Disclaimer: Free! No me pertenece, de ser por mí ya habría solucionado toda esa tensión sexual entre los personajes.

Advertencias: Mundo Omega verse y MakoHaru en ese orden (aunque no me desagrada en absoluto que resulte del modo contrario pero en el contexto de la historia es más interesante que Haru sea el omega). Bastantes groserías, sentimientos, lemmon y mucha tensión sexual.


Nadador Omega

Dos niños y un atardecer en el patio de la casa de uno de ellos, ninguno puede recordar de cuál de los dos era, tampoco importa demasiado, sólo importa el recuerdo de aquel primer amor y la promesa eterna de una unión solemne.

"¡Me gustas, Haru! Quiero protegerte por siempre y que seamos una familia. Tú eres y siempre serás mi amado omega"

Ojos llorosos, labios apretados por el nerviosismo y un asentimiento breve como cierre de aquel acuerdo en que aquellos infantes decidían unir para siempre sus vidas. Algo de niños pero inmensamente trascendental para el futuro. Uno que no esperaban llegar.

Uno que los separaba.

I.

Las brazadas eran rápidas y perfectas, no importaba perder la respiración por unos cuantos segundos ya que nada podría igualar la sensación que el nadador japonés experimentaba cuando estaba en su elemento: Libertad pura.

-¡Sí, te vencí por sexta vez consecutiva, Haru!- chillaba henchido de júbilo su compañero desde el otro carril con una sonrisa victoriosa, aun así el aludido compartió su felicidad demasiado pleno como para enfurecerse por perder contra su amigo de la infancia.

-Te di ventaja- murmuró dando imperceptibles patadas bajo el agua para mantenerse a flote.

El joven patidifuso negó con la cabeza y salió de la piscina dispuesto a sacarlo a él también del espacio que podía calmar cualquier conflicto interno. Haru observó la amplia piscina de cincuenta metros a lo largo que segundos atrás albergó toda su tensión y frustración de la semana. Por él seguiría nadando si no fuera porque en unos minutos el resto de los competidores entrarían por el otro lado y comenzaría nuevamente aquella agobiante tensión que tanto le frustraba.

-Lo lamento, Haru. Sousuke no pudo cambiar su turno- Haruka frunció el entrecejo al vislumbrar ya a los primeros competidores deslizándose hasta donde ambos se encontraban.

-No necesito de una niñera, Rin- murmuró dirigiéndose hasta los camarines, seguido de su amigo.

Los nadadores al verlos abandonar el lugar lanzaban pullas y burlas obscenas relacionadas con la condición de ambos competidores. ¿Y qué si eran omegas? Resultaban ser igual o mejores que ellos, era obvio que era el ego alfa quien les hacía actuar y hasta cierto punto era comprensible; la naturaleza del alfa trataba de la competencia y ser el mejor. Así se atraía y protegía al omega común. Qué difícil resultaba explicarles que los omegas también resultaban ser buenos en disciplinas que no fueran el cuidado del hogar y sus familias. Para Haru aquello era una causa perdida.

-Son asquerosos- gruñía Rin cerrando con cerrojo los camarines destinados al nuevo grupo de competidores omegas. No resultaban ser más que un puñado pero los suficientes como para enfurecer al jurado más conservador, de tan sólo pensar que ambos omegas de tan sólo veintitrés años recién cumplidos participarían en la clasificatoria en Australia ya resultaba ser algo impensable y que uno de ellos no poseyera un Alfa ya sonaba a milagro inimaginable – ¡Tengo un alfa por el amor de dios! Si Sousuke les hubiese visto dudo que pudieran competir por lo malheridos que saldrían-

Haru se desnudó dejando que el agua caliente hiciera lo suyo con la molesta intimidación de la que eran víctimas día a día. Rin se unió en la ducha contigua despotricando sobre la ira de su pareja los quince minutos restantes que duró el baño. Pese a todo Haru sabía la amplia diferencia entre él y su amigo.

Sousuke era un alfa infinitamente comprensivo y sobreprotector que hacía de todo por mantener a su omega feliz y si lo que Rin quería era nadar y ganar competencias por supuesto que lo tendría. Cuando Rin tenía una clasificatoria al otro lado del mundo él abandonaba todo sin chistar y le acompañaba la mayor parte del tiempo de su arduo entrenamiento protegiéndole de cualquier intimidación a la que se viera expuesto por los demás competidores y de paso a Haru quien siempre parecía ser el detonador de todas las feromonas Alfas. Sousuke era un buen hombre y por qué no decirlo él único que parecía razonar dentro de su especie.

