Hola! no me maten, sé que tengo otro fic de hetalia parado pero sí lo continuare, sólo que me he entretenido en algunos dibujos y otros fic, como este. Comencé a escribir esto hace meses... así que puede que en partes cambie un poco, lo importante: la historia esta casi terminada. Tuve un interesante problema al cual nunca me había enfrentado XD porque resulta que esto iba a ser un Oneshot, pero cada vez me fui alargando más el texto y más... el resultado es esto que creo que abarcará de dos a tres capitulos.
WARNING: El fic en si es AlfredxArthur, pero tiene un alto contenido de FrancisxArthur; además Arthur de seguro les parecera muy OoC (tampoco me maten por eso)...puede que contenga algunas faltas de ortografia, perdon por eso... y estoy dispuesta a darles gusto de como quieren que termine ^^
Los capis son largos pero son entretenidos, se los juro :3
Los personajes le pertenecen a Hidekaz Himaruya; sin más, espero que lo disfruten tanto como yo.
El día pintaba para ser grandioso: buen clima, hermosa ciudad (Paris) y tenía todas sus ideas ordenas mentalmente, porque claro, un héroe no necesita escribir un discurso, la improvisación es lo suyo y si por alguna razón olvida algo, bueno, ellos se lo pierden.
En realidad Alfred ya iba tarde, pero sabía que todo saldría bien, las cosas siempre terminan bien para los héroes. Cuando llegó a la junta mundial resulto no ser el último, es más ni siquiera habían comenzado aun. Era como entrar a un gran salón de clases, algunos platicaban en grupos, otros acomodaban sus documentos y algunos otros simplemente se distraían de alguna manera.
E.U. pasó a su lugar, que naturalmente estaba entre los americanos, a su derecha el moreno mexicano y a su izquierda… había alguien, sí, sólo no recordaba quien; ahora que ese alguien despejó su duda con un suave "soy Canadá". Se dedicó fugazmente a ordenar sus gráficos, y decidió mirar a su alrededor. Vio lo de siempre, paseando su mirada por los lugares ocupados por los europeos. Alemania e Italia conversaban, algunas palabras llegaron a sus oídos, planeaban una cena para esa noche, algo con pasta y wurst de seguro. Mientras la otra Italia discutía dios sabe qué cosa con el español. Y al fin vio a quien buscaba en esos lugares, Inglaterra sentado junto a Francia. Sin embargo, había algo peculiar en Arthur, al aparecer reía alegremente con su compañero de asiento, fue un suceso tan raro; sintió que presenciaba una aurora boreal a plena luz de día en Francia.
Alfred permaneció perplejo ante aquel espectáculo único, no es que jamás viera feliz al inglés, pero verlo en cordial alegría con Francis, sólo le encontraba tres posibles razones lógicas: 1, estaba ebrio; 2, su locura por las hadas lo había llevado a inhalar ese "polvo mágico"; y 3, ese no era Arthur Kirkland, era un extraterrestre. Para hacer más grande su sorpresa Arthur se percató que lo miraba y le saludó animosamente con la mano, de la misma manera alegre de antes. No pudo menos que responder con un saludo similar, en una situación así, era mejor no sacarlo de ese estado anímico, por lo mismo decidió al instante que no molestaría al inglés en toda la reunión, al menos le parecía un interesante experimento.
Francis, siendo un buen anfitrión dio comienzo a la junta. Rápidamente se fueron tratando los problemas de mayor importancia global, diversas naciones hablaron, y casi al final Alfred F. Jones expuso sus maravillosas ideas. Como era de esperarse Alemania fue el primero en opinar al respecto, y por primera vez fue mínima la crítica. Según Ludwig sólo tenía que pulir algunos detalles. Las siguientes observaciones fueron más o menos lo mismo, hasta que todo el mundo permaneció expectante a la opinión de Inglaterra.
-realmente me parece… una buena idea, salvo por un par de cosas, pero es lo mejor que te he escuchado proponer- le dedicó una sonrisa y concluyó con un sincero -, felicidades Alfred.
Las reacciones fueron diversas, pero con una generalizada sorpresa. Mas por mucho, el verdadero impacto de lo sucedido se apreciaba en Alfred; por mucho tiempo había esperado la aprobación, por mínima que fuera, por parte del inglés.
