Sólo un par de comentarios antes de que empieces a leer:

-El mérito de esta historia no es mio, esto es una traducción de un fic que encontré por casualidad, aunque no recuerdo mu bien donde. Si su autor lo reconoce mientras lo lee que me lo diga y le daré el crédito que se merece.

-Espero que disfruteis la lectura en un intento por suavizar la espera del sexto libro.

CAPÍTULO UNO: CARTAS Y MAGIA

-¡Potter!

Harry puso los ojos en blanco ante el irritante grito y permaneció tumbado en su cama, mirando al techo. Se estaba condenando si no contestaba a su tío enseguida.

-¡POTTER! – Gritó tío Vernon de nuevo desde la cocina.

Harry se incorporó, rascándose un lado de la cabeza. Pensándolo dos veces, podía. Pero, si no contestaba, tío Vernon probablemente despertaría a todo el vecindario.

Los domingos por la mañana en Privet Drive siempre seguían el mismo patrón. En ese día de la semana, los Dursleys se levantaban tarde y tomaban un lento desayuno. Estarían en la cocina, zona habitable desde las nueve y media de la mañana, y tío Vernon hacía que tía Petunia le preparase un desayuno tradicional inglés, huevos fritos, bacon y salchichas.

Harry, mientras tanto, había estado despierto y completamente vestido desde hacía tiempo. Aquel par de horas antes de que los Dursleys se despertaran le daban la tranquilidad que necesitaba, durante la cual podía hablar con Hedwig, escribir una carta a un amigo o simplemente tumbarse a contemplar la locura que era su vida.

Harry, hoy vestía unos tejanos azules y una pálida camiseta gris, se puso sus habituales gafas redondas y entonces se levantó de la cama. Salió al rellano y empezó a bajar las escaleras.

Desde que había vuelto de Hogwarts este verano, había permanecido en un estado de confusión y caos emocional. Todavía le daba vueltas a la muerte de su padrino, lo último que quería hacer era pasar dos meses con sus familiares muggles. Pero cuando volvió a Privet Drive encontró las cosas ligeramente cambiadas. Su tía, Petunia Dursley, no parecía demasiado interesada en tratarlo mal como había hecho en años anteriores. Quizá, pensó Harry, era por que ella había revelado algún conocimiento del mundo mágico el verano pasado, y entendía el peligro que él corría y la importancia del papel que Harry aún tenía que jugar. De hecho, ella se conformaba simplemente, ignorando a Harry la mayor parte del tiempo. Su gran primo Dudley tambien había cambiado su parecer; quizá el hecho de que Harry salvara su vida el verano anterior lo había hecho asumirlo. De hecho, Dudley no había golpeado a Harry ni una sola vez, desde que había vuelto de la escuela. Tío Vernon era el único que estaba tan horrible como antes y, si era posible, tenía la cara más roja que nunca.

El mes que ya había pasado en Privet Drive había proporcionado a Harry el tiempo necesario para evaluar los tumultuosos sucesos que habían tenido lugar durante el final del curso en Hogwarts. Había sido un final dramático para él, y, en el último momento, le había costado la vida a uno de los pocos enlaces que todavía tenía con sus padres. La muerte de Sirius había sido un duro golpe, algo más de un mes después, Harry había sacado sus conclusiones. El profesor Snape tenía razón, Harry había sido arrogante. Lo había aprendido de la peor manera, por el camino más duro. Ignorando el consejo de los demás, había sido un juguete en manos de Voldemort y le había costado la vida de Sirius. Ahora Harry había tomado una decisión, sería mucho más cuidadoso en el futuro.

Cuando entró en la cocina, Harry vio la escena de un típico domingo por la mañana. Tío Vernon sentado a la mesa con un gran plato de comida ante él, mientras Dudley miraba fijamente, desanimado, el plato de lechuga y zanahoria rallada que le habían dado, los Dursley todavía lo mantenían con la "dieta del conejo", a pesar del progreso que había conseguido en el boxeo. Tía Petunia estaba fregando los cacharros que había utilizado para preparar la comida de tío Vernon. Ninguno de ellos hablaba, Harry ya había notado que era algo común durante el mes transcurrido. Pero en ese momento, tío Vernon, miraba furioso a Harry, con la cara completamente enrojecida.

-¿Qué pasa? – Preguntó Harry, intentando entender por qué tío Vernon estaba enfadado tan temprano ese día.

