Sentado, en esta incomoda silla escucho tus bobos chistes y sonrió. Me has invitado a sentarme a tu lado varias veces; las mismas que me he rehusado, te burlas de mi agonía en el intenso calor debajo de esta carpa. Mientras descansas sobre la calida hierba a la sombra de ese gran árbol en cuyas ramas suelo subir a despejar mi mente, ¿o debo empezar a hablar en pasado?, un chiste mas y una fingida sonrisa te dedico, me he vuelto muy bueno fingiendo, que vas a entender tú con ese cara de idiota que tienes ahora, tu mirada castaña está perdida en sus ojos mientras yo… muero de celos. La misma mueca idiota que Hyoga puso cuando me hablo de aquella chica, la cual no logro recordar, ¿será que algo mas atrajo mi atención?. Creo que he empezado a mentirme yo solo, ¡Alguien, me distrajo aquella vez!, y como suelo hacer contigo, fingí y sonreí. No podrías decirme que no se reconocer esa cara pues, Shiryu la tiene todo el tiempo cuando viene de visita Sunrei, la identifico a la perfección. Debo impedir que alguien pueda reconocerla en mi cuando te miro sin que siquiera lo notes; ¿sabes? me facilitas las cosas cuando estás cerca, así una vez mas puedo fingir que te miro a ti cuando mis ojos no se despegan de ella, un sádico placer me invade al verlos juntos, es la única forma en la que puedo contemplarla sin levantar sospechas, sonreír auténticamente, sin que mis sentimientos sean expuestos.

Sigues siendo un niño –me dices –cuando soy el que recién acaba de cumplir 15 años, deberías comenzarme a tratar con respeto, en algo tienes razón, Ikki puede influenciarme un poco en esto. He tenido suficiente de este insano placer, me levanto mientras sus labios se comienzan a juntar, es más de lo que quiero recordar, decidí poner fin a este sufrimiento.

Debí quedarme dormido, en la tibieza de mi cama oigo a la distancia los suaves golpes que das en la puerta seguido por tu hermoso rostro que se deja ver por el espacio entre la puerta y el dintel. Entras en mi cuarto con tu encantador andar, y sonríes desde el pie de mi cama, instintivamente me hago a un lado dejándote espacio para que te sientes en ella, te sientas apoyada en tus brazos estirados al igual que tus torneadas piernas, esa falda que traes hace ver un poco mas de lo que mi cordura puede resistir, dejo que todas la sensaciones de mi cuerpo se apoderen de mi, imaginando, deseando, anhelando.

Me miras intensamente desvío la mirada en un intento vano de poner atención a lo que me dices, y dejar de observar tu perfecto cuerpo y tus calidos labios que me invitan a hacer de ti lo que tantas veces he soñado en esta cama. Donde al fin estas. –¿Crees encontrarlo? –preguntas con verdadero interés –no lo se –miento rápidamente hilando la respuesta con el eco de algunas de tus palabras. Ikki me importa un sorbete, es solo un pretexto para borrar de mi pecho lo que siento, debes estar cansada, te recuestas en mi cama, observo con detenimiento el subir y bajar de tu pecho, ¿en que momento decidiste mostrar mas de ti?, en un vano intento de distraer a mi cuerpo de su naturaleza humana, trato de recordar cuando fue que te descubrí tan delicada y hermosa. Algo tendrá que ver esos meses que pasamos como sombras en esta gran mansión, o fue un poco después de que comenzaras decirme Shunny, como sueles llamarme cuando estamos a solas, es imposible que me pueda concentrar, buscando un loco indicio que sientes algo diferente a la amistad, fue inevitable. He dejado de atormentarme con ello, ineludible fue que llegara a conocer ese gesto apenas perceptible en tu ceja derecha cuando algo te preocupa, o que juguetees con los mechones de tu cabello, que no has dejado crecer, acomodándolos detrás de tus orejas una y otra vez cuando estas nerviosa.

Tengo que reconocer que a menudo recuerdo aquel primer sueño donde no había nada que cubriera nuestra inocencia, honestamente creí que la sensación al verte esa mañana era mezcla de remordimiento, ansiedad y una falta de vida sentimental. Tuviste que pasar muchas tardes en brazos de Seiya para que al fin lo entendiera; me había enamorado de ti, y no había nada que hacer, sus corazones han estado destinados a estar juntos desde antes que se escribieran las constelaciones en el cielo, nadie sabe cuando empezó su amor si fue al retarte mientras éramos niños o con las constantes peleas una vez que regresó de Grecia, prefiero pensar que fue después de que sintiéramos firme la convicción de protegerte comola Diosaque eres. Nos esforzamos tanto por mantenerte a salvo. Más para Seiya siempre fue algo diferente lo impulsaba a luchar en el habitaba un amor diferente; estoy perdiendo la cabeza no dices nada, sigues recostada con los ojos cerrados, tus rosados labios que hoy pintaste de carmín están tan quietos y es una tentadora invitación a despertarlos, eres lo que Hyoga define como un ángel, yo solo puedo decir que eres perfecta, debo cambiar de posición o notaras algo en mi cuando abras los ojos, hoy sería útil una almohada extra. –Creo que te estoy incomodando –dices al fin, no puedo responder sería mentir cualquier cosa que pudiera contestar.

Tomas mi mano como aquella vez, la diferencia es que ni remotamente me sentía así, tu piel es tan suave que muero por acariciarla y besar cada rincón de ella –te voy a extrañar –me dices, parece haber tristeza asomándose por tus ojos, no deberías verme así por mas tiempo, podrías evaporar todo mi valor.–Eres la mejor compañía que alguien pueda desear –dices mientras me regalas una sonrisa que no he visto antes, te pones en pie y haces algo que jamás imagine, besas mi mejilla tan incidentalmente cerca de mis labios que no puedo mas, tomo tu estrecha cintura y pongo mis labios sobre los tuyos como tantas veces he visto lo hace él contigo, quizás sea la sorpresa pero no haces nada por rechazarme lo que me permite aventurarme en la tibieza de tu boca, no creí que fuera tan fácil se ve tan complicado en las películas. Me preguntaba como hacían para respirar y es tan simple, ni siquiera debo preocuparme por ello, debo dejarte o averiguare si todo lo que hay en estas, es verdad. Te miro fijamente a los ojos los que siempre me hacen perderme en ellos y digo –Por esto me voy –sigues aquí sin saber que decir o como actuar, es como si ahora no fueras la diosa de la sabiduría –no diga nada, no hace falta. –La verdad es que no quiero oír eso que siempre he sabido, con mis ultimas fuerzas te estrecho entre mis brazos y te dejas hacer a mi voluntad, aunque me envuelva tu aroma y sienta tus redondos senos sobre mi pecho creando en mi de nuevo esas placenteras sensaciones invitándome a poner en practica lo me ha enseñado la televisión, te suelto no se si lo pensé o alcance a decirlo: vete, y saliste de mi habitación sin decir mas, hoy no tendré que esforzarme tanto para que dentro de mis sueños me hagas tener una de esas noches.