-Oh, es cierto- murmuró Rin atándose el cabello en una coleta despeinada –Revisé mi correo por la mañana, han enviado un mail pidiendo que confirmemos nuestros datos de ingreso antes de que la semana de navidad y año nuevo nos pille encima. ¿Qué harás tú? Sousuke y yo tenemos planeado viajar a su ciudad natal, ha pasado bastante desde que no veo a mis suegros…-

Haru se lo pensó, no tenía planes ni ganas para celebrar aquellos festivos.

-¿Qué hay de tu familia?- Rin sonrió.

-Les visitaremos en año nuevo, Gou no me perdonaría el no verla estando tan cerca-Haru cerró su bolso dispuesto a salir cuando su acompañante lo detuvo -No te creas que puedes escaparte tan fácil Nanase, ya noté como evadiste la pregunta-

Haru sintió como un sudor frío le recorría la espalda.

No, de nuevo lo mismo.

II.

Para cuando Rin le dejó libre y con una gran reprimenda de porqué era necesaria la interacción social para el humano normal y más para uno soltero y omega como lo era él, pasarían de las tres de la tarde.

Con el estómago vacío y una creciente ansiedad por regresar a las piscinas del lado oriente del complejo deportivo se decidió por terminar de una vez por todas con el papeleo burocrático del evento. Más tarde se llenaría a rebosar de un pez con sabor casi idéntico a su extrañada caballa o macarela como la conocían en Australia.

-Asunto- exigió la recepcionista apenas estuvo dentro, en un inglés británico muy marcado.

-Confirmación de inscripción en clasificatorias de natación- la joven tecleó varios minutos, los suficientes como para que Haru concluyera en que por su falta de olor o insinuaciones era una Beta.

-Nombre-

-Haruka Nanase- ella continuó con su interminable teclear hasta regresarle la mirada.

-Oh, ya veo- murmuró marcando desde un teléfono fijo a su derecha –Nanase Haruka, sí, sí- decía al auricular –Se lo diré, muy amable, Adiós- la mujer le miró fijamente para luego regresar la vista a la pantalla y teclear unos minutos más. La impresora a su espalda comenzó a funcionar y de ella se dejó ver una página con sus datos y fotografía –Tome a la derecha y siga hasta el final del pasillo, la jefa de la comisión lo espera. Golpee dos veces antes de entrar-

Haru asintió recibiendo el papel con cierta incertidumbre. Siempre que requerían confirmación bastaba con dar su nombre y ya. Frente a la puerta y evitando cualquier mal pensamiento se recordó que cada año variaba el sistema.

-Haruka, siéntate por favor- exigió la alfa de no más de cuarenta años. Recordaba haberla visto durante la ceremonia de apertura siendo su primera impresión la de una persona radiante y profesional. Parecía no distar de su segunda impresión. -¿Sabes por qué te he enviado a llamar?-

-¿Hay algún error en el formulario?- incursionó.

-Así es- contestó mortalmente seria –La forma de ingreso es correcta pero cuenta con un fallo trascendental y que de no corregir nos veremos obligados a impedir tu participación-

Los nervios del nadador se dispararon aun cuando apenas y se manifestara en su rostro.

-¿Cuál es?- la puerta se abrió súbitamente dejándose ver a un omega ya mayor con varios informes en sus manos. La mujer se levantó de su asiento y seleccionó de entre todos uno enfundado en una carpeta roja. Lo despidió con un agradecimiento y el hombre desapareció tras la puerta como si la interrupción nunca hubiese sucedido.

-Velo por ti mismo- dijo pasándole el archivo. Haru lo tomó con manos sudorosas ojeando en busca de cualquier anomalía desde su nombre, edad, padres, estudios, cualquier cosa que hubiese pasado por alto.

-No puede ser…- susurró boquiabierto de la impresión por donde el tercer renglón de la cuarta columna estaba marcado con rojo en un círculo evidenciando la falla. Y vaya falla. Aquello parecía una broma, demasiado sorpresivo como para ser real.

-Comprendo su asombro- murmuró la mujer tras una larga pausa de la que Haru era incapaz de salir –Las formas son viejas pero no por ello menos válidas- el nadador asintió releyendo la página completamente incrédulo de que algo como eso le sucediera a él –La condición de omega siempre ha puesto trabas en el mundo de la natación y no sabe cuánto me frustra que esta vez no sea diferente. Su caso no es aislado pero si muy común dentro de nuestra sociedad.

