N/A: Y he aquí por fin mis drabbles del drabblethon de musa_hetaliana :D. Son TODOS, drabbles que no superan las 600 palabras. Ergo: si estás buscando cosas más largas... pues no es el mejor lugar.

Como dice en el sumario, las distintas parejas se encuentran distribuidas por capítulos.

Espero sean de su agrado :D


Título:¡Divino pecado!
Prompt:Doitsu, Doitsu…
Extensión:600
Género: Romance (?), Humor para el final.
Advertencia: NO SÓLO HAY LEMON, SINO QUE TODA LA VERDULERÍA ENTERA.

A parte del silencio que reina la habitación, sólo se oye el rechinar de la cama, suspiros alemanes y gemidos italianos.

Ludwig no sabe qué bien le ha hecho a la humanidad para recibir tal regalo. ¡Divino y obsceno placer! ¡Por fin se ha deshecho de esa estúpida virginidad, motivo de burla de su hermano y el francés! ¡Finalmente se ha animado a dar el primer paso con Feliciano!

Ahora tiene todos los sentidos nublados. Apenas puede recordar lo básico: su nombre, dónde está, al que está embistiendo dentro de sus entrañas y lo que está haciendo. El resto no existe. Y si nota la presencia de algún objeto, parece es surrealista o simplemente desaparece unos segundos después.

Tampoco está seguro cómo ha llegado hasta ese estado de inconciencia. Sólo recuerda haberse ido a dormir con el italiano —quien generalmente no es cálidamente bienvenido, pero esa noche los hechos demuestran exactamente lo contrario— y de un momento a otro ya se habían despojado de sus vestimentas, por muy pocas que hayan sido. Sólo visten las cruces de la Orden Teutónica, pero ni la suya ni la del italiano están en su lugar. Ahora la propia está colgando sobre su espalda y la regalada apoyada sobre el colchón.

Mientras conserva un ritmo que no se atreve a cambiar por temor a disminuir el placer, ocasionalmente se le escapa un gemido de tonada grave. Se anima a abrir los ojos y observa a su compañero en la realización del divino pecado: Feliciano prácticamente se está retorciendo del placer, parece estar acostado de una manera incómoda pero no lo nota, hunde sus uñas en la tela que cubre el colchón y la almohada, abre y cierra los dedos, gira las muñecas y su cuerpo va y viene de acuerdo al vaivén que Ludwig provoca.

A continuación se ve a sí mismo, o mejor dicho, llega a captar un poco su posición en este acto. Está parado, con las rodillas apoyadas al borde de la cama, sus brazos sosteniendo las piernas de Feliciano de manera que puede llegar a él con comodidad. Otra vez no se anima a cambiar por miedo a dejar de gozar de tal manera.

De a poco se oye al castaño balbucear algo. Por el estado en que se encuentra, es probable que sean cosas sin el más mínimo de los sentidos o en italiano, ya que no lo entiende. Pero paulatinamente logra conectar las sílabas traviesas que logran escaparse de sus labios: Feliciano está pronunciando su nombre de nación.

Alcanza a concretar algo en su mente: "va a matarme de placer, literalmente". Con la misma gradualidad con la que supo que ese era su nombre, cae en la cuenta de que Veneciano lo está llamando cada vez con una voz más fuerte. Cuando prácticamente está a los gritos, se levanta de su lugar sin previo aviso y lo toma de los hombros sin dejar de hablar.

—¡Alemania, despierta!

Abre los ojos y mira a su alrededor. Lo único que concuerda con lo que creía cierto hasta hacía cinco segundos es que Veneciano lo está sosteniendo de los hombros y que está en la cama. El resto, nada: tiene la ropa puesta, todos los objetos de su habitación están donde corresponden y Feliciano no parece estar sumido en el más pecaminoso de los placeres.

Suma dos más dos: el resultado no es cuatro, sino el deseo de suicidarse.

—¡Menos mal que has despertado! ¡Parecías tener una pesadilla!

Entonces Ludwig escapa de la cama, maldiciendo en alemán. Mientras, Feliciano cree que lo maldice por haberlo despertado. Y no está tan desacertado.

Título:Fotografías
Prompt:Álbum de fotos
Género: Romance
Extensión:600

Es una tarde tranquila en la casa de Alemania. El italiano que siempre tiene cerca está en la misma sala con él, mas no hablan. El germano está leyendo unos documentos importantes y Veneciano está mirando un álbum de fotos, más específicamente el que muestra su carrera militar.