Con EUA en estado de shock temporal, se decidió concluir la reunión. Pronto se despidieron varias de las naciones, otras se fueron juntas y así hasta que el propio Francis sacó a Jones de su ensimismamiento.
- ya despierta, chèrie-dijo el francés palmeándole la espalda- todos se han ido ya
-…ah, sí… ¿y Arthur?- fue lo más coherente que pudo articular en ese instante
-me espera en el vestíbulo, iremos a pasear por mi hermosa ciudad- claramente Francis estaba más que orgulloso de Paris- ¿gustas venir Amèrique?
Todo pasó fugazmente por la mente del héroe: irían, Arthur se pondría muy mal tras beber algunas botellas de vino y algo más, casi era un hecho que Francis intentaría propasarse con cualquiera y desde luego él terminaría rescatando al inglés de ser la presa del día para el francés. Y con todo eso en mente le respondió:-claro, me encantaría ir.
Minutos después estaban en un deportivo rojo propiedad de Francis; Arthur seguía con el humor de ensueño, al grado de haber sonreído cuando le informaron que EU les acompañaría. Fueron a comer, Alfred pensó que sería bueno dejar de comer hamburguesas por una vez, después de todo, la comida francesa no lo mataría, a diferencia de la inglesa, pero de aquella gastronomía mejor ni hablar. Los tres disfrutaron mucho la comida, incluso surgió en la sobremesa el hecho de que Arthur estaba tomando clases de cocina directamente con Francis, y el propio francés le aseguró al americano que el ojiverde ya estaba progresando.
Salieron riendo del restaurante, y se encaminaron rumbo a la torre Eiffel, lugar donde Alfred se tomaría un riesgo.
-¡oye Iggy!, ¿te tomarías una foto conmigo?-teléfono en mano el norteamericano esperó lo mejor, y su actitud positiva le recompensó.
-claro, ven acá-la simple respuesta de Arthur había hecho inmensamente feliz al ojiazul.
Francis, quien había escuchado todo, tomó la fotografía en el celular alegremente adornado con el estampado de barras y estrellas clásico de Alfred; pero además tomó una foto en el celular del inglés, por petición del mismo. Aquella imagen, similar en ambos aparatos, le hacía pensar al más joven que todo mejoraría de ahora en adelante entre él y Arthur.
Prosiguiendo con su caminata, pasaron por algunas tiendas y terminaron regresando a donde el auto aun los esperaba. El atardecer caía sobre Paris cuando Francis insistió en llevarlos a un centro nocturno, pero no cualquiera, según el francés, era el más exclusivo de toda la ciudad. Alfred sintió escalofríos, aun podía hacerse realidad esa premonición suya tan desastrosa.
En otras circunstancias el héroe se hubiera ofendido profundamente de haberse equivocado, pero era la ocasión de alegrarse por errar: no sólo se la pasó genial, bailando, tomando y hasta cantando, sino que además el inglés no se había emborrachado. Increíble pero cierto. Es más, Inglaterra y Francia habían bailado toda la noche, y porque no decirlo, Francis en ningún momento intento propasarse con Iggy.
A la mañana siguiente Alfred se despertó con una gran sonrisa, recordaba todo lo sucedido el día anterior, y le parecía un hermoso sueño. Con nuevos ánimos, el héroe se vistió y alistó rápidamente, quería charlar con Arthur antes de que tuviera que regresar a América. Por alguna razón se encontraba nervioso, y es que los grandes héroes no tienen que ponerse nerviosos por nada, o por nadie.
Ya encontrándose en el ascensor del hotel, el rubio sacó su celular, admiró la foto de su antiguo tutor y él por un momento, y marcó su número. Timbró unas cuantas veces hasta que lo mandó al buzón de voz con un elegante "en este momento no puedo atenderle, deje su mensaje después del tono", claramente la voz del inglés. Tras el mensaje Alfred colgó inmediatamente, no quería dejar ningún mensaje, aun cuando le era difícil ocultar el desaliento que significó para él que no le contestara Arthur.
El héroe tomó asiento en la recepción del lujoso hotel, y sentado ahí marcó, marcó, y siguió marcando; siempre con el mismo resultado.
- ¿a quién llamas con tanta insistencia chèrie?- fue sorprendido por Francia.
