Notas de la autora:
Buenos días :)
Traigo con ustedes mi primer fanfic, el cual está basada en el triángulo amoroso de Bajirao I, Peshwa o primer ministro de guerra del Imperio Maratha, su esposa Kashibai y su amor eterno, Mastani.
Uso recursos como la propia película, y también la historia, ya que estos personajes y la trama es real y se situó en los años 1732-1740, en el Imperio Maratha, de la India.
Espero que les guste la historia. Estoy tratando de manejarla mucho, de darle muchos detalles.
Igual dejaré un pequeño vocabulario aquí, en este apartado, porque utilizo los mismos escenarios que la historia general, en la India antigua.
Imperio Maratha: fue una organización estatal que existió en el subcontinente indio entre 1674y 1818.
Peshwa: Primer Ministro del Imperio Maratha.
Shaniwar Wada: es un fuerte histórico en la ciudad de Pune, India. Fue construido en 1732 y allí era donde residía el Peshwa y su familia.
Bundelkhand: es una regióngeográfica y cultural y también una cordillera en la India central.
Sin más, espero que sea de su agrado.
Mastani K.
CORAZÓN DE GUERRERO
Capítulo I
Cuando abrió los ojos, la luz cegadora del día aun no aparecía. Se levantó rápidamente, y fue a buscar su armadura. Estaba exhausta, pero no se iba a quedar para ver como la guerra destruía su reino, y destruía a las familias que habitaban en él.
Toda la noche, los soldados se habían quedado resguardando las afueras del dominio de su padre, y sólo podía admitir la verdad ante sus ojos: estaban acorralados. Al ser un reino tan pequeño y próspero, no faltaba quien deseara adherirlos a sus tierras y ganar con ello mano de obra y riquezas.
Pero esa no era una opción.
Kaoru había escuchado que cerca de donde habitaba, estaba asentada la armada del primer ministro del Imperio, que estaba de recorrido para conquistar más tierras a favor del Emperador Maratha. Si todo salía como lo previsto, podría traerlo con él y lograr consigo la paz en su reino. No podía perder ya más tiempo.
Tomó su cabello y lo escondió dentro del casco, y se puso la armadura pesada que la acompañaba. No podía ni si quiera pensar que su padre, un hombre ya anciano, fuera a buscar ayuda para salvar a su pueblo. Esa era su tarea.
Al tomar su caballo, su madre la abrazó y besó casi con devoción.
-Mi niña, sé que conseguirás que el Peshwa escuche tus palabras y lo traerás contigo al amanecer. Cuídate mucho, que estaremos esperando tu llegada.
El caballo relinchó y salió la dama de incógnita. Nadie podía saber que la princesa estaba saliendo, ni mucho menos que el Peshwa Battousai era su única solución.
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Repasaba su mano casi con fiereza por su cabello rojo, y miraba por tercera vez el rollo de papel con el mapa del Imperio Maratha. Si esto seguía así, su ascenso en la escala era una cercana posibilidad, y una inmensa alegría para su gente, sus protegidos, su riqueza, su familia y su esposa. Su Tomoe, la pieza clave en cada una de sus batallas, la mujer que cuidaba a su pueblo y a él. La esposa perfecta.
Sonrió tontamente. Ella sí que sabía ganarse el corazón de un hombre. Cuando la conoció, como princesa que era, le deslumbró la delicadeza de sus acciones y el amor en cada una de las cosas que hacía. Su porte delicado, su rostro de muñeca, sus tobillos delgados, sus ojos afilados y negros como la noche. No dudó ni un segundo en pedir su mano, y su decisión le había traído dicha y triunfos. Su pueblo la quería, la respetaba, y representaba la sumisión y la dedicación que debe tener toda mujer de guerrero. No había un solo día que Tomoe no ocupara su mente, su alma, su corazón. Y él sabía que allí, en Shaniwar Wada, en donde ella se encontraba, estaría aguardándolo para ser la casa y la protección que su espíritu necesitaba. Ella, que había sido la funda de su espada, su refugio.
Volvió a la realidad y se concentró nuevamente en sus papeles. Ya faltaba poco para verla, no tendría pronto ya caso de ensoñarla como lo hacía.
-Le están buscando, Señor.- intervino un soldado de improviso, rompiendo con el hilo de pensamientos en los que cavilaba el Peshwa.- Viene del Bundelkhand. Dice que requiere hablar con usted de urgencia, ya que el reino de Kamiya Kogoro ha sido rodeado.
Battousai se enserió. Todos los días la gente de los reinos cercanos venían a ofrecer agradecimientos o favores, y aunque quisiera no podía hacerse cargo de ello todo el tiempo. La guerra no se ganaba sola, debía concentrarse en lo suyo.
