Es increíble lo rápido que pasa el tiempo, hace cinco años ya de aquello. Me ha costado, pero al final lo he conseguido, ahora soy capaz de recordar sin notar esa sensación de ahogo en el pecho. He rehecho mi vida, la antigua Beckett ya no existe, ha quedado enterrada junto con todos los recuerdos de aquel invierno. Muchos pensaran que lo tengo olvidado pero aún hay veces, cuando oigo una sirena de un coche de policía, que me pregunto qué pasó. Cual fue la gota que colmó el vaso, y por mucho que intento entenderlo, no encuentro una respuesta razonable. El dolor tampoco es el mismo que al principio, ahora puedo pasar por la 12th Precinct, sin derramar una sola lágrima. Eso no significa que no los eche de menos, que no me arrepienta una y otra vez de lo que sucedió. Pero lo que pasó es cosa del pasado, un pasado muerto, inexistente.