-¿Qué le has hecho a mi huevo? – Dijo tío Vernon con un susurro de ira, señalando hacia abajo, a su plato. Harry caminó alrededor de la mesa para poder verlo más de cerca. Había dos huevos fritos en el plato; uno parecía normal, el otro tenía dos pequeñas burbujas amarillas donde debería estar la yema.

-Nada, - replicó Harry – es solo un huevo con dos yemas. Cosas como esas existen, ¿sabes?

-¡Tonterías! – Dijo tío Vernon entre dientes - ¡Tú le has hecho algo! Lo has embrujado con algún absurdo hechizo de separación o algo.

-No lo he hecho. – Dijo Harry, dándose la vuelta y yéndose a uno de los sofás del salón, en el que se dejó caer pesadamente. – Además, no se me permite hacer magia fuera del colegio. Ya lo sabes.

-Lo hiciste el verano pasado. – Dijo tío Vernon.

-Y casi me expulsan por ello. – Recordó Harry. Alcanzó en mando a distancia de la gran televisión de los Dursley y la encendió; empezó a mostrar algún aburrido programa de "buenos días", el cual Harry, miraba despreocupadamente.

-Y deberían haberlo hecho. - Masculló tío Vernon – He pensado en escribir a tu estúpido ministro de magia yo mismo, para hacerle saber qué es lo que estas haciendo en tu tiempo libre.

-Puede que solo sea un huevo con dos yemas, Vernon. – Dijo tía Petunia sin girarse desde el fregadero. Tío Vernon gruño enfadado y se puso una servilleta en el cuello, entonces clavó un tenedor de mala gana en el otro huevo y empezó a comer. Dudley, que había permanecido en silencio durante toda la conversación, movió su ensalada, con el tenedor, alrededor del plato y miró fijamente un plato de bollos de arándanos recién hechos que tía Petunia había colocado en lo alto de la nevera el día anterior.

Harry estaba distraído, hasta que le llegó el sonido de un ulular desde fuera. Tío Vernon y tía Petunia miraron alrededor mezclando miedo e ira cuando la lechuza blanca de Harry llegó planeando a través de la ventana abierta del salón y se posó en la mesita de café que estaba frente a él. Tío Vernon hizo un sonoro silbido pasando el aire entre sus dientes delanteros, lo que provocó que su bigote temblara.

-Lo siento. – Dijo Harry rápidamente, mirando más hacía tía Petunia que a tío Vernon. Tía Petunia no dijo nada, simplemente volvió a fregar sus platos.

Harry rápidamente desató el rollo de pergamino de la pata de Hedwig, y acarició las plumas de su cabeza. La lechuza ululó suavemente y le dio un rápido y afectuoso picotazo en el dedo antes de salir volando en dirección a la ventana de la habitación de Harry.

Había recibido dos recortes de periódico y una carta. Cogió primero la carta y vio que estaba escrita bajo la perfecta mano de Hermione.

Querido Harry,

No tengo mucho tiempo, pero tienes que leer esos dos artículos. ¡Son noticias excelentes!

Creo que no deberías quedarte con los Dursleys todo el verano. Quizá pueda organizar algo. Hablaré con Ron, bueno si me contesta, eso haré.

Tú amiga,

Hermione

Curioso, pensando en por qué Ron no podría estar hablando con Hermione, Harry miró los recortes de periódico. El primero era un trozo de El Profeta.

FUDGE BAJO LA PRESI"N DE LA COMUNIDAD MÁGICA

Wesley Drooble-Funk, reportero de El Profeta.

Siguiendo la alarmante revelación del mes pasado que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado ha vuelto, el ministro de magia, Cornelius Fudge, ha estado bajo la presión del público para que se divulgara más información acerca de este hecho. En particular por qué su ministerio se ha tomado un año para admitir lo que Albus Dumbledore y Harry Potter han estado contando al mundo doce meses atrás era, de hecho, verdad. "Realmente, no hay nada más que pueda decir", contesta furioso Fudge cuando es abordado por este reportero en el ministerio de magia. "La vuelta de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado nos incumbe a todos. Naturalmente mantendremos un estrecho contacto con todos los ministerios del mundo para extender la noticia tan rápido como sea posible."

Cuando pregunté acerca de la desaparición de su primera subsecretaria señor Dolores Umbridge, Fudge permanece con los labios apretados.

