Pensé en este fic mientras escuchaba una canción de Kudai, espero que lo disfruten...Más aclaraciones abajo.
Música del capitulo: Déjame Gritar-Kudai.
Advertencia: Gender Bender a lo largo de todo el fic. Lenguaje algo vulgar y fuerte...
Capitulo Uno: La línea de la desesperación
"Solo quiero ver la noche pasar. Y en su oscuridad. Y arrancar este infierno."
Un fuerte golpe resonó por toda la habitación, provocando que la muchacha cayera al suelo a causa del impacto. Llevo rápidamente su mano a su mejilla, sintiendo las fuertes punzadas de dolor que causaron una mueca en su rostro.
– ¡Ya basta! –grito fuertemente con el miedo presente en sus ojos, recibiendo como respuesta otro golpe.
–No seas insolente Masaki, deja ese papel de sufrida, porque no te queda. Mientras vivas bajo mi techo, me obedecerás sin rechistar, o esto es lo que te ganaras. – sin ningún tipo de piedad, el hombre golpeo nuevamente el pequeño rostro de la muchacha, dejándole una pequeña marca. Parecía que le importaba en lo más mínimo el causarle daño a la pobre criatura, no iba a detenerse hasta hacerla aprender una lección.
Masaki se cubrió inútilmente intentando proteger su cara, sollozando con fuerza. Era demasiado para ella. No había hecho nada malo, tan solo se había resignado a tener sexo con su progenitor. No quería denigrarse de aquella manera, cometiendo esa aberración, necesitaba defender la poca integridad que le quedaba en esa casa, que era como el mismo infierno.
Así era desde que su madre había fallecido, hacia casi dos años. Ella contaba con tan solo 12 años de edad, y su progenitora había caído víctima del cáncer, el cual la venció rápidamente. El dolor de perder a la mujer más importante en su vida le había destrozado, necesitaba de su madre. A veces le preguntaba al cielo por que le había arrebatado a la persona que más la amaba ¿Qué había hecho para que la vida la castigara de esa manera tan cruel? Pero a los doce años, uno no puede comprender eso, tan solo tuvo que acostumbrarse a vivir sin ella.
Para su padre; de ojos ámbar muy parecidos a los suyos, pero de un cabello tan negro como la noche; todo había sido más difícil. Su estabilidad emocional dependía demasiado de la hermosa mujer y no soporto su perdida, hundiéndose en una fuerte depresión, dejándose llevar por los vicios del alcohol, el tabaco y las apuestas, descuidando su trabajo y su familia. El hogar Kariya se hundió en la inestabilidad a causa de la condición de la cabeza de la familia.
A raíz de la muerte de su mujer, había desarrollado un enfermizo sentimiento de sobreprotección hacia su pequeña y única hija, Masaki Kariya, el vivo retrato de su esposa. De una piel canela, ojos grandes de color ámbar, adornados por unas bellas pestañas, facciones delicadas, de cuerpo pequeño y menudo, y en lo que más se parecía a su madre, su cabello de un bello color cian, largo hasta sus hombros. No solo eso, sino que también poseía su carácter, dulce y tierno, pero explosivo cuando se le provocaba.
Su padre la admiraba cada noche, siempre le recordaba a su difunta esposa. Era como la reencarnación de esta. Cuando Masaki cumplió los trece años, la actitud de su padre cambio drásticamente, dejo de verla como su dulce niña, ahora la veía como su mujer; una muy hermosa que comenzó a despertar deseos oscuros y algo sucios en él. Una noche; en un arranque de locura, se escabullo hacia la habitación de la muchacha, y como cuando era una pequeña, se acostó en su cama, acariciándola en una muestra de "cariño". Cuando hubo ganado la confianza de la oji ámbar, y lo abrazo buscando cobijo, intento abusar sexualmente de ella. Pelearon un rato y a pesar de los alaridos de la menor el hombre no parecía entrar en razón, tan solo deseaba poseerla, como lo hacía con su esposa .La niña había logrado escapar, golpeándolo fuertemente en la entrepierna, y ganándose un fuerte cabreo por parte del señor Kariya, que la golpeo fuertemente hasta dejarla inconsciente.
