Holas, este es el primer fic sobre POT que hago. No se olviden de dejar reviews, si quieren que la historia continue!

La nueva Sakuno

Casi anochece y el cielo se tiñe de tintes violaceos. Sakuno lo observa por unos instantes y luego continúa su camino cabizbaja. No quiere estar sola, pero aún si Tomoka estuviera con ella, seguiría sintiendo aquel frío en el pecho. Instintivamente se lleva una mano al corazon y lo siente galopando suavemente. Una brisa suave le acaricia el rostro y se deja llevar por esa sensación refrescante.

Junto con el viento sus pensamientos vuelan también. Esta vez, como las anteriores, hacia Ryoma. "Adios...", fue su última palabra antes de marcharse en un avión rumbo a una escuela en California en la que se perfeccionaría. No quiere pensar en la vida sin él, pero no tiene opción y lo sabe.

Antes de regresar a su casa contempla las canchas de tennis de la escuela. Un sentimiento oscuro, nacido de la más absoluta desesperación, comienza a arraigarse en su interior.

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- ¡Sakuno? Llegas tarde cariño... - saluda su madre, interrumpiendo momentaneamente sus labores al oir el crujido de la puerta de entrada.

- Si... Lo siento. - dijo Sakuno cerrando la puerta silenciosamente - Hoy no cenaré. No tengo hambre. - agregó al ver a su madre atareada, sirviendo la mesa.

La madre la escrutó unos instantes y asintió con la cabeza. Siguiendo con la vista a la jovencita de cabello castaño que tomaba el rumbo de su habitacion.

- ¿Que tal estuvo la despedida? - le preguntó en voz alta.

- Estuvo bien... - respondió Sakuno laconicamente deteniendose apenas, en un rellano de las escaleras, para contestar. Como no oyó ninguna otra réplica venir desde el comedor continuó hacia su habitación.

El espejo le devolvía una imagen inquietante en la que se abstrajo unos minutos. No supo cuando cayó la primera lágrima, pero luego no se detuvieron. Un llanto silencioso y angustiante que en lugar de confortarla le producía más y más ansiedad. No quería volver a sentirse así nunca más. No importaba lo que tuviera que hacer estaba dispuesta a enfrentarlo todo.

Abrió un cajón y extrajo de el unas tijeras. La luz de la luna, que penetraba por la ventana, arrancó unos cuantos destellos a las filosas hojas de metal. Sujetó firmemente con la mano izquierda, una de sus trenzas cortando las larguísimas hebras de cabello castaño. Cuando volvió su mirada al espejo, la chica fragil de hace unos momentos, se había desvanecido.

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Una luz tímida pero insistente se cuela por las rendijas de la ventana de una habitación pequeña. En un extremo, una vitrina exhibe algunos trofeos. Junto a ellos un diploma enmarcado contiene varias firmas, y reza: "para nuestra capitana". Un estante debajo de este, exhibe retratos con fotos de alumnos de la escuela Seigaku. En todos ellos, una jovencita delgada de cabello corto y arremolinado saluda alegremente.

El despertador suena y una mano se desliza fuera de las frazadas para apagarlo.

La misma esbelta muchacha de las fotografías se endereza lentamente en la cama haciendo un lado las cobijas.

Dá un respingo al ser sorprendida repentinamente por el sonido del teléfono. Solo Tomoka sería capaz de llamar a esas horas, pensó. Levantó el auricular con fastidio y la frenética voz de su amiga le dió los buenos días.

- ¿Porqué llamas a esta hora¿Volviste a pelear con Kaoru? - inquirió Sakuno en tono bajo y grave.

- ¿Qué¡No te llamaría a estas horas por ese tonto! - replicó Tomoka indignada.

- No quiero entrar en detalles, pero ¿Que hay del sábado pasado? - repuso Sakuno sabiendo perfectamente cuanto irritaba aquella respuesta a su amiga.

- Estas muy antipática esta mañana... - señaló Tomoka secamente - Pero para que veas que no te guardo rencor. Te tengo preparada la sorpresa de tu vida... - añadió en tono misterioso.

- Dime... - la instó Sakuno, con más fastidio que curiosidad.

- No, no. Una sorpresa es una sorpresa. Nos vemos en las canchas en una hora...

No bien acabó la frase, colgó el tubo dejando a su amiga con la palabra en la boca.