"El paradero de la Srta. Umbridge esta actualmente bajo investigación – dijo – Nuestros oficiales tienen sospechas sobre sus actividades. Será encontrada pronto"

Cualquiera que sea la verdad, parece poco probable que Umbridge vuelva a su posición en la escuela Hogwarts de Magia y Hechizería este año.

Esto no era una sorpresa para Harry, aunque estaba contento de verlo escrito. Reprimió una sonrisa al pensar en el comportamiento típicamente nervioso de Fudge; sin dudar estaba ya consultando a Dumbledore para pedirle consejo ahora que había admitido abiertamente el regreso de Voldemort.

Esperando que el segundo artículo contuviese una gran revelación, cogió el segundo recorte.

LA CONFEDERACI"N INTERNACIONAL SOBRE LAS NUEVAS LEYES PARA LOS MENORES DE EDAD

Wesley Drooble-Funk, reportero de El Profeta.

La Confederación Internacional de Magos ha anunciado un inesperado cambio para la ley mágica que se ha mantenido con fuerza durante más de un siglo. Los jóvenes magos y brujas, los cuales eran considerados menores de edad y tenían prohibido hacer magia fuera de la escuela cuando no superasen la edad de diecisiete años, podrán, a partir de hoy, tener plena libertad para llevar a cabo actividades mágicas desde los catorce años...

Harry miraba fijamente el periódico. ¿Un cambio en las leyes de la mayoría de edad? Excitado, continuó leyendo el recorte.

"Parece algo justo," explicaba un miembro de la Confederación en una rueda de prensa, "que los jóvenes magos y brujas sean libres para defenderse desde la vuelta del Señor Oscuro. Nuestros estudios indican que, a la edad de catorce años, la mayoría de magos y brujas tienen suficiente experiencia para usar sus habilidades mágicas responsablemente."

'Dumbledore debe haber estado estirando unas cuantas cuerdas', pensó Harry. El verano pasado, cuando él se había visto forzado a protegerse de un par de dementores con el encantamiento Patronus, había salido sin cargos de la audiencia por que la situación en la que había usado la magia, era una cuestión de auto-protección. El hecho de que las leyes hubiesen cambiado sugería también un incremento en el respeto de las capacidades de los jóvenes magos... o, algo que Harry temía mucho más, que la Confederación esperaba que los miembros jóvenes de la comunidad mágica iban a necesitar sus poderes.

De cualquier manera, ahora le estaba legalmente permitido hacer magia fuera del colegio. Con un salto de satisfacción, Harry sacó su varita del bolsillo derecho y la examinó, pensando cómo iba a aprovechar su nueva libertad.

Harry se giró y miró la cocina. Tío Vernon se había ido; debió dejar la habitación mientras él estaba leyendo. Tía Petunia, estaba tirando a la basura los restos de su inacabado desayuno y lavando su plato. Pero, Dudley había visto a Harry sacar la varita del bolsillo y lo miraba aprensivo.

Con una pequeña sonrisa, , Harry apuntó su varita al plato de bollos que había encima de la nevera y susurró, "Accio bollo". Uno de los bollos salió volando sin hacer ruido del plato y aterrizó en su mano extendido; era como estar cogiendo una snitch. La mandíbula de Dudley se abrió asombrosamente, pero no dijo nada a tía Petunia. Mirando el marchito desayuno de Dudley, Harry apuntó su varita al plato de bollos de nuevo.

"Accio bollo" susurró. Un segundo bollo abandonó silenciosamente el plato y flotó serenamente en el aire, meneándose suavemente. Dirigiéndolo con la varita, Harry lo hizo flotar a través de la habitación y lo aterrizó sobre la mesa, enfrente de Dudley, quien había seguido todo el trayecto con los ojos como platos. Dudley miraba fijamente el bollo, todavía trastornado por ver a Harry con la varita, pero entonces lo guardó suavemente bajo su ancho jersey. Harry le guiño un ojo a su primo y volvió a guardar la varita en el bolsillo.

Incluso habiendo usado el más simple de los encantamientos, era bueno hacer magia de nuevo, Harry pensó en cómo su regordete primo lo había contemplado con una mirada recelosa desde la mesa.

