Disclaimer: Los personajes de Hetalia de este drabble le pertenecen a Hidekaz Himaruya.

AFLICCIÓN

Se volteó a verlo. Así, sentado en aquella silla, con la cabeza entre las piernas, no parecía el hombre terrible que siempre había demostrado ser, sólo era...un hombre solitario y triste que necesitaba compañía y cariño para no hundirse en el pozo más profundo. Raivis se acercó, tembloroso, hacia él, y le puso una mano en el hombro. -R-Rusia-san... -el muchacho sentía más pena y lástima que miedo hacia él, y descubrió que no le gustaba verlo así-...yo...yo estoy dispuesto a quedarme con usted si usted...si usted quiere que me quede.

Rusia no reaccionó al principio, pero después fue levantando la cabeza poco a poco y miró a Letonia. El muchacho se puso a temblar por instinto, y retrocedió un paso. ¿Había metido la pata al hablarle?

—Pequeño Letonia... —dijo Iván, con la voz ronca—. ¿Puedes repetir lo que acabas de decir?

Raivis no entendió por qué le preguntaba eso, pero pensó en que tampoco pasaría nada si lo repetía... ¿o acaso sí? Probó suerte:

—D-dije que...s-si usted quiere...y-yo no me independizaré p-para que usted no esté s-solo, s-señor Rusia...

De repente, pareció quedarse ciego, pues no vio nada más que marrón delante de sus ojos. Pero luego se percató que era la gabardina de Rusia, que se había levantado y estaba...abrazándolo, abrazándolo con una ternura que jamás le había visto.

—Pequeño Raivis... —la voz del gigante asiático sonó algo insegura y débil, lo que aún sorprendió más al letón—. ¿Por qué lo haces?

El muchacho empezó a temblar por instinto.

—E-es porque...n-no quiero que el señor Rusia lo p-pase mal, p-porque sé que c-cuando está s-solo o d-durmiendo, s-sueña c-con nuestra independencia y-y le oigo m-murmurar...

Iván se separó un poco y lo miró fijamente. El letón puso sus manos ante su boca, para protegerse en caso de que hubiera dicho algo que no debía, y Rusia fuera a pegarle. Pero el aludido no le levantó la mano, simplemente acercó su cara a la de Raivis, el cual notó el corazón acelerársele y resonarle en el pecho con sus latidos. Un leve sonrojo apareció en su cara.

—¿Q-qué va a h-hacer? Mmmh...

Su voz quedó cortada cuando Iván lo silenció juntando sus labios durante unos segundos, y Letonia, durante ese lapso de tiempo, notó toda clase de sensaciones contradictorias dentro de él. El miedo que le tenía, los nervios, y algo que no podía explicar, algo que hacía que se sintiera muy bien cuando Iván le besó.

—S-s-s-señor R-Rusia... ¿p-por qué…? —fue lo único que alcanzó a decir. El ruso le puso un dedo encima de los labios, y sonrió. No era una de esas sonrisas crueles que ponía justo antes de marcarle de nuevo el grifo en la espalda, sino una sonrisa verdadera, la única que Raivis había visto en todo el tiempo que llevaba con él. Y descubrió que ver a Iván así no le daba miedo.

—Pequeño Letonia...gracias.