-ah… pues a Iggy-dijo con la melancolía impresa en sus palabras
- nos la pasamos de maravilla ayer, ¿no?-El americano asintió con la cabeza- no te pongas así Amèrique, Angleterre ya se fue a Londres, y debe haber apagado su celular, con eso de que tenía mucha prisa tomó un avión-
La alegría había retornado al más joven, ¡claro!, no le contestaba porque no podía, no porque no quisiera. Por otra parte también significaba que había perdido algo de tiempo de calidad con el de ojos verdes. Bueno, por lo menos tenía buenos recuerdos de aquel día.
El tiempo parecía haber volado, tanto así que ya le había caído encima otro 4 de julio. Como era costumbre de Alfred F Jones, mandó invitaciones a cada nación del planeta y organizó una fiesta colosal, la cual tendría lugar en su casa de Washington justo mañana. Teniendo todo listo, el muchacho se puso a jugar algunos videojuegos, y posteriormente se fue a dormir temprano, porque los festejos de su cumpleaños comenzaban desde muy temprano y de seguro también terminarían ya entrada la noche.
Y como se lo esperaba, algunos de sus invitados llegaron prácticamente a desayunar. Para su fortuna uno de ellos era Matty, así que el amable canadiense les preparo unos ricos hot cakes con miel de maple. Los presentes iban desde Alemania e Italia, hasta Corea, que por cierto no paraba de decir que él tenía que llegar primero como hermano mayor de todos, incluso se adjudico la creación de la miel de maple y eso puso un poco triste a Canadá.
Platicaron un rato, en el cual llegaron unas cuantas naciones más, entre ellas Austria balbuceando algo de que Gilbert era un tonto por querer esperar a llegar con sus amigos, opinión que compartía su amiga y acompañante Hungría. También llegaron los bálticos, y no se hizo esperar el cariñoso saludo del castaño hacía Alfred, con su respectiva felicitación de cumpleaños.
Pasando las tres de la tarde casi habían llegado todos sus invitados, o por lo menos todos los que esperaba. Alfred se encontraba admirando la mesa de los regalos, se acomodó Texas y se disponía a tratar de adivinar que había en las cajas y paquetes cuando tocaron a la puerta, y llamando la atención de todos los presentes la misma fue tirada abajo por el grandioso Gilbert.
-¡ahora sí puede comenzar la fiesta, porque ya llegó el magnífico yo!- y pasó de largo como si nada a donde Roderich lo regañaba por hacer semejante entrada.
Tras el albino entraron Antonio y Lovino, y Francis que se quedó parado en el portal. El yanqui soltó un ligero suspiro y se dispuso a levantar la puerta de su casa.
-joyeux anniversaire- dijo el francés apenas se acercó el cumpleañero.
-gracias Francis, pero pasa a la fiesta, no te quedes ahí- le invitó a pasar con la puerta entre las manos.
-en cuanto Angleterre acabe de acomodarse la corbata- dicho eso señalo al caballero inglés que aun se encontraba parado a un costado del taxi en el que había llegado con Lovino y el trió de amigos.
Y de nueva cuenta la puerta terminó en el piso, y todos los invitados posaron sus miradas en la entrada. Para Alfred todo empezó a andar en cámara lenta: Arthur caminó al pórtico, subió los tres escalones y lo miró sonriente; después de eso EU veía que Inglaterra movía los labios, pero no escuchaba nada hasta que… -Alfred are you ok?
-…-no podía, francamente no podía salir de su asombro, porque ni en sus mejores sueños había visto a Arthur, sobrio, contento, en su casa, y la parte más importante, en 4 de julio.
El acto reflejo de Alfred fue estrechar entre sus brazos al representante del reino unido, y conociendo la brutal fuerza del cumpleañero no se hizo esperar un ahogado "me asfixias" del británico. Mas lo único que consiguió con eso fue que aflojara su agarre, definitivamente no quería soltarlo.
Minutos después la fiesta se encontraba en pleno apogeo, la música sonaba en cada rincón de la gran casa del héroe, y todos los presentes la pasaban muy bien. Por su parte el festejado platicaba con Arthur, y de vez en cuando Francis se les unía. Después comieron, una serie de delicias cortesía del Mac Donal´s más cercano a la casa de Alfred; un poco inconforme y con algunas quejas, pero Arthur terminó por comer una hamburguesa. Y para finalizar, el festejo se trasladó al enorme patio trasero, donde más tarde se podrían aprecias las más hermosas pirotecnias del 4 de julio.
