quiere hacer paracaidismo para ver qué se siente y a la hora de la verdad, siempre se echan para atrás.

Lexa se disponía a dar otro trago a su cerveza, pero sus palabras la hicieron detenerse a medio camino. Nada más rozar la boca del botellín con los labios, volvió a bajarlo para posarlo en la mesa, fijando en Beca una mirada de incredulidad.

—¿Estás de broma? ¿Nunca? —Beca negó con la cabeza. Lexa seguía sin dar crédito a lo que oía, incapaz de comprender cómo podía gustarle algo y no haberlo hecho nunca. De pronto, algo pareció encenderse en su mirada. — Pues eso hay que solucionarlo…

A Beca le llevó unos instantes comprender a qué se estaba refiriendo Lexa con aquello. Y cuando lo hizo, se quedó paralizada.

—Oh, no.

La sonrisa de Lexa era un claro e irrebatible "Oh, sí."