-¿Lo es…?-ella asintió liberando feromonas Alfa con la finalidad de relajarlo, no había notado su aroma a omega en distréss hasta que sus músculos se destensaron en la silla.

-Conociendo su desempeño y prometedora carrera espero de todo corazón que sea capaz de solucionarlo- Haru frunció el ceño sintiéndose morir.

-¿Cómo podría? Digo… en unos días se cierran las inscripciones- susurró más para sí mismo que para ella.

-Haremos una excepción con usted, extenderemos el plazo de entrega de documentos. Si logra poner todo en orden antes de año nuevo mantendremos su participación en las clasificatorias. De no ser así no hay nada más que podamos hacer por usted-

III.

Aovillado en su nido de sobreprotección omega, esos que Haru despreciaba sobre todas las cosas. Así es como lo encontraron Rin y su marido al visitarle casi por un sexto sentido del primero que por costumbre.

Rin buscó explicaciones y llegar al omega pero este simplemente parecía estar en medio de un estado de trance, fue Sousuke el primero en comprender que aquello trataba de una clase de shock y que cualquier insistencia de los recién llegados sería igual a hablarle a la pared.

Haru miraba al vacío más allá de las ventanas cubiertas por cortinas oscuras, a través de miles de kilómetros en un espacio-tiempo diferente al real. Sabía que huir del pasado era estúpido y que en algún momento le pasaría factura pero nunca tan pronto y menos cuando su futuro dependía de aquella decisión.

Tardó una media hora más en reconocer la silueta de Rin enviando olas de temor que ni su pareja era capaz de frenar. Miró de derecha a izquierda intentando reconocer el entorno que le rodeaba; las mismas paredes de su apartamento, mismos muebles, una manta que no recordaba haber recibido ni comprado.

Como si quemara luchó con la tela hasta alejarla de su piel, nunca se había sentido tan vulnerable como en aquel minuto.

-Rin… fuera- gruñó tambaleándose camino al comedor por donde un sobre rojo amenazaba con hacerle hiperventilar.

-¿Ehh? ¡Haru! ¿Qué carajo sucede contigo?- chillaba aferrándole por el brazo dejando ver las primeras lágrimas de frustración. Sousuke fue más listo reconociendo aquello que parecía alterar al omega soltero, mientras Rin luchaba por inmovilizarlo él simplemente tomó el objeto investigando página tras página la negatividad de la atmosfera a su alrededor.

-Oh…- murmuró llamando la atención de ambos omegas –Rin…- Haru horrorizado regresó al sofá hundiéndose con la manta olvidando cualquier resentimiento que guardara por ella, vio a su amigo pasar los dedos por las páginas analizando su contenido.

-…Firma consentimiento de Alfa- leyó -¿Qué es esto?... Makoto Tachibana, veintitrés años, Alfa, nacionalidad… Sin su autorización el omega Haruka Nanase queda imposibilitado de ejercer su derecho a participar en el contexto de las Clasificatorias de natación de Enero. Australia 2016 para la comisión internacional en pos de la competición olímpica…bla bla bla. Ok, eso lo sé. Son las formas que Sousuke suele llenar para que yo participe pero ¿por qué te relacionan con Makoto? No comprendo-

-¿Qué es lo que no comprendes Rin?- masculló Haru desde el sofá sin levantar la vista –Le pertenezco. No podré nadar sin su autorización incluso si la tengo siempre dependeré de él para hacerlo-

-Pero jamás se unieron. Vamos, no le ves desde hace diez años o más- decía subiendo el tono de voz, su pareja posó una mano sobre su hombro comprensivamente calmando los ánimos de ya por si elevados -¿Cómo es esto posible?-

-Siempre ha estado ahí, sólo que jamás me lo exigieron debido a que trataba de competencias nacionales. Tampoco hice nada por averiguar en qué medida ambos estábamos unidos.

-¿Cuáles son tus alternativas?- preguntó Sousuke, el único sereno en la habitación -Imagino que la comisión te cederá más plazo, eres de sus mejores nadadores y hay mucha expectativa por parte de un gran número de personas de que asistas- Haruka bajó la mirada aún más de ser posible, boqueando en busca de palabras incapaces de salir.

