1 En Japón

Hola, me llamo Madia, y nací en España. Tras discutirlo durante bastante tiempo, mis padres aceptaron que mi abuelo me llevara con él a Japón.

Mi madre se llama Mysorian, ella está un tanto enferma, y no puede encargarse de mí por ahora. Mi padre, trabaja mucho para poder mantenernos, y tampoco puede estar mucho tiempo con migo.

Y aquí me tenéis, rumbo a Japón.

La verdad es que era un poco aburrido, estar ahí todo el tiempo sentada. Había gente que se ponía los auriculares, y otra, incluso, se dormían.

Tardó alrededor de catorce horas, y por fin llegamos a Japón…

Al bajar del avión y salir del aeropuerto, mi abuelo me dirigió hasta un taxi.

-"Hola"- Dije que una amplia sonrisa de niña chica al conductor.

El viaje en coche duró media hora, más o menos. El silencio era en realidad incomodo, pero para una niña de mi edad, que acababa de llegar a Japón, un lugar completamente desconocido, prefería entretenerse observando todo lo que había alrededor.

Durante todo el rato, el coche estuvo andando por las ciudades, hasta que llegamos a un campo.

-"Vamos Madia"- Decía el abuelo mientras se bajaba del auto.

Mi actual curiosidad hubiera preguntado, -"¿A dónde vamos, si estamos en medio de un campo?"- Pero decidí callar, por el hecho, de que tanto estar sentada, me durmió el culo y quería moverme. (n/a:que fina)

-"Ahora iremos a pie"- Me dijo mi abuelo.

-"¿A pie?"- Pregunté incrédula.

-"El pueblo no está muy lejos de aquí"- Decía mientras echaba a caminar. Mientras andábamos, observé todo el alrededor, era muy distinto al paisaje anterior cuando íbamos en el auto. Todo era natural, en excepción de algunas pequeñas casitas.

-"Mira alrededor Madia."-Me dijo el abuelo.

Me detuve a mirar, se veían unos extensos campos, y algunos árboles. El cielo estaba despejado. Mi abuelo estaba totalmente relajado, en esos momentos, diría que por su cabeza no pasaba nada, solo se concentraba a mirar su alrededor. Si hubiera sabido lo que el futuro me esperaba, hubiera aprovechado estas vacaciones al máximo. Yo, por mi parte, en ese entonces, no veía esto como algo muy especial.

-"Todo es muy bonito, aunque yo prefiero ir a la playa"- Respondí.

-"Ya tendrás tiempo de ir. No todos tienen esta oportunidad."- Mientras avanzábamos, medite en aquellas palabras 'no todos tienen esta oportunidad' la verdad, tenía razón, pero yo tampoco le hice mucha importancia. Pensé que se refería a personas del tercer mundo. "¿Qué necesidad había de amargarse con eso ahora?"

Seguimos hacía delante, y de pronto nos detuvimos. Estábamos en la cima de una colina, y desde allí se veía un pueblo.

Desde lejos no lo parecía, pero de cerca se podía ver que tenía casas muy grandes. Aquel pueblo, no era como yo me esperaba, yo esperaba algo más desordenado y casas más estropeadas. Pero estaba todo muy arreglado, como una villa de mansiones, o quizás exageraba.

-"Madia, aquí."- Mi abuelo se detuvo en una de las entradas de la casa.

-"¡¿Está es tu casa?"- Mi asombro era inigualable, sin duda tenía que tener una cara un poco tonta, pues no sabía muy bien como encajar aquel hecho.

La casa tenía dos plantas, al entrar se veía las escaleras que daban hacía la planta alta.

-"¡¿Puedo subir? ¿Puedo subir? ¿Puedo subir?"- Mi curiosidad me superaba a mí misma "¿de verdad es esta mi casa ahora?"

Mi abuelo dijo que -"sí"- podía investigar, pero que tuviera cuidado con las escaleras, y como un rayo, ya estaba en la planta alta, investigando hasta el último rincón.

Cuando subí me encontré con mi habitación. Era con paredes cubierta de madera, un armario sobre el que se podía poner fotografías. En él había una de toda (o casi toda) mi familia.

Un escritorio debajo de una ventana grandísima. Y una cama grande con mantas color verde agua, mi favorito. En poco tiempo, mi hiperactividad, ya me había llevado a saltar sobre la cama, riéndome a carcajadas. Eso llamó la atención de mi abuelo

-"¿Qué estás haciendo Madia?"