Tía Petunia parecía haber terminado de lavar los platos, y dejó la habitación sin molestarse en preguntar a Harry de qué era la carta. Cuando ella se fue, Harry sacó el bollo y empezó a comerlo. Después de un segundo, Dudley sacó el bollo de debajo de su jersey.

-Gracias. – Farfulló Dudley, sin mirar en dirección a Harry.

-No hay problema Dud. – Contestó Harry con la boca llena.

Harry pasó la mayor parte del día leyendo los libros del colegio en el salón y, ocasionalmente, escribiendo una carta para Hermione. Tío Vernon y tía Petunia estaban sentados al otro lado de la habitación leyendo los periódicos, intentando aparentar que él no estaba allí. Dudley, mientras tanto, sentado en el sofá entre sus padres, parecían un sándwich, haciendo como si prestara atención a la televisión.

Harry prefirió usar tinta y pergamino para escribir la carta a Hermione, con el único propósito de causar mayor disgusto a los Dursley. Podría haber levitado a menudo la pluma con un simple "Wingardium Leviosa", lo cual era demasiado para el bienestar de Dudley, el cual se mantenía echado miradas furtivas a Harry por si hacía más magia, lo cual hizo. Cada vez que hizo algún tipo de encantamiento, Harry observaba distraído cómo la cara de tío Vernon cambiaba de color, aunque él mantenía sus ojos fijos en el periódico.

Cuando Harry había revelado, esa misma tarde, que ahora estaba permitido hacer magia fuera de la escuela, tío Vernon había llegado a estar extremadamente furioso, pero se había tranquilizado rápidamente cuando Harry sacó la varita del bolsillo y la giró inocentemente en su mano. Tía petunia, mientras, no dijo nada, quizá se dio cuenta de que si tenían que estar con la persona más odiada por Voldemort, entonces no sería tan mala idea para Harry poder defenderse.

Desde entonces, ninguno de sus tíos le había dirigido la palabra, y él estaba contento de que no estuviesen acosándolo como hacían normalmente si aparecía en el lugar de la casa donde ellos estaban.

Esa tarde, después de que Hedwig se hubiese marchado con la respuesta de la carta de Hermione, Harry se fue a la cama con el espíritu feliz por primera vez desde la muerte de Sirius. La libertad para usar magia, el silencio de los Dursleys y la carta de Hermione, le habían levantado el ánimo, y por una vez, cayó rendido en la cama sin pensar demasiado en Sirius o en cualquier otra cosa pésima que lo perseguía después de oscurecer.

Estaba volando sobre Privet Drive. El mar de luces que era Little Whining se extendía bajo él y la brisa nocturna agitaba sus alas. Harry echó una mirada hacía abajo, buscando su Saeta de Fuego, pero no pudo ver ninguna escoba.

'Debo estar soñando' pensó Harry.

La sensación de volar libremente sobre la ciudad era maravillosa. Planeó en círculos y vio el número cuatro, y la ventana del piso de arriba abierta esperando el regreso de Hedwig. Sabía que si descendía allí podría verse durmiendo en su cama, por que esto era solo un sueño o algo parecido.

Pero no necesitaba hacerlo y le gustaba más estar ahí fuera. Harry movió hacía atrás la cabeza y cantó, la cadencia de tonos de un sonido familiar se perdió en el cielo nocturno. Era libre y era maravilloso estar vivo y ser uno con el cielo.

-¿Qué está pasando en el mundo estos días? – Dijo alguien. Harry abrió los ojos y miró hacia arriba algo adormilado. Un viejo muggle estaba de pie inclinado sobre él, mientras un perro pekinés atado a una correa que sostenía con su mano izquierda, olisqueaba alrededor de los pies de Harry.

¿Qué estaba haciendo aquel extraño muggle en su habitación?

Pero entonces, Harry se dio cuenta de que no estaba tumbado en su cama. Desconcertado, se sentó y se miró, viendo una extraña situación, tumbado en el césped, en la entrada de la casa de los Dursleys, con el pijama manchado por el césped. Se preguntaba por qué su vista era borrosa, y se percató de que no llevaba las gafas.

Harry miró al muggle con los ojos muy abiertos, todavía desorientado. El viejo negó con la cabeza y se fue caminando por la cera murmurando algo sobre "huidos" y "vagabundos".

Harry se frotó los ojos y miró hacia arriba, a la ventana abierta de la habitación que había sobre él.

-¿Qué demonios? – Dijo.