-Plazo. Me lo han dado hasta año nuevo. Ella ha dicho que tengo dos opciones pero ambas requieren buscarlo y yo. Yo ni siquiera sé dónde vive. Él debe odiarme soy incapaz de pedirle que me ayude-

-Haru- susurró Rin sentándose en el piso a centímetros de distancia del sofá, desde aquella posición podía ver los ojos profundamente azules de su amigo centellear en desasosiego –Makoto no es una mala persona. Si él lo comprendió cuando éramos unos mocosos seguramente te ayudará ahora- por supuesto Haru no estaba tan convencido -¿Y bien cuáles son tus dos alternativas?-

-Que Makoto esté dispuesto a firmar en cada oportunidad que necesite su autorización-

-¿Y la otra?-

-Él tendría que renunciar a sus derechos como mi Alfa-

Sousuke y Rin compartieron una misma mirada. Nadie en su sano juicio siendo un alfa en todas sus facultades renunciaría a su omega. Simplemente atentaría contra la naturaleza.

-Eso suena interesante- logró gesticular Sousuke a sabiendas de la imposible imposición que exigía la comisión aquel año.

Tras una despedida breve y como si aquello fuera lo necesario para darse valor buscó su mochila de viajes y un bolso deportivo para meter las pocas prendas con que contaba, sería la primera vez que viajaría sin la compañía de sus dos únicos amigos. Como si ya de por si no fuera lo bastante malo.

Buscó su pasaporte y cualquier documento necesario teniendo que controlarse al meter dentro de su mochila el sobre rojo que podría destruir toda su carrera de no ser entregado. Con un poco más de calma guardó el resto.

Dejó sus pocas plantas a cargo de la única vecina que conocía y se dispuso en camino al aeropuerto, sólo hasta allí y sentado durante seis horas a la espera del embarque se permitió pensar en Makoto, aquel fantasma de navidades pasadas que iba en busca suya.

Aun podía recordarlo; amable, inteligente, leal tan comprensivo que le dejó marchar pese a insistir en que él era su omega destinado. Lo vio llorar tanto como Haruka mismo lo hizo y lo sintió contra sus labios, un único beso compartido que fue lo suficiente como para no desear los labios de ningún otro alfa por el resto de su vida.

Recordando su anterior pensamiento debía negarlo, Makoto no era un fantasma, era algo tangible y real en su día a día, en sus acciones y toma de decisiones, en sus anhelos y frustraciones. Makoto era un huracán que podía arrasar con todo a su paso con sólo una palabra ¿Y qué sabía de él ahora mismo?

Nada.

Tal vez fue por eso que guió su mano hasta su teléfono móvil y marcó su nombre en la búsqueda de Facebook. Existían muchos Makoto Tachibana en el mundo pero lo distinguió de entre todas las fotos de perfiles en diferentes poses, muy adulto esbozando una amplia sonrisa. Aquello sería aún más difícil de lo que pensaba si ya perdía el aire con sólo una fotografía.

Observó la pantalla de vuelos por enésima vez sin cambiar en absoluto la llegada del suyo por lo que se obligó a proseguir.

Estudiaba en la Universidad de Tokio, aparecía sin una relación y con dos hermanos pequeños que Haru no recordaba haber conocido nunca. Aquel hombre que alguna vez denominó como su alfa también había forjado su camino hasta convertirse en alguien completamente distinto al niño que recordaba y no sabía cómo enfrentar ese hecho. ¿Qué le diría? Makoto seguramente no me recuerdas pero soy el omega con el que querías pasar el resto de tu vida, pero preferí el mundo de la natación competitiva antes que a ti, mi alfa. Oh, además necesitaré que firmes por lo que me resta de carrera (Lo que vendrían siendo unos diez u once años más) un consentimiento para que pueda nadar ya que al parecer aquellos papeles que nuestros padres nos dijeron que nos unirían para siempre, realmente nos unen. Para siempre. Sí, perfecto tal como crees, prácticamente seguirías a cargo de mi pero sin yo ofrecerte nada más que una carga y la imposición de impedir tu unión con otro omega que pueda hacerte feliz.

Genial, era un plan brillante, pensaba con sarcasmo cargando todo su peso contra la silla sintiéndose de plomo.

