Aviso de Lemon! Empezamos fuerte el fic, pero más adelante se relaja para entender bien la trama.

Cap. 1: El encuentro

Se despertó aquella mañana de principios de verano con los débiles rayos de sol sacudiéndole en la cara y sonrío, aún entre el sueño y la vigilia, al poder disfrutar de otro día más de vida.

La chica se desperezó en su cama, arrebatándose de la sábana que se había enroscado en una de sus piernas. En verano solía dormir desnuda, así que se colocó una fina bata antes de asomarse por la ventana abierta por la que entraban esos rayos de sol así como una agradable brisa. Observó con detenimiento la calle, ver a la gente pasar, comprar el pan recién hecho por la mañana, los primeros coches en dirección a sus trabajos o los primeros viajes del verano. Ahí fuera había todo un mundo de posibilidades, y ella iba a disfrutarlo.

Se desperezó una vez más, se recolocó la bata y salió hacia el salón/cocina, donde ya se encontraban desayunando sus compañeras de piso: Lavender y Luna. Desde los grandes ventanales del salón, se podía observar todo el paisaje de Londres. Ante aquellas vistas, Hermione sonrió una vez más y se dirigió con paso ligero hacia sus amigas, dándole un beso en la mejilla a cada una, y robándoles descaradamente una de las tostadas de mermelada del plato.

-¡Oye, qué morro!-se quejó Lavender mientras Hermione se sentaba en uno de los taburetes de la barra de la cocina, junto a Luna, que se tomaba su café con tranquilidad mientras leía el periódico, y permanecía ajena a las peleas de sus compañeras, como de costumbre.

-Oh, vamos, no te quejes. Tenéis que cuidar de una pobre convaleciente como yo-dijo mientras le sacaba la lengua.

Lavender resopló y volteó los ojos.

-Me alegro que te tomes todo esto asunto así…

Hacía un año a Hermione le habían diagnosticado una enfermedad crónica en su corazón, por lo que necesitaba un trasplante para poder sobrevivir. Los primeros meses fueron duros, y pasó mucho miedo, pero por suerte sólo unos 3 meses atrás consiguió un trasplante. La verdad es que tuvo mucha suerte, ya que en estos casos siempre había grandes listas de espera.

-Y bueno, viendo que estás de tan buen humor… No sé si te acuerdas que te hablé el chico que me gusta de mi oficina, Seamus.

-Ajá-asintió Hermione mientras seguía comiendo su tostada y daba vueltas sobre sí misma con las ruedas del taburete.

-Bien, pues… esta noche teníamos una cita, pero a última hora me ha avisado de que esta noche saldrá con uno de sus mejores amigos, que lleva unos meses deprimido por un problema familiar o algo así, tampoco me ha querido dar muchos detalles… el caso es que esta es la primera noche en mucho tiempo que a su amigo le apetece salir, y no le parecía bien dejarlo tirado-Lavender suspiró, sonriendo-Es tan encantador…

-Ve al grano, Lav-le instó Hermione.

-Sí, sí… el caso es que Seamus me ha propuesto que vaya a tomar unas copas con ellos esta noche, pero no me parece buena idea interrumpir su noche de amigos, aunque por otro lado me apetece un montón ver a Seamus, así que me preguntaba si tú… Además, Seamus pensó que sería buena idea presentarle a alguien a su amigo también.

Hermione la miró, risueña y con los brazos cruzados, mientras su amiga se explicaba con nerviosismo. Guardó unos minutos de silencio, para darle más tensión al asunto. Después se encogió de hombros.

-Bueno, ¿por qué no? No tenía plan para hoy…

A su lado, Luna se atragantó con el café. Meses atrás, años atrás, quizás Hermione se habría negado a algo así, pero ahora quería disfrutar de cada momento y oportunidad que se le presentaba.

-¿Quieres venir tú también, Luna?-bromeó Hermione, riendo.

-¡Oh, ni lo sueñes! No necesito citas de este tipo, ya tengo a Neville… al cual por cierto tengo que llamar para quedarme esta noche en su casa, ya que vosotras vais de cacería. Por cierto, Hermione, muy buen plan: alcohol para tu nuevo corazón.

Hermione se rió y le sacó la lengua.

-¡Bah!-exclamó.

Ella y Lavender rompieron a carcajadas mientras Luna se dirigía al teléfono, para llamar a su novio.

...

Horas después, al final del día, Lavender y Hermione se preparaban para salir. Con aquel calor e incomodidad, Hermione se había decidido por llevar poco maquillaje, el pelo húmedo recién salido de la ducha y un vestido corto y sencillo, de color negro, con unas sandalias planas. A su lado, en el ascensor, Lavender la miraba de arriba abajo.

-Qué guapas estás.

-Gracias.

Juntas se dirigieron hacia la puerta de salida del hall del edificio, donde ya les esperaba un taxi. Se verían con los chicos directamente en el local de copas.