-"¡Mira abuelo! mira como salto."- Dije felizmente, era probablemente la más feliz del mundo por ese entonces. A pesar de que mi madre estaba enferma, intentó encargarse de mí, y cuando no pudo, llamó a mi abuelo. Y mi padre, aunque no podía estar mucho con nosotras, trabajó para darnos una casa en la que poder vivir.

Ahora que voy a empezar a vivir con mi abuelo, mi padre trabajará menos, tendrá más tiempo para estar con mamá, y para viajar hasta Japón y que estemos juntos.

-"Anda, no saltes en la cama."

-"Vale."- Dije obedientemente. La obediencia, era una de mis mayores facetas por aquel entonces, la cual solo llevaba en práctica, cuando confiaba en la persona que me mandaba.

-"Oye abuelo ¿tienes amigos?- Pregunté sin más.

-"Pues claro, al igual que tú."

-"En verdad. Yo no tengo muchos, como estoy siempre viajando."-Esa era la pura realidad, no tenía muchos amigos, pero los poco que tenía, eran buenas personas, de todo tipo de edad. Tampoco es que me importara demasiado, cuando estoy sola en mi cuarto y no tengo a nadie me entretengo con cualquier cosa. Me entretendría incluso haciendo nudos a un hilo. Pero antes no paraba de saltar y despotricar, teniendo la necesidad de compartir mi diversión con alguien.

Mi abuelo, parecía estar un poco triste y preocupado por mi situación.

-"Madia, ahora tienes que estar aquí porque…"

-"Porque mi padre tiene que trabajar mucho, lo sé."- Dije como si estuviera acostumbrada.

-"Madia, algunas veces tendré que irme a trabajar, y como estas de vacaciones, vendrás con migo."

-"¿Tú no tienes vacaciones?"

-"No. Pero me gusta mi trabajo."- Supongo que quiso decir que eso lo recompensaba.

-"¿Hoy tienes que irte?"- Dije pensativa.

-"No."

-"Entonces, ¿me puedes enseñar el resto de la casa?". Quería estar cerca de mi abuelo, pero sabía que él no podría alcanzar mi ritmo investigándolo todo. Mi abuelo me observaba como si ya supiera lo que yo prefería.

-"Anda, ve a investigarlo tú."

-"¡Bien!"- Dije mientras me marchaba a ver el resto de la casa.

-"Hola pequeña, ¿está el señor Dickinson?"- Lo primero fue el patio, y allí por la valla se asomaba un alto y moreno hombre.

-"Sí, ¡abuelo!"- Gritaba mientras me marchaba a avisar a mi abuelo.

-"Hola ¿Cómo estás?"- No le costó mucho tiempo llegar, pues estaba en la planta baja de la casa, y nada más vio a aquel hombre, mi abuelo lo saludó con mucha simpatía.

-"Bien, señor."-Supongo que aquel adulto intentaba ser respetuoso.

-"¿Y qué te trae por aquí, amigo?"- Preguntó mi abuelo.

-"Una visita, además de unos asuntos sobre los que hablar"- Contestó.

Escuché hasta ahí, después me fui a correr en el patio. Y a parte sin que yo me enterara siguieron hablando de sus cosas.

(Narrado en tercera persona)

-"Tiene una pequeña muy simpática, si quiere puede venir de vez en cuando al dojo" – Dijo el hombre. (n/a: Os imagináis ya quién es?)

-"No vendría mal, la verdad, es que no siempre me va a poder acompañar al trabajo."-Hubo una breve pausa de meditación, por parte del hombre más anciano, que fue el primero en romper el silencio. – "Y dime ¿Qué más has descubierto?"

POV MADIA

Veréis, mi abuelo está muy ocupado por que trabaja en la BBA, uno de los lugares más importantes con respecto al beyblade. Supongo que ya sabéis lo que es el beyblade. Es un juego, conocido mundialmente, que consiste en derrotar a tu rival con unas peonzas, a las que se llaman blade. Pero a esto se le suma otra dificultad; los bitbit. Son animales, en la mayoría de los casos, que están dentro de la peonza. Normalmente, el animal al que representa, es el sagrado de una familia.

( n/a: Que bien se me da el documental ^.^…)

-"Madia, baja."- Dijo mi abuelo.

-"Voy."- Dije mientras bajaba ilusionadamente.

-"Vamos a acompañar al señor Kinomiya a su casa."

-"Vale."

Se que e publicado demasiado pronto el siguiente capitulo, pero es que quiero llegar a la parte interesante...

¡Espero que os guste!

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