Sakuno se levantó y se vistió con la parsimonia usual, sin apurarse en lo más mínimo. Al pasar junto a la vitrina se detuvo a observar las fotografías un momento. En una de ellas aún llevaba el cabello arreglado en dos trenzas y junto a ella había, un jovencito de su edad de enormes ojos ambarinos como los de un gato. Suspiró largamente y tomó el rumbo del baño, ya habia pasado casi un año de todo eso, pero en ocasiones aún se sentía vulnerable.

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Tomoka se paseaba nerviosamente bajo un gran árbol. Desde donde estaba, tenía una visión perfecta de las canchas donde practiban los alumnos varones del Seigaku. Una y otra vez había dirigido miradas anhelantes hacia allí, con su corazón tratando de contener mil emociones distintas. Tragó saliva y por enésima vez se fijó en su aspecto. Se había esmerado en el y se notaba. Mas tarde se pondría el uniforme, pensó, para asistir a las clases.

Su amiga se había retrasado solo dos minutos, pero ya comenzaba a impacientarse. "De seguro fue a las canchas del equipo femenino. A ver que todo estuviera en orden. Antes se venir a verme", reflexionó deprimida. Bueno, no podía dejar de excusarla. Ella era la capitana del equipo femenino, ahora, y tenía sus obligaciones. Sin su ferréa disciplina y tenacidad, el equipo no hubiera llegado a las nacionales aquel año. Sakuno había cambiado mucho, pero todo fue para mejor. Aunque aún recordaba con espanto el día que se apareció en el colegio con el cabello corto.

A lo lejos la silueta de Sakuno Ryuzaki se recortó en el horizonte. Usando la mano a modo de visera Tomoka la observó acercarse. Como había pensado, su amiga ya llevaba puesto su uniforme de tennis o sea que seguramente pasó antes por las otras canchas.

- Oye, no me hagas esperarte... - se quejó Tomoka arreglandose rapidamente el cabello y volteando a ver nuevamente a los alumnos practicando tennis.

- Y bien... ¿Donde está la sorpresa? - dijo Sakuno por todo saludo.

Tomoka la tomo de la mano sin dejar de sonreir y la arrastró un par de metros hacia las canchas.

- ¿La ves? Allá está... - habló Tomoka señalando con el índice.

Sakuno observó con atención en aquella dirección. El grupo de titulares del Seigaku estaba realmente alborotado. Y en el centro de todo aquel revuelo Sakuno creyó distinguir a un muchacho de cabellera negra, los rayos del sol revelaban en ella tonalidades azuladas.

- Llegó ayer. Quería caer de sorpresa, pero el tonto de Horio lo sabía y no fué dificil hacerlo confesar - se explayó Tomoka, satisfecha con la expresión atónita de su amiga - Se quedará con nosotros. Quiere terminar sus estudios aquí.

- No puede ser...

- ¡Si¡Es fantástico¡Nuestro príncipe a vuelto! Te...

Tomoka debió interrumpirse, pués cuando volteó a mirar a Sakuno, esta la había dejado hablando sola. "¿Que le pasa?", pensó algo molesta. Y sin perder mas tiempo, tomó la dirección contraria, hacia el esperado encuentro con su príncipe.

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"¿Porque¿Porque ha vuelto?", se preguntaba Sakuno. Al llegar al lugar donde el equipo femenino de tennis practicaba. Encontró a dos titulares charlando sentadas en una banca.

- Les dije especificamente que deseaba que comenzaran el calentamiento - las reprendió.

- ¡Si capitana! - dijeron al unísono las muchachas inclinandose en una breve reverencia.

- Cincuenta vueltas a la cancha - ordenó Sakuno irritada.

Las muchachas se marcharon dejando a su capitana debatiéndose sola con sus pensamientos.

Miles de recuerdos inundaron la mente de la muchacha. Recuerdos que ella creía haber sepultado muy bien y sin embargo estaban ahí esperándola, para hacerla sentir vulnerable y frágil otra vez. No estaba dispuesta a ceder lo que con tanto esfuerzo había conquistado. Le gustaba ser quien era ahora, y la actual Sakuno no necesitaba a Ryoma para nada. El era la alegoría viva de todo lo que quería olvidar y lo sacaría de su vida a como diera lugar.