Una vez llegaron y tras pagar al taxista, se dirigieron a la puerta del local, donde ya les esperaban los chicos, uno moreno y otro pelirrojo.

-¿Cuál es para mí?-le preguntó Hermione entre susurros.

-El pelirrojo.

-Ajá. No está nada mal… ¡menuda espalda! Y es alto… ahora sólo falta que me caiga bien.

-Seguro que sí, si es amigo de Seamus…-y volvió a suspirar como una enamorada.

Hermione volteó los ojos y se relamió los labios, para tenerlos bien húmedos a la hora de presentarse.

-¡Hola chicos! ¿Qué tal, lleváis mucho esperando?-comenzó la conversación Lavender.

-Qué va, acabamos de llegar.-agregó Seamus.

Lavender asintió, mirándole con una sonrisa.

-¡Bueno! Esta es mi amiga Hermione, compartimos piso. Este es Seamus, un amigo del trabajo, y Ronald.

-Prefiero Ron, gracias-agregó secamente el chico, que había permanecido algo apartado hasta el momento.

Hermione clavó su mirada en él, y se dio cuenta de sus preciosos ojos azules, así como sus graciosas y poco marcadas pecas, que hacía contraste con su piel tostada del verano. El chico aún permanecía serio, pero le devolvió la mirada y hubo un momento intenso entre ellos mientras se presentaban.

-Encantada, Ron-dijo Hermione risueña, enfatizando el nombre del chico.

Él sonrió levemente, de medio lado.

-Igualmente.

Acto seguido Seamus les abrió la puerta del local y le hizo pasar.

Se colocaron en una esquina de la barra, para estar más tranquilos. Pronto el camarero se acercó a ellos.

-¿Qué van a querer?

-4 Martini, gracias-ordenó Seamus, mientras Lavender lo seguía observando con una sonrisa.

El camarero fue rápido, por lo que pronto llegaron las bebidas, así como la conversación.

-Y bueno, ¿a qué te dedicas?-comenzó Hermione, girando su taburete hacia Ron y cruzándose de piernas, dejando sus muslos a la vista con el corto vestido. A sus espaldas, Lavender y Seamus hablaban íntimamente.

Ron miró ligeramente las piernas de la chica y después se fijo en su cara.

-Trabajo en una pequeña tienda familiar, de música y libros. La llevo con dos de mis hermanos.-acto seguido bebió de su copa.

-Qué interesante-comentó Hermione mientras lo observaba-A mí me gusta bastante la música y la literatura, ¿en qué se centra la tienda?

-En realidad nació como una tienda de discos de rock, pero con el tiempo añadimos un apartado de libros de segunda mano, así que puedes encontrar de todo.-volvió a beber de su copa. Hermione le imitó.

-¿Y tú?-inquirió Ron, siguiendo el ritmo de la conversación.

-Soy trabajadora social en una casa de acogida, junto con otra amiga, Luna.

-¡Vaya!-exclamó el pelirrojo, realmente sorprendido y dejando la copa en la barra-¿En serio? Yo a veces trabajo como voluntario con algunas asociaciones de intervención social, ya sabes comedores públicos, orfanatos… Es realmente gratificante poder ayudar a los demás.

-Sí, la verdad que a mí me encanta, aunque a veces es duro-esta vez fue ella la que bebió. Le parecía muy interesante esa coincidencia con el chico, pero no quería hablar de algo tan serio aquella noche.

-Claro, te entiendo-el también bebió de la copa.

Acto seguido, siguieron hablando de otros temas más amenos, como conciertos a los que habían ido, libros que había leído, películas que habían visto, viajes que habían hecho o querían hacer… acompañado, eso sí, de varias copas y muchas miradas. A su lado, Lavender y Seamus no paraban de reír.

Al final de la noche los 4 acabaron bastante ebrios, aunque no demasiado. Juntos pidieron un taxi y se encaminaron hacia el piso de las chicas.

-¿Seguro que no molestaremos a Luna?-preguntó Seamus mientras entraba dando traspiés en el piso.

-Que va, no está en casa. Está con su novio Neville-le contestó Lavender, mientras les indicaba que se sentasen en el sofá mientras ella encendía el reproductor de música con un débil volumen, encendía velas para tener una luz tenue y sacaba una botella de vino.

Hermione se había descalzado y había colocado sus piernas sobre las de Ron, sentado a su lado.

-¿Más alcohol? ¡Estáis locos! Yo paso.

Acto seguido se reclinó hacia atrás y arqueó la espalda de manera muy sensual. Ron la observaba con deseo y empezó a acariciar sus piernas.

-Creo que yo también.

Lavender se encogió de hombros mientras se dejaba caer junto a Seamus en el otro sofá y servía vino para los dos.

Comenzaron a charlas los 4 juntos, pero Ron y Hermione se hacían caricias disimuladas delante de sus amigos, que tampoco les prestaban mucha atención. Ron acariciaba las piernas de la chica, mientras que ella, en un ataque de travesura, movió uno de sus pies hacia el miembro de Ron, masajeándolo levemente.