-¡miren! – y con ese grito del pequeño Peter la atención de todos se fugó al firmamento iluminado por los fuegos artificiales.
Y ahí, con el mundo entero maravillado, Alfred quiso sincerarse con Arthur- esto es… como un sueño para mi, que estés aquí, conmigo- dicho eso, el más joven se abrazó al pequeño inglés- gracias…
-no tienes porque agradecerme nada, en todo caso yo te pido una disculpa- dijo Arthur al responder tímidamente el gesto de cariño- por muchos años me perdí de tu compañía… de esto, pero ahora todo cambiará
-¡¿hablas en serio?- Alfred lo sabía, era cuestión de tiempo para que Inglaterra se acercara de nuevo- entonces… ¡quédate! Pasa unos días en Estados Unidos, te llevaré a todas partes, comeremos de todo, veremos películas, hasta… ¡hasta podemos ir a Disneyland!
Arthur rió divertido por la eufórica reacción del ojiazul- de a cuerdo, sólo tendrás que dejarme ir por mis cosas al hotel, de cualquier forma pensaba quedarme un par de días con Matty, pero no creo que le importe que Francis vaya solo en mi lugar.
Definitivamente era el mejor cumpleaños de todos los tiempos. Y de inmediato la acelerada cabeza de EU formuló un ciento de actividades que deseaba hacer con el británico. Pero más allá de eso, pensaba en… en que quizá no sólo recuperaría su antigua relación con Arthur, si no que podían llegar a algo más.
Eran altas horas de la noche cuando todos se fueron a distintos hoteles, o había quienes seguirían la fiesta por su parte, como Iván, quien arrastro consigo a los bálticos en busca de un buen vodka.
Arthur se había despedido por un momento, tenía que ir por sus cosas al hotel, así que tomó un taxi con Francis y Lovino, este último echaba chispas porque el español lo había abandonado en pleno patio por ir con Gilbert a quien sabe qué lugar; pobre Antonio, le iría mal en la mañana… muy mal.
En lo que su invitado especial regresaba, Alfred se dispuso a prepararle un cuarto. De esta manera entró en la habitación contigua a la suya, la cual secretamente había arreglado, desde que compró esa casa, para Arthur. Se notaba mucho la decoración al estilo inglés, el elegante tapis verde y las suaves cobijas azuladas, todo acompañado de los muebles más finos.
El muchacho terminó por sentarse a soñar en la cama. Primero le demostraría que todo lo grande que es siempre será por él, que le dolió mucho independizarse pero lo hacía para crecer más y más hasta ser tan grande que pudiera darle todo al de ojos verdes, sobre todo para protegerlo de todas las amenazas del mundo. Sí, y el siguiente paso sería decirle que lo amaba, que era la Lois Lane para ese Superman, y con una declaración como esa terminaría aceptando ser su novio. Y si todo salía bien para este héroe y su amor, se casarían para el siguiente cuatro de Julio.
El sonido de un motor y las luces que fugazmente iluminaron el cuarto advirtieron la llegada de un vehículo. EU se levanto y miró por la ventana, ahí estaba Kirkland, con una maleta con ruedecillas caminando hacía la casa. Alfred bajó a recibirlo, le ayudo con su maleta y de nuevo agradeció la decisión de quedarse. Como era de esperarse a Inglaterra le encantó su habitación, y aun cuando le hubiera encantado quedarse más tiempo, el más joven se retiro a dormir a su cuarto, dejándole dicho a su invitado que se sintiera como en casa.
Alfred se despertó casi al medio día, y se lamentaba por ello, de seguro Arthur ya estaba despierto. El héroe se puso lo primero que encontró y bajó las escaleras deslizándose por el barandal, para encontrarse con que el británico estaba cocinando. Alfred trago saliva pesadamente, pero sabía que muchas veces un héroe tenía que hacer severos sacrificios, así que se comería con una sonrisa lo que sea que Arthur estuviera cocinando. Y con eso en mente se internó en la cocina.
-good morning!- dijo Alfred y recibió una contestación similar acompañado de la petición de que tomara asiento en el desayunador.