Cada tanto el latino sonríe abiertamente o ríe suavemente y el alemán no puede evitar preguntarse de qué le causa gracia, aunque aparenta estar concentrado en su trabajo. Se siente algo inseguro, porque sabe que ese álbum está lleno de fotos de las signorinas que a Feliciano tanto le gustan (o solían gustar, no está seguro).

Quiere acercársele y besarle la frente, regalándole una muestra de cariño desinteresada como la que él mismo suele recibir; disimulando un "yo estoy aquí". Pero no se atreve, teme a ser muy obvio. Tristemente para él, su miedo no le permite pensar correctamente y darse cuenta que si le da un beso, el italiano se olvidará del álbum y querrá hacerlo.

Opta por continuar su trabajo, haciendo de cuenta que todo de maravilla. Consigue concentrarse en sus papeles, pero siempre desvía su mirada a su amante cada vez que lo oye reír.

Los minutos y por fin acaba con su deber. Guarda los papeles —sin admitir que está haciendo ruido para llamar la atención—, acomoda algunas cosas que ha desordenado para trabajar mejor y se acerca a su amante. Éste percibe su presencia recién cuando le besa la mejilla. Como hubiera podido prever sino hubiese estado asustado, Feliciano aparta el álbum instantáneamente y lo invita a merendar.

—Deberías colgar algunas fotos en retratos, si tanto te gustan —propone en el camino a la cafetería donde decidieron comer pastel y beber café. Internamente se patea, acaba de decirle que decore su casa con las fotos que ablandan su seguridad.

—¡No es mala idea, Alemania! —sonríe anchamente ante la inteligencia del germano—. Cuando vaya a casa, le diré a mi hermano que me dé una mano.

Unos días pasan y Ludwig se arrepiente de haber abierto la boca. Pero lo hecho, hecho está. Si de ahora en más tendrá relaciones con el italiano en su habitación, lo hará ante los ojos silenciosos de miles de fotos de signorinas. Todo por su culpa. Una mañana Feliciano lo llama por teléfono, extasiado, anunciándole que ha seguido su consejo y que está invitado a ver cómo ha quedado su habitación.

La invitación es indudablemente aceptada y Alemania se encamina a la casa del italiano. Allí es recibido con besos, abrazos y una mirada desaprobadora de un italiano mayor. Ludwig es guiado a la habitación de Veneciano, aunque innecesariamente porque conoce el recorrido de memoria.

En vez de encontrarse una exhibición de fotos de hermosas mujeres, nota que el único cambio que Feliciano ha hecho es agregar unos portarretratos sobre algunos muebles y colgar otros en la pared. El dueño de casa lo toma de la mano y le muestra las imágenes: son las que más le gustan. Algunas con los demás países europeos, otra con él y Japón, con su hermano, y otras varias.

Finalmente le muestra su favorita. Es una de ellos dos. Para Ludwig la foto no es nada especial, ni siquiera sale sonriendo —de hecho recuerda que se la habían tomado por sorpresa.

—Es la primera fotografía que nos sacamos después de empezar a salir… —explica Feliciano al ver que Ludwig no entiende su significado.

De pronto todas las inseguridades del germano se pierden para siempre y lo arrima para besarlo desde la sien hasta el cuello, a lo que Veneciano ríe porque es algo cosquilludo.

Título
:Esquemas rotos
Prompt:Sin esperar nada a cambio.
Género:Romance
Extensión:252
Advertencia: 1ra persona fail?

Simplemente no sé reaccionar ante tus actos desinteresados que rompen todos mis esquemas de comportamiento normal.

Soy muy conciente que buena parte del día me la paso repitiéndote cosas como "deberías ser más responsable", "eres un idiota", "no hagas estupideces", "cuidado con lo que haces", "no arruines la misión" y una lista interminable de advertencias e insultos.

Justamente por ello no lo entiendo. ¿Por qué a pesar de todo me aceptas? ¿Por qué me sigues a todas partes? ¿Por qué me quieres tanto, si apenas me atrevo a desordenarte los cabellos cuando —increíblemente— haces algo bien?