Dirigió nuevamente su vista a la fotografía donde aquella sonrisa parecía sacada de dentífricos. Sabía que los alfas siempre emitían un aura de poder incluso llegando a una calculada frialdad pero era incapaz de reconocer algo de eso en Makoto, de tan sólo admirar sus fotografías podía saber que aquella calidez y amabilidad con que le conoció seguía allí. Y eso sique era peor.

Era mil veces mejor odiarlo por ser un alfa déspota que le impediría cumplir sus sueños que admirarlo por dejarlo ir y seguir sintiéndose morir con sólo verlo.

Aquel sería el viaje más corto que sentiría viajando miles de kilómetros.

IV.

Apenas puso un pie en Japón supo que debió dejar la cobardía atrás y hablarle por mensajes. Al menos para saber su dirección o agendar una cita pero las manos le sudaban tanto que creyó que el teléfono se le resbalaría cual jabón.

La oleada de omega en estrés que emanaba no lograba desaparecer ni con todos los supresores que ingirió antes de tomar el vuelo inclusive el conductor del taxi que lo llevó hasta la Universidad de Tokio pudo reconocer su turbación ¡Y era un beta! Aquello iba muy mal.

Con bolso en mano y su mochila bien ajustada en la espalda se decidió por tantear el terreno. Sabía que la posibilidad de encontrarse a Makoto por allí eran tan bajas como una cena de lujo en Mcdonald's lo que no cambiaba su nerviosismo ni aroma a desesperación.

Recorrió de extremo a extremo las hectáreas de universidad sintiéndose pequeño e igual de intimidado que cuando estaba en Australia cerca de los otros competidores. Al menos los japoneses no eran del tipo de lanzar pullas o engalanarse frente suyo preguntando si estaba disponible. A lo largo de su vida Haru había recibido una cantidad abrumadora de todo tipo de propuestas en casi todos los idiomas posibles y a medida que crecía dudaba que ello cambiara mucho.

Se preguntaba si era culpa de su aroma aunque jamás olió demasiado y sus celos solían ser erráticos y de breve duración. Todo lo contrario a Rin que con su aroma reducía a Sousuke en un penoso títere (no exentos el resto de alfas cercanos a él). Por su parte nadie nunca enloqueció con sólo olerlo y eso estaba bien para él.

Cuando se dio cuenta ya estaba frente al área dedicada a la Ciencia de la natación y todas sus ramas, enfrentándose como un edificio imponente que calculaba debía tener una cantidad inferior de piscinas a Australia pero igual de agradables y refrescantes que allá. Extrañaba el agua y su libertad, nada que ver con el ridículo nido omega que generó producto al estrés.

Lo más sano era acabar con ello de una vez y regresar a su mundo, aquel del que no formaba parte Makoto ni esa estúpida manta omega.

Comenzó leyendo el plano dispuesto por el muro de informaciones. Makoto estudiaba para ser entrenador y según lo que calculaba ya iría por la recta final en el último semestre. Según eso debía estudiar por el área central de entrenamiento a unas cuadras de allí.

Por el momento estaba a salvo, se dijo lanzando un largo suspiro. Sólo tenía que dirigirse a su facultad y preguntar por su información. Tendría que explicar más o menos su situación si quería descubrir la dirección de Makoto. Sería algo como un ensayo para la confesión real y para cuando lograra reencontrárselo ya estaría listo y no un manojo de nervios como en aquel instante.

Su teléfono móvil sonó y fue suficiente como para hacerlo saltar del susto.

-Dime que es sexy- decía Rin desde la otra línea.

-¿Perdón?-

-¿Qué? ¿Aún no te lo encuentras?- decía con un tono parecido al reproche.

-Estoy en su universidad-

-Oh, lo verás allí. Haru déjame decirte que tenía mis dudas sobre si le hablarías para encontrarse pero veo que has podido resolverlo solo- Haruka no tenía intenciones de contradecirlo aunque se equivocara medio a medio. -Porque le hablaste ¿cierto?- Eso era lo malo de que Rin lo conociera tan bien -¡Haru!

Y estuvo a punto de explicarse si no fuera por aquella voz.

-¿Haru?- La respiración se le cortó y su cuerpo de goma se transformó en una piedra inamovible. El teléfono seguía sonando estrepitosamente por los chillidos desde la otra línea pero ya no podía razonar lo que fuera que Rin decía-¿Eres tú, Haru?

Volteándose en cámara lenta pudo verlo, los mismos ojos, los mismos labios, el mismo olor. Un estrepitoso jadeo lo desarmó por completo.

-Makoto…-