-ya que siempre te quejas de mi comida…-comenzó a hablar el británico claramente con tono dolido que daba miedo mirando su sonriente cara- decidí buscar algunas recetas de típicos desayunos estadounidenses y… te prepare esto
En realidad se veía bien: un plato de huevos revueltos con jamón, un par de waffles y un vaso de jugo de naranja, además de una taza de café. Alfred miró la comida con buena cara, se veía comestible, no olía tan mal y sabiendo lo feliz que se pondría Arthur simplemente tomo el cubierto y comió un poco de los huevos con jamón.
Inglaterra permaneció expectante, mirando como masticaba el más joven. Entonces Alfred abrió los ojos como platos, al instante Arthur supo que su comida sabía mal como siempre, razón por la cual bajó la cabeza decepcionado, pero…-¡esta delicioso!- exclamo Jones mientras le sonreía al cocinero.
-me alegro-respondió Kirkland con una gran sonrisa e incluso una pequeña lagrima fugitiva, señal de lo alagado que se sentía.
Todo el día fue épico: visitaron una gran cantidad de monumentos históricos en Washington, además de que algunas personas aun continuaban con los festejos del 4 de julio y terminaron uniéndose a la celebración, por la tarde rentaron películas y pidieron pizza. Al día siguiente Alfred había logrado convencer a Inglaterra de ir de campamento aun parque nacional, cosa que pareció sentarles bien a ambos, aunque nadie jamás debe enterarse de lo que ocurrió con cierta trucha en un lago y los pantalones de Arthur.
Tras el campamento efectivamente visitaron Disneyland, EU pidió subirse a las tracciones más extremas del lugar y aseguraba que el británico terminaría lloriqueando pidiendo bajar del juego, pero la realidad fue que ambos gritaron a todo pulmón, y hay fotos que lo prueban.
La semana había casi llegado a su fin, se encontraban tomando un descanso en la casa de Washington y aun pensaba Alfred entre llevar al británico aun parque acuático o a una playa de California cuando se vio sorprendido por el timbre de su casa, fue a ver quién era. Resultó ser un repartidor de una florería con un gigantesco arreglo de rosas blancas y rojas, según se enteró eran para el inglés. Habiéndose retirado el repartidor, Jones se dispuso a ver la tarjeta y con el seño fruncido leyó: -"Unas rosas para otra rosa, te extraño mi amor…France"-
-oh wow cuantas rosas-comento Arthur que apenas había bajado de su habitación- vaya que Francis tiene detalles muy bonitos.
El americano estaba por protestar cuando el timbre volvió a sonar y no le quedo más que callar y abrir la puerta, encontrándose con un muy sonriente Francis- bonjour Alfred, bonjour mon amour- terminó su saludo dirigiéndose al inglés.
-bonjour Francis-fue la contestación de Arthur dejando boquiabierto al más joven, su sueño se estaba transformando en pesadilla a una velocidad alarmante: primero esas flores, luego apareció Francia, y lo que faltaba, Arthur Kirkland hablándole cariñosamente al recién llegado en francés.
Para cuando Alfred reaccionó de nuevo, Arthur había subido a terminar de alistarse para salir con Francis, dejándolos solos, y el de lentes tenía muchas preguntas.
-¿qué significa todo esto?-soltó Alfred dejando a Francis confundido, cuyo único movimiento fue subir una ceja- oh por favor… ¿flores? ¿Saluditos en francés?...-se podía percibir lo molesto del americano en sus ademanes y en su voz.
Francia permaneció en silencio unos segundos para luego estallar en risas- hahaha… Amèrique, acaso ¿no te has dado cuenta? Arthur y yo llevamos tiempo saliendo juntos-
Para sorpresa de Francis el más joven comenzó a reír también- no voy a permitir que seas el novio de Arthur- le informó con una sonrisa que le daría miedo a cualquiera y que el francés recordaba haber visto en la cara del muchacho durante la guerra fría dirigida a Iván.
-Amèrique, tú no decides eso- y acercándose hasta susurrarle concluyó- sé que lo amas, pero ya lo perdiste.
Francis retomó su posición elegantemente parado junto a la escalera, y en vista del silencio de Alfred le dijo unas últimas palabras antes de que Inglaterra bajara- puedes intentar lo que quieras, pero no vas a separarnos… no te metas con los adultos niño
-…acepto el reto-dijo Alfred recibiendo como respuesta una sonrisa del francés.