El chico la miró, mordiéndose los labios, y acabó por abalanzarse sobre ella para darle un beso cargado de deseo, que había aguantado toda la noche. Hermione le mordió el labio como respuesta, mientras Lavender se reía de la situación. Al final se levantaron del sofá y Hermione lo guió hasta su habitación, agarrándole por el cuello de la camisa, e ignorando la presencia de Lavender y Seamus, que en cuanto desaparecieron del salón también se centraron en lo suyo.

Una vez dentro de la habitación, Hermione empujó a Ron contra la puerta y se pegó totalmente a él mientras le besaba apasionadamente y luchaban sus lenguas. Al mismo tiempo comenzaba a desabrocharle la camisa. Una vez se deshizo de esa prenda, Ron comenzó a morderle el cuello a Hermione, que jadeaba encantada mientras acariciaba el pecho del chico. Finalmente, Ron le quitó el vestido a la chica, y ella comenzó a besarle la clavícula y a desabrocharle el pantalón, masajeando de paso su miembro cada vez más erecto. Ron se dejaba hacer, aún apoyado en la puerta y quitándole el sujetador a ella. Al cabo de unos segundos la pasión llegó a más, y esa vez fue Ron quién la empujó a la cama, a la vez que se quitaba de una vez los pantalones. Se tumbaron juntos mientras se besaban con fuerza y Ron jugaba con los pechos de Hermione, que estaba muy complacida. Finalmente, Hermione le arrancó los bóxers al chico y lo empujó contra la cama, posicionándose ella encima, aún con sus braguitas puestas. Observó como el chico intentaba quitárselas desesperadamente, pero a ella le gustaba más el juego. Agarró las muñecas del chico con fuerza, posicionándolas sobre la cabeza del chico, mientras ella proseguía con su tortura. Lo besó primero en la comisura de los labios, después continuó lamiendo su cuello y su clavícula, mientras el chico gemía. Llegó al pecho, donde se entretuvo con sus pezones, y después siguió bajando hasta su ombligo. El chico temblaba de placer, y la piel se le ponía de gallina. Hermione comenzó a besar su vientre, ignorando siempre el miembro erecto de por medio. Ella, que también estaba húmeda, sólto finalmente al chico, y llevó una de sus manos hacia su pecho y otra hacia su trasero, indicándole que podía quitarle la única prenda que quedaba. El chico aprovechó enseguida su libertad y tumbó a la chica en la cama mientras la terminaba de desvestir. La chica se abrió de piernas y él se acomodó sobre ella, restregándose aún sin penetrar, a la vez que la besaba y jugaba con sus pechos. Aquella fricción carnal estaba humedeciendo a Hermione a límites insospechados, que casi llegaba al orgasmo sin necesidad de la penetración. Aquel chico de verdad entendía el cuerpo femenino.

Finalmente, soltó el pelo del chico, y la alargó hacia la mesita de noche, buscando un preservativo. Una vez lo encontró se lo tendió al chico, que no tardó mucho en ponérselo y comenzar con las embestidas. Hermione abrazó la cintura del chico con sus piernas mientras continuaba la penetración, llegando al clímax de la noche.

...

A la mañana siguiente, Hermione se despertó de nuevo con la llegada del sol. Esta vez no era una sábana lo que tapaba a su cuerpo desnudo y sudado, si no que lo era otra pierna desnuda. La pierna de un hombre.

Hermione se reclinó un poco sobre la cama y observó a su compañero, desnudo. Aprovechó que el chico dormía aún para observar con detalle cada espacio de su cuerpo. Realmente era guapo y con un buen cuerpo. Y lo más importante: sabía cómo usarlo.

Se acercó lentamente a él y le plantó un gran beso con lengua, que lo hizo despertar con un gruñido de placer.

-Qué buen despertar…

Hermione sonrió divertida.

-Tendrás que llevarte algún buen recuerdo de mí.

Acto seguido, se levantó de un brinco de la cama y se dirigió hacia la ducha de su baño particular.

Una vez terminó la ducha y salió hacia la habitación vestida con una toalla, se encontró al chico recogiendo su ropa y vistiéndose.

-¿No quieres ducharte antes de irte? ¿O un café?

-No gracias, prefiero llegar pronto a casa y ducharme allí. Tengo cosas que hacer.

Hermione asintió y lo acompañó hacia la salida.

-Bueno…-dijeron los dos al mismo tiempo, mientras se despedían en la puerta. Se miraron y rieron.

-Gracias por la velada, ha sido muy agradable-le dijo Hermione.

-Lo mismo digo-contestó Ron-En fin, tengo que irme, ya nos veremos por ahí.

-Sí, claro. ¡Qué vaya todo bien!

Se hicieron un gesto con la mano y se guiñaron un ojo. Segundos después Ron desaparecía por el pasillo.

Ambos dijeron esas frases cordiales, pero en realidad eran conscientes de que no habían intercambiado sus teléfonos y que no buscaban nada más allá de una noche.