Primero de todo, este es mi primer fan fic, no soy muy experto en esto o sea que por favor no seais muy duros conmigo. Este fic sera el mas aburridillo, creo yo, pero es que aquí se tienen que aclarar cosas que son esenciales para despues, digamos k este es un fic-introduccion. Pues ala, a ller y a ver si os gusta (Dejar Reviews, x favor).

Los lamentos de Sirius

-No! No! Sirius no puede haber muerto! No!

-Harry... Sirius no va a volver... el velo es muy ambicioso, nunca devuelve lo que se lleva –Lupin miró a Harry con ojos tiernos, el también había sufrido una terrible pérdida con la muerte de Sirius...

Una gárgola de piedra que custodiaba el despacho de Albus Dumbledore se giró lentamente en verlos venir. Parecía hasta triste. Harry creyó imposible una cosa así, pero era lo cierto.

-Meigas Fritas –dijo Lupin en un susurro.

La gárgola les dejó paso de inmediato y entraron en el despacho. Dumbledore los estaba esperando, con las gafas de media luna sobre la nariz ligeramente arqueada y con Fawkes a un lado.

-Me alegro de veros, Harry y Remus. –a Dumbledore se le notó que quería ir directo al grano-. Desde que Sirius cayó por el velo del departamento de misterios...

-¿¡Que Sirius qué!? –era la voz de Phineas Nigellus, que ese día no parecía dispuesto a hacerse el dormido.

-Phineas –dijo compadeciéndose Dumbledore- ya sabías que Sirius había muerto.

-Sí, sí lo sabía –dijo a gritos Phineas, ya le recordaba al cuadro de la madre de Sirius que estaba colgado en esa casa-. Lo que no sabía es que se hubiese caído por el velo!

-¿Y acaso eso cambia las cosas? –preguntó sarcástico Remus.

-Sí, las cambia, y además las cambia muchísimo! Sirius no está muerto! –chilló ofendido Phineas.

-¿Qué qué?-gritó más que preguntó Harry.

-Que Sirius no está muerto! –repitió el retrato de nuevo- ¿Acaso no has oído nunca los lamentos que vienen de detrás del velo?

-Pues sí, los he oído –contestó el joven Potter.

-Son las voces de todos los que cayeron detrás del velo, que ansian por salir de ahí –replicó el retrato.

-¿Y tú cómo lo sabes? –le regañó Dumbledore.

-Pues porque... porque... porque yo también caí por el velo! El silencio cubrió la sala. Todos los presentes, incluidos los otros retratos, miraban atónitos a Phineas Nigellus.

-Me estas diciendo... -empezó inseguro Remus Lupin-, ¿Me estás diciendo que Sirius Black no está muerto?¿Me estás diciendo que hay una posibilidad de salvarlo?

-No, en realidad se lo estaba diciendo al joven Potter, pero sí, venía a decirle esto.

-Y ¿Qué es lo que debemos hacer? –dijo ansioso Harry.

-Primero de todo, localizar a Sirius –dijo Phineas-. Sí, ya se que está detrás de el velo, pero es que el velo es más grande de lo que pensáis. Y tan solo hay una forma de localizarlo.

-¿¡Cómo!? –preguntaron Albus, Remus y Harry a la vez.

-Pues con ayuda desde dentro y desde fuera. –sentenció Phineas.

-¿Qué tal si te explicas mejor? –ironizó Lupin.

-Quiere decir –empezó Dumbledore con voz serena- qué solo podremos localizar a Sirius con alguien dentro del velo y con alguien fuera del velo.

-O sea Phineas y nosotros –dijo Harry.

-Pero...-empezó Lupin.

-¿Qué pasará una vez lo encontremos? –terminó una voz ajena.

Los tres se giraron: Severus Snape estaba junto a la puerta, apoyado en la pared.

-Pues deberemos lanzarlo a través del velo. –dijo Phineas enojado.

-Y, ¿cómo váis a hacer eso? –diojo Snape en tono burlón.

-Severus Snape! Tu nunca has estado detrás del velo! –le gritó Phineas-. No preguntes cosas que no puedes entender!

-Ahí te equivocas, Nigellus: Yo sí he estado detrás del velo.

-¿Qué? –La mente de Harry aún no procesaba- ¿Y cómo escapaste?

-Él me ayudó –dijo Snape señalando con un dedo a Albus Dumbledore.

-Es cierto –corroboró el viejo director-. La lucha de anoche no fue la primera batalla librada en esa sala. Fue la segunda, otra batalla contra Voldemort luchamos los miembros de la Orden del Fénix en esa sala. Sirius lanzó a Snape a través del velo, pero...

-Peró Dumbledore impidó que cayera –continuó Snape- Fue por eso que dejé al Señor Oscuro y serví a la Orden del Fénix. Yo sólo se una cosa del mundo de detrás del velo: para regresar, se debe pagar un precio muy alto, y ese precio es que alguien de detrás del velo sacrifique la posibilidad de volver para que otro vuelva.

-¿Y a qué esperamos para ir? –preguntó Harry.

En menos de una hora el Departamento de Misterios los cobijaba. Dumbledore parecía conocer sus caminos: en un momento llegaron a la sala del velo.

-Harry, ahora es tu turno: los lamentos de alguien tan sólo pueden ser oídos por la persona a quien apreciara más la víctima explicó Dumbledore.

-Pero yo oigo muchos lamentos –dijo Harry confundido.

-¿Acaso distingues alguno?-dijo Snape con severidad.

-No...

-Pues venga, busca los lamentos de Sirius. –le apremió Phineas: habían descolgado el cuadro y se lo habían llevado con ellos. Harry se acercó tanto como pudo al velo y escuchó, tan sólo oía un murmullo lastimoso, pero no distinguía ninguna voz, y mucho menos la de Sirius. Harry se apartó del velo.

-No consigo distinguir la voz de Sirius.

-Mete la cabeza dentro, solo la cabeza.-dijo Snape.

Harry metió temeroso la cabeza. En ese tiempo sonaron seis golpes: tres latigazos de un hechizo y tres cuerpos cayendo a plomo en el suelo. En ese mismo instante una mano lo empujó y cayó dentro del velo.

La sensación de vértigo se hacía interminable. Veía líneas de colores pasar a toda velocidad a su alrededor, y cientos de murmullos de lamentos de la gente. De repente, uno de estas voces destacó encima de las otras.

-Harry, oh, Harry, ¿por qué te dejé sólo?

Era la voz de Sirius. Pero aun haberlo encontrado, Harry había caído dentro del velo.