Eres indescifrable, nunca dejas de sorprenderme. Como la vez que te pregunté qué hacías mirando a través de la ventana y me contestaste que habías descubierto que te encantaba la combinación que el cielo y el sol hacen, porque te recordaban mi cabello y mis ojos. Instantáneamente me quedé sin palabras. ¿A qué clase de persona se le cruzaría pensar algo así, y más aún, confesarlo? Sólo a ti, estoy seguro.

Insisto en que eres la ruptura de todos y cada uno de mis cánones.

¿Pero sabes qué, Feliciano? No voy a quejarme de ello. Porque cada día a tu lado es una aventura —o desventura, también—, un nuevo descubrimiento, probablemente algún trago amargo, una sorpresa. Todo el mundo sabe que todo eso me fascina.

Me cuesta expresarme, especialmente mis sentimientos; así que simplemente esperaré que nunca te vayas de mi lado.

Porque sino el cielo y el sol ya no me sacarán una sonrisa.

Título:Atención
Prompt:Seducción
Género:Humor (?)
Extensión:190

—¡Alemania! ¡Alemania! ¿Qué haces? —irrumpe Feliciano en la tranquilidad y quietud de su oficina.

—Trabajo —responde con molestia y obviedad mientras piensa "o eso intento".

El italiano no capta la pesadez de la respuesta y camina hasta pararse detrás de la silla del rubio. Posa sus manos sobre los anchos hombros de Ludwig y acerca su rostro al suyo para acomodar mejilla contra mejilla.

El más alto siente cómo un incómodo calor invade su rostro y está seguro de que se está tiñendo de un ligero rojo. Feliciano, por su parte, sonríe y lee los documentos que el otro hombre estaba leyendo.

Ludwig se queda quieto, esperando a que el italiano haga algo. Pero Veneciano también aguarda a que el alemán reaccione.

—¿Necesitas algo…? —se atreve a preguntar el ojiazul por fin.

—¿Eh? No, no es nada —vuelve a iluminarse—. ¿Por qué?

Antes de que pueda darse cuenta, Alemania lo arrastra hasta la salida de su oficina y le cierra la puerta en la cara. El amante de la pasta hace un puchero.

¿Qué tiene que hacer para llamar la atención del alemán de una buena vez por todas?

Título:Cicatriz inolvidable
Prompt:Protección (aunque me fui de tema...)
Género:Romance/Drama
Extensión:357
Advertencia:Nop, pero hay una mención sobre la división de Alemania.

Hay tantas, tantas cosas que a Feliciano le gustan de Alemania, que la lista podría llegar a ser interminable. Admira desde sus rasgos importantes, como por ejemplo su responsabilidad y seriedad ante el trabajo; hasta sus detalles más simples, como cuando pasa sus dedos entre sus cabellos cada vez que piensa y algo que no logra descifrar lo frustra. También sus características físicas: sus ojos color celeste brillante, sus manos fuertes y seguras y su espalda.

Sí, probablemente la ancha y fornida espalda del alemán era una de sus características favoritas.

Porque ha sido esa misma espalda la que más de una vez lo ha cargado cuando se encontraba agotado del entrenamiento, la misma que lo protegía cada vez que las cosas en el campo de batalla se ponían feas, que había servido de apoyo para la suya. También le encanta observar el cómo las sábanas se le pegan al cuerpo cuando descansa y un par de lunares, que junto a una marca de nacimiento, hacen una carita sonriente.

No obstante, hay algo en la espalda de Alemania que no le gusta: una fina pero profunda cicatriz, que recorre al hombre desde la base de la nuca hasta donde acaba su columna. Cada vez que la ve, un escalofrío recorre al italiano. Entonces comienza a recordar todos aquellos momentos anteriores y posteriores, de los cuales ninguno es alegre ni mucho menos grato de traer a la mente.

Se acuerda de cómo al principio Ludwig se había empeñado en ocultarle la cicatriz —en toda su gentileza que siempre pasa desapercibida gracias a su rectitud y exigencia— y cuando en un descuido del rubio la había descubierto. Hasta se había puesto a llorar, imaginándose el dolor que su aliado había sufrido.

La cicatriz siempre quedará, como un cruel recordatorio del pasado; aunque silenciosa bajo la vestimenta del alemán. Por lo menos ahora se consuela pensando en que ya no le duele y en que no es un impedimento para que siga adelante.

Y Feliciano lo acompañará, claro, pero en lo posible a su lado; para evitar que un escalofrío lo recorra cuando se choque con la espalda de Ludwig.