-No estoy disponible, dile eso. Y agradece su visita.
-De acuerdo, Señor.
Al volver a su trabajo, le distrajo el choque de espadas que se hizo presente luego de correr al tipo venido del Bundelkhand. Battousai dejó su tarea y esperó a ver qué sucedía. Un hombre voló cayendo sobre la entrada de su establecimiento, y detrás de él, entrando, una persona más que combatía fervientemente contra sus hombres, que no lograban reducirlo.
Su estilo de espada, su forma de usar precisamente su fuerza y de ahorrar energía en cada una de sus estocadas, eran algo que sorprendieron ligeramente al pelirrojo. La pelea se intensificó cuando el soldado invasor derrotó a tres hombres con rapidez, y en un momento de debilidad, que el Peshwa aprovechó, golpeó con la rodilla al soldado de Bundelkhand el cual cayó, y con él, su casco.
De él se libero una frondosa cabellera negra, que voló desde muchas partes para finalmente asentarse en sus hombros. Los soldados del Peshwa, que recuperaron su posición de ataque, se alejaron de la figura que se erguía lentamente. Era una mujer. Había sido una mujer la que había derrotado a varios de sus hombres y la que tuvo la osadía de imponerse en su asentamiento.
-Díganle con respeto que se retire, por favor.- sentenció Battousai, mientras desconocía la presencia femenina que estaba presente.
-Yo no me iré a ningún lado, señor.
El movimiento fue demasiado preciso, tan rápido que ni los hábiles reflejos del Peshwa pudieron presagiarlos. La mujer, de la cual no sabía su nombre ni su naturaleza, había logrado cortar ligeramente su cuello con el filo ladeado de su espada. Con ligereza, dejo escurriendo una lágrima de sangre por el borde de su arma.
Los soldados del imperio rodearon a la mujer, mientras que el pelirrojo guardaba silencio. La línea roja marcada por la espada del soldado de Bundelkhand , refulgía vívida del cogote del Peshwa Battousai, para sorpresa de algunos.
-Relájense.- dijo, mientras él mismo pedía a sus hombres bajar las espadas.
-La familia real y sus sirvientes están agonizando en el pueblo que hoy usted ignora, Señor. La gente de Bundelkhand requieren su ayuda.
-No iré a Bundelkhand.- dijo Battousai, alejando la espada y limpiando su cuello con un retazo de tela que le quitó a la dama.
-Y yo no regresaré a Bundelkhand sin la presencia del Peshwa. Es con él que se logrará concretar la victoria y la liberación de mi pueblo.- contestó segura Kaoru, bajando la espada y mirándolo fijamente. Battousai sonrió interiormente. Podía reconocer en esa mirada altiva de la joven su origen real, aunque no se lo expresó. Sus ojos, azules como zafiros brillantes, estaban serios e inmersos en una batalla con los suyos, que no podían dejar de desmerecer la valentía de esa mujer. Ella había salido de su ropaje real, sólo para salvar a los suyos. Había arriesgado su vida al exponerse al ejército que deseaba conquistar su reino, a sus propios hombres e incluso a él mismo.
Se sorprendió al preguntarse cuál era el nivel de osadía y temeridad que esa mujer podría tener, al venir sola de un lugar lejano, orillada por la desgracia que acaecía en su pueblo. Aquella dama, aunque pequeña y ligeramente frágil, tenía la certeza y el conocimiento de armas que tendría cualquier joven guerrero prometedor. Y eso, aunque no era de su incumbencia, era de su total admiración.
-¿Cuál es tu nombre?
-Kaoru, Señor.
-Señor, recuerde sólo que no es una opción desviarnos. Del Imperio depende nuestra lealtad y nuestra gloria.-intervinó su consejero, su cuñado, Enishi.
-No creo que el Emperador se moleste al saber que se le ha extendido la mano a otro rey, y mucho menos cuando ello signifique el renombre del Imperio Maratha.- confirmó seguro, y con ello acalló las dudas de los demás guerreros.- ¿A cuántos días de viaje nos encontramos de Bundelkhand, Kaoru?- preguntó Battousai con una sonrisa ladeada, y confiada.
-A cinco días, Señor.- respondió Kaoru, con una pequeña sonrisa en sus labios
-Llegaremos en dos, entonces.
-Eso es imposible, señor.
-Has venido a buscar al ejército del Peshwa sin conocer que de él se conoce su rapidez en el ataque y su silencioso andar. Deja que los enemigos crean que llegaremos en 5. Y en este momento, señores, nos vamos.
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