Y desde entonces comenzó el infierno para la joven. Ahora que contaba con catorce años, todo era igual, su padre se escabullía en su recamara, e intentaba tocarla de una forma indecente. Era una tortura, ya no podía estar tranquila en su propia casa, prefería salir toda la noche y volver hasta la mañana siguiente, sin importar que por ello su progenitor la golpearía sin piedad.
–Detente –volvió a rogar inútilmente. Trato de escapar, gateando hacia la puerta, pero una patada en la espalda la llevo nuevamente al suelo. Ahogo un chillido y se hizo un ovillo, antes de ser levantada por el cabello. Lucho por soltarse, era demasiado el dolor que estaba pasando, necesitaba escapar y salir de esa casa o terminaría muerta.
– ¡Discúlpate! –grito el señor Kariya, zangoloteándola. La peli cian pataleo, sus pies no podía tocar el suelo, sentía como si le fuera a arrancar el cuero cabelludo.
– ¡No tengo nada que pedir! ¡Déjame en paz! ¡Apestas a alcohol! –le reprocho, intentando golpearlo. Una risotada resonó por todo el lugar, el azabache disfrutaba de la expresión de dolor que la niña ponía, era excitante a su parecer; el ver como la tenía a su merced, sin ninguna oportunidad que pudiera defenderse. La miro con deseo, un deseo que rayaba en lo enfermizo; provocando un escalofrío en el cuerpo de la menor.
–No me estás haciendo caso nuevamente. Primero te digo que te quites la ropa, y te rehúsas; ahora te ordeno que te disculpes por tu insolencia y te niegas… ¡Eres una puta malagradecida! –de un fuerte empujón, hizo que el pequeño cuerpo de su hija se estrellara contra la pared, haciendo crujir todos sus huesos. La niña sollozo, haciéndose nuevamente un ovillo a causa del dolor causado.
Las lágrimas brotaban sin control, como deseaba que su mejor amigo llegara a salvarla nuevamente de ese infierno, en donde los golpes y el intento de abuso era cosa casi diaria; que ambos corrieran hasta perderse lejos de esos hogares tan disfuncionales en los que vivían.
Sentía que unos de esos días no tendría tanta suerte, y su padre se saldría con la suya, destrozaría su orgullo y la heriría sin importar que fuera su propia hija.
Su cabello fue nuevamente alado, haciéndola levantar la cabeza. Grito a causa del dolor y se sostuvo de las muñecas de su padre, clavando sus uñas en ellas; intentando que así la soltara. Sin embargo no causo ningún efecto, tan solo hizo que tirara aun más fuerte de sus azulinas hebras
–Discúlpate, zorra….Si no fuera por mí, no tendrías ropa, ni techo donde dormir… No podrías comer ni ir al instituto. –le comento con una sonrisa sínica, que espantaría a cualquiera. La muchacha le miro dolida. Todo lo que le decía era una mentira, ese hombre tan solo le había causado dolor y sufrimiento desde la partida de su madre.
–Si fuera por ti, ni siquiera estaría estudiando. ¡Nada de lo que tengo es por ti! –de un manotazo se libro de la mano en su cabellera, y con furia abofeteo al azabache, haciéndole retroceder, sorprendido ante el repentino ataque. –Todo lo que tengo es gracias a que trabajo, estudio gracias a mi esfuerzo. Tu trabajo no da ni la talla para pagar el instituto al que voy…. Así que no tienes ningún derecho sobre mi…–Su rostro fue volteado de un fuerte puñetazo. El ardor no tardo en hacerse presente, al día siguiente tendría un horrible hematoma.
– ¡Cállate! ¡No estarías viva si no fuera por mí, me tienes que obedecer a todo lo que te digo!
– ¡Lo que me pides es una locura! ¡Estás loco! –Su padre la tomo del cabello, haciéndola avanzar hacia el sillón de la casa. Masaki se resistió, gritando fuertemente. Si antes tenía miedo, ahora estaba aterrada; retar al de ojos ámbar no había sido muy buena idea, tan solo lo había puesto aun más violento.
– ¡Deja de gritar, loca! ¡Despertaras a los vecinos!
– ¡Los voy a despertar! ¡Para que sepan lo depravado que eres! ¡AYUDA! –fue acallada por otro golpe, solo que esta vez fue en la boca, reventando su labio inferior. Escupió un poco de sangre, sollozando con fuerza. – Déjame por favor… No quiero. –se quejo cual niña chiquita, intentando hacer entrar en razón a su padre.
–Nada de déjame. –de un ágil movimiento se subió sobre su hija, inmovilizando sus piernas y brazos. – Ahora, si no te quieres quitar la ropa, te la quito yo. –de un tirón abrió la blusa de botones, de color rosado, que Masaki portaba, arrancando un alarido de terror de la niña. Kariya intento desesperadamente liberarse, más le fue imposible, él era mucho más fuerte que ella. Empezaba a dar todo por perdido, no podría escapar esta vez. Los sollozos se hicieron aun más fuertes, necesitaba que alguien la escuchara, que la rescataran antes que su padre cometiera una locura.
Rezo, a quien que fuera que estuviera allá arriba, que dejara de burlarse de su mísera vida; que la hiciera despertar de aquella pesadilla, que al abrir sus ojos, su madre llegará a su rescate y la ayudara a escapar de esa tortura que vivía diariamente.
– ¡AYUDA! –le dio otra bofetada, acallando sus alaridos. El mayor se inclino levemente, para lamer el cuello de la pequeña, haciendo que soltara otro grito, moviendo su cuerpo desesperadamente. La presión en sus delicadas muñecas se hizo más fuerte, dejándola sin fuerzas.
–Se buena, perrita, nadie te puede escuchar.
De solo escuchar aquello, toda su esperanza se fue a los suelos. Era verdad, nadie la escuchaba, ni siquiera su mejor amigo la escuchaba en esos momentos. Cerró sus ojos, intentando ignorar las asquerosas caricias que eran impartidas por su cuerpo. Necesitaba imaginar otra cosa o de lo contrario todo sería peor.
Se dio por vencida.
La escurridiza mano de su padre, al ver que dejo de forcejear, dejo sus muñecas y bajo hacia uno de sus pechos, presionándolo con perversión. Kariya sollozo nuevamente.
No podía creer que se estuviera dejando. Su mente le gritaba que luchara, que continuara defendiendose y que escapara de los brazos de ese hombre; como muchas otras veces lo había hecho, pero su cuerpo no reaccionaba, no encontraba ninguna manera para huir. Una punzada de dolor atravesó su corazón, haciendo que su llanto se acrecentara. Maldita fuera.
Cuando dio todo por acabado, cuando no le quedaron más deseos por defender su integridad física y moral, recordó un par de ojos negros y una cabellera de color morado.
Fue solo un minuto el que lo recordó, pero ese simple recuerdo basto para que sus fuerzas volvieran a aparecer.
Ella le había prometido que no dejaría que su padre la humillara nuevamente.
De un rápido movimiento se incorporo un poco, dando un fuerte puñetazo en la nuca del otro, aturdiéndolo, y aprovechando esa oportunidad, le dio un fuerte empujón, haciéndole caer y darse un golpe en la mesita de centro que decoraba la sala de su hogar. El mayor quedo algo aturdido, y tardo un rato en recuperarse.
La peli cian aprovecho el momento y sin dudarlo dos segundos, salió huyendo del lugar. Solo compuso como pudo su blusa, y sin preocuparle el frio de la noche, corrió tan lejos como se lo permitieron sus piernas. Podía escuchar a lo lejos los gritos de su padre, llamándola. Necesitaba alejarse de ese podrido lugar, escapar de ese depravado al que algún día había llamado papá.
No sabía cuánto llevaba corriendo, tan solo noto que ya se había alejado demasiado de su hogar, ya no reconocía el lugar en donde se encontraba. Verifico que nadie la siguiera, y descendió la velocidad. Comenzó a llorar cual niña pequeña, gritando con fuerza. Se tambaleo un poco, hasta quedar apoyada contra una pared, donde poco a poco se fue deslizando hasta quedar hincada.
Abrazo sus piernas y oculto su rostro entre sus rodillas, mientras le preguntaba a Dios, que había hecho para merecer aquello.
– ¡¿Disfrutas tanto burlarte de mí?! –grito mirando al cielo. Tiro un poco de su cabello y se enjuago los ojos, intentando, inútilmente, controlar las lágrimas que brotaban de ellos. – ¡¿Qué hice para merecer esto?! ¡¿Dímelo?! ¡¿Acaso te olvidas que yo existo?! ¡¿O es qué tanto disfrutas de verme sufrir?!
El frío le calaba los huesos, aumentando el sentimiento de abandono que en esos momentos tenía. Deseaba tanto volver a ver la sonrisa de su madre, que le tarareaba suavemente cada vez que ella lloraba. Que le dijera cuanto la quería. La extrañaba.
–Mamá…. ¿tú no ves mi sufrimiento? –susurro, escondiendo nuevamente su rostro entre sus piernas. Volvió a recordar esos ojos negros que le devolvieron la fuerza. –Hikaru… ¿por qué tú también me abandonaste? –el recuerdo del pequeño pelimorado tan solo aumentaban el dolor en su pecho.
Estaba comenzando a considerar que la vida disfrutaba demasiado arrancarle a sus seres queridos de las maneras más crueles. A veces deseaba que a Kyousuke no le pasara lo mismo, o se volvería loca. Él era el único ser preciado que le quedaba.
Cuando dejo de sentir sus dedos a causa del frío, se levanto de su lugar, se cubrió cuanto pudo con la blusa que había sido rota; y comenzó a caminar sin rumbo fijo. Tiritaba levemente, la baja temperatura le estaba dejando los labios morados, y la hacía temblar sin control.
Ya casi no tenía fuerzas para caminar, sus parpados le pesaban demasiado, al igual que sus piernas. Solo estaba caminando por inercia.
Trato, inútilmente de calentar sus manos, soplando suavemente en ellas. Su temperatura corporal había descendido tanto como la del ambiente, haciendo imposible que entrara en calor. En ese momento le parecía mala idea el no haber tomado un suéter, pero el terror del momento no la había hecho pensar en ello.
Llego a una calle un tanto más transitada, llena de luces y autos lujosos, con casas enormes y envidiables. Su instituto se encontraba cerca. Ese era el barrio de los ricos.
Apenas y había personas caminando por la acera. Solo un idiota andaría en la calle con semejante clima. Ella era una idiota en ese caso. Caminaba débilmente; su vista comenzaba a nublarse, escuchaba el sonido de los carros bastante lejanos, a pesar de estar prácticamente caminando al lado de estos.
Se tambaleo, dejo de sentir frió y de un segundo a otro todo se volvió oscuro, haciendo que cayera de manera estrepitosa al suelo.
–Eres demasiado ruidoso –la risa del peli rosado se escucho por todo el lugar, contagiando a la castaña.
–No me dijiste lo mismo mientras jugábamos bolos. –Takuto negó levemente, acariciando con ternura la mejilla de su mejor amigo.
Shindou Takuto y Kirino Ranmaru eran los mejores amigos desde que tenían memoria. Prácticamente habían crecido juntos. Ambos eran hijos de familias bastante adineradas, de las más adineradas de toda Inazuma. El deseo porque ambos jóvenes se casaran en un futuro era evidente.
Desde el día del nacimiento de ambos todo estaba pactado, cuándo Shindou cumpliera 18 años, el hijo menor de los Kirino pediría su mano en matrimonio. Y así ambas familias podrían aumentar sus ganancias. Ahora que ambos jóvenes tenían 15 años, era más fácil el emparejarlos.
Shindou solo tenía permitido salir si Ranmaru estaba con ella, era en el único muchacho en el que sus padres confiaban, y el único que tenía permitido visitar a la castaña. Era como un plan, para que ambos jóvenes se enamoren. Y parecía que estaba dando frutos.
Esa noche, el de ojos turquesa había invitado a su mejor amiga a jugar bolos, todo había estado bastante divertido. La noche se paso entre bromas y pequeños roces de sus manos, que arrancaban algunos sonrojos de la muchacha y unas risas nerviosas de Kirino. Todo era perfecto.
–Taku –le llamo Ranmaru, captando toda la atención de Shindou, que dejo de ver por la ventanilla de la limosina de su familia. –Yo…tengo algo importante que decirte.
El corazón de Shindou dio un pequeño vuelco. Esperaba que lo que su amigo tenía que decirle, fueran esas palabras que ella llevaba esperando casi dos años. Desde que tenía trece, había comenzado a notar un extraño sentimiento hacia Ranmaru. No sabría cómo explicarlo, si era amor u otra cosa, pero cada vez que su amigo le hablaba o le acariciaba el cabello, sentía como su corazón se aceleraba.
Por otro lado, el de ojos azules había decidido dar un paso importante en su relación con la de ojos café. Había planeado toda esa salida para pedirle a Takuto ser su novia. No estaba seguro si de verdad la amaba, pero necesitaba intentarlo.
Desde hacía ya bastante tiempo que había notado que le gustaba mucho su amiga. Había dejado de verla como una niñita llorona, ahora notaba la belleza que la muchacha poseía. Le gustaba mucho su cabello, largo hasta la cintura, castaño y ondulado. Le gustaba su figura, que si bien no era muy voluptuosa, era bastante llamativa y perfecta para su tamaño. Le gustaba perderse en su mirada, admirar sus ojos de color café rojizo. Le gustaba que le tomara de la mano, y así poder acariciar su suave piel. Le gustaba el olor de su perfume, su voz cantarina. La gracia de sus movimientos.
Todas esas razones habían hecho que Kirino se armara de valor y decidiera hacer esa pregunta tan importante, que bien podía ser respondida afirmativamente o podría arruinar todos esos años de amistad.
– ¿Qué es lo que deseas decirme Kirino? –pregunto con dulzura, al ver que su amigo no había dicho nada durante unos minutos. Ranmaru le miro nervioso, debatiéndose si hablar o no.
Soltó un suspiro, y con delicadeza tomo las finas manos de su amiga, acariciando con dulzura sus dedos. Era un gesto bastante normal entre ellos.
–Primero…quiero que sepas que estoy agradecido contigo por todos estos años de amistad… Eres demasiado especial para mí. Siempre has estado allí, apoyándome sin dudarlo y… bueno eso me llevo a pensar en muchas cosas. –Shindou mordió su labio inferior, nerviosa– Llevamos tanto tiempo siendo amigos y bueno… –Ranmaru soltó sus manos y miro hacia la ventana, admirando el panorama.
Era bastante noche, las once aproximadamente y hacía demasiado frío como para andar caminando; por eso ambos jóvenes habían decidido ir al boliche en la limusina de la castaña y no a pie, como normalmente lo habrían hecho.
El muchacho mordió su labio con nerviosismo, buscando las palabras correctas con las que expresarse… Era demasiado difícil confesarle tu "amor" a alguien. Miro fijamente la acera, como si esta fuera a darle una respuesta, y algo afuera capto su atención.
Una pequeña figura; de no más de un metro y cuarenta centímetros, o un poco más, de cabellos de un curiosos color cian; se tambaleaba de manera débil en la calle. Era una chica, por lo que Kirino logro reconocer. Miro con más curiosidad, apegándose otro poco a la ventana. Bajo, para tener mejor claridad ya que el polarizado del auto no lo dejaba ver bien, y el frío de la noche le golpeo la cara.
La muchacha de afuera, no tenía ningún suéter con que cubrirse del clima, tan solo tenía una blusa de color rosado, de manga tres cuartos, y por lo visto estaba rota; ya que la chica la sostenía con una de sus manos, dejando su vientre medio descubierto; un pantalón algo rasgado de color azul claro y unas zapatillas de color negro. Se veía débil y algo aturdida.
– ¿Ranmaru? –le llamo su amiga con preocupación, tocando su hombro izquierdo. Kirino la ignoro por unos instantes, preocupándose por la niña que caminaba afuera; parecía que de un momento a otro se desplomaría.
–Takuto, dile a Renzuke que pare el auto –ordeno. Shindou le miro confundida.
– ¿Qué? –pregunto aun más confundida, sin entender el por qué de esa orden.
–Solo hazlo. –pidió nuevamente, dispuesto a saltar del auto si la situación lo requería.
El automóvil se detuvo, y Kirino salió rápidamente de este, corriendo en dirección de la muchacha de hebras azul verdoso. Llego justo a tiempo, para tomarla entre sus brazos, antes que ella cayera desmayada a causa del cansancio.
– ¡Por Dios! –grito Shindou al presenciar la escena, cubriendo su boca con preocupación. Bajo también del vehículo y llego al lado de su amigo. – ¿Está bien? –pregunto.
–No parece. –respondió el joven, mirando algo sorprendido el rostro de la muchacha entre sus brazos. Parecía que alguien la había atacado sin piedad, golpeándola hasta dejarla en el estado que ahora se encontraba. –Está demasiado herida y algo helada. – con rapidez, se deshizo de su chaqueta y se la coloco a la chiquilla, cubriéndola del viento y se puso de pie, cargando a la peli cian.
Shindou soltó una exclamación al ver el estado de la joven desfallecida. El que le hubiera hecho eso a esa pobre niña era un desalmado.
–Vamos al hospital. –Le dijo su amigo. Takuto negó, sintiendo demasiada lastima por la chica.
–El hospital está muy lejos. Vamos a mi casa. Mi padre no tiene turno esta noche, podrá revisarla. –El muchacho asintió, y rápidamente llego al automóvil, entrando en el. Shindou llego unos segundos después que él e indico al chofer que se diera prisa. La castaña ayudo a Ranmaru a colocar correctamente a la joven herida, poniendo su cabeza en las piernas de Takuto.
– ¿Qué diablos le paso? –pregunto Kirino, aun sorprendido por lo rápido que había actuado al ver a esa desconocida. Shindou acaricio la mejilla helada de la muchacha.
–No sé, pero el que le ha hecho esto es un maldito animal. Mira tan solo como la han dejado. –dijo indignada, mirando con dolor las heridas en el rostro de la otra.
– ¿Crees que la han….? – Shindou abrió los ojos, asustada. La chica si parecía haber sido abusada por alguien. La simple idea de lo que pudo haber sufrido hizo que la castaña quisiera llorar. Algunos hombres eran demasiado degenerados y no pensaban en el daño que le causaban a una mujer.
–No lo sé… Pero espero que no.
Kirino volvió su vista al rostro de la desconocida, sintiendo como su corazón latía descontroladamente. Era extraño, solo con ver a la chica y sin conocerla, había sentido la necesidad de ir a ayudarla, de protegerla. Jamás había experimentado tan sentimiento, ni siquiera por sus hermanas o por Takuto. Se sentía verdaderamente confundido.
Bueno, no se. La inspiración para escribir este fic salió, como lo dije arriba, mientras escuchaba en tema de Kudai... se me hizo buena la trama -créanme, llore mientras la imaginaba- y bueno quedo esto. Tuve la idea de hacerla Gender Bender,porque no se, he visto demasiadas imágenes de Kariya en fem version, y se me hizo demasiado linda, así que tome meramente esa idea...
Ya que... tengo planeado que la historia dure unos 20 o un poco más de caps, todo dependiendo de mi estado de animo para escribir... Y aprovechando que saldré de vacaciones -tres meses sin colegio! yeah!- veré si puedo actualizar una vez por semana...
Se que debo subir Esquizofrenia, pero xD mi inspiración en ese fic se murió... Tal vez el domingo suba nuevo cap de esa historia...
Bueno, gracias por leer y pueden hacerme saber si les gusto en un review o para darme alguna sugerencia o critica... todo se acepta~...